La visión de la mayoría de los judíos norteamericanos, que en un 70% son votantes del Partido Demócrata, es que Benjamín Netaniau rompe la alianza de Israel con los EEUU y la redirecciona exclusivamente al Partido Republicano, en el que se ubica solo el 30% de los judíos, entre ellos los más ricos. Sin tener una alianza con la Argentina, el Estado de Israel también acá salta por encima de la relación neutral que debe tener un país frente a las divisiones internas de otro, y se alía a la minoría judía aliada al Pro, -equivalente a la republicana de los EEUU-, acá como allá, ubicadas en la dirigencia comunitaria. Esto testimonia un artículo publicado ayer en el diario Haaretz, documento que traduje para que ustedes puedan tomar en cuenta esta importante novedad. Y para que podamos entender a injerencia de estos vínculos puntuales, en la vida nacional.
Los Judíos Norteamericanos están en contra de las políticas de Netanyahu
http://www.haaretz.com/jewish-world/the-jewish-thinker/.premium-1.643034
La mayoría de los judíos estadounidenses están en radical desacuerdo con el primer ministro israelí en temas clave. Ha llegado el momento de que las instituciones judías estadounidenses se enfrenten con la existencia de esta tensión.
El planeado discurso del primer ministro Benjamin Netanyahu ante el Congreso - organizado a espaldas del presidente Obama - ha dividido inusitadamente a la comunitaria judía institucional. Sin embargo, la tensión se viene gestando bajo la superficie durante años. El hecho es que la política que propone Netanyahu para Israel, lo enfrenta con la mayoría de los judíos norteamericanos radicalmente en desacuerdo sobre valores y temas clave. Ha llegado el momento de que las instituciones judías norteamericanas acepten sacar a la superficie esa importante tensión.
La negativa intransigente de Netanyahu a dar marcha atrás el discurso, ha creado una tormenta de críticas de los principales líderes judíos como Abe Foxman de la Liga Anti-Difamación y el rabino reformista Rick Jacobs.
En una columna publicada la semana pasada en Haaretz, Peter Beinart señaló que el discurso de Netanyahu ha diezmado su tradicional "amplia" base de apoyo. Históricamente, las organizaciones como el AIPAC y el AJC daban por sentada la premisa de que los estadounidenses podían apoyar tanto el presidente de los Estados Unidos como al primer ministro de Israel sin ningún conflicto importante. Al arrojar a Obama bajo las ruedas de un autobús, Netanyahu hizo añicos esa percepción.
Pero el desacuerdo de los judíos norteamericanos con el primer ministro israelí excede el tema puntual de este discurso y del enfrentamiento Netanyahu-Obama.
Los judíos norteamericanos rechazan abrumadoramente los asentamientos; El gobierno de Netanyahu promueve agresivamente la expansión de los asentamientos. Incluso durante la última ronda de negociaciones con la Autoridad Palestina, Netanyahu se negó a detener o reducir la expansión de los asentamientos, humillando constantemente a los mediadores estadounidenses.
Los judíos norteamericanos apoyan firmemente dar oportunidad al trato diplomático con Irán; Netanyahu ha denigrado consistentemente las conversaciones con Irán y se muestra dispuesto a impedir y socavar cualquier acuerdo que Irán pudiera aceptar.
Más grave aún, los judíos norteamericanos están abrumadoramente a favor de la solución de dos estados Israel y Palestina; Netanyahu ha dejado en claro que no está dispuesto a firmar los indispensables compromisos que se requieren para llevarlo a cabo. Mientras que de la boca para afuera hablaba en el pasado de la solución de dos estados, rechazaba las fronteras de 1967 como base para la negociación, y en repetidas ocasiones se negó a detener la construcción de los asentamientos en tierras que supuestamente serían parte de un futuro estado palestino.
Los judíos norteamericanos votan mayoritariamente al Partido Demócrata y apoyan a Obama; Netanyahu ha demostrado de forma consistente una preferencia por los candidatos republicanos. De hecho, el republicano mega-donante Sheldon Adelson es también jefe y estrecho aliado político de Netanyahu. El primer ministro enfureció a muchos demócratas cuando nombró embajador de Israel en los EE.UU al ex operador político republicano Ron Dermer y descaradamente apoyó a Mitt Romney en las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos (que fue votado por sólo el 30% de los judíos norteamericanos).
