DEDICADO A TODOS LOS XENÓFOBOS Y RACISTAS, AL HIJO DEL TANO MACRI, TAMBIÉN.
En este post un comentarista dice muy bien que hay que dejar de llamarlos xenófobos y decirles directamente racistas. No es que odien al extranjero, ya se sabe que cualquiera es capaz de tener un amigo ecuatoriano, hasta Maurizio, basta que sea rico.
Los ricos son una raza aparte, la única que no es discriminada. Todos los negros, judíos, ecuatorianos, o lo que sean, tienen un amigo que los acepta y es racista, basta que tengan plata. Todo racista puede mostrar un amigo negro, judío, o lo que sea, basta que tenga plata. Lo que no va a tener nunca un racista, es un amigo de otra nacionalidad o color o religión que a la vez sea pobre. Quiero probarte lo que digo. Y vamos a tener que llamarlos pobrófobos en lugar de racistas.
UN POCO DE HISTORIA DEL BARRIO:
Acá el barrio de Once, hace 25 años era un barrio judío, habitado en sus viviendas por comerciantes judíos, en su mayoría, de primera o segunda generación venida de Europa, y en su minoría, judíos de Oriente con pasaporte turco (sefaradíes). El Once fue deshabitado por esos judíos comerciantes que se fueron muriendo. Los hijos se mudaron de barrio aunque mantengan la propiedad de los locales de comercio. Se fueron hace mucho y fueron reemplazados primero que nada por los coreanos, que como vinieron con plata a ponerse locales de ropa, no fueron discriminados por la población local. Tampoco fueron discriminados los chinos que vinieron a ponerse supermercados.
Los coreanos se fueron casi todos. Hace un cuarto de siglo los chicos coreanos ocupaban casi la mitad de todas las plazas de alumnos de las escuelas privadas que había en el barrio. Una alumna coreana sacó la mejor nota en Historia Argentina en un examen de ingreso al Nacional Buenos Aires. Ya no hay más chicos coreanos ni escuelas privadas. Ningún padre discriminó jamás a los compañeritos coreanos de sus hijos, para nada, ¿Por qué será? "La gente" decía que eran muy trabajadores. Como si los bolivianos no lo fueran, ¿no? Todos los edificios de Buenos Aires fueron construídos por bolivianos que trabajan en obra. ¿Alguno conoce un boliviano que se rasca?
Pero ahora en el barrio hay peruanos, una enorme cantidad de peruanos, que en pocas cuadras tienen más de cinco restaurantes de comida peruana. La mayoría son peruanos pobres. Algunos alquilan departamentos, otros son "okupas". Pero todos trabajan. Los peruanos son horriblemente discriminados. Cada tanto la Policía protagoniza alguna razzia de peruanos que venden por la calle y se produce una corrida. Se les incautan las mercaderías y los peruanos se juntan todos como palomas para apoyarse mutuamente y hacer número contra la Policía. que los rodea con varios coches y a veces con muchos uniformados. Los peruanos son contestatarios y gritones, sobre todo las mujeres. Le gritan a la Policía las mujeres. Una le dijo una vez a un Policía que el Perú era el único país que había apoyado a la Argentina contra Inglaterra por Las Malvinas, y que su padre había muerto en esa guerra. Me resultó simpático el ingenio y la ocurrencia de esta mujer que luchaba con garra para que le devuelvan una canasta con comida que vendía por la calle.
El asunto es que la población porteña asentada en el barrio los repudia. Alrededor de los peruanos, cuando son perseguidos por la Policía, se junta lo que Macri llama "los vecinos", es decir: la chusma. Esa chusma comenta en voz baja en grupitos: estos peruanos son una mierda. Y se miran menenando las cabezas, mordiéndose los labios inferiores. Estos son los porteños que van a volver a votar a Macri, que dice lo que ellos quieren escuchar.
También hay chinos en los supermercados como en toda la ciudad y bolivianos vendiendo verdura fuera y dentro de los supermercados de los chinos. Los bolivianos que alquilan un stand de verdulería en lo de un chino, van haciendo plata y salen del supermercado para alquilar algún local. En una esquina que ya es propia de una familia boliviana, trabajan dos hermanos con sus respectivas esposas en cooperativa. Toda una familia. Ya tienen un supermercadito muy bien provisto. Uno de los hermanos es carnicero y tiene la mejor carne del barrio, y la más cara. Fueron comprando los locales aledaños para extenderlo, provocando que los dueños no renovaran los contratos de alquiler para vender el local, cosa que enfureció a los inquilinos, que dicen que los bolivianos deben vender droga, porque ¿de dónde van a tener, si no, tanta plata, eh?
ACÁ VIENE EL CUENTO
Hace un tiempo había una familia boliviana que se hizo rica en un supermercado chino. Luego vendieron el stand a otra familia boliviana más pobre. La mujer se llamaba Eva como yo. Era petisa y fea como ella sola, pero tenía mucha plata. La familia tenía varios stands en distintos supermercados chinos. Venían diariamente con una cuatro por cuatro blanca nueva, trayendo la verdura que repartían en los distintos supermercados. La hija de Eva tocaba el piano y Eva contaba a todo el mundo que le había comprado "un piano de cola".
