El viernes 20, poco después del anuncio de De Vido sobre la ilegalidad de Fibertel, llega mi hijo a casa y me pregunta si me voy a borrar de Fibertel. Le respondo "no sé".
Mi hijo me contestó "me parece mal, no sos consecuente con lo que decís en tu blog". Y continuó diciendo que Telecentro funciona muy bien, que su cuñado tiene Telecentro, que es más barato y anda perfectamente bien.
El anuncio de De Vido me había hecho sentir como si yo estuviera viajando en micro por la ruta, una patrulla de inspección hubiera parado al micro, hubiera comprobado que el micro es ilegal, y nos hubiera hecho bajar a los pasajeros abandonándonos en medio de la ruta diciendo que hay muchos micros que van al mismo destino.Hubiera pretendido que la patrulla incautara el micro, se hubiera hecho cargo de completar el viaje, o que nos hubieran preparado otro micro de reemplazo para seguir en viaje sin sentir ninguna incomodidad.
Pero la mirada de mi hijo marcándome una brecha entre mi posición declamada y los hechos me hizo reaccionar. Me importa más que nada lo que piense mi hijo de mí. Reaccioné contra el hecho mezquino de privilegiar mi comodidad. No me debe importar si podía haber sido mejor o peor tomada la medida. Todo esto está encuadrado en un enfrentamiento que no incluye la comodidad, que juega nuestro destino, justamente a mí no me cabe ninguna duda de ello.
Al día siguiente sábado a la mañana llamé y contraté el servicio. Vinieron el martes en el horario pactado, en menos de una hora tenía el cable colocado para dos televisores cada uno en su lugar con un cableado muy prolijo. Dejaron funcionando Internet en mi computadora, unida por un cable al módem, pero además un teléfono nuevo. En lugar de 1.5 megas me dieron 3 megas y la TV por cable tiene canales que me interesan como la CNN en inglés, la BBC y la Deutsche Welle que no tiene Cable Visión. Además puedo ver quién me toca el portero eléctrico por el canal 5 con una cámara que puso Telecentro en la entrada del edificio. Y además me cuesta todo 100 pesos menos.
En casa funcionan cuatro computadoras mediante un rooter. Una de las cuatro, la mía es una vieja Notebook. Roberto tiene una Mac y mi hijo una computadora buena y una notebook. Todas andan muy bien con Internet y funcionan juntas, menos la mía. Mientras teníamos Fibertel la mía andaba perfectamente. Ahora yo me quedé sin Internet en casa. Estoy escribiendo en la que tengo en el negocio que es nueva, y por ahora acá sigo teniendo Fibertel. Pronto me voy a pasar también a Telecentro. Mañana salgo a buscar un netbook para mí, para mi casa. Por eso no estoy escribiendo en el blog. En el negocio no puedo, me interrumpen a cada momento.
Ya ven que el cambio de Fibertel a Telecentro me trajo algunos trastornos, y costo. Pero no me importa, estoy muy contenta de haber sido consecuente con mi parte en la sanción social merecida al Rasputín que nos manejó ayer y aún maneja nuestra vida desde un Estado paralelo, desde un gobierno superior al del gobierno nacional, desde una altura que le permite considerar "cargo menor" al de Presidente de la Nación.
Realmente me avergüenzo de haber dudado medio minuto en borrarme de Fibertel. Me siento muy bien con el costo que tenga que pagar por sancionar a esta monstruosidad de nombre Magnetto, creada por el sistema capitalista, como sucede cada vez que alguien concentra tanto capital que se transforma en monopolio, apoderándose de la vida y la voluntad de los que lo rodean.
Lo que le dijo a Lidia Papaleo, no lo va a borrar nadie de la memoria pública, ni aunque todos los jueces que él pueda comprar consideren que no hay pruebas para condenarlo en la Justicia. Nadie puede dudar de lo que dice Lidia Papaleo. Magnetto ya está condenado. Y junto a él, todo el entramado de poderes económicos enredados como en una colmena.
Veremos ir cayendo como un mazo de naipes, a todas las figurillas que nos acosan desde la verdad amordazada. Ahora, está saliendo la basura de abajo de la alfombra, y la verdad asoma con crudeza. Nadie la puede parar.
