El caso de Gustavo Sylvestre, de cómo lo echaron de la TV, y lo que dijo Anguita en el programa de esta noche de 678
Me cayó muy mal lo que dijo Anguita en 678. Pero muy mal. Me parece que no comprende de qué se trata, en este caso, apoyar a Gustavo Sylvestre. Los conductores de TVR le hicieron el honor correspondiente el sábado. Pero la ajenidad demostrada por Anguita la noche del domingo, dista mucho de ser correcta o inteligente.
No se trata de apoyar a GS en un reclamo de justicia legal contra "la censura", sino de apoyarlo en el lamento de la pérdida de un programa cuya línea editorial contrasta con todos los demás en su moderación y amplia convocatoria a los sectores, donde se escuchan todas las voces, y donde la del gobierno en particular, tiene un lugar respetado. Que no es poca cosa. Porque el público no tiene ninguna oportunidad, fuera de la televisión pública, de escuchar al sector kirchnerista desde un estilo editorial que se propone la imparcialidad, tal vez desde una ingenuidad idealista, pero muy liberadora de tensiones, invalorable a la hora de mantener la paz social en medio del fogoneo irresponsable del desánimo y peligrosísimo juego que a diario operan la central de la hegemonía mediática y sus satélites.
El kirchnerismo, no solo tiene oportunidad de ser escuchado en el programa, sino que además allí por decisión de su conductor, no es difamado, calumniado, insultado con epítetos como es casi natural ya escuchar en todos los demás programas, lo que ha alejado a los oficialistas de concurrir para no verse expuestos a tal infame maltrato. Y hay algo más todavía, que es lo más importante. El programa provee y difunde la información sobre el gobierno que le falta al ciudadano que no ve la TV pública porque ya fue manipulado en el prejuicio. Aporta a una carencia en el espectro informativo. Tener una información completa es un derecho que es menoscabado en el resto de los programas políticos de la TV en forma de estafa informativa reiterada y permanente, contra la cual es muy dificultoso operar exitosamente. Ya sabemos lo que nos ha costado tener una Ley de Medios, cuyos efectos no aparecerán hasta dentro de mucho tiempo.
El gobierno se vio obligado a usar la TV pública para defenderse de las calumnias, y esto se justifica solamente porque faltando la completa información, tiene la obligación de aportar el faltante para completar el espectro de parcialidad informativa que es un derecho ciudadano. No podría el gobierno sino celebrar la existencia del programa de Gustavo Sylvestre, por más que no sea oficialista, y justamente por eso. No puede el programa 678 sino apoyar a Gustavo Sylvestre, ya no digo en su reclamo de justicia, sino en la lamentable pérdida del programa. Y más que lamentar, escudriñar en los motivos reales, que están a la mano, transparentes, para continuar en la tarea de desnudar la política opositora artera y sucia, en manos de quién está, y cómo se prepara para manipular a la opinión pública echando a un periodista que no entró en la órbita de los comprados, y cuya imparcialidad le resulta amenazante.
Todo mi apoyo efusivo, como ciudadana, como kirchnerista, a Gustavo Sylvestre y su intento -ingenuo o no- de profesar un periodismo objetivo e imparcial. Y el deseo de que la guerra que -sin duda- le seguirán haciendo, no sea tan mortal como para que tenga que arrepentirse del arrojo con el que abandonó una posición cómoda en la hegemonía mediática. Que no le pase como a Fontevecchia que se atrevió a disputar un espacio y terminó validando las razones que arteramente lo empujaron a la quiebra, y hoy es apenas un satélite espectral lastimoso.
Mi idea es que todos deberíamos apoyar a Gustavo Sylvestre.
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