A propósito del mamarracho Noble Herrera y los presos sin condena.-
Escribe: Dra. Florencia Arietto
En la época del Primer Centenario de nuestra Patria, toda familia acomodada y aristocrática que tuviera hijos varones los destinaban a ser: militares, curas o jueces. Algunas de ellas, tenían tanta suerte, que al tener tres hijos varones, cubrían esos tres poderes de facto que controlaron la Argentina por décadas.
El Poder Judicial es el único poder que no se elige por voto popular, tampoco se renuevan los cargos, ya que los requisitos constitucionales para quienes detentan la magistratura es : perpetuidad en el cargo, intangibilidad del salario y por supuesto no pagar ganancias.
Estos privilegios parecen de la época de las monarquías absolutas, es decir, mantener estos privilegios para ciudadanos que ofician de jueces es no respetar lo que dice el artículo 16 de la misma Constitución: La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y las cargas públicas.
A esto hay que sumarle que los concursos no son todo lo transparente que debieran, y que un aspirante intachable y sin padrinazgo asuma como Juez quiere decir que por debajo de la mesa asumirán cuatro acomodados y sin demasiada idoneidad. Esto es conocido por todos, lo que pasa es que cuando vemos los mamarrachos jurídicos firmados por Jueces de dudosa trayectoria que afectan derechos inalienables como el derecho a la identidad, nos empezamos a preocupar por el poder de daño que tienen estos ciudadanos que ofician de Jueces, que no pagan impuestos, que cualquier cosa que los moleste puede ser motivo de una causa y que si no hay decisión política y pruebas recogidas por los otros dos poderes, que SI son votados y plebiscitados cada dos y cuatro años por el pueblo soberano, se quedarán hasta que quieran en sus puestos y al retirarse cobrarán una jubilación de privilegio, cotizada aún más por la "experiencia" de los años de magistratura (que quiere decir capacidad de daño, ni más ni menos).
La ley de medios puso a los bichos en la superficie, a partir de ese maravilloso e intenso debate los ciudadanos que estamos en el llano ( que no es el llano de Morales Solá justamente) empezamos a saber quien es quien, a entender un poco de que iba todo, pero las corporaciones mediáticas pusieron un bastión sagrado como la libertad de expresión para no permitir la democratización de los medios, a fuerza de convicción y de creación de contra-hegemonía en términos gramscianos estamos tratando de ganar la discusión.
Siempre los poderes concentrados se escudan en banderas para proteger su status quo, el Poder Judicial, como corporación tiene su propia protección: la injerencia totalitaria del Poder Ejecutivo sobre el Poder Judicial, esa es su bandera para resistirse a democratizar un Poder Judicial que tal como está, dista mucho de cumplir los fines que le asigna la Constitución.
El 80 % de los detenidos en las cárceles argentinas no tienen condena, no se tienen conocimiento ni antecedentes de más del 60 % de los Jueces en funciones, más del 40 % de los jueces juró por el Estatuto de la Dictadura, otro tanto rechazó habeas corpus de familiares de desaparecidos, otro tanto entregó bebés apropiados en adopción o directamente sin ella, menos del 1% de los jueces para jóvenes se especializó en la temática. Es para cambiar esto que necesitamos crear la contra-hegemonía judicial.
Es necesario democratizar el Poder Judicial, para que la ley deje de ser como la lluvia, de lo contrario, seguiremos entregando los Premios Petiso Orejudo a los malos jueces. Porque si no hay justicia, hay escrache.
La ley es como la lluvia
nunca puede ser pareja
el que la sufre se queja
pero el asunto es sencillo
la ley es como el cuchillo
no corta a quien lo maneja.
Martín Fierro.
nunca puede ser pareja
el que la sufre se queja
pero el asunto es sencillo
la ley es como el cuchillo
no corta a quien lo maneja.
Martín Fierro.
Escribe: Dra. Florencia Arietto
En la época del Primer Centenario de nuestra Patria, toda familia acomodada y aristocrática que tuviera hijos varones los destinaban a ser: militares, curas o jueces. Algunas de ellas, tenían tanta suerte, que al tener tres hijos varones, cubrían esos tres poderes de facto que controlaron la Argentina por décadas.
El Poder Judicial es el único poder que no se elige por voto popular, tampoco se renuevan los cargos, ya que los requisitos constitucionales para quienes detentan la magistratura es : perpetuidad en el cargo, intangibilidad del salario y por supuesto no pagar ganancias.
Estos privilegios parecen de la época de las monarquías absolutas, es decir, mantener estos privilegios para ciudadanos que ofician de jueces es no respetar lo que dice el artículo 16 de la misma Constitución: La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y las cargas públicas.
A esto hay que sumarle que los concursos no son todo lo transparente que debieran, y que un aspirante intachable y sin padrinazgo asuma como Juez quiere decir que por debajo de la mesa asumirán cuatro acomodados y sin demasiada idoneidad. Esto es conocido por todos, lo que pasa es que cuando vemos los mamarrachos jurídicos firmados por Jueces de dudosa trayectoria que afectan derechos inalienables como el derecho a la identidad, nos empezamos a preocupar por el poder de daño que tienen estos ciudadanos que ofician de Jueces, que no pagan impuestos, que cualquier cosa que los moleste puede ser motivo de una causa y que si no hay decisión política y pruebas recogidas por los otros dos poderes, que SI son votados y plebiscitados cada dos y cuatro años por el pueblo soberano, se quedarán hasta que quieran en sus puestos y al retirarse cobrarán una jubilación de privilegio, cotizada aún más por la "experiencia" de los años de magistratura (que quiere decir capacidad de daño, ni más ni menos).
La ley de medios puso a los bichos en la superficie, a partir de ese maravilloso e intenso debate los ciudadanos que estamos en el llano ( que no es el llano de Morales Solá justamente) empezamos a saber quien es quien, a entender un poco de que iba todo, pero las corporaciones mediáticas pusieron un bastión sagrado como la libertad de expresión para no permitir la democratización de los medios, a fuerza de convicción y de creación de contra-hegemonía en términos gramscianos estamos tratando de ganar la discusión.
Siempre los poderes concentrados se escudan en banderas para proteger su status quo, el Poder Judicial, como corporación tiene su propia protección: la injerencia totalitaria del Poder Ejecutivo sobre el Poder Judicial, esa es su bandera para resistirse a democratizar un Poder Judicial que tal como está, dista mucho de cumplir los fines que le asigna la Constitución.
El 80 % de los detenidos en las cárceles argentinas no tienen condena, no se tienen conocimiento ni antecedentes de más del 60 % de los Jueces en funciones, más del 40 % de los jueces juró por el Estatuto de la Dictadura, otro tanto rechazó habeas corpus de familiares de desaparecidos, otro tanto entregó bebés apropiados en adopción o directamente sin ella, menos del 1% de los jueces para jóvenes se especializó en la temática. Es para cambiar esto que necesitamos crear la contra-hegemonía judicial.
Es necesario democratizar el Poder Judicial, para que la ley deje de ser como la lluvia, de lo contrario, seguiremos entregando los Premios Petiso Orejudo a los malos jueces. Porque si no hay justicia, hay escrache.