Por la tragedia de Lapa (65 muertos) no va nadie preso. Por Cromañón (194 muertos), van presos todos, Chabán y su ayudante, los de Callejeros y su mánager, el ex subcomisario (coimero) Díaz, y también los tres funcionarios del Gobierno de la Ciudad, (administración Ibarra).
Lo de Lapa fue tres años antes de diciembre del 2001; lo de Cromañón, tres años después, te pido que lo consideres; diciembre de 2001 divide en un antes y un después a la Historia argentina, como el nacimiento de Cristo a la de la humanidad.
Cuando mires el video de abajo (que es un informe imperdible), estate atento en el minuto 3:26, donde vas a escuchar al locutor que dice algo que parece lógico, pero no es totalmente así:
Si las inspecciones se hubieran realizado haciendo cumplir las normas, se hubieran hecho las reformas necesarias, y aún con la candela y una puerta cerrada, el local hubiera resistido el siniestro.
Y además te pido que leas el artículo que escribe la "Defensora del Pueblo de la Ciudad", Alicia Pierini, en cuyo punto primero dice la siguiente reverenda hijaputez:
Antes de Cromañón, una inspección seguida de clausura, era cosa de “mano dura” o sea, no era progre.
Después de todo lo que te pedí que consideres, te cuento lo que tengo atravesado en la garganta desde que pasó lo de Cromañón. Y tiene que ver con la frase que te hice escuchar del locutor.
Esa frase dice que no se hicieron las inspecciones obligando a cumplir las normas porque de haberse obligado a cumplir las normas, se hubiera clausurado el local.
Fijate, ¿qué te sugiere la frase sobre cómo se hicieron las inspecciones? Si los inspectores no los obligaron a cumplir las normas ni a hacer las reformas ¿qué te parece que pasó en las inspecciones? ¿qué tendés a pensar? ¿Qué te quieren hacer pensar que no te dicen? Se cae de maduro que vas a pensar que no clausuraron para obligar a cumplir las normas, porque cobraron coimas ¿Tá? ¿Y por qué no lo dicen directamente? ¿Qué raro, no? Seguime.
Ahora te pregunto: ¿Vos viste alguna denuncia de que los inspectores de Ibarra cobraran coima? No. Claro -dirás- no se habrá podido demostrar. Pero sí se pudo demostrar que el ex comisario Díaz cobró coimas que le pagó Chaban. ¿Por qué no se pudo demostrar la coima de la inspección de Ibarra? Simplemente por algo que no te dice el informe, ni nadie: las inspecciones de la Ciudad no se hicieron, no existieron, nunca fue a Cromañón un inspector de la Ciudad. Así que si no fue, mal pudo haber cobrado coima, y mal pudo haber obligado a hacer las reformas que el local necesitaba.
¿Cambia algo? Sí cambia. Si las inspecciones se hubieran hecho, y no se hubieran encontrado contravenciones frente al desastre que era ese local, se sacaría la conclusión de que hubo coima. No quedaría otra. No hace falta nada más para saber que hubo coima. Pero no se hicieron inspecciones. Para nada. ¿Viste que es un poco distinto lo que te inducen a pensar que lo que fue? Una cosa es que se hubieran cobrado coimas, otra cosa es que los inspectores no fueron. Es malo, pero distinto. Muy distinto.
¿Pero por qué no se hicieron inspecciones del Gobierno de Ibarra? Y acá viene la cosa.
Cuando entró Ibarra al Gobierno de la Ciudad, hacía decenas de años, desde el comienzo de los tiempos, que los inspectores eran totalmente una mafia de coimeros instaurada en la ciudad como los gángsters en Chicago en los años 20. Una mafia organizada a tal punto que conocían al detalle los modos de robarle a los comercios y empresas en las inspecciones. Cada rubro tenía su ardid. Eran especialistas en el manejo de la coima, diestros y siniestros. Y venían a coimear directamente, nada de dignidad. Habían hecho de eso una profesión. Te lo digo yo como comerciante, que los padecí año a año, que me hicieron sufrir y filosofar sobre el destino de la vida por quedar en manos de unos delincuentes que venían a robarte encima en nombre del Estado. Tengo hechos dos posts donde cuento algo del veneno que junté en mi alma contra estos verdaderos extorsionadores y torturadores a través de la humillación. Son dos posts: debía haber hecho el tercero, pero es tan terrible que nunca me animé. Va a ser el próximo post, sin duda alguna que lo voy a hacer. Estos son los dos (leélos después):
Sigo. Una de las cosas que quiso hacer Ibarra y lo hizo, fue cambiar el trato del Estado al ciudadano porteño. Y cambió todo. En la Municipalidad (Suipacha y Viamonte) donde antes te trataban como a un perro sarnoso con pústulas, ¡oh sorpresa! empezaron a tratarte amablemente, como si vos fueras de verdad un ser humano, y a agilizar los trámites y a facilitarte las cosas. Yo me emocioné tanto la primera vez, que tuve ganas de arrodillarme y darle las gracias besándole las manos al empleado municipalidad que me trató bien y no me humilló por primera vez en la vida.