Esta Eva estaba vendiendo mientras yo hacía la cola. Estaba atendiendo a una mujer judía del barrio, una mujer que la conozco de hace cuarenta años de vista, que no se fue del barrio porque es soltera y es una de esas que le da de comer a los gatos, como hay en todos los barrios. Nunca supe como se llama.
Estaban hablando entre ellas de la situación del país (Eva vota a Macri y odia a Cristina), y la mujer judía le dijo a la boliviana Eva que el problema de la Argentina "son los negros" que no les gusta trabajar y el gobierno les regala plata.
Yo me le fui al humo a la mujer judía, con ganas de morderla, como un perro herido. La encaré, mientras la boliviana le daba el vuelto, y escuchaba medio asombrada lo que yo le decía. Le dije de todo: "cómo podés hablar así vos que sos judía, hablás igual que los nazis en Alemania hablaban de los judíos, no te atrevas a volver a hablar así delante mío que te hago una denuncia en el Inadi". Y aquí está lo asombroso. La boliviana tomó la palabra para defender a su clienta y me dijo así: no se enoje, la señora tiene razón, el problema de la Argentina son los negros que no les gusta trabajar y este gobierno les da plata para que "los" voten. El asombro me enmudeció. No me lo esperaba.
Llegué a casa medio loca. Roberto me escuchó despacharme contra la boliviana. Me acuerdo que le decía: la pelotuda de mierda no se mira al espejo, no vé que cualquier racista la vé a ella como "una negra"? ¿Cómo se entiende eso Robertoooooo?
Y mi marido, que sabe un montón, con su pipa, tranquilo, me contestó. Lo que pasa es que el racismo no es un tema racial, es un asunto "de clase". De esto solamente el marxismo entiende: la boliviana no se ve a sí misma en el espejo como boliviana. Se ve blanca, porque es rica. Y la judía tampoco la ve como "negra", por eso le habla contra "los negros" a ella que es tan negra como cualquier argentino que lo llaman "negro". Como la boliviana tiene piano de cola y una cuatro por cuatro, la judía puede verla como alguien de su clase y el problema racial desaparece.
Mal que les pese a los que se rasgan las vestiduras contra el progresismo, y no se dan cuenta de que lo que falla no es el progresismo sino algunos que se llaman progresistas, así como lo que falla no es el peronismo sino algunos se llaman peronistas.
El marxismo tiene verdades incontrastables e irreemplazables, el racismo es un problema de clase. Los racistas no son racistas, son pobrófobos.
En este post un comentarista dice muy bien que hay que dejar de llamarlos xenófobos y decirles directamente racistas. No es que odien al extranjero, ya se sabe que cualquiera es capaz de tener un amigo ecuatoriano, hasta Maurizio, basta que sea rico.
Los ricos son una raza aparte, la única que no es discriminada. Todos los negros, judíos, ecuatorianos, o lo que sean, tienen un amigo que los acepta y es racista, basta que tengan plata. Todo racista puede mostrar un amigo negro, judío, o lo que sea, basta que tenga plata. Lo que no va a tener nunca un racista, es un amigo de otra nacionalidad o color o religión que a la vez sea pobre. Quiero probarte lo que digo. Y vamos a tener que llamarlos pobrófobos en lugar de racistas.
UN POCO DE HISTORIA DEL BARRIO:
Acá el barrio de Once, hace 25 años era un barrio judío, habitado en sus viviendas por comerciantes judíos, en su mayoría, de primera o segunda generación venida de Europa, y en su minoría, judíos de Oriente con pasaporte turco (sefaradíes). El Once fue deshabitado por esos judíos comerciantes que se fueron muriendo. Los hijos se mudaron de barrio aunque mantengan la propiedad de los locales de comercio. Se fueron hace mucho y fueron reemplazados primero que nada por los coreanos, que como vinieron con plata a ponerse locales de ropa, no fueron discriminados por la población local. Tampoco fueron discriminados los chinos que vinieron a ponerse supermercados.
Los coreanos se fueron casi todos. Hace un cuarto de siglo los chicos coreanos ocupaban casi la mitad de todas las plazas de alumnos de las escuelas privadas que había en el barrio. Una alumna coreana sacó la mejor nota en Historia Argentina en un examen de ingreso al Nacional Buenos Aires. Ya no hay más chicos coreanos ni escuelas privadas. Ningún padre discriminó jamás a los compañeritos coreanos de sus hijos, para nada, ¿Por qué será? "La gente" decía que eran muy trabajadores. Como si los bolivianos no lo fueran, ¿no? Todos los edificios de Buenos Aires fueron construídos por bolivianos que trabajan en obra. ¿Alguno conoce un boliviano que se rasca?
