Continuamos la entrada anterior. Los defectos refractivos del ojo no son una enfermedad, ni aparecen por haber usado "mal" los ojos, salvo en pocas excepciones, como el efecto de la diabetes o el glaucoma. Son una cuestión genética. No hay nada que podamos hacer desde afuera para provocar defectos refractivos que están en la genética del ser humano. Es mentira que los ojos se gastan, es un concepto de una vulgaridad atroz, que muchos interesados han contribuído a difundir para amedrentar a la población y obtener beneficios de mercado. Lo único que afecta a los ojos es la radiación de calor excesivo como el fuego del asador o hornos, y algunas ondas que no emite el televisor ni la computadora. No deben mirarse los chispazos de la soldadura sin taparse los ojos con filtro azul.
Una prueba "casera" de la visión, en bùsqueda de defectos refractivos:
Lo primordial es comparar entre los dos ojos la visión a distancia: saber si un ojo ve mejor que el otro y si la diferencia es muy grande. Una diferencia entre los ojos amerita ir al oculista y hacerse anteojos. En algunos casos, es cuestión de usarlos unas horas al dìa, para evitar que uno de los ojos pierda actividad y para asegurar que el ojo de menor efectividad continúe aportando percepción, equilibradamente a la visiòn conjugada de ambos ojos.
Prueba de lejos:
Taparse un ojo con la mano ahuecada, dejándolo abierto. Leer un cartel de publicidad bien lejano, o una señalización de la calle, o el número de enfrente, y comparar con el otro ojo. Buscar letras pequeñas. Si hay una diferencia entre los ojos, hay que ir al oculista. Pedirle a otras personas que lean con los dos ojos abiertos y comparar nuestra vision con la de ellos. Si alguien que ve mejor que nosotros, hay que ir al oculista. El que ve mejor no tiene un "don" especial. El ve bien y nosotros no.
Hay que aprovechar para hacerlo siempre que se viaje en auto o en colectivo con los niños, en el transcurso de todo su crecimiento, y en especial cuando ha habido un cambio de altura del niño. Hay que tomarlo como una diversión, no dramatizar, no amenazar con llevar al oculista al que no vea bien, reprimirse de decir "te voy a llevar al oculista", eso arruinaría para siempre el juego. Si un niño ve mejor que el otro, llevar al otro al oculista, sí o sí, no vincularlo con el juego, hacerlo como una cosa de rutina. Sin dramatizar, por favor.
Prueba de cerca: (también para los niños)
Se pude tomar un prospecto médico y pegarlo en una superficie vertical, o usando la computadora de la siguiente manera: Copiar un texto en el procesador de textos, y colocarle a la letra el tamaño más pequeño que podamos ver con los dos ojos. Acercarse al texto hasta que se vea borroso. Allí tapar un ojo y el otro y comparar. Alejarse hasta que se vea bien, volver a comparar con cada ojo. En cualquier caso si se descubre diferencia entre los ojos, ir al oculista.
La distancia a la que se debería ver bien la letra pequeña es a la altura del codo, extendiendo los brazos a los costados de la computadora, como agarrando la pantalla con las puntas de los dedos, poniendo la cabeza a la distancia de los codos. Si un adulto tiene que alejarse para ver mejor, entonces tiene presbicia si es mayor de cuarenta años, o tiene hipermetropía si es menor. En cualquier caso de éstos dos, hay que ir al oculista.
Los niños, según la edad, pueden ver más cerca que un adulto. Pero si solamente ven bien acercándose demasiado a la pantalla, a unos diez centímetros por ejemplo, y si se alejan ven mal, es seguro que tienen miopía. Si se acercan cinco centímetros y se les pone muy borroso, pueden tener hipermetropía. La hipermetropía es tan importante por sus efectos como la miopía. Los niños hipermétropes ven muy bien de lejos, pero no tan bien de cerca, y algunos muy mal; ellos no se interesan por la lectura porque hacen mucho esfuerzo, son alumnos distraídos con sus tareas y prefieren los juegos al aire libre. Los niños miopes al contrario, rehuyen del aire libre y suelen refugiarse en la lectura.
Los adultos mayores de cuarenta a cuarenta y cinco años, todos tienen presbicia, aunque vean bien de cerca. Porque si ven bien de cerca es porque están compensados por una miopìa que los afecta de lejos. Porcentajes ínfimos de la población pueden ver bien de lejos y de cerca después de los cuarenta y cinco años. Después de los cuarenta todos tienen que ir al oculista cuando no ven bien de cerca.
Las personas mayores (60 para arriba) que empiezan a ver mejor de cerca, están felices, pero eso es signo de que está empezando a crearse una catarata incipiente. Hoy no hay drama con eso. Pero hay que saberlo. La catarata puede no avanzar en una década, pero es raro, a veces avanza rápido. Consultar al oculista, e ir monitoreando el avance de la catarata, por lo menos una vez al año.
Todas las abuelas de antaño bordaban en punto cruz. Eso fue vulgarmente signo de que la abuela veía como un lince. Pero no es cierto. La abuela bordaba en punto cruz, pero no veìa una vaca a un metro de distancia. La abuela tenía unas cataratas impresionantes, y lo ùnico que podía hacer bien, era bordar. ¡Ojo!