NO HERIR EL SENTIMIENTO DE DOS CHICOS ES MUCHO PEDIRLE A LOS QUE SON BRUTOS POR NATURALEZA
No voy a hablar de las cosas que denuncia el CELS, no he sido testigo de ningún acto de tortura ni asesesinato. No voy a contar ninguna violencia física. No murió nadie. Pero un ser humano, un ciudadano, no tiene que aspirar solamente a no ser violado, vejado y matado por la Policía y por eso sentirse contento. También puede aspirar a ser tratado con delicadeza, como corresponde a la categoría de ciudadano.
Dos chicos de unos 15 años, limpios, teñidos de rubio con "claritos", con sendas bolsas de plástico llenas de productos para vender, me ofrecieron sus productos en la puerta de mi negocio. Sacaron de sus bolsas packs de peines y cepillos, biromes, bolsas de residuo, enchufes, hilos, desodorante para inodoro, todas esas cosas que venden los vendedores ambulantes en los negocios. Los que venden puerta a puerta en una zona comercial, caminan todo el día hasta que hacen una diferencia y la pueden llevar a su casa. Son personas honestas. Si fueran delincuentes no estarían vendiendo.
Es verdad que son un poco hinchas, interrumpen conversaciones, suplican que se les compre, quieren dar lástima, algunos dicen que sufren de HIV, otros que tienen muchos hijos que alimentar. Existe una gama de discapacitados que entran con muletas, ciegos que vienen con su bastón, todos con una bolsa con productos de pésima calidad. Vienen a vender. Vienen a ganarse un peso. Yo les compro SIEMPRE. Siento la OBLIGACIÓN de comprarle a alguien que ha optado por un camino honesto. Aunque sea cinco pesos, compro siempre.
Mientras yo estaba viendo lo que me ofrecían los dos chicos, pasaron dos policías de la Federal en bicicleta que observaron la escena y detuvieron sus bicicletas. Uno de los dos interrumpió mi compra y con voz de mando los mandó a los chicos contra la pared a uno y contra un auto al otro, mientras aparecía un auto guiado por otro policía que se bajó para sumarse al "operativo".
Les pidieron documentos en forma imperativa. Los chicos sacaron los documentos, se los dieron. Les preguntaron el domicilio. Los chicos dijeron su domicilio.
Yo no me quedé callada desde el principio. Tenía en mi mano derecha los 20 pesos que le estaba por pagar a uno de los chicos que me vendió unos enchufes, y mientras se los mostraba a los policías, les decía que los chicos no estaban haciendo nada malo, que estaban vendiendo, que no eran delincuentes. Los tenemos que identificar, me contestó el mandamás de los tres.
Estaba todo en orden y los dejaron ir. Los tres policías se fueron.
Yo me sentí mal por el procedimiento.
Los chicos eran del conurbano. Fueron vistos como sospechosos porque vendían por la calle. Recibieron órdenes, les fue interrumpida una venta, los mandaron a identificarse. Pasaron un momento tenso, humillante, a la vista de toda la gente que pasaba.
Vender por la calle no puede despertar ningún tipo de sospechas. Tiene que sentirse mal una persona honesta que despierta sospechas. Tiene que sentirse mal un chico del conurbano que viene a la capital a vender, que por eso se convierte en sospechoso y es obligado a identificarse por la policía.
Cuando los chicos se iban les dije en voz alta: sigan vendiendo que eso no es robar. Y les dije a los policías que a los chicos que venden había que alentarlos en lugar de sospecharlos. Trátenlos bien les grité, los que venden están haciendo un trabajo. Los tratamos bien, me contestó un policía, no les hicimos nada.
Sí les hicieron algo. Los trataron mal. Esos chicos se sintieron sospechados. Esos chicos tuvieron conocimiento de que pertenecen a una casta inferior de personas que por más que sean honestas, siempre serán sospechosas.
Debe ser muy duro integrarse a una sociedad que te rechaza por mero prejuicio. ¿Cuándo va a cambiar la Policía Federal? ¿No hay forma de humanizar un poco a estos actos estúpidos donde se humilla antes que proteger a nadie?
Pero hay que sumar al cuadro, también el espectáculo de los transeúntes de esta ciudad, regocijados porque tres policías acosen a dos chicos con pinta de no ser porteños.