Pero ahora en el barrio hay peruanos, una enorme cantidad de peruanos, que en pocas cuadras tienen más de cinco restaurantes de comida peruana. La mayoría son peruanos pobres. Algunos alquilan departamentos, otros son "okupas". Pero todos trabajan. Los peruanos son horriblemente discriminados. Cada tanto la Policía protagoniza alguna razzia de peruanos que venden por la calle y se produce una corrida. Se les incautan las mercaderías y los peruanos se juntan todos como palomas para apoyarse mutuamente y hacer número contra la Policía. que los rodea con varios coches y a veces con muchos uniformados. Los peruanos son contestatarios y gritones, sobre todo las mujeres. Le gritan a la Policía las mujeres. Una le dijo una vez a un Policía que el Perú era el único país que había apoyado a la Argentina contra Inglaterra por Las Malvinas, y que su padre había muerto en esa guerra. Me resultó simpático el ingenio y la ocurrencia de esta mujer que luchaba con garra para que le devuelvan una canasta con comida que vendía por la calle.
El asunto es que la población porteña asentada en el barrio los repudia. Alrededor de los peruanos, cuando son perseguidos por la Policía, se junta lo que Macri llama "los vecinos", es decir: la chusma. Esa chusma comenta en voz baja en grupitos: estos peruanos son una mierda. Y se miran menenando las cabezas, mordiéndose los labios inferiores. Estos son los porteños que van a volver a votar a Macri, que dice lo que ellos quieren escuchar.
También hay chinos en los supermercados como en toda la ciudad y bolivianos vendiendo verdura fuera y dentro de los supermercados de los chinos. Los bolivianos que alquilan un stand de verdulería en lo de un chino, van haciendo plata y salen del supermercado para alquilar algún local. En una esquina que ya es propia de una familia boliviana, trabajan dos hermanos con sus respectivas esposas en cooperativa. Toda una familia. Ya tienen un supermercadito muy bien provisto. Uno de los hermanos es carnicero y tiene la mejor carne del barrio, y la más cara. Fueron comprando los locales aledaños para extenderlo, provocando que los dueños no renovaran los contratos de alquiler para vender el local, cosa que enfureció a los inquilinos, que dicen que los bolivianos deben vender droga, porque ¿de dónde van a tener, si no, tanta plata, eh?
ACÁ VIENE EL CUENTO
Hace un tiempo había una familia boliviana que se hizo rica en un supermercado chino. Luego vendieron el stand a otra familia boliviana más pobre. La mujer se llamaba Eva como yo. Era petisa y fea como ella sola, pero tenía mucha plata. La familia tenía varios stands en distintos supermercados chinos. Venían diariamente con una cuatro por cuatro blanca nueva, trayendo la verdura que repartían en los distintos supermercados. La hija de Eva tocaba el piano y Eva contaba a todo el mundo que le había comprado "un piano de cola".
Esta Eva estaba vendiendo mientras yo hacía la cola. Estaba atendiendo a una mujer judía del barrio, una mujer que la conozco de hace cuarenta años de vista, que no se fue del barrio porque es soltera y es una de esas que le da de comer a los gatos, como hay en todos los barrios. Nunca supe como se llama.
Estaban hablando entre ellas de la situación del país (Eva vota a Macri y odia a Cristina), y la mujer judía le dijo a la boliviana Eva que el problema de la Argentina "son los negros" que no les gusta trabajar y el gobierno les regala plata.
Yo me le fui al humo a la mujer judía, con ganas de morderla, como un perro herido. La encaré, mientras la boliviana le daba el vuelto, y escuchaba medio asombrada lo que yo le decía. Le dije de todo: "cómo podés hablar así vos que sos judía, hablás igual que los nazis en Alemania hablaban de los judíos, no te atrevas a volver a hablar así delante mío que te hago una denuncia en el Inadi". Y aquí está lo asombroso. La boliviana tomó la palabra para defender a su clienta y me dijo así: no se enoje, la señora tiene razón, el problema de la Argentina son los negros que no les gusta trabajar y este gobierno les da plata para que "los" voten. El asombro me enmudeció. No me lo esperaba.
Llegué a casa medio loca. Roberto me escuchó despacharme contra la boliviana. Me acuerdo que le decía: la pelotuda de mierda no se mira al espejo, no vé que cualquier racista la vé a ella como "una negra"? ¿Cómo se entiende eso Robertoooooo?
Y mi marido, que sabe un montón, con su pipa, tranquilo, me contestó. Lo que pasa es que el racismo no es un tema racial, es un asunto "de clase". De esto solamente el marxismo entiende: la boliviana no se ve a sí misma en el espejo como boliviana. Se ve blanca, porque es rica. Y la judía tampoco la ve como "negra", por eso le habla contra "los negros" a ella que es tan negra como cualquier argentino que lo llaman "negro". Como la boliviana tiene piano de cola y una cuatro por cuatro, la judía puede verla como alguien de su clase y el problema racial desaparece.
Mal que les pese a los que se rasgan las vestiduras contra el progresismo, y no se dan cuenta de que lo que falla no es el progresismo sino algunos que se llaman progresistas, así como lo que falla no es el peronismo sino algunos se llaman peronistas.
El marxismo tiene verdades incontrastables e irreemplazables, el racismo es un problema de clase. Los racistas no son racistas, son pobrófobos.