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9 de octubre de 2008

Los judíos y los Reyes Magos


Era la mañana del 6 de enero de 1954. Verano. En ese año yo iría al colegio por primera vez. Era la hija mayor de un matrimonio de judíos polacos inmigrantes. Teníamos un local de comercio seguido de vivienda, como había entonces. En el local, estaba mi papá. En la cocina de la vivienda, estaba mi mamá haciéndome el desayuno. Mis dos hermanitos, de 3 y 4 años, estaban aún en las cunas. Yo desayuné, y como hacía todos los días, salí a la calle a jugar con mis amiguitas. Serían las 10 de la mañana. Salgo a la calle y lo primero que veo es que todas mis amiguitas están juntas, y tienen algún juguete en la mano. Me extrañó muchísimo.

La Susi, mi mejor amiguita, tenía una enorme muñeca de trapo que yo no conocía, y la abrazaba y la ponía en el suelo a caminar, y la muñeca blanduzca se bamboleaba sacudiendo las trenzas rubias de hilos de lana de tejer.

¿Y esa muñeca? le pregunté. Me la trajeron los reyes, me contestó. Yo me quedé de una pieza. ¿Qué reyes? dije. ¡Los Reyes Magos! me dijo asombrada ¿Qué, a vos no te trajeron nada los Reyes? Yo no entendía de què me estaba hablando.

¿Pusiste los zapatitos? volvió a inquirir conmovida por mi ignorancia. ¿Qué zapatitos? volví a preguntar, mareada por el extraño interrogatorio. Los ojos se me estaban nublando, no entendía de qué reyes hablaba la Susi. Yo conocía los reyes de los cuentos pero no sabía que había reyes de verdad. Los reyes de los cuentos me encantaban pero los magos me asustaban. Y nunca supe que había reyes que además eran magos. Pero era un hecho, existían unos reyes que traían regalos. Y yo no sabìa nada.

La Susi siguió, ¿no pusiste los zapatitos? No, le contesté . Entonces pasaron de largo y no te dejaron nada porque no pusiste los zapatitos, dijo la Susi, mirando y peinando a su muñeca. Yo enmudecía cada vez más.

Bueno, hay que poner los zapatitos a la noche, para que ellos los vean, y les tenés que poner agua y pasto para que coman los camellos. ¿Camellos? grité azorada. Sí, dijo la Susi, porque vienen en camello, cuando vos estás durmiendo. Y cuando te despertás, te encontrás con un regalo arriba de los zapatos. Como no dejaste los zapatos, no te dejaron nada, dijo y siguió jugando con su muñeca, sentada en el umbral de su casa. De pronto se paró al verme tan paralizada, y exclamó ¡Cómo tus papás no te dijeron que pongas los zapatitos!

Salí corriendo a mi casa con la seguridad de que mis padres ignoraban la existencia de esos reyes. Yo sabía que éramos distintos, que mis papás habían venido de otro país y que tal vez no se habían enterado de que a la Argentina venían unos reyes en camello que le ponían un regalo a los chicos en los zapatos.

Entré corriendo de la calle al negocio, y encontré a papá sentado en su escritorio leyendo "Di Presse". Le espeté casi sin respirar: "papá, ¿vos sabías que ayer vinieron unos reyes a la noche y le pusieron regalos a los chicos en los zapatitos? Mi papá me miró con cierta sonrisa socarrona y me dijo unas palabras terribles: No vienen ningunos reyes, son los padres que les ponen los regalos en los zapatos el 6 de enero y les dicen que vienen unos reyes con camellos...

Entonces me sentí en una encrucijada total y le dije: ¡todos los chicos tienen un regalo menos yo, què voy a hacer! Observé que la cara de mi papá cambiaba. Se levantó de la silla y llamó a mi mamá: ¡Ana, venga! gritó. Llegó mi mamá secándose las manos en el delantal, y mi papá le dió una orden severa: ¡vaya a la juguetería y compra un regalo para la nena!

Pero yo en el acto reaccioné indignada y mirándolos a los dos, les dije: ¡no quiero un regalo de la juguetería, quiero que hagan como los otros padres, que me pongan esta noche un regalo en los zapatos y que yo me encuentre el regalo de sorpresa mañana cuando me despierte! Mis padres se miraron sonriendo uno al otro, y cada cual se volvió a su lugar. Y yo volví a pararme frente al escritorio y le agregué a mi papá: y quiero que le compren un regalo a mis hermanitos, y que les digan que vinieron los Reyes Magos, yo voy a guardar el secreto.

