La Presidenta, con su naturalidad para expresar conceptos significativos, tomó la famosa frase de Clinton "Es la economía, estúpido!", y sin citarla siquiera, dijo: "No es la economía, es la "política" que determina el tipo de economía".
Lo dijo en Rosario hace unos instantes.
Y con esta frase cierra el círculo abierto por Clinton, poniéndole el acento al hecho fundamental que determina el tipo de economía que se aplica en los países, que depende de ninguna otra cosa que de la política.
La política general acompaña la política económica y le da un sentido u otro, dependiendo de la ideología. Se aplican políticas sociales o no, políticas inclusivas o excluyentes. Se toma en cuenta la inflación como el cuco máximo o como una vacuna que en pequeñas dosis evita la enfermedad mayor de la economía, que es su concentración en pocas manos. Se apuesta al crecimiento siempre, o la exclusión.
Este concepto de la importancia capital de la política sobre la economía, también rebate la ideología neoliberal que toma a la economía como el hecho fundamental que determina todo lo demás como una consecuencia lógica, natural y ética.
Según Cristina, la economía es maleable y domesticable, y puede estar al servicio de un proyecto humanístico, inclusivo y realmente ético.
En cuanto a la ética, los neoliberales creen ético a lo posible. Para Cristina lo ético está por encima de los límites de posibilidad exiguos de una economía neoliberal. Reducir la ética es la operación de los mercados sin regulación. Poner la ética por encima, permite demostrar que hasta la economía funciona mejor marcándole el paso a los mercados, con sentido humano.
De haberse aplicado este concepto, la crisis que está viviendo el capitalismo europeo y mundial no hubiera existido, porque se hubiera impedido la vorágine inmobiliaria que determinó la bancarrota financiera mundial.
En la Argentina estamos viviendo un proceso que puede ser tomado por el mundo como un experimento de laboratorio exitoso, pero también como un "mal ejemplo" a destruir para que todo quede igual y el capitalismo siga teniendo la adredalina del juego de la ruleta rusa que destruye a los de abajo, como en el circo romano donde los que morían estaban en la arena.
Lo dijo en Rosario hace unos instantes.
Y con esta frase cierra el círculo abierto por Clinton, poniéndole el acento al hecho fundamental que determina el tipo de economía que se aplica en los países, que depende de ninguna otra cosa que de la política.
La política general acompaña la política económica y le da un sentido u otro, dependiendo de la ideología. Se aplican políticas sociales o no, políticas inclusivas o excluyentes. Se toma en cuenta la inflación como el cuco máximo o como una vacuna que en pequeñas dosis evita la enfermedad mayor de la economía, que es su concentración en pocas manos. Se apuesta al crecimiento siempre, o la exclusión.
Este concepto de la importancia capital de la política sobre la economía, también rebate la ideología neoliberal que toma a la economía como el hecho fundamental que determina todo lo demás como una consecuencia lógica, natural y ética.
Según Cristina, la economía es maleable y domesticable, y puede estar al servicio de un proyecto humanístico, inclusivo y realmente ético.
En cuanto a la ética, los neoliberales creen ético a lo posible. Para Cristina lo ético está por encima de los límites de posibilidad exiguos de una economía neoliberal. Reducir la ética es la operación de los mercados sin regulación. Poner la ética por encima, permite demostrar que hasta la economía funciona mejor marcándole el paso a los mercados, con sentido humano.
De haberse aplicado este concepto, la crisis que está viviendo el capitalismo europeo y mundial no hubiera existido, porque se hubiera impedido la vorágine inmobiliaria que determinó la bancarrota financiera mundial.
En la Argentina estamos viviendo un proceso que puede ser tomado por el mundo como un experimento de laboratorio exitoso, pero también como un "mal ejemplo" a destruir para que todo quede igual y el capitalismo siga teniendo la adredalina del juego de la ruleta rusa que destruye a los de abajo, como en el circo romano donde los que morían estaban en la arena.