Fui a Israel con mi hijo. Él conoce Israel, habla hebreo y ya es conocido por la familia de mi hermana, lo que me facilitó todas las cosas en un país con un idioma infranqueable: el hebreo, aunque se puede hablar inglés en todos lados. Los carteles son en hebreo, árabe e inglés.
Sacamos pasajes con la línea israelí El Al, que tiene un vuelo directo de San Pablo a Tel Aviv, en un viaje de 14 horas. De Ezeiza fuimos a San Pablo por una línea brasileña, esperamos tres horas para subir al avión de El Al. Así que entre todo fueron unas veinte horas de viaje.
Mientras viajaba no podía creer lo que me esperaba al arribo a Tel Aviv: conocer a mi hermana, aquella criatura que fue sacada por su abuelo al exterior del encierro en el que le esperaba el camino a Treblinka, o sea el camino de la muerte; que pasó solita la guerra, que se las arregló para sobrevivir con ingenio y fuerza de caracter, mudando de identidad, trabajando por la comida y la vivienda como mano de obra esclavizada. Y que después de la guerra no se pudo encontrar con su padre, mi padre, y nunca se cansó de reclamar por un encuentro con alguien de su sangre, ya que no le quedó nadie vivo de su familia directa. Y yo me encontraba ahora mismo en camino a satisfacer sus sueños, y los míos, y en camino a ver la cara verdadera de alguien que para mí había sido un fantasma que conmovió mi vida desde la infancia más temprana.
¿Cómo sería realmente Golde? me preguntaba, y pensaba en las miles de veces que mis sueños no se cumplieron en su totalidad, porque habían sido fabricados con más ilusión que realidad. ¿Pasaría otra vez lo mismo? Faltaba unas horas para saberlo. Fuera lo que fuera, le sacaría la máscara a la vida, vería el verdadero rostro de ese ser que penetró en mi casa para quedarse como un alma en pena, reclamando atención sin consuelo.
De tanto en tanto mi hijo me miraba sonriendo con ternura, o me tomaba las manos para expresarme que él estaba compartiendo conmigo esta aventura de la vida. Así pasaron las horas de vuelo hasta llegar por fin al aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv.
Creo que no les conté a quién convoqué además a ese aeropuerto. No se los conté porque no sabía qué destino tendría su presencia en ese lugar. Se trata nada menos que del entrañable Schlomo Slutzky, el corresponsal del Diario Clarín en Israel, un periodista de ideas progresistas, que irrita a la comunidad judía argentina oficial con el tratamiento moderado e imparcial que da a sus crónicas sobre Israel. Schlomo es además un documentalista de investigación, que sorprendió con su film "El tercero en camino". Abajo pongo links para conocer a Schlomo Slutzky, y un avance de su excelente y movilizador documental.
Le escribí con tiempo para ver si le interesaba el asunto de dos hermanas que se encuentran después de tanto tiempo y en circunstancias tan especiales. Se leyó en mi blog los dos testimonios, el de Golde y después el mío, y me declaró su interés y admiración por la vida de Golde y nuestro encuentro, por lo que me anunciaba estar presente en el Aeropuerto con su cámara.
Llegado el momento de acercarnos mi hijo y yo a la recepción del aeropuerto Ben Gurión, el corazón me reventaba por los latidos en la cabeza. Vimos a un grupo de seis personas que eran evidentemente ellos, ya que mi hijo los reconoció y ellos lo reconocieron a él.
Y ahí estaba mi hermana, para abrazarla por fin. Ese abrazo y esos besos me arrancaron algo más que un sollozo, fue un quejido, extraño quejido que daba cuenta de cuánto dolor había encerrado detrás de ese momento feliz.
Estaba Schlomo filmando con su cámara. Y estaban Gila e Israela, las dos hijas de Golde, (¡mis sobrinas!) con sus esposos Ami y Jaim. Todos estábamos muy emocionados. Nos abrazamos uno por uno, sobre todo con mis sobrinas, hermosas mujeres, bellísimas, llenas ellas también de generosa emoción. Por fin podían pensar que tenían una tía.
Golde me había avisado por teléfono que "nos dejaban" ir a buscar el auto que alquilamos, presentarnos en el hotel, descansar un poco, pero que luego se reclamaba nuestra presencia en una recepción a la nochecita en casa de Israela. Así hicimos. Fuimos a buscar el auto, nos dirigimos al hotel frente a la playa de Tel Aviv, nos bañamos nos cambiamos y fuimos para la casa de Israela.
