NO AL SISTEMA PREVISIONAL -
SÍ AL SISTEMA SOLIDARIO INTERGENERACIONAL.
NO A LA PREVISIÓN, SÍ A LA SOLIDARIDAD.
CONSIDERACIONES PARA LA JUBILACIÓN SOLIDARIA - EN CONTRA DE LA PREVISIONAL
La promesa de administrar fondos jubilatorios previsionales con éxito, tanto por parte del Estado como por entes privados, con fondos constituídos con aportes individuales que deben mantener su valor durante el extendido tiempo de cuarenta años de trabajo de una persona, es un despropósito para cualquiera que lo mire. La jubilación previsional es una bomba de tiempo que estallará en las manos de algún gobierno que no alcanzó a tiempo a pasar de mano la bomba con la mecha encendida.
Es una pretensión imposible que resultará siempre una estafa. Es un modo seguro, no inocente, de destrucción del dinero aportado por la población trabajadora, un modo de incentivar la corrupción estatal y un castigo indebido a los gobernantes del futuro que se deberán hacer cargo de montos tal vez imposibles de pagar, siendo ajenos a los avatares ocurridos con el fondo en el tiempo.
Es necesaria una reforma conceptual del sistema jubilatorio que sincere el sistema y lo haga viable en forma permanente sin depender de los devenires económicos del futuro, de la desvalorización de la moneda, del destino de los fondos jubilatorios, de los cambios en la cantidad de aportantes al sistema, de los cambios en la cantidad de jubilados, de la aptitud administrativa de los financistas, del robo de los financistas privados que operen y/o de la ocasional corrupción política de los administrdores estatales de los fondos previsionales.
Este sistema de jubilación "Previsional" se ha imaginado desde la indebida confianza en el futuro, en la confianza de la capacidad de compensar las posibles pérdidas afectadas a los ahorros, y en la apuesta de que al frente del sistema jubilatorio siempre habrá un funcionario solidario con los jubilados. Tales confianzas, se ha demostrado que fueron excesivas por no decir suicidas. El sistema de jubilación Previsional es un fracaso. Y lo seguirá siendo porque subsisten los mismos motivos. El fracaso no deviene de que la jubilación haya sido Estatal o Privada, sino de que haya sido Previsional. Ese aplastante fracaso hizo que ultramontanos convencieran a los ciudadanos que el problema era la jubilación Estatal.
Con la mentira de corregir los defectos del sistema Estatal, el neoliberalismo impuso el sistema de jubilación Previsional Privado, que se mostró como la más abyecta manera de apropiarse de los dineros de una población para terminar en los opíparos bolsillos de los financistas por quiebra. Lo prueban los acontecimientos de la década pasada en nuestro país y de la presente en Europa y EEUU, donde la quiebra bancaria o la incapacidad de países como la Argentina de pagar sus deudas externas dejaron sin respaldo a sistemas jubilatorios de países remotos, gracias a los préstamos gestionados por el Fondo Monetario Internacional manejados por el Banco Mundial que asesora a fondos de inversión jubilatoria privada, como el italiano, que tuvo que aceptar la desvalorización de sus fondos cuando la Argentina renegoció su deuda con una gran quita. Lo pagaron los jubilados italianos.
El sistema de jubilación Previsional, remite el destino jubilatorio de una persona a su propia capacidad de aportes sin tomar en cuenta los períodos de desocupación, sin tomar en cuenta los trabajos en negro y los aportes no depositados por la patronal aún en los trabajos en blanco. Se desentiende además de la diversa suerte del ahorro aún en el caso de completarse los aportes , y por fin se desentiende de establecer un modo de proveer a una más que probable desvalorización de los fondos.
Que la suerte de los ahorros privados con fines rentísticos corra riesgo en Bancos privados del sistema mercantil es esperable, pero no puede admitirse que ocurra lo mismo cuando el que administra el dinero es el Estado y se trata de fondos de jubilación. El Estado debería ser responsable de la posible mala fortuna de los fondos acumulados y compensarlos. Pero esa pretensión terminaría de plano con la idea de que el ahorro previsional es efectivo. Si el Estado compensara las pérdidas, lo haría únicamente basado en el concepto de solidaridad de la generación activa con la generación pasiva, ya que trasladaría los aportes de los trabajadores a pagar la jubilación. Ese mismo acto daría por terminado el sistema de fondos previsionales.