Y así se hizo. Ese día me aguanté hasta la noche sin juguete de reyes. Me fui a dormir y puse los zapatitos. Y cerré los ojos ilusionada pensando en el regalo que me encontraría al otro día, igual que todas mis amiguitas.

Cuando me desperté, ví una muñeca preciosa sobre mis zapatos, y salté feliz de la cama y ví que mis hermanitos tenían un regalo cada uno al pie de sus cunas. Y yo guardé el secreto para mis hermanos. Les conté feliz la historia de los Reyes Magos, y cada año vinieron a su tiempo y en sigilo, sin volverse a tocar el tema jamás, del secreto guardado según lo convenido.
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(Dedicado a Sirinivasa, respondiendo a una pregunta del post anterior)
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30 comentarios:

Comandante Cansado dijo...

Una masa sus padres y usted también, Eva, por linda hermana.

Saludos,

CC

Eva Row dijo...

Gracias, Comandante Cansado, muchas gracias.

cansarnoso dijo...

grandes tus papis
y mucho mejor como contraste con un "docente" con apellido de clara filiación, pero como converso, fundamentalista, para mandarse dos mocos grandes:
a) porque no hay que mentir, le dijo a su hija que papa noel no existe, y la niña se lo comentó a su amiga, mi hermana

el como aprendimos que papá noel son los papis da para horas de divan

b) inspiró al piquetero de dios, en campamento con toqueteo de rodillas a lo grassi, como cuenta luis palau en su autobiografía

las comillas a "docente" van porque, como recordó algún otro alumno -menos notable- también creía con fervor en los castigos corporales, y al momento de los paletazos en las nalgas tenía como mantra: "a mi me duele mucho más que a vos"

en fin, buenas bases para dirigir un colegio en los pagos de priebke

Eva Row dijo...

cansarnoso, qué miserables los que se animan con los niños, son una basura de cobardes, se animan con lo más indefenso de la escala humana y son capaces de no sentir ese encantamiento que nos llama a los adultos a cuidarlos, ese poder de generar en nosotros nuestra protección hacia ellos. Es desgarrador observar qué frecuente es el abuso de los niños.

Trefo dijo...

La historia es bellísima.
En mi barrio sucedió todo lo contrario. El primero de mis amigos que se enteró de la farsa de los reyes magos salió a vociferarlo con soberbia a toda la barra. Me acuerdo que lo que a mí me jodía no era la mentira sostenida por mis viejos sino ese tono burlón con el que el pequeño buchón se mofaba de los inocentes crédulos. El salame se creía Platón sacándonos de la caverna a los pobres prisioneros.
Mi temor era que en ese mundo real mis viejos dejaran de dejarme regalos en los zapatos, así que simulé mi pertenencia a la caverna un par de años más.
¡Así que celebro la complicidad suya y de sus viejos ante sus hermanos!

Anónimo dijo...

El comentario de ventarron es la misma justificacion por la que soy peronista, ya se que la realidad es una mierda, que el peronismo esta lleno de fachos, que los duhaldes, los mendes, etc

Pero que queres que te diga mordisquito, yo quiero seguir perteneciendo a la caverna, para mantener la historia de mi infancia, de mis viejos, de mis abuelos.

Mi propia historia trato de elaborarla yo, con la eleccion de los mitos que hacen mas llevadera la vida.

Seba

Mario Paulela dijo...

Que buena historia, Eva. Verdaderamente me encantó y escribís de manera increíble. Un saludo.
Mario

Charlie Boyle dijo...

Eva ya era piquetera de chica. Muy bien Ud y sus padres.
Hay una zona gris donde se sabe pero no se admite.
Sería como una negación a la realidad.

registromundo dijo...

Hola Eva, si bien creo que hay tradiciones que nos hacen singulares; el amor y los deseos permite a cada uno escribir su propia historia según sus sueños y tradiciones.

Me encantó!!
saludos
GAL

Anyuletta dijo...