No puedo decirles con palabras lo que significaron esos primeros momentos al lado de mi hermana. Ella es magnífica, inteligente, racional, expresiva, refinada, elegante, me trató con tanto cariño como yo a ella. Nos tomábamos las manos, nos acariciábamos, los ojos se nos llenaban de lágrimas. Y hablábamos, en idish. Empezaron las preguntas, ella a mí, yo a ella. Schlomo también vino con su cámara y filmó ese evento, y estuvo siempre en cada ocasión salvo una sola vez en que Golde y yo estuvimos completamente solas todo un día en su casa.
La casa de Israela (es una casa) está en una zona exclusiva residencial de alto nivel. Jaim, el esposo, es un abogado de mucho éxito. Sus tres hijos son preciosos jóvenes estudiosos y divertidos, también presentes observando curiosos a la hermana de su abuela Golde. Todos me demostraron un afecto y dedicación que no me había imaginado. Cada uno de los chicos trató de hablar conmigo y de hacerme preguntas sobre mi vida. Con ellos hablábamos en inglés.
La mesa enorme lucía exquisitos platos obra de la mano de Israela, que además de profesional de la gramática hebrea para graduados universitarios, es una mujer hermosa, alta, esbelta, llena de rulos dorados de una cabellera ensortijada y larga, y una ama de casa capaz de preparar manjares. Yo estaba sorprendida del nivel de verdadero homenje que se me estaba haciendo. Nunca me imaginé semejante recepción. Después de llegado el final de esa recepción, se me anunció que al día siguiente sucedería lo mismo, pero en casa de Gila.
Y al día siguiente fuimos a casa de mi otra sobrina Gila. Gila está casada con Ami, un arquitecto graduado en Bélgica y también graduado en la Escuela de Bellas de Artes, por lo que es un verdadero artista de la acuarela. Ami es el arquitecto de la multinacional Honda y prepara sus locales de venta con sofisticación por un lado, y funcionalidad por otro, siempre agregando el detalle de su arte, que aparece en alguna pared que puede de ser de vidrio curvo y opaco, con sus pinturas en enormes dimensiones. Ami es un ser maravilloso, un creativo, un artista nato. Económicamente le va de primera.
Gila es de estatura baja, como su madre (y su tía, je!), tiene unos ojos verdes claro que deslumbran en una cara de muñeca enmarcada en rulos naturales dorados, y una sonrisa perfecta que está presente todo el tiempo. Gila es feliz con Ami, viven en un departamento de dos pisos, en un barrio muy exclusivo. El departamento es enorme y decorado como sólo Ami puede hacerlo. Sus cuadros cuelgan de las paredes por todos lados, su casa es una verdadera galería de arte, y mezcla muebles ingleses de coaba con el estilo supermoderno del resto del mobiliario.
Allí también la recepción fue colosal. Gila es otra ama de casa esmerada y cocina como los dioses. Allí tomé conciencia de lo que significa Golde para todos ellos. Una verdadera matrona. Según me fue contando cada uno por su lado en privado, ella intervino en favor de cada uno para ayudarlos en distintas oportunidades cruciales.
Cuando los padres de Ami no estaban de acuerdo con el casamiento: ella les preguntó a los chicos si verdaderamente se amaban, entonces los ayudó a casarse aún en contra de los padres de él, quienes finalmente tuvieron que resignarse dado que ella consiguió un crédito para comprarles una vivienda y les hizo una fiestita modesta. Los padres de Ami eran diamanteros, y esperaban que el hijo se casara con una millonaria y no con la hija de una enfermera. No sabían quien era esa enfermera, y a quién se estaban enfrentando. El hijo del diamantero se fue a vivir con Gila a un departamento pequeñito, a pocos metros de la casa de Golde.
Tampoco Jaim e Israela tenían cómo casarse. Pero lo peor es que los padres de Jaim no tenían suficiente trabajo ni modo de ayudarlos porque gran parte de sus entradas se iban en el alquiler de la vivienda. Golde ayudó no sólo a Jaim e Israela, sino también a sus padres, inmigrantes de Rumania con dificultad en asmilarse a la vida de Israel, que en esos momentos vivía una crisis tras otra. Golde decidió que se comprara primero la vivienda para los padres de Jaim. Una vez instalados los consuegros en la vivienda propia, ya estaban en condiciones de ayudar también al casamiento de Jaim e Israela. Esto me lo contó la misma consuegra rumana, que me llamó a un aparte para decirme todo lo que debía a esa mujer extraordinaria con su sueldo de enfermera. Claro que Golde ya era Jefa de Enfermería y tenía una entrada importante.
Jaim e Israela también vivieron en un departamentito a unos metros de Golde. Y cuando empezaron a venir los hijitos, Golde también les daba una mano cuidando los chiquitos, que fueron cinco.
Así fui entendiendo por qué yo era recibida con tanta dedicación, era en realidad el homenaje a ella, de la cual están todos increíblemente orgullosos y además agradecidos.
