El tema de la sexualidad estuvo presente rondando la discusión sobre el matrimonio igualitario, evidenciando una gran carencia conceptual. Apareció en las afirmaciones descalificadoras de la homosexualidad. Incluso en las preguntas francas y hasta bien intencionadas.
Y lógicamente, no había que seguir esa corriente. Estratégicamente, lo correcto era a su vez descalificar afirmaciones ignorantes para desnudar la intención subterránea de correr el eje del debate, intención que tienen los enemigos de generalizar los derechos, esos que forman parte del Congreso de la Nación. No era la ocasión de hablar sobre sexualidad, sino sobre derecho. Porque lo central era hacer visible la existencia de un sujeto de derecho que estaba injustamente excluído.
Dada la realidad de la profunda ignorancia que hay sobre el tema de la sexualidad, quiero aprovechar ahora que ya la cuestión del derecho no es más el tema central, para hablar de sexualidad en general y ver cúanto podemos intercambiar de conceptos sobre el asunto. Quiero saber cuántos están de acuerdo conmigo, y estoy dispuesta a aprender todo lo que ignore y me puedan enseñar. El tema me resulta apasionante.
En estos debates a los que asistimos, a la homosexualidad se la trató de poner en un lugar aparte de lo normal, o aparte de lo natural, o inclusive aparte de lo moral. ¿Estamos seguros de contar con conceptos que puedan ahondar con certeza sobre estos asuntos?
Bruno Bimbi, un bloguero y periodista homosexual hizo un post didáctico donde dividió el texto en 22 temas y a pesar de que no correspondía, explicó algunas cosas sobre sexualidad referidas a la homosexualidad. (link acá)
1)A la afirmación de que la homosexualidad no es natural, responde que en la historia siempre hubo una porción estable de homosexuales, que también existe en varias especies animales, y que por lo tanto la homosexualidad es natural.
2)A la afirmación de que la homosexualidad no es normal, contesta que se confunde lo mayoritario con lo normal, y da el ejemplo de los diestros y los zurdos; los primeros son mayoría, por eso durante mucho tiempo se pensó que ser zurdo era una anormalidad que había que corregir, pero hoy se entiende que eso ha sido una aberración, que ser zurdo es tan normal como ser diestro. Por lo tanto la homosexualidad es normal.
3)Sobre la necesidad de que los niños tengan una figura materna y otra paterna, y sobre si los hijos de homosexuales van a ser homosexuales, Bruno responde con estadísticas de Universidades que aseguran que los chicos se crían igual con parejas hetero como con homosexaules, que no se registran diferencias estadísticas.
¿Ustedes están conformes con estas respuestas? Yo no.
Porque son respuestas estilo Miguel de Unamuno: afirma lo que quieras que yo te demuestro lo contrario. Don Miguel de Unamuno tenía la capacidad de dar vuelta cualquier argumento, de puro "oficio". Este método tiene un valor operativo alto, pero se enfoca en el plano de preguntas de baja altura. Estratégicamente son respuestas perfectas para mentes que se cierran con la misma llave primitiva con la que se abren, y como en definitiva son estas mentes las que impiden la extensión de los derechos, está bien enfocada la lucha, porque es contra ellos que hay que pelear.
Así que yo empiezo aquí mi batalla por analizar seriamente las cosas, batalla que no intenta cambiar en absoluto la existencia de un sujeto de derecho homosexual apto para el matrimonio civil. Lo que van a cambiar son las respuestas. No le discutí nada a Bruno, porque no quise interferir en la pelea de lo justo contra las tinieblas de la ignorancia. Pero ahora ya está. Ya puedo hablar de sexualidad.
¿QUÉ HAY DE LA NATURALEZA SEXUAL?
1) La homosexualidad no es natural. Simplemente porque la sexualidad humana no es natural. Tampoco es natural la heterosexualidad. Tampoco. No hay nada natural en la sexualidad humana. ¿Por qué entonces se cree que la sexualidad es natural, instintiva? Por ignorancia.
Nacemos con órganos genitales, nada más, es todo lo que puede decirse con certeza. No nacemos con ninguna tendencia hacia el otro sexo, con ninguna tendencia hacia el propio sexo, con ninguna tendencia natural.
El ser humano se corrió de la animalidad y del instinto sexual a tal punto, que la hembra humana es la única que no tiene época de celo ni segrega sustancias olorosas que desatan la apetencia sexual del macho. Puede suponerse que todos esos mecanismos animales hayan desaparecido en la evolución darwiniana de la especie, en el fantástico desarrollo del cerebro. No quedó nada del animal original. No hay instinto sexual que maneje mediante sustancias químicas el deseo, ni que organice ni dirija un órgano genital hacia otro.
