QUIERO RECORDAR A NESTOR EN EL PASEO LA PLAZA CON EL PROGRESISMO
Quiero recordarlo a los tres meses de su brutal partida, en ese lugar, el Paseo La Plaza.
Allí su voz sonó calma y reflexiva como nunca. Jamás lo ví tan descontracturado, tan distendido, tan cómodo, tan entre pares. Tan sin miedo de no agredir los celos de algún sector. Su pensamiento salió afuera en toda su profunidad. Tuve el enorme privilegio de estar presente. Y llevo la música de discurso en mis oídos, para siempre.
Relativamente pocas personas pudimos asistir. Obvio, no era el Luna Park. Estaban presentes los elementos vituperados por los peronistas celosos del carnet y mezquinos.
Fue una tarde inolvidable. El espacio colapsó y muchos se quedaron afuera, un domingo gris, frío, en el vacío centro de la ciudad.
No había sindicatos, no se cantó la marcha peronista. Pero estaba allí lo más importante de todo: Néstor con su generosa inclusión, iluminando con la luz más autónoma que existió en esta tierra argentina en las últimas décadas.
Un hombre inteligente, criterioso, sin estúpida mezquindad, con apertura mental superior a la de todos los peronistas existentes y triunfadores en los votos y en la conducción política, y a todos los progresistas existentes y fracasados en los votos y la conducción política. El quiso unirlos para el triunfo. No le fue bien en la ciudad PROrteña. Una ciudad llena de derechosos mezquinos viviendo en las cuevas rupestres de los departamentos construídos gracias a los créditos del cooperativismo.
Los "vecinos", esos ajenistas irredentos que pujan contra el inmigrante liderados por el hijo de rico de Macri, coincidieron con los peronistas que le dieron la espalda al proyecto abierto de Nëstor y fracasó. Fracasó, no sólo en la ciudad de Buenos Aires, también en todo el país. En el fatídico 28 J.
Pero Néstor no era un hombre sólo de estrategias, sino de principios. Para seguir a sus principios de hierro era capaz de cualquier estrategia. Y esta fue una de ellas. Apostar al transversalismo.
Dijo con claridad meridiana:
Consolidemos nuestra acción no "juntándonos", sino hagámoslo construyendo un proyecto donde los principios nos sintetizan para juntar políticas y proyectos comunes.
Escúchenlo en su profundidad clara, expresada con su lengua sencilla, como deben ser transmitidas las ideas que sirven para construir, no para declamar.
Quiero recordarlo a los tres meses de su brutal partida, en ese lugar, el Paseo La Plaza.
Allí su voz sonó calma y reflexiva como nunca. Jamás lo ví tan descontracturado, tan distendido, tan cómodo, tan entre pares. Tan sin miedo de no agredir los celos de algún sector. Su pensamiento salió afuera en toda su profunidad. Tuve el enorme privilegio de estar presente. Y llevo la música de discurso en mis oídos, para siempre.
Relativamente pocas personas pudimos asistir. Obvio, no era el Luna Park. Estaban presentes los elementos vituperados por los peronistas celosos del carnet y mezquinos.
Fue una tarde inolvidable. El espacio colapsó y muchos se quedaron afuera, un domingo gris, frío, en el vacío centro de la ciudad.
No había sindicatos, no se cantó la marcha peronista. Pero estaba allí lo más importante de todo: Néstor con su generosa inclusión, iluminando con la luz más autónoma que existió en esta tierra argentina en las últimas décadas.
Un hombre inteligente, criterioso, sin estúpida mezquindad, con apertura mental superior a la de todos los peronistas existentes y triunfadores en los votos y en la conducción política, y a todos los progresistas existentes y fracasados en los votos y la conducción política. El quiso unirlos para el triunfo. No le fue bien en la ciudad PROrteña. Una ciudad llena de derechosos mezquinos viviendo en las cuevas rupestres de los departamentos construídos gracias a los créditos del cooperativismo.
Los "vecinos", esos ajenistas irredentos que pujan contra el inmigrante liderados por el hijo de rico de Macri, coincidieron con los peronistas que le dieron la espalda al proyecto abierto de Nëstor y fracasó. Fracasó, no sólo en la ciudad de Buenos Aires, también en todo el país. En el fatídico 28 J.
Pero Néstor no era un hombre sólo de estrategias, sino de principios. Para seguir a sus principios de hierro era capaz de cualquier estrategia. Y esta fue una de ellas. Apostar al transversalismo.
Dijo con claridad meridiana:
Consolidemos nuestra acción no "juntándonos", sino hagámoslo construyendo un proyecto donde los principios nos sintetizan para juntar políticas y proyectos comunes.
Escúchenlo en su profundidad clara, expresada con su lengua sencilla, como deben ser transmitidas las ideas que sirven para construir, no para declamar.