Tu relato lleno de ternura me emocionó! (Y eso que hace rato que las lecturas no me emocionan). En mi edificio, un "palomar" de 45 departamentos atestado de chicos, estaba Don Vinci, el vecino del quinto contrafrente, que se encargaba de dejar pasto en la puertas de todos los chicos del edificio. A la mañana habrías la puerta y te encontrabas con el pastito que "recién" se habían comido los camellos. Años después, apostó doble, y acompañaba el pasto con palanganas rojas llenas de agua -hasta se compraba las palanganas, todas del mismo color! Y entonces yo le decía: "pero la palangana estaba llena de agua, no tomaron agua los camellos" (niña pero no boluda) "Es que ya tomaron en el tercero.Yo los vi que bajaron y vinieron para acá" decía Don Vinci. Hasta el portero era cómplice: no limpiaba hasta que se aseguraba de que habías visto los indicios de la llegada de los camellos. El viejo me alimentó la ilusión como hasta los 12. Ay, la infancia...

Eva Row dijo...

Ventarrón: hola me alegro que te haya gustado. Qué terrible lo que contás. Y eso de tener miedo de ser descubierto y guardar el secreto por miedo a perder el regalo! què experiencias las de la niñez, se sienten vívidas como cuando éramos chicos. Saludos y gracias por estar.

Sebastián,
Muy linda la conexión de los hechos, es así a los mitos no se los quiere perder, son un símbolo de conexión sobre el sentido de las cosas, todo el mundo se aferra a ellos, y muchos cierran todo lo que pueden los ojos a la verdad tan transparente y frìa.

MP Gracias por tus palabras!!!

Charlie Boyle: Hola amigo, sì que era piquetera, y de chiquita

Gal Así es, cada uno hace lo propio, y cada pueblo sus tradiciones sobre los mismos hechos, distintas músicas, distintas canciones, distintas comidas para las mismas celebraciones. Gracias por leerme.

Anyuletta, hola, qué bello recuerdo ese Don Vinci, qué ser humano, qué cosas internas lo movían a eso!!

Anónimo dijo...

Muy linda historia eva!
Me hiciste acordar a cuando era chico y mis viejos, como no tenian un mango, nos escribian un cartelito (de parte de los reyes), de que se les habian acabado los juguetes y que nos lo iban a traer al otro día.

Tambien me acuerdo del conejo de pascuas y del raton perez, uds no?

PD: Muy lindo blog eva, lo leo siempre pero nunca comento.

Eva Row dijo...

Juancho de Córdoba, no sabés qué alegría me da saber que alguien es de las Provincias, los porteños vivimos como detrás de una cortina que nos oculta el resto de nuestro país. Muy lindo lo que hacían tus padres, me llena de ternura. Lo del conejo de Pascuas no era para mí porque nosotros teníamos nuestras Pascuas que celebraran con mucha efusión, es la fecha de la salida de Egipto. Y el ratón Pérez no era mencionado, sino que poníamos el dientito bajo la almohada, y al otro día aparecía una moneda.

Laura dijo...

estas complicidades son tan tiernas! Todavía hoy "juego" con mis hijos (18 y 14 años) a los reyes. Ellos dejan agua y pasto a la noche(hojas de árboles, bah) y a la mañana se sorprenden con el regalito. Es como conservar un poco de infancia....

Eva Row dijo...

Laura, diste con la palabra, la cosa es poder "jugar", el que sigue jugando de adulto, el que no pierde la capacidad de jugar, es el único que puede disfrutar. Todos los goces son producto de saber jugar. Desde el sexo, pasando por la comida, por los viajes hasta leer una novela o ir al cine. También es saber jugar el aceptar los diversos roles de la vida, en los que pasamos a satisfacer las necesidades de los otros que forman parte de nuestro mundo familiar y social. El tema da para reflexionar.

Andrés el Viejo dijo...

Eva: yo no sé si estas historias que usted nos regala son reales o las ha creado. Pero, en uno o en otro caso, usted debería hacer una novela o un libro de relatos o algo.
Saludos

Eva Row dijo...

andrés el viejo: le juro que todo lo que cuento es palabra por palabra lo que me sucedió. No tengo capacidad para la ficción desgraciadamente, más me gustaría. Trato de escribir en forma de cuento lo mejor que puedo para poder contar las cosas que viví. Recuerdo cada gesto de mi padre, tengo una memoria fotográfica viva como si todo fuera hoy. Todo Andrés, lo del libro de lectura del 55 fue tal cual, lo de mi hijo, lo de la óptica. No sé hacer otra cosa que contar la vida que viví y vivo. Igualmente me siento halagada por sus palabras.

guille dijo...

Eva: esa forma de contar las simples vivencias es una agradable caricia para el que te lee.
Saludos.

Eva Row dijo...

¡GRACIAS GUILLE!

Antares dijo...

