COMENTARIO A LA ENTREVISTA CON MARCELO CAVAROZZI Publicada en Página 12
http://www.pagina12.com.ar/diario/reportajes/25-95817-2007-12-07.html
Cavarozzi señala cuatro circuitos de nuestra sociedad que no tienen comunicación entre sí, y propone recomponer los espacios de integración social. Pero ¿es ésto posible?
Están muy bien identificados esos cuatro circuitos y estoy en acuerdo con casi todo, sólo hay algo que me preocupa en general cuando se habla de “reconstruir” el Estado y en especial lo que se dice aquí, de restablecer comunicantes que unían a los distintos sectores de la sociedad argentina.
No me convenzo de que sea posible reconstruirlos, y creo que mejor nos preparáramos a vivir con las divisiones de clase cortadas por cuchillo, como es más común que ocurra en este mundo.
Si uno sigue la dinámica con la que se gestó la anterior Sociedad, verá que una cosa así no puede repetirse. Aunque el deseo y la nostalgia del pasado, también pueden ser nobles guías para enfrentarse con una realidad distinta.
Aquello que llamábamos la gran Clase Media argentina fue el resultado de varias cosas.
Primero, gracias a la mezquindad de la Oligarquía, que detrás de la generosa oferta de integración al país, había revelado a los inmigrantes la pobreza del destino posible, se fue produciendo el lento y progresivo abandono de las Colonias Agrícolas del interior por parte de los hijos de los inmigrantes que por su condición de arrendatarios no quedaron unidos a la propiedad de la tierra, además de ser una punta ínfima del negocio exportador, donde la intermediación hacía la ganancia.
La mezquindad de la Oligarquía tuvo consonancia con la Primera Guerra Mundial en fertilizar la Clase Media incipiente atrayendo a la actividad urbana, a fundar talleres que sustituyeran importaciones en un mercado ávido de productos faltantes de todo tipo.
Los talleres atraían mano de obra asalariada y convertían a sus propietarios en burgueses, al mismo tiempo que a sus asalriados en Clase Obrera. Comercios, incipientes industrias, proliferaron.
Todo esto energizado por la escuela pública que aportaba conocimientos para enfrentar un desafío contable y comercial, o profesional, pistoneando en pro de la movilidad social. Los hijos de los inmigrantes llegaron a la Universidad. Algo fantástico.
Sigue la cosa con la Segunda Guerra Mundial, otra vez el tema de la interrupción del flujo y reflujo comercial con el exterior. Llega Perón y provoca la subida general de salarios. Eso hace el milagro. Los asalariados consumen ahora bienes de la Clase Media, y no se diferencian por el consumo, de los que tienen ingresos por actividades independientes. Ese es un fenómeno único, no reeditable. Una Clase Media recién llegada, bastante austera, ahorrativa, a la que se le agregan obreros y empleados que no se distinguen demasiado porque pueden lucir iguales por la calle. ¿Cómo no iba a haber lazos entre ellos? Y más cuando la escuela era para todos la misma. De paso habría que recordarle a esa Clase Media de ingresos independientes que el ingreso al mercado de los asalariados produjo su verdadera prosperidad. Prosperidad que realimentó a los salarios, fundando una Sociedad increíblemente igualitaria, donde el Estado estaba presente.
Respecto de la Escuela, no es posible que vuelva a ser lo que fue. Esa Escuela fue fundada en plan de absorción de inmigrantes, en plan de construcción de una nacionalidad casi ficcional o literaria, en desmedro de las culturas diferentes, con afán de su disolución en una gran negación del ser propio simbolizado por esa idea del “crisol de razas”. Todo ello proviniendo del utilitarismo que guiaba a la oligarquía hacia el inmigrante. Con todo esto, la vitalidad esperanzada de los que llegaron aquí, se tomaron al pie de la letra la literatura de la Patria y los Próceres y los Símbolos. Superaron a sus fundadores y formaron una Argentina donde los oligarcas se sintieron amenazados al punto de moralizar el fraude político.
Esta es la subida. La bajada viene por fin con Menem. La lenta consolidación de la Industria Nacional y el constante intento de hacerla desaparecer en los distintos gobiernos, se logró por fin con Cavallo. Cayó la industria, el taller, el comercio, el cuentapropista y el salario. Y por supuesto, cayó la Escuela. No podía ser de otro modo. Ya la Escuela no tenía sentido de ser lo que fue.
¿Qué es lo que puede hacer que los circuitos nuevos, tan bien descriptos en el artículo, puedan establecer relaciones de igualdad o comunicación entre sí? Nada. Todo tiende a la ghettización. A la brecha entre los circuitos. Pero si se da alguna circunstancia favorable, todos los que hemos vivido en una realidad mejor, vamos a querer restaurarla. Me parece difícil.
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