Tenemos, gracias a nuestro inusual cerebro, la capacidad de que se forme en nuestra psiquis un objeto de deseo sexual que apunta hacia otros individuos de la especie. Una vez ubicado, una vez establecido el objeto sexual que enciende nuestro deseo, tampoco seremos guiados por ningún olor ni sustancia segregada para formular correctamente la cópula. Todo se torna un camino azaroso de prueba y error, de arrojo, coraje y exploración, a suerte y verdad, donde el éxito no es lo habitual, sino el fracaso. La intensidad del deseo sexual que es capaz de generarse en el ser humano, a veces es puro deseo carnal que se satisface con un coito o se extingue si no hay coito, pero a veces es una pasión emocional que puede hacer sentir felicidad constante durante años o tristezas insoportables de sobrellevar por enormes períodos de tiempo.
Lo que va moldeando como a una masa blanda e informe nuestro objeto de deseo es la cultura que nos rodea en la vida familiar y social desde la infancia y durante toda la vida, mediante los modelos de la gente más próxima, pasando por el tamiz de las represiones morales que nos imponen a la sexualidad, con amenazas de castigo, presionados por objetivos morales que nos imponen para la elección de pareja en el futuro, así va formándose dificultosamente el objeto de deseo. Se forma también por las perversiones de los que nos rodean, por los que abusan de nosotros en la infancia, los que abusan directamente de nuestro cuerpo, y los que abusan de nuestra mente apoderándose de nuestra voluntad.
El camino hacia la sexualidad humana es en general muy duro y difícil. Es un recorrido lleno de espinas y doloroso. En el mejor de los casos, si el niño no tiene gran perversión que lo amenace y lo rodee desde el mundo adulto, puede empezar sin culpa por la exploración de su propio cuerpo para seguir de adolescente por la exploración del cuerpo ajeno, que puede ser igual o distinto al propio. Todo depende de la historia del niño, y de su suerte. Nada tiene que ver con su naturaleza.
Hacer el amor con otro cuyo cuerpo es de distintos genitales a los propios es mucho más complejo que hacerlo con alguien que es nuestra réplica. El desafío de explorar territorio desconocido y a veces insondable, ajeno, incomprensible, es el gran desafío que asumen quienes por verdadero azar no tomaron por la ruta de amarse con otro de los mismos genitales. Nadie elige el camino voluntariamente. Nadie es heterosexual porque quiere, nadie es homosexual porque quiere.
Por eso no existe ni virtud ni inmoralidad en la elección del objeto sexual. Ser homosexual o ser heterosexual no aporta ninguna categoría moral al individuo. Ninguna.
(CONTINÚA...)
PD: Si sos lector por mail, te animo a que me hagas comentarios a mi correo, si es tu deseo. Muchos han optado por hacerlo así, y es muy bienvenido ese modo de comentar. Para enviarme un mail, podés pinchar acá: evarow@fibertel.com.ar
Y lógicamente, no había que seguir esa corriente. Estratégicamente, lo correcto era a su vez descalificar afirmaciones ignorantes para desnudar la intención subterránea de correr el eje del debate, intención que tienen los enemigos de generalizar los derechos, esos que forman parte del Congreso de la Nación. No era la ocasión de hablar sobre sexualidad, sino sobre derecho. Porque lo central era hacer visible la existencia de un sujeto de derecho que estaba injustamente excluído.
Dada la realidad de la profunda ignorancia que hay sobre el tema de la sexualidad, quiero aprovechar ahora que ya la cuestión del derecho no es más el tema central, para hablar de sexualidad en general y ver cúanto podemos intercambiar de conceptos sobre el asunto. Quiero saber cuántos están de acuerdo conmigo, y estoy dispuesta a aprender todo lo que ignore y me puedan enseñar. El tema me resulta apasionante.
En estos debates a los que asistimos, a la homosexualidad se la trató de poner en un lugar aparte de lo normal, o aparte de lo natural, o inclusive aparte de lo moral. ¿Estamos seguros de contar con conceptos que puedan ahondar con certeza sobre estos asuntos?
Bruno Bimbi, un bloguero y periodista homosexual hizo un post didáctico donde dividió el texto en 22 temas y a pesar de que no correspondía, explicó algunas cosas sobre sexualidad referidas a la homosexualidad. (link acá)
1)A la afirmación de que la homosexualidad no es natural, responde que en la historia siempre hubo una porción estable de homosexuales, que también existe en varias especies animales, y que por lo tanto la homosexualidad es natural.
2)A la afirmación de que la homosexualidad no es normal, contesta que se confunde lo mayoritario con lo normal, y da el ejemplo de los diestros y los zurdos; los primeros son mayoría, por eso durante mucho tiempo se pensó que ser zurdo era una anormalidad que había que corregir, pero hoy se entiende que eso ha sido una aberración, que ser zurdo es tan normal como ser diestro. Por lo tanto la homosexualidad es normal.
3)Sobre la necesidad de que los niños tengan una figura materna y otra paterna, y sobre si los hijos de homosexuales van a ser homosexuales, Bruno responde con estadísticas de Universidades que aseguran que los chicos se crían igual con parejas hetero como con homosexaules, que no se registran diferencias estadísticas.
¿Ustedes están conformes con estas respuestas? Yo no.