Los detalles de atención especial me colmaron. Israela, que fuma se enteró de que yo fumo, y me llamó desde el balcón terraza diciendo mi nombre en voz alta, pronunciando la "v" de Eva como si la cortara con cuchillo, haciéndome señas con el brazo para que salga, ofreciéndome un cigarrillo y mostándome el banco para que me siente a su lado a pecar juntas en una tierna complicidad de amigas viciosas.
Gila me preparó antes de irme de su casa, cuatro enormes sandwiches con panes árabes de gran diámetro, de pepinos con tomate con atún y tortilla de huevos, llenos de hummus para que me lleve al hotel, y me metió en una bolsa una Coca de dos litros, y varios paquetes de medio kilo de fruta disecada, higos, damascos y dátiles, como si me fuera a la guerra, y yo le decía que no quiero, y ella no me hacía caso. Me parece verla correr a la heladera, sacar huevos, hacer torilla y envolver los sándwiches solícita, después de haber preparado semejante agasajo con más de treinta personas invitadas. Y yo diciéndole que no y ella sin parar de correr para que no me vaya sin comida.
Lo mismo en lo de Israela y en lo de Golde. En la heladerita del hotel tenía comida como para un mes. Israela me dio chocolates, Golde un frasco de medio kilo de hummus, y unas especies de medialunas rellenas que hace un tal Abulafia en Iaffo, que terminé dejándole a la mucama del hotel, una rusoparlante de Moldavia.
Al tercer día fue la reunión privada con Golde en su casa de Bat Yam. Vive en la misma casa que habitó cuando llegó de Polonia, pero refaccionada a nuevo. Rodeada de arbustos y flores, en un barrio lleno de casas como la de ella, en edificios que salpican desordenadamente la geografía, generando pasajes bucólicos, cubiertos de arbustos, árboles y flores, y un silencio donde el suave trino de los pájaros es el sonido que predomina.
Allí fueron mis conversaciones más íntimas con ella. De ésto daré cuenta en un próximo post. La tarde juntas se pasó como el sueño de Cenicienta. Al día siguiente debía volver a su casa, esta vez para una entrevista con Schlomo Slutzky que vino con otro argentino radicado en Israel, Ricardo, su socio en las filmaciones, quien me dio la definición más inteligente del estilo de construcción edilicia de Israel de los tiempos anteriores a la guerra de los seis días: "un estilo post-estalinista de un país solidario", de eso hablaré en el último post, cuando cuente mis impresiones sobre Israel.
Al día siguiente nos dejaron ir a pasear a mi hijo y a mí. Nos fuimos a Jerusalem. Yo estaba tan agotada del esfuerzo psíquico y emocional, que en lugar de mirar el paisaje, me dormía. Mi hijo me despertaba cada rato, diciéndome: Má, estás en Israel, en el camino a Jerusalem, mirá, allá están las aldeas árabes, mirá las piedras a los costados de la ruta. Nada podía romper el encantamiento interior que primaba sobre la materia viviente. En mi cabeza había una sola cosa: Golde.
Fuimos a la ciudad nueva, donde mi hijo soñaba con comerse un shwarma en el mismo lugar donde hace unos años tocaba la guitarra en una esquina para juntarse 50 dólares, con un cartel que decía Rock Nacional Argentino, aunque también cantaba "Mi Buenos Querido" o la "Marcha de San Lorenzo". Increíblemente los argentinos se paraban a escuchar y hasta a llorar, pero los que le ponían los billetes eran otros.
Yo a esa altura del partido ya no podía soportar la comida israelí. Empecé a soñar con un churrasco, con un sándwich tostado de jamón y queso, con una ensalada donde no haya ese pepino crudo que inunda Israel. Y el hering, pescado salado, en el desayuno, el almuerzo y la cena.
Jerusalem nueva es impactante, toda de piedra de la zona, piedra color mostaza claro que al caer la noche se pone dorada. El desnivel es permanente. Son colinas sobre colinas, y las calles curvas que suben o que bajan todo el tiempo. La visión de la entrada desde la ruta es un panorama impresionante. La vista de los desniveles presenta como una escenografía de teatro.
Mezquitas, escuelas de talmudismo, todo tipo de orígenes de las personas. Muchos musulmanes, algunos más tradicionales, otros más modernos. Mujeres con la cabeza cubierta y el pañuelo atado en el cuello.
Me faltó interés antropológico y cultural. Oriente me hacía sentir extraña, extranjera. Mis oídos al cuarto día añoraban un poco de castellano por la calle. Me impresiona el modernismo metido en medio de tanta antigùedad. El choque de los nuevos tiempos con los tiempos ancestrales no me entra en la cabeza cómo no se disuelve. Cada mujer que veo vestida de muslmana, o cada mujer que veo vestida de judía ortodoxa, me dan escalofríos. Yo pienso