La Reina del Plata se ha transformado en Sierva de Chatarra.
No voy a hablar de las cosas que denuncia el CELS, no he sido testigo de ningún acto de tortura ni asesesinato. No voy a contar ninguna violencia física. No murió nadie. Pero un ser humano, un ciudadano, no tiene que aspirar solamente a no ser violado, vejado y matado por la Policía y por eso sentirse contento. También puede aspirar a ser tratado con delicadeza, como corresponde a la categoría de ciudadano.
Dos chicos de unos 15 años, limpios, teñidos de rubio con "claritos", con sendas bolsas de plástico llenas de productos para vender, me ofrecieron sus productos en la puerta de mi negocio. Sacaron de sus bolsas packs de peines y cepillos, biromes, bolsas de residuo, enchufes, hilos, desodorante para inodoro, todas esas cosas que venden los vendedores ambulantes en los negocios. Los que venden puerta a puerta en una zona comercial, caminan todo el día hasta que hacen una diferencia y la pueden llevar a su casa. Son personas honestas. Si fueran delincuentes no estarían vendiendo.
Es verdad que son un poco hinchas, interrumpen conversaciones, suplican que se les compre, quieren dar lástima, algunos dicen que sufren de HIV, otros que tienen muchos hijos que alimentar. Existe una gama de discapacitados que entran con muletas, ciegos que vienen con su bastón, todos con una bolsa con productos de pésima calidad. Vienen a vender. Vienen a ganarse un peso. Yo les compro SIEMPRE. Siento la OBLIGACIÓN de comprarle a alguien que ha optado por un camino honesto. Aunque sea cinco pesos, compro siempre.
Mientras yo estaba viendo lo que me ofrecían los dos chicos, pasaron dos policías de la Federal en bicicleta que observaron la escena y detuvieron sus bicicletas. Uno de los dos interrumpió mi compra y con voz de mando los mandó a los chicos contra la pared a uno y contra un auto al otro, mientras aparecía un auto guiado por otro policía que se bajó para sumarse al "operativo".
Les pidieron documentos en forma imperativa. Los chicos sacaron los documentos, se los dieron. Les preguntaron el domicilio. Los chicos dijeron su domicilio.
Yo no me quedé callada desde el principio. Tenía en mi mano derecha los 20 pesos que le estaba por pagar a uno de los chicos que me vendió unos enchufes, y mientras se los mostraba a los policías, les decía que los chicos no estaban haciendo nada malo, que estaban vendiendo, que no eran delincuentes. Los tenemos que identificar, me contestó el mandamás de los tres.
Estaba todo en orden y los dejaron ir. Los tres policías se fueron.
Yo me sentí mal por el procedimiento.
Los chicos eran del conurbano. Fueron vistos como sospechosos porque vendían por la calle. Recibieron órdenes, les fue interrumpida una venta, los mandaron a identificarse. Pasaron un momento tenso, humillante, a la vista de toda la gente que pasaba.
Vender por la calle no puede despertar ningún tipo de sospechas. Tiene que sentirse mal una persona honesta que despierta sospechas. Tiene que sentirse mal un chico del conurbano que viene a la capital a vender, que por eso se convierte en sospechoso y es obligado a identificarse por la policía.
Cuando los chicos se iban les dije en voz alta: sigan vendiendo que eso no es robar. Y les dije a los policías que a los chicos que venden había que alentarlos en lugar de sospecharlos. Trátenlos bien les grité, los que venden están haciendo un trabajo. Los tratamos bien, me contestó un policía, no les hicimos nada.
Sí les hicieron algo. Los trataron mal. Esos chicos se sintieron sospechados. Esos chicos tuvieron conocimiento de que pertenecen a una casta inferior de personas que por más que sean honestas, siempre serán sospechosas.
Debe ser muy duro integrarse a una sociedad que te rechaza por mero prejuicio. ¿Cuándo va a cambiar la Policía Federal? ¿No hay forma de humanizar un poco a estos actos estúpidos donde se humilla antes que proteger a nadie?
Pero hay que sumar al cuadro, también el espectáculo de los transeúntes de esta ciudad, regocijados porque tres policías acosen a dos chicos con pinta de no ser porteños.
La Reina del Plata se ha transformado en Sierva de Chatarra.