Ibarra además quiso terminar con la mafia de inspectores. Y terminó, por las malas, pero terminó. Primero intentó meter gente nueva, jóvenes de ideales nobles, frescos, incotaminados. Pero la gente nueva fue amenazada adentro por la mafia. O se integraban a coimear, o iban a correr una suerte dudosa. Los chicos jóvenes empezaban a renunciar sin explicar nada, con miedo. Era imposible armar un cuerpo nuevo de Inspectores, porque el manejo de la Inspección es muy complicado, se necesita saber mucho de cada rubro específico, y al no poder contar con la enseñanza de los viejos a los jóvenes, todo era imposible. No había un colegio ni una Universidad que enseñara a los nuevos inspectores a inspeccionar como corresponde. Los viejos eran tipos que habían aprendido todo ahí., a su vez de los más viejos que los instruyeron. No tenían, algunos, más que el primario Pero habían aprendido a saber cómo presionar a la gente, por dónde extorsionarla, y si los chicos se negaban a trabajar para la coima, los dejaban solos, no los acompañaban, los acusaban de haberse equivocado, les gritaban, los insultaban sus jefes. La coima que cobraba cada uno de los inspectores no se la guardaba para si, se socializaba, tenía que ser metida en una vaca al salir de cada inspección, para ser repartida con el Jefe de Inspección de la zona, que a su vez la dividía diariamente en partes iguales para todos los Inspectores a su cargo y se quedaba con una parte mayor para él.
Un día Ibarra se decidió a cortar con esa ralea humana, porque de verdad la ciudad corría peligro, como corrió siempre. Y los echó a todos. Al carajo. A todos juntos. A la mierda. Con el tiempo empezó a organizar para el futuro una instrucción de nuevos Inspectores. Pero a todo esto llegó el 2001 y las prioridades eran los Hospitales, los maestros, los sueldos de los empleados municipales. Todo lo demás quedó de costado. Hizo un verdadero esfuerzo administrativo, y a pesar de que todos los comercios y las actividades se paralizaron y no se pagaron más Ingresos Brutos, porque en la Argentina el mundo se detuvo, y el dinero estaba en el corralito, a pesar de eso Ibarra se las arregló para ni siquiera emitir cuasi-moneda, que hasta el Estado Nacional tuvo que hacerlo. Dos años de angustias pasaron sin pensarlo, hasta que vino Néstor Kirchner y empezó a levantarse la actividad de a poco. En ese año Ibarra hizo la moratoria, generosa, sin intereses, para que todos nos volviéramos a regularizar.
Entonces vino lo de Cromañón. Ibarra no mandaba inspectores. Acabábamos de salir del Infierno. No hizo a tiempo para tener preparado un equipo. Y también descuidó la política, por donde se coló el hombre PRO y destituyó al inmoral de Ibarra. Y todos pidiendo justicia.
Espero que hayas entendido algo. Esto también merece pensarse. Van presos tres funcionarios de Ibarra, que más tienen de infelices que de corruptos, como dice la "Defensora del Pueblo de la Ciudad", la muy hija de puta que dice que Ibarra no clausuró Cromañón porque no era progre "la mano dura", y de paso destila su veneno añorante de las épocas en que la Policía detenía "sospechosos" transeúntes, sólo por "portación de color de piel".
Me da lástima Ibarra y los tres que van presos. Les tocó una mala suerte muy grande. Pero una vez le dije yo misma a Ibarra: no te arrepientas de haber echado a los Inspectores. Si no lo hubieras hecho, ellos hubieran ido a Cromañón por supuesto, pero Chabán los hubiera arreglado con coimas, y vos ibas a la cárcel. Porque ellos no estaban, no pudiste ser acusado de corrupción.