A mis papás los llamaron de la colonia de vacaciones a la que me mandaban porque después de una visita paseo a no sé dónde mis compañeritos habían vuelto llorando. Yo tenía cuatro años y les había contado a los otros nenes que a mí me dejaban un regalo en los zapatos, pero yo sabía que no eran los reyes sino mis padres. Que va´cer, así sale una de un hogar ateo y materialista dialéctico!

Sirinivasa dijo...

Bueno Eva, paso tarde pero paso al fin por aquí. Y muy linda la recordación, vaya que sí. Y se agradece la dedicación.

y la verdad es como dice CahrlyBoyle, ya de pequeña eras de armas llevar (y tomar!).

Lo que sí, tu padre, un tradicionalista muy propenso a la heterodoxia bajo los reclamos de su prima donna, no? Parece que concedió más ràpido que veloz al 'planteo gremial'.

Yo por mi parte, la verdad es que no recuerdo cuándo ni cómo fue que me avivaron de la farsa. Quizá en algún diván, alguna vez descubra cómo es que no tengo ni registro del acontecimiento.

Sí tengo recuerdo de haberme escondido subrepticiamente detrás de un sillón para verlos aparecer, y haberme quedado dormido, y luego despertarme en la cama, con la historia de que habían sido los trashumantes monarcas los que me habían encontrado y trasladado e mi habitación!

Saludos y siga, siga, siga

Eva Row dijo...

Mi viejo era un genio, alguna vez voy a hablar de EL.
Siri, lo que te pasó detrás del sillón es desopilante: el castigo al racionalista precoz.

Anónimo dijo...

Eva, que historia tan bien contada! Aparte de la ternura que encierra el relato, me emocionó recordar a mi tia, a quien perdí hace poco, que también hacía todo un despliegue con el tema del pasto y del agua, cuando todos habíamos ido a dormir, cerca de la medianoche se sentían unos ruidos extraños (supuestamente berridos de camello, pero nunca nadie lo pudo contrastar, jajajj) y salíamos corriendo para ver los regalos.
Gracias

Eva Row dijo...

antares, te voy a dedicar un post con el tema.

Eva Row dijo...

velete, era una genia tu tía.

Anónimo dijo...

¡Eva, me encantó!
Yo tuve el mismísimo problema con el "niñodios" del que jamás había oído hablar. Pero a mi casa los reyes venían, y mi papá guardó para siempre una carta mía dedicada "a los reyes magos, especialmente al negrito"

Sonia

fer, el kioskero dijo...

Los niños tienen derecho a la inocencia.
Ningún chico sin regalo de reyes.
Buen trabajo, Eva. Lograste ser incluida en la magia.

Anónimo dijo...

Es verdad esta historia' O es un cuento?

Anónimo dijo...

Muy dulce el cuento. Gracias por incluirlo!

Jotapé

H.M. dijo...

Hola Eva, maravillosa tu historia. Los hijos cargan, algunas veces, con nuestra ignorancia ("de ignorar", ignorar la importancia de determinados hechos,las costumbres de algún entorno... y, ¿por qué no? la sensibilidad de cada uno de los diferentes niños)
Yo he sufrido mucho con lo que consideré un terrible engaño. Con los 7 recién cumplidos, alguien me dijo lo que no podía creer. En la mesa familiar estaban sentados mamá, papá y mi tío (que vivía con nosotros). Llego y encaro: "Acá están Gaspar, Nelchor y Baltazar"... Mi tío estalló en una carcajada y dijo "Se avivó"... Corrí a mi pirza y estallé en llanto, ¡hasta Mi Tío! todos, todos me engañaron y se burlaron de mí. Se burlaron cuando me dejaron una cartita prometiendo "un elefante de verdad si me portaba bien todo el año". Se burlaron de mí cuando pedí la muñeca que camina y me dijeron que Los Reyes se equivocaron y me dejaron un bebote.
¿Cómo sería mi cara de tonta creyendo? ¿Se reirían cuando yo salía al patio? ¡y me hacían juntar pasto tierno! (yo elegía el verde clarito) ¿qué harían con "mi pasto"? ¿y con "mi agua"?...
Cuando me encontré con mis amigos les dije "mis padres son mentirosos... Y MI TÍO TAMBIÉN" y me puse a llorar con ellos.... que no se lo habían tomado a la tremenda.Resolví que a mis hijos nunca les iba a mentir.
Muy buena la actitud de tus padres, llena el corazón. Un abrazo

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