Un Estado no debe basar la jubilación de sus ciudadanos en previsiones individuales. Debe asumir el pago de la jubilación con fondos que la sociedad aporte al tiempo en que los jubilados la necesiten, sin necesidad de ninguna previsión de riesgoso final. El sistema no debe ser previsor sino solidario, y es justo, porque el día de mañana los mismos aportantes solidarios de hoy, serán sostenidos solidariamente por la generación de sus hijos y nietos activos.
Debe desaparecer el concepto de Previsionalidad del regimen jubilatorio, debe desaparecer también el sistema de fondos jubilatorios, cajas, o todo ahorro previo destinado a la jubilación del futuro. Lo debe reemplazar el Sistema de Jubilación Solidaria Intergeneracional.
No debe ser el trabajador el encargado de formar el capital de su propia jubilación con fondos previsionales aportados por él mismo durante su vida laboral. Esa pretensión no proviene de un concepto solidario sino todo lo contrario, absolutamente antisolidario e impiadoso, que lo hace cargo al ciudadano de su propio destino, como si no viviera en una sociedad, sino que viviera en una ermita. Como si no hubiera formado una familia, como si no hubiera criado hijos y gastado su dinero en alimentarlos y educarlos. El sistema previsional le dice al trabajador: hacéte cargo de tu suerte, y que Dios te ayude.
Tampoco es realista pretender que una persona que fatalmente con la edad perderá su capacidad laboral, se haga cargo del futuro de sí misma durante cuarenta años que son impredecibles y azarosos por factores que no dependen de ella. La sociedad trabajadora contemporánea a los ciudadanos mayores es la que debe hacerse cargo del pago de la jubilación. El concepto de solidaridad intergeneracional es que los hijos y los nietos tienen que hacerse cargo de sus padres y abuelos en edad de jubilarse. Que las generaciones adultas deben hacerse cargo de las mayores.
Lo peor de todo es que las cosas ya funcionan así. Y será siempre así, esté o no esté sincerado el sistema.
Sigue en el próximo post...
SÍ AL SISTEMA SOLIDARIO INTERGENERACIONAL.
NO A LA PREVISIÓN, SÍ A LA SOLIDARIDAD.
CONSIDERACIONES PARA LA JUBILACIÓN SOLIDARIA - EN CONTRA DE LA PREVISIONAL
La promesa de administrar fondos jubilatorios previsionales con éxito, tanto por parte del Estado como por entes privados, con fondos constituídos con aportes individuales que deben mantener su valor durante el extendido tiempo de cuarenta años de trabajo de una persona, es un despropósito para cualquiera que lo mire. La jubilación previsional es una bomba de tiempo que estallará en las manos de algún gobierno que no alcanzó a tiempo a pasar de mano la bomba con la mecha encendida.
Es una pretensión imposible que resultará siempre una estafa. Es un modo seguro, no inocente, de destrucción del dinero aportado por la población trabajadora, un modo de incentivar la corrupción estatal y un castigo indebido a los gobernantes del futuro que se deberán hacer cargo de montos tal vez imposibles de pagar, siendo ajenos a los avatares ocurridos con el fondo en el tiempo.
Es necesaria una reforma conceptual del sistema jubilatorio que sincere el sistema y lo haga viable en forma permanente sin depender de los devenires económicos del futuro, de la desvalorización de la moneda, del destino de los fondos jubilatorios, de los cambios en la cantidad de aportantes al sistema, de los cambios en la cantidad de jubilados, de la aptitud administrativa de los financistas, del robo de los financistas privados que operen y/o de la ocasional corrupción política de los administrdores estatales de los fondos previsionales.
Este sistema de jubilación "Previsional" se ha imaginado desde la indebida confianza en el futuro, en la confianza de la capacidad de compensar las posibles pérdidas afectadas a los ahorros, y en la apuesta de que al frente del sistema jubilatorio siempre habrá un funcionario solidario con los jubilados. Tales confianzas, se ha demostrado que fueron excesivas por no decir suicidas. El sistema de jubilación Previsional es un fracaso. Y lo seguirá siendo porque subsisten los mismos motivos. El fracaso no deviene de que la jubilación haya sido Estatal o Privada, sino de que haya sido Previsional. Ese aplastante fracaso hizo que ultramontanos convencieran a los ciudadanos que el problema era la jubilación Estatal.
