CRISPACIÓN, PODER ECONÓMICO Y GOBIERNOS.
Dice Dolina que esta es, como máximo, la segunda vez en la Historia Argentina que el poder económico y el gobierno no están en el mismo lugar. Todo lo que se dio hasta ahora, fue una comunión con el poder económico, sea por voluntad o por debilidad de los gobiernos.
Esta es la primera vez en la memoria de la mayoría de los que hoy estamos vivos, que el poder económico está fuera del gobierno. Hasta el más necio entiende que eso tiene que producir necesariamente tensión, conflicto y crispación. Porque el poder económico no se subordina al poder político alegremente, sino que intenta someterlo con la presión que ejerce desde su posición privilegiada en la sociedad, para seguir teniendo privilegios.
La organización nacional, en letra de la Constitución, otorga al Gobierno el poder máximo, y para hacerlo efectivo en caso necesario, además de hacerlo didáctico en lo conceptual, le otorga el monopolio del ejercicio de la fuerza. El Presidente es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que quedan así bajo las órdenes de un civil. Como para que quede claro que el orden civil es superior al militar.
Pero acá fue siempre al revés. Las Fuerzas Armadas echaron presidentes legítimos con el uso de la fuerza, insubordinándose a su Comandante en Jefe, todo en la misma persona. Dieron golpes de estado, siempre con la excusa de dar "paz social" a una situación que aparecía como de caos social general, paz social que efectivamente se lograba después de dar amparo desde el gobierno millitar a los negocios del poder económico, negocios que no hubieran podido ser facilitados por un poder civil en administración del interés de la sociedad en conjunto.
La paz social se materializaba en una situación consolidada y estable, en la que la desigualdad social era el producto primero de los privilegios otorgados. Pero por ser consolidada y estable, ya la población no estaba alarmada, sino doblegada, entregada a un "destino", y a quien quisiera oponerse se lo aislaba con persecución y silenciamiento.
Las Fuerzas Armadas, puede decirse, que también fueron juguete del poder económico. Su estúpido fanatismo, instruído a través de consignas falsamente patrióticas de la oligarquía, les impidió tener otro rol que el de bandidos sirvientes del poder económico nacional socio del internacional, usurpando el uniforme de soldados de la Patria.
La operatoria del sector económico, para abrir el camino a nuevas formas de negocios, tanto como para destruir nuevas formas de distribución del ingreso, fue la del golpe económico que justificara el golpe militar. El poder económico operó destruyendo desde afuera el equilibrio de los planes económicos de cada gobierno democrático, haciéndolos fracasar, provocando la imagen de gobernantes ineptos, consiguiendo el caos económico, hasta que el recurso acostumbrado del golpe militar viniera a ser justificado por la población. No habría que llamar más "golpe militar" a los golpes de estado, sino golpe del poder económico. No sé por qué insitimos con nombrar al brazo ejecutor mercenario y no al cerebro organizador.
La situación inusual que se da desde el arribo de Néstor Kirchner a la Presidencia, de la separación entre poder económico y gobierno, pordujo tensión en el poder económico. El conflicto lo presenta el poder económico contra el gobierno y la crispación les ataca a quienes no acostumbran al fracaso de sus influencias y operativos.
Cuál de los dos sectores es el que no dialoga, el que presenta el conflicto y el que tiene crispación queda claro, es el sector privilegiado. Pero desde los medios hegemónicos que expresan la voz del poder económico, y forman parte del mismo, insisten en lanzar las acusaciones precisamente de lo contrario. El poder económico reclama al gobierno su falta de diálogo, la creación de conflictos innecesarios, el fomento de la crispación entre sus seguidores.
Muchas son las pruebas de que la operatoria de no dialogar y de armar conflictos viene del sector económico. Toda la Historia Argentina lo prueba. Lo que no les había ocurrido nunca es la crispación. Han elegido (ellos, por supuesto) esa palabra que lleva dentro de sí al nombre de Cristina. A Perón pudieron echarlo, a este gobierno no.
Los señores capitalistas están crispados por Cristina. Nosotros estamos asqueados, repugnados, hartos de su falta de límites en el trato de las instituciones y de las figuras de la máxima función pública. Cuando se los invita a dialogar, no vienen. Fíjense si no, en esta nota de Alfredo Zaiat.