Porque son respuestas estilo Miguel de Unamuno: afirma lo que quieras que yo te demuestro lo contrario. Don Miguel de Unamuno tenía la capacidad de dar vuelta cualquier argumento, de puro "oficio". Este método tiene un valor operativo alto, pero se enfoca en el plano de preguntas de baja altura. Estratégicamente son respuestas perfectas para mentes que se cierran con la misma llave primitiva con la que se abren, y como en definitiva son estas mentes las que impiden la extensión de los derechos, está bien enfocada la lucha, porque es contra ellos que hay que pelear.
Así que yo empiezo aquí mi batalla por analizar seriamente las cosas, batalla que no intenta cambiar en absoluto la existencia de un sujeto de derecho homosexual apto para el matrimonio civil. Lo que van a cambiar son las respuestas. No le discutí nada a Bruno, porque no quise interferir en la pelea de lo justo contra las tinieblas de la ignorancia. Pero ahora ya está. Ya puedo hablar de sexualidad.
¿QUÉ HAY DE LA NATURALEZA SEXUAL?
1) La homosexualidad no es natural. Simplemente porque la sexualidad humana no es natural. Tampoco es natural la heterosexualidad. Tampoco. No hay nada natural en la sexualidad humana. ¿Por qué entonces se cree que la sexualidad es natural, instintiva? Por ignorancia.
Nacemos con órganos genitales, nada más, es todo lo que puede decirse con certeza. No nacemos con ninguna tendencia hacia el otro sexo, con ninguna tendencia hacia el propio sexo, con ninguna tendencia natural.
El ser humano se corrió de la animalidad y del instinto sexual a tal punto, que la hembra humana es la única que no tiene época de celo ni segrega sustancias olorosas que desatan la apetencia sexual del macho. Puede suponerse que todos esos mecanismos animales hayan desaparecido en la evolución darwiniana de la especie, en el fantástico desarrollo del cerebro. No quedó nada del animal original. No hay instinto sexual que maneje mediante sustancias químicas el deseo, ni que organice ni dirija un órgano genital hacia otro.
Tenemos, gracias a nuestro inusual cerebro, la capacidad de que se forme en nuestra psiquis un objeto de deseo sexual que apunta hacia otros individuos de la especie. Una vez ubicado, una vez establecido el objeto sexual que enciende nuestro deseo, tampoco seremos guiados por ningún olor ni sustancia segregada para formular correctamente la cópula. Todo se torna un camino azaroso de prueba y error, de arrojo, coraje y exploración, a suerte y verdad, donde el éxito no es lo habitual, sino el fracaso. La intensidad del deseo sexual que es capaz de generarse en el ser humano, a veces es puro deseo carnal que se satisface con un coito o se extingue si no hay coito, pero a veces es una pasión emocional que puede hacer sentir felicidad constante durante años o tristezas insoportables de sobrellevar por enormes períodos de tiempo.
Lo que va moldeando como a una masa blanda e informe nuestro objeto de deseo es la cultura que nos rodea en la vida familiar y social desde la infancia y durante toda la vida, mediante los modelos de la gente más próxima, pasando por el tamiz de las represiones morales que nos imponen a la sexualidad, con amenazas de castigo, presionados por objetivos morales que nos imponen para la elección de pareja en el futuro, así va formándose dificultosamente el objeto de deseo. Se forma también por las perversiones de los que nos rodean, por los que abusan de nosotros en la infancia, los que abusan directamente de nuestro cuerpo, y los que abusan de nuestra mente apoderándose de nuestra voluntad.
El camino hacia la sexualidad humana es en general muy duro y difícil. Es un recorrido lleno de espinas y doloroso. En el mejor de los casos, si el niño no tiene gran perversión que lo amenace y lo rodee desde el mundo adulto, puede empezar sin culpa por la exploración de su propio cuerpo para seguir de adolescente por la exploración del cuerpo ajeno, que puede ser igual o distinto al propio. Todo depende de la historia del niño, y de su suerte. Nada tiene que ver con su naturaleza.
Hacer el amor con otro cuyo cuerpo es de distintos genitales a los propios es mucho más complejo que hacerlo con alguien que es nuestra réplica. El desafío de explorar territorio desconocido y a veces insondable, ajeno, incomprensible, es el gran desafío que asumen quienes por verdadero azar no tomaron por la ruta de amarse con otro de los mismos genitales. Nadie elige el camino voluntariamente. Nadie es heterosexual porque quiere, nadie es homosexual porque quiere.
Por eso no existe ni virtud ni inmoralidad en la elección del objeto sexual. Ser homosexual o ser heterosexual no aporta ninguna categoría moral al individuo. Ninguna.
(CONTINÚA...)
PD: Si sos lector por mail, te animo a que me hagas comentarios a mi correo, si es tu deseo. Muchos han optado por hacerlo así, y es muy bienvenido ese modo de comentar. Para enviarme un mail, podés pinchar acá: evarow@fibertel.com.ar