Celebremos en paz, por la victoria.
Mi hijo me contestó "me parece mal, no sos consecuente con lo que decís en tu blog". Y continuó diciendo que Telecentro funciona muy bien, que su cuñado tiene Telecentro, que es más barato y anda perfectamente bien.
El anuncio de De Vido me había hecho sentir como si yo estuviera viajando en micro por la ruta, una patrulla de inspección hubiera parado al micro, hubiera comprobado que el micro es ilegal, y nos hubiera hecho bajar a los pasajeros abandonándonos en medio de la ruta diciendo que hay muchos micros que van al mismo destino.Hubiera pretendido que la patrulla incautara el micro, se hubiera hecho cargo de completar el viaje, o que nos hubieran preparado otro micro de reemplazo para seguir en viaje sin sentir ninguna incomodidad.
Pero la mirada de mi hijo marcándome una brecha entre mi posición declamada y los hechos me hizo reaccionar. Me importa más que nada lo que piense mi hijo de mí. Reaccioné contra el hecho mezquino de privilegiar mi comodidad. No me debe importar si podía haber sido mejor o peor tomada la medida. Todo esto está encuadrado en un enfrentamiento que no incluye la comodidad, que juega nuestro destino, justamente a mí no me cabe ninguna duda de ello.
Al día siguiente sábado a la mañana llamé y contraté el servicio. Vinieron el martes en el horario pactado, en menos de una hora tenía el cable colocado para dos televisores cada uno en su lugar con un cableado muy prolijo. Dejaron funcionando Internet en mi computadora, unida por un cable al módem, pero además un teléfono nuevo. En lugar de 1.5 megas me dieron 3 megas y la TV por cable tiene canales que me interesan como la CNN en inglés, la BBC y la Deutsche Welle que no tiene Cable Visión. Además puedo ver quién me toca el portero eléctrico por el canal 5 con una cámara que puso Telecentro en la entrada del edificio. Y además me cuesta todo 100 pesos menos.
En casa funcionan cuatro computadoras mediante un rooter. Una de las cuatro, la mía es una vieja Notebook. Roberto tiene una Mac y mi hijo una computadora buena y una notebook. Todas andan muy bien con Internet y funcionan juntas, menos la mía. Mientras teníamos Fibertel la mía andaba perfectamente. Ahora yo me quedé sin Internet en casa. Estoy escribiendo en la que tengo en el negocio que es nueva, y por ahora acá sigo teniendo Fibertel. Pronto me voy a pasar también a Telecentro. Mañana salgo a buscar un netbook para mí, para mi casa. Por eso no estoy escribiendo en el blog. En el negocio no puedo, me interrumpen a cada momento.
Ya ven que el cambio de Fibertel a Telecentro me trajo algunos trastornos, y costo. Pero no me importa, estoy muy contenta de haber sido consecuente con mi parte en la sanción social merecida al Rasputín que nos manejó ayer y aún maneja nuestra vida desde un Estado paralelo, desde un gobierno superior al del gobierno nacional, desde una altura que le permite considerar "cargo menor" al de Presidente de la Nación.
Realmente me avergüenzo de haber dudado medio minuto en borrarme de Fibertel. Me siento muy bien con el costo que tenga que pagar por sancionar a esta monstruosidad de nombre Magnetto, creada por el sistema capitalista, como sucede cada vez que alguien concentra tanto capital que se transforma en monopolio, apoderándose de la vida y la voluntad de los que lo rodean.
Lo que le dijo a Lidia Papaleo, no lo va a borrar nadie de la memoria pública, ni aunque todos los jueces que él pueda comprar consideren que no hay pruebas para condenarlo en la Justicia. Nadie puede dudar de lo que dice Lidia Papaleo. Magnetto ya está condenado. Y junto a él, todo el entramado de poderes económicos enredados como en una colmena.
Veremos ir cayendo como un mazo de naipes, a todas las figurillas que nos acosan desde la verdad amordazada. Ahora, está saliendo la basura de abajo de la alfombra, y la verdad asoma con crudeza. Nadie la puede parar.
Celebremos en paz, por la victoria.