Lo de Lapa fue tres años antes de diciembre del 2001; lo de Cromañón, tres años después, te pido que lo consideres; diciembre de 2001 divide en un antes y un después a la Historia argentina, como el nacimiento de Cristo a la de la humanidad.
Cuando mires el video de abajo (que es un informe imperdible), estate atento en el minuto 3:26, donde vas a escuchar al locutor que dice algo que parece lógico, pero no es totalmente así:
Si las inspecciones se hubieran realizado haciendo cumplir las normas, se hubieran hecho las reformas necesarias, y aún con la candela y una puerta cerrada, el local hubiera resistido el siniestro.
Y además te pido que leas el artículo que escribe la "Defensora del Pueblo de la Ciudad", Alicia Pierini, en cuyo punto primero dice la siguiente reverenda hijaputez:
Antes de Cromañón, una inspección seguida de clausura, era cosa de “mano dura” o sea, no era progre.
Después de todo lo que te pedí que consideres, te cuento lo que tengo atravesado en la garganta desde que pasó lo de Cromañón. Y tiene que ver con la frase que te hice escuchar del locutor.
Esa frase dice que no se hicieron las inspecciones obligando a cumplir las normas porque de haberse obligado a cumplir las normas, se hubiera clausurado el local.
Fijate, ¿qué te sugiere la frase sobre cómo se hicieron las inspecciones? Si los inspectores no los obligaron a cumplir las normas ni a hacer las reformas ¿qué te parece que pasó en las inspecciones? ¿qué tendés a pensar? ¿Qué te quieren hacer pensar que no te dicen? Se cae de maduro que vas a pensar que no clausuraron para obligar a cumplir las normas, porque cobraron coimas ¿Tá? ¿Y por qué no lo dicen directamente? ¿Qué raro, no? Seguime.
Ahora te pregunto: ¿Vos viste alguna denuncia de que los inspectores de Ibarra cobraran coima? No. Claro -dirás- no se habrá podido demostrar. Pero sí se pudo demostrar que el ex comisario Díaz cobró coimas que le pagó Chaban. ¿Por qué no se pudo demostrar la coima de la inspección de Ibarra? Simplemente por algo que no te dice el informe, ni nadie: las inspecciones de la Ciudad no se hicieron, no existieron, nunca fue a Cromañón un inspector de la Ciudad. Así que si no fue, mal pudo haber cobrado coima, y mal pudo haber obligado a hacer las reformas que el local necesitaba.
¿Cambia algo? Sí cambia. Si las inspecciones se hubieran hecho, y no se hubieran encontrado contravenciones frente al desastre que era ese local, se sacaría la conclusión de que hubo coima. No quedaría otra. No hace falta nada más para saber que hubo coima. Pero no se hicieron inspecciones. Para nada. ¿Viste que es un poco distinto lo que te inducen a pensar que lo que fue? Una cosa es que se hubieran cobrado coimas, otra cosa es que los inspectores no fueron. Es malo, pero distinto. Muy distinto.
¿Pero por qué no se hicieron inspecciones del Gobierno de Ibarra? Y acá viene la cosa.
Cuando entró Ibarra al Gobierno de la Ciudad, hacía decenas de años, desde el comienzo de los tiempos, que los inspectores eran totalmente una mafia de coimeros instaurada en la ciudad como los gángsters en Chicago en los años 20. Una mafia organizada a tal punto que conocían al detalle los modos de robarle a los comercios y empresas en las inspecciones. Cada rubro tenía su ardid. Eran especialistas en el manejo de la coima, diestros y siniestros. Y venían a coimear directamente, nada de dignidad. Habían hecho de eso una profesión. Te lo digo yo como comerciante, que los padecí año a año, que me hicieron sufrir y filosofar sobre el destino de la vida por quedar en manos de unos delincuentes que venían a robarte encima en nombre del Estado. Tengo hechos dos posts donde cuento algo del veneno que junté en mi alma contra estos verdaderos extorsionadores y torturadores a través de la humillación. Son dos posts: debía haber hecho el tercero, pero es tan terrible que nunca me animé. Va a ser el próximo post, sin duda alguna que lo voy a hacer. Estos son los dos (leélos después):
Ha llegado el Inspector
El Inspector del sábado
Sigo. Una de las cosas que quiso hacer Ibarra y lo hizo, fue cambiar el trato del Estado al ciudadano porteño. Y cambió todo. En la Municipalidad (Suipacha y Viamonte) donde antes te trataban como a un perro sarnoso con pústulas, ¡oh sorpresa! empezaron a tratarte amablemente, como si vos fueras de verdad un ser humano, y a agilizar los trámites y a facilitarte las cosas. Yo me emocioné tanto la primera vez, que tuve ganas de arrodillarme y darle las gracias besándole las manos al empleado municipalidad que me trató bien y no me humilló por primera vez en la vida.