Con la mentira de corregir los defectos del sistema Estatal, el neoliberalismo impuso el sistema de jubilación Previsional Privado, que se mostró como la más abyecta manera de apropiarse de los dineros de una población para terminar en los opíparos bolsillos de los financistas por quiebra. Lo prueban los acontecimientos de la década pasada en nuestro país y de la presente en Europa y EEUU, donde la quiebra bancaria o la incapacidad de países como la Argentina de pagar sus deudas externas dejaron sin respaldo a sistemas jubilatorios de países remotos, gracias a los préstamos gestionados por el Fondo Monetario Internacional manejados por el Banco Mundial que asesora a fondos de inversión jubilatoria privada, como el italiano, que tuvo que aceptar la desvalorización de sus fondos cuando la Argentina renegoció su deuda con una gran quita. Lo pagaron los jubilados italianos.
El sistema de jubilación Previsional, remite el destino jubilatorio de una persona a su propia capacidad de aportes sin tomar en cuenta los períodos de desocupación, sin tomar en cuenta los trabajos en negro y los aportes no depositados por la patronal aún en los trabajos en blanco. Se desentiende además de la diversa suerte del ahorro aún en el caso de completarse los aportes , y por fin se desentiende de establecer un modo de proveer a una más que probable desvalorización de los fondos.
Que la suerte de los ahorros privados con fines rentísticos corra riesgo en Bancos privados del sistema mercantil es esperable, pero no puede admitirse que ocurra lo mismo cuando el que administra el dinero es el Estado y se trata de fondos de jubilación. El Estado debería ser responsable de la posible mala fortuna de los fondos acumulados y compensarlos. Pero esa pretensión terminaría de plano con la idea de que el ahorro previsional es efectivo. Si el Estado compensara las pérdidas, lo haría únicamente basado en el concepto de solidaridad de la generación activa con la generación pasiva, ya que trasladaría los aportes de los trabajadores a pagar la jubilación. Ese mismo acto daría por terminado el sistema de fondos previsionales.
Un Estado no debe basar la jubilación de sus ciudadanos en previsiones individuales. Debe asumir el pago de la jubilación con fondos que la sociedad aporte al tiempo en que los jubilados la necesiten, sin necesidad de ninguna previsión de riesgoso final. El sistema no debe ser previsor sino solidario, y es justo, porque el día de mañana los mismos aportantes solidarios de hoy, serán sostenidos solidariamente por la generación de sus hijos y nietos activos.
Debe desaparecer el concepto de Previsionalidad del regimen jubilatorio, debe desaparecer también el sistema de fondos jubilatorios, cajas, o todo ahorro previo destinado a la jubilación del futuro. Lo debe reemplazar el Sistema de Jubilación Solidaria Intergeneracional.
No debe ser el trabajador el encargado de formar el capital de su propia jubilación con fondos previsionales aportados por él mismo durante su vida laboral. Esa pretensión no proviene de un concepto solidario sino todo lo contrario, absolutamente antisolidario e impiadoso, que lo hace cargo al ciudadano de su propio destino, como si no viviera en una sociedad, sino que viviera en una ermita. Como si no hubiera formado una familia, como si no hubiera criado hijos y gastado su dinero en alimentarlos y educarlos. El sistema previsional le dice al trabajador: hacéte cargo de tu suerte, y que Dios te ayude.
Tampoco es realista pretender que una persona que fatalmente con la edad perderá su capacidad laboral, se haga cargo del futuro de sí misma durante cuarenta años que son impredecibles y azarosos por factores que no dependen de ella. La sociedad trabajadora contemporánea a los ciudadanos mayores es la que debe hacerse cargo del pago de la jubilación. El concepto de solidaridad intergeneracional es que los hijos y los nietos tienen que hacerse cargo de sus padres y abuelos en edad de jubilarse. Que las generaciones adultas deben hacerse cargo de las mayores.
Lo peor de todo es que las cosas ya funcionan así. Y será siempre así, esté o no esté sincerado el sistema.
Sigue en el próximo post...