¿Entonces por qué las instituciones judías estadounidenses no hablan de las diferencias que existen entre la comunidad a la que dan servicio y el gobierno de Netanyahu?
Durante mucho tiempo, nuestros líderes han tomado el camino de la menor reacción. Ante el temor de críticas por parte de la minoría muy fuerte y muy activa de la derecha judía norteamericana, han decidido que el camino más seguro y simple de acción es seguir en silencio la iniciativa del gobierno de Israel, y sólo de vez en cuando murmurar unas palabras de protesta tranquila. Han ignorado mayormente el giro derechista de la política israelí en la última década, en la esperanza de que simplemente desapareciera. Como está probada la intransigencia de Netanyahu en realizar su discurso, el problema tan sólo ha intensificado.
Ahora, las organizaciones judías estadounidenses tienen una oportunidad. La indignación por el discurso ha insuflado a las organizaciones judías - y a los miembros del Congreso - la necesidad de hablar sobre que las políticas y acciones del primer ministro israelí se oponen a los intereses y principios compartidos que formaron la base de la alianza. Pero no deben esperar hasta la próxima crisis para hacer su siguiente movimiento.
La aclaración de las diferencias es la única manera en que podemos resolverlas; fingir que no existen sólo hace que los eventuales estallidos sean más dramáticos. Tal como están las cosas, las tensiones se reducen a peleas públicas virulentas entre funcionarios estadounidenses e israelíes, con la comunidad judía estadounidense constantemente atrapada en el medio. Debemos tomar la responsabilidad: necesitamos un efectivo y serio debate sobre la efectiva y seria discrepancia entre los judíos norteamericanos y la política de Netanyahu.
Si queremos que la relación entre israelíes y estadounidenses y entre nuestros dos gobiernos sea sana y de beneficio mutuo, tenemos que reconocer y explorar esta tensión. Netanyahu no habla por nosotros, pero ¿cómo puede saberlo si no hablamos nosotros por nosotros mismos?
Benjy Cannon es el Presidente de la Junta Nacional de Estudiantes de la calle J U. estudia la política y filosofía en la Universidad de Maryland, donde él se sienta en el Consejo de Hillel. Síguelo en Twitterbenjycannon, o mandarle un correo electrónico a benjycannon@gmail.com
Si recibís este post por mail y querés comentar, no respondas a este correo. Escribí un comentario en el blog o envía un mail evarow@gmail.com
Los Judíos Norteamericanos están en contra de las políticas de Netanyahu
http://www.haaretz.com/jewish-world/the-jewish-thinker/.premium-1.643034
La mayoría de los judíos estadounidenses están en radical desacuerdo con el primer ministro israelí en temas clave. Ha llegado el momento de que las instituciones judías estadounidenses se enfrenten con la existencia de esta tensión.
El planeado discurso del primer ministro Benjamin Netanyahu ante el Congreso - organizado a espaldas del presidente Obama - ha dividido inusitadamente a la comunitaria judía institucional. Sin embargo, la tensión se viene gestando bajo la superficie durante años. El hecho es que la política que propone Netanyahu para Israel, lo enfrenta con la mayoría de los judíos norteamericanos radicalmente en desacuerdo sobre valores y temas clave. Ha llegado el momento de que las instituciones judías norteamericanas acepten sacar a la superficie esa importante tensión.
La negativa intransigente de Netanyahu a dar marcha atrás el discurso, ha creado una tormenta de críticas de los principales líderes judíos como Abe Foxman de la Liga Anti-Difamación y el rabino reformista Rick Jacobs.
En una columna publicada la semana pasada en Haaretz, Peter Beinart señaló que el discurso de Netanyahu ha diezmado su tradicional "amplia" base de apoyo. Históricamente, las organizaciones como el AIPAC y el AJC daban por sentada la premisa de que los estadounidenses podían apoyar tanto el presidente de los Estados Unidos como al primer ministro de Israel sin ningún conflicto importante. Al arrojar a Obama bajo las ruedas de un autobús, Netanyahu hizo añicos esa percepción.
