EL EXTREMO ACIERTO DE NÉSTOR KIRCHNER.
Hasta ahora, no quisimos medir el perjuicio de la falta de Néstor. Tampoco quisimos medir el beneficio que la muerte de Néstor le trajo a "la oposición". Pero el tiempo de duelo se termina, las emociones se dominan y se puede empezar a mirar la realidad fríamente, sin que nos altere el ánimo. La política lo necesita. Medir bien la realidad es indispensable.
La muerte de Néstor mató un proyecto político. El proyecto que rotaba a Néstor y Cristina en sucesivos períodos presidenciales, con toda legalidad, y que podía extenderse indefinidamente en el tiempo. Para los miserables y entreguistas miembros de la oposición política argentina, hay que decirlo con todas las letras, la muerte de Néstor debió serles como el oxígeno que necesitaban para respirar. Se estaban ahogando, y de repente, les ocurrió el milagro menos imaginado: desapareció del escenario político una persona física cuya existencia les impedía siquiera sostener la fantasía de aspirar al gobierno. Cuando Néstor Kirchner anunció que no iría a la reelección, y puso de candidata a Cristina, les liquidó el imaginario de una oportunidad a través de la política de partidos, que les permitiera contener domesticados, aguantando el juego democrático, a los sectores económicos que ellos representan. A partir de ese momento los sectores de poder real se pusieron muy nerviosos y desestimando la política, comenzaron una guerra destituyente.
No se conoce, en toda la historia del mundo, una pareja matrimonial que estuviera en aptitud de sucederse uno al otro en el poder. No se necesitaba reformar la Constitución para el efecto real de una reelección indefinida. Para nosotros, los oficialistas, era una fortuna inaudita, porque además eral legal. Era la oportunidad de que un proyecto nacional y popular puidera extenderse en el tiempo hasta solidificarse y no volver atrás. Las dos figuras en rotación lo hubieran logrado. Pero la suerte nos burló, y nos vemos hoy sin esa fortuna. He aquí un perjuicio enorme. Enorme. Pero además de perjuicio es un desafío, que debemos estar dispuestos a enfrentar, con toda responsabilidad y coraje. Como la mujer de Lot, no debemos mirar para atrás y convertirnos en estatua de sal.
Les toca a nuestros dirigentes máximos, a los intermedios, a todos los cuadros políticos y hasta el último militante, tanto peronista como transversal, el alentar la formación de cuadros capaces de continuar y profundizar el proyecto de país en el tiempo. Nos toca a todos el tratar de entender profundamente el ideario de Néstor Kirchner que tenía por encima de todas las cosas la inteligencia de la inclusión de sectores transversales. Hoy, el peor enemigo es el fracaso de la continuidad en el tiempo. Bastaría con que nos ganaran una sola elección presidencial para destrozar otra vez a la Argentina.
Cuando Nëstor no quiso hacer el segundo período, a mí me pareció mal. Porque entendí que presentando una fórmula de rotación eterna, el efecto sobre el ánimo de la oposición iba a ser exasperante, y así fue. En ese momento pensé que Néstor estaba arriesgando demasiado sin necesidad, que debió haber encarado el segundo período y que recien al finalizarlo hubiera debido presentar a Cristina como candidata para seguir con el proyecto.
Comprendí la estrategia de Nëstor cuando mostró que necesitaba actuar continentalmente y pensé que eso era acertado, que San Martín para liberar nuestro territorio tuvo que hacer una lucha continental. Lo admiré más aún, a Néstor Kirchner.
Sin embargo, sigo convencida de que la oposición a la 125, de que toda esa parafernalia de "la guerra del campo" y su teatralización de pintura rupestre desde los medios, fue una reacción contra la fórmula rotativa de Néstor-Cristina más que contra la medida económica. El poder económico sintió que perdía las riendas de la Argentina para siempre, porque perdió la fantasía, la ilusión de que la oposición política pudiera acceder al gobierno. La furia contra la resolución 125 implementada por los sectores de poder económico directamente, no se explica de otra manera. Desde el primer día en que subió Cristina comenzaron los ataques furibundos, después de haber sido votada por una mayoría importante de ciudadanos. Recordemos el escándalo absurdo de la valija de Antonini Wilson.
Pero qué hubiera pasado si Néstor hubiera estado en su segundo período cuando le dio el infarto.... hubiera muerto en el ejercicio del Poder Ejecutivo, lo hubiera sucedido el vicepresidente Cobos, y la suerte de la oposición hubiera sido grande de verdad.
Néstor tuvo la puntería inaudita de acertar en el blanco también contra la atrocidad del destino. Así que la desgracia pudo haber sido aún peor.
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Licenciada en Psicología Julieta Calmels. Es subsecretaria de Salud Mental,
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