Ibarra además quiso terminar con la mafia de inspectores. Y terminó, por las malas, pero terminó. Primero intentó meter gente nueva, jóvenes de ideales nobles, frescos, incotaminados. Pero la gente nueva fue amenazada adentro por la mafia. O se integraban a coimear, o iban a correr una suerte dudosa. Los chicos jóvenes empezaban a renunciar sin explicar nada, con miedo. Era imposible armar un cuerpo nuevo de Inspectores, porque el manejo de la Inspección es muy complicado, se necesita saber mucho de cada rubro específico, y al no poder contar con la enseñanza de los viejos a los jóvenes, todo era imposible. No había un colegio ni una Universidad que enseñara a los nuevos inspectores a inspeccionar como corresponde. Los viejos eran tipos que habían aprendido todo ahí., a su vez de los más viejos que los instruyeron. No tenían, algunos, más que el primario Pero habían aprendido a saber cómo presionar a la gente, por dónde extorsionarla, y si los chicos se negaban a trabajar para la coima, los dejaban solos, no los acompañaban, los acusaban de haberse equivocado, les gritaban, los insultaban sus jefes. La coima que cobraba cada uno de los inspectores no se la guardaba para si, se socializaba, tenía que ser metida en una vaca al salir de cada inspección, para ser repartida con el Jefe de Inspección de la zona, que a su vez la dividía diariamente en partes iguales para todos los Inspectores a su cargo y se quedaba con una parte mayor para él.
Un día Ibarra se decidió a cortar con esa ralea humana, porque de verdad la ciudad corría peligro, como corrió siempre. Y los echó a todos. Al carajo. A todos juntos. A la mierda. Con el tiempo empezó a organizar para el futuro una instrucción de nuevos Inspectores. Pero a todo esto llegó el 2001 y las prioridades eran los Hospitales, los maestros, los sueldos de los empleados municipales. Todo lo demás quedó de costado. Hizo un verdadero esfuerzo administrativo, y a pesar de que todos los comercios y las actividades se paralizaron y no se pagaron más Ingresos Brutos, porque en la Argentina el mundo se detuvo, y el dinero estaba en el corralito, a pesar de eso Ibarra se las arregló para ni siquiera emitir cuasi-moneda, que hasta el Estado Nacional tuvo que hacerlo. Dos años de angustias pasaron sin pensarlo, hasta que vino Néstor Kirchner y empezó a levantarse la actividad de a poco. En ese año Ibarra hizo la moratoria, generosa, sin intereses, para que todos nos volviéramos a regularizar.
Entonces vino lo de Cromañón. Ibarra no mandaba inspectores. Acabábamos de salir del Infierno. No hizo a tiempo para tener preparado un equipo. Y también descuidó la política, por donde se coló el hombre PRO y destituyó al inmoral de Ibarra. Y todos pidiendo justicia.
Espero que hayas entendido algo. Esto también merece pensarse. Van presos tres funcionarios de Ibarra, que más tienen de infelices que de corruptos, como dice la "Defensora del Pueblo de la Ciudad", la muy hija de puta que dice que Ibarra no clausuró Cromañón porque no era progre "la mano dura", y de paso destila su veneno añorante de las épocas en que la Policía detenía "sospechosos" transeúntes, sólo por "portación de color de piel".
Me da lástima Ibarra y los tres que van presos. Les tocó una mala suerte muy grande. Pero una vez le dije yo misma a Ibarra: no te arrepientas de haber echado a los Inspectores. Si no lo hubieras hecho, ellos hubieran ido a Cromañón por supuesto, pero Chabán los hubiera arreglado con coimas, y vos ibas a la cárcel. Porque ellos no estaban, no pudiste ser acusado de corrupción.