Dice Dolina que esta es, como máximo, la segunda vez en la Historia Argentina que el poder económico y el gobierno no están en el mismo lugar. Todo lo que se dio hasta ahora, fue una comunión con el poder económico, sea por voluntad o por debilidad de los gobiernos.
Esta es la primera vez en la memoria de la mayoría de los que hoy estamos vivos, que el poder económico está fuera del gobierno. Hasta el más necio entiende que eso tiene que producir necesariamente tensión, conflicto y crispación. Porque el poder económico no se subordina al poder político alegremente, sino que intenta someterlo con la presión que ejerce desde su posición privilegiada en la sociedad, para seguir teniendo privilegios.
La organización nacional, en letra de la Constitución, otorga al Gobierno el poder máximo, y para hacerlo efectivo en caso necesario, además de hacerlo didáctico en lo conceptual, le otorga el monopolio del ejercicio de la fuerza. El Presidente es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que quedan así bajo las órdenes de un civil. Como para que quede claro que el orden civil es superior al militar.
Pero acá fue siempre al revés. Las Fuerzas Armadas echaron presidentes legítimos con el uso de la fuerza, insubordinándose a su Comandante en Jefe, todo en la misma persona. Dieron golpes de estado, siempre con la excusa de dar "paz social" a una situación que aparecía como de caos social general, paz social que efectivamente se lograba después de dar amparo desde el gobierno millitar a los negocios del poder económico, negocios que no hubieran podido ser facilitados por un poder civil en administración del interés de la sociedad en conjunto.
La paz social se materializaba en una situación consolidada y estable, en la que la desigualdad social era el producto primero de los privilegios otorgados. Pero por ser consolidada y estable, ya la población no estaba alarmada, sino doblegada, entregada a un "destino", y a quien quisiera oponerse se lo aislaba con persecución y silenciamiento.
Las Fuerzas Armadas, puede decirse, que también fueron juguete del poder económico. Su estúpido fanatismo, instruído a través de consignas falsamente patrióticas de la oligarquía, les impidió tener otro rol que el de bandidos sirvientes del poder económico nacional socio del internacional, usurpando el uniforme de soldados de la Patria.
La operatoria del sector económico, para abrir el camino a nuevas formas de negocios, tanto como para destruir nuevas formas de distribución del ingreso, fue la del golpe económico que justificara el golpe militar. El poder económico operó destruyendo desde afuera el equilibrio de los planes económicos de cada gobierno democrático, haciéndolos fracasar, provocando la imagen de gobernantes ineptos, consiguiendo el caos económico, hasta que el recurso acostumbrado del golpe militar viniera a ser justificado por la población. No habría que llamar más "golpe militar" a los golpes de estado, sino golpe del poder económico. No sé por qué insitimos con nombrar al brazo ejecutor mercenario y no al cerebro organizador.
La situación inusual que se da desde el arribo de Néstor Kirchner a la Presidencia, de la separación entre poder económico y gobierno, pordujo tensión en el poder económico. El conflicto lo presenta el poder económico contra el gobierno y la crispación les ataca a quienes no acostumbran al fracaso de sus influencias y operativos.
Cuál de los dos sectores es el que no dialoga, el que presenta el conflicto y el que tiene crispación queda claro, es el sector privilegiado. Pero desde los medios hegemónicos que expresan la voz del poder económico, y forman parte del mismo, insisten en lanzar las acusaciones precisamente de lo contrario. El poder económico reclama al gobierno su falta de diálogo, la creación de conflictos innecesarios, el fomento de la crispación entre sus seguidores.
Muchas son las pruebas de que la operatoria de no dialogar y de armar conflictos viene del sector económico. Toda la Historia Argentina lo prueba. Lo que no les había ocurrido nunca es la crispación. Han elegido (ellos, por supuesto) esa palabra que lleva dentro de sí al nombre de Cristina. A Perón pudieron echarlo, a este gobierno no.
Los señores capitalistas están crispados por Cristina. Nosotros estamos asqueados, repugnados, hartos de su falta de límites en el trato de las instituciones y de las figuras de la máxima función pública. Cuando se los invita a dialogar, no vienen. Fíjense si no, en esta nota de Alfredo Zaiat.