Hay distintos actores, y direcciones diferentes en la historia de la desperonización del peronismo. El fallido intento de Vandor. El forzado y esforzado intento de los Montoneros. El triste espectáculo de la desperonización del mismo Perón. Ni qué hablar de lo que siguió a su muerte. La desperonización del electorado peronista cuando votó a Alfonsín y el peronismo perdió por primera vez en las urnas. La de Menem, que no cambió los símbolos pero dió un rumbo inimaginable, desvirtuando todos los postulados. Por último la de Kirchner, que dejó la simbología pero recupera la dignidad nacional y la protección a la gente aunque no el protagonismo, pero dice que ahora va “a por ello”, veremos.
Los antiperonistas viscerales, como la familia Alsogaray, fueron, “en masa”, seducidos por Menem. Las señales integradoras de los Kirchner no seducen a los Alsogarayes que moran nuestras pampas y urbes. Ellos quieren otra cosa, el que los interpreta bien es Macri. Kirchner no hizo ninguna renuncia en vano, integró a su entorno mucha gente “de izquierdas” que no era peronista, y que ni imaginaba jamás pertenecer a un gobierno de ese signo. A la izquierda de Kirchner no hay nada, en el escenario real.
Kirchner, con su bandera de desperonización logró poner en la mesa a los actores reales de las pujas, le sacó la mitología al asunto, se ve más claro quién es quién. Antes estaban mezclados los gorilas del Partido Socialista con los del Conservador. Ahora, el socialista que es gorila se fue a defender “el campo” con Biblita, y el otro socialista se acerca más a Kirchner.
En lugar de pensar que Kirchner ha renunciado a algo del peronismo, debería pensarse que lo ha revitalizado, lo ha redistribuido, lo ha extendido hacia más gente. Esto tiene un significado altamente halagüeño para la historia argentina. Gorilas no viscerales como he sido yo, nos sentimos muy a gusto con el cambio, y estamos muy felices de que los Alsogarayes estén en la vereda de enfrente.
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