Pero el desacuerdo de los judíos norteamericanos con el primer ministro israelí excede el tema puntual de este discurso y del enfrentamiento Netanyahu-Obama.
Los judíos norteamericanos rechazan abrumadoramente los asentamientos; El gobierno de Netanyahu promueve agresivamente la expansión de los asentamientos. Incluso durante la última ronda de negociaciones con la Autoridad Palestina, Netanyahu se negó a detener o reducir la expansión de los asentamientos, humillando constantemente a los mediadores estadounidenses.
Los judíos norteamericanos apoyan firmemente dar oportunidad al trato diplomático con Irán; Netanyahu ha denigrado consistentemente las conversaciones con Irán y se muestra dispuesto a impedir y socavar cualquier acuerdo que Irán pudiera aceptar.
Más grave aún, los judíos norteamericanos están abrumadoramente a favor de la solución de dos estados Israel y Palestina; Netanyahu ha dejado en claro que no está dispuesto a firmar los indispensables compromisos que se requieren para llevarlo a cabo. Mientras que de la boca para afuera hablaba en el pasado de la solución de dos estados, rechazaba las fronteras de 1967 como base para la negociación, y en repetidas ocasiones se negó a detener la construcción de los asentamientos en tierras que supuestamente serían parte de un futuro estado palestino.
Los judíos norteamericanos votan mayoritariamente al Partido Demócrata y apoyan a Obama; Netanyahu ha demostrado de forma consistente una preferencia por los candidatos republicanos. De hecho, el republicano mega-donante Sheldon Adelson es también jefe y estrecho aliado político de Netanyahu. El primer ministro enfureció a muchos demócratas cuando nombró embajador de Israel en los EE.UU al ex operador político republicano Ron Dermer y descaradamente apoyó a Mitt Romney en las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos (que fue votado por sólo el 30% de los judíos norteamericanos).
¿Entonces por qué las instituciones judías estadounidenses no hablan de las diferencias que existen entre la comunidad a la que dan servicio y el gobierno de Netanyahu?
Durante mucho tiempo, nuestros líderes han tomado el camino de la menor reacción. Ante el temor de críticas por parte de la minoría muy fuerte y muy activa de la derecha judía norteamericana, han decidido que el camino más seguro y simple de acción es seguir en silencio la iniciativa del gobierno de Israel, y sólo de vez en cuando murmurar unas palabras de protesta tranquila. Han ignorado mayormente el giro derechista de la política israelí en la última década, en la esperanza de que simplemente desapareciera. Como está probada la intransigencia de Netanyahu en realizar su discurso, el problema tan sólo ha intensificado.
Ahora, las organizaciones judías estadounidenses tienen una oportunidad. La indignación por el discurso ha insuflado a las organizaciones judías - y a los miembros del Congreso - la necesidad de hablar sobre que las políticas y acciones del primer ministro israelí se oponen a los intereses y principios compartidos que formaron la base de la alianza. Pero no deben esperar hasta la próxima crisis para hacer su siguiente movimiento.
La aclaración de las diferencias es la única manera en que podemos resolverlas; fingir que no existen sólo hace que los eventuales estallidos sean más dramáticos. Tal como están las cosas, las tensiones se reducen a peleas públicas virulentas entre funcionarios estadounidenses e israelíes, con la comunidad judía estadounidense constantemente atrapada en el medio. Debemos tomar la responsabilidad: necesitamos un efectivo y serio debate sobre la efectiva y seria discrepancia entre los judíos norteamericanos y la política de Netanyahu.
Si queremos que la relación entre israelíes y estadounidenses y entre nuestros dos gobiernos sea sana y de beneficio mutuo, tenemos que reconocer y explorar esta tensión. Netanyahu no habla por nosotros, pero ¿cómo puede saberlo si no hablamos nosotros por nosotros mismos?
Benjy Cannon es el Presidente de la Junta Nacional de Estudiantes de la calle J U. estudia la política y filosofía en la Universidad de Maryland, donde él se sienta en el Consejo de Hillel. Síguelo en Twitterbenjycannon, o mandarle un correo electrónico a benjycannon@gmail.com
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