De este atentado espantoso en París, van a sacar mucho rédito ideológico los derechistas de todo el mundo, los vecinos que no tienen dos dedos de frente y las corporaciones del neoliberalismo que ganan con la indignación de los más ignorantes, eso es obvio.
Ya sabemos que hay un viento antiislámico que recorre los países europeos, insuflando odio contra los inmigrantes, así los que echan los vientos, consiguen que los pobres que no tienen trabajo le echen la culpa de eso a los inmigrantes en vez de culpar a los financistas. Pero esta verdad no aminora el espanto que -por supuesto- también tenemos los que no somos de la manada que lleva el viento. Sólo que nuestro espanto nos va a llevar a un lugar mejor, a acrecentar nuestro entendimiento de la cosa, lo que no quiere decir lo mismo que justificarla.
Lo poco de bueno que tiene este hecho, es que va a disparar el debate. Por primera vez en la historia de los atentados que se autoadjudican los islámicos fanáticos, salieron a hablar los islámicos que lo condenan. Nunca antes habíamos visto a un miembro del islamismo, salir -motu propio- a condenar un atentado de estos. Sucedió así en Francia, y acá están participando de las mesas de debate. Porque se las ven feas previendo una ola masiva de antiislamismo popular.
La ofensa de los fanáticos islamistas -dos son franceses de nacimiento- por las caricaturas de Mahoma, no es contra las caricaturas en sí, sino contra lo que esto representa o simboliza en la realidad de los inmigrantes musulmanes, la de una segregación y rechazo popular generalizado en Francia. Aquí hay una explicación pero nunca una justificación. Porque la reacción de estos infelices contra el racismo y la humillación, resulta de un orden de violencia tan bestial que aniquila toda pretensión de acto justiciero.
Es como cuando un varón le pega a una mujer, toda justificación queda sepultada. Ella puede ser la peor, pero cuando él le pega, los motivos se desvanecen frente un acto tan repugnante.
A mí hoy, no me interesan los motivos que llevaron a estos infames a matar a doce personas que hacían dibujos o textos sarcásticos. Todo motivo se desvanece ante el horror de sus actos infrahumanos. Pero los de derecha que no consideren la bandera humanística indignada como un trapo atado a su carro triunfal.
Si recibís este post por mail y querés comentar, no respondas a este correo. Escribí un comentario en el blog o envía un mail evarow@gmail.com
Ya sabemos que hay un viento antiislámico que recorre los países europeos, insuflando odio contra los inmigrantes, así los que echan los vientos, consiguen que los pobres que no tienen trabajo le echen la culpa de eso a los inmigrantes en vez de culpar a los financistas. Pero esta verdad no aminora el espanto que -por supuesto- también tenemos los que no somos de la manada que lleva el viento. Sólo que nuestro espanto nos va a llevar a un lugar mejor, a acrecentar nuestro entendimiento de la cosa, lo que no quiere decir lo mismo que justificarla.
Lo poco de bueno que tiene este hecho, es que va a disparar el debate. Por primera vez en la historia de los atentados que se autoadjudican los islámicos fanáticos, salieron a hablar los islámicos que lo condenan. Nunca antes habíamos visto a un miembro del islamismo, salir -motu propio- a condenar un atentado de estos. Sucedió así en Francia, y acá están participando de las mesas de debate. Porque se las ven feas previendo una ola masiva de antiislamismo popular.
La ofensa de los fanáticos islamistas -dos son franceses de nacimiento- por las caricaturas de Mahoma, no es contra las caricaturas en sí, sino contra lo que esto representa o simboliza en la realidad de los inmigrantes musulmanes, la de una segregación y rechazo popular generalizado en Francia. Aquí hay una explicación pero nunca una justificación. Porque la reacción de estos infelices contra el racismo y la humillación, resulta de un orden de violencia tan bestial que aniquila toda pretensión de acto justiciero.
Es como cuando un varón le pega a una mujer, toda justificación queda sepultada. Ella puede ser la peor, pero cuando él le pega, los motivos se desvanecen frente un acto tan repugnante.
A mí hoy, no me interesan los motivos que llevaron a estos infames a matar a doce personas que hacían dibujos o textos sarcásticos. Todo motivo se desvanece ante el horror de sus actos infrahumanos. Pero los de derecha que no consideren la bandera humanística indignada como un trapo atado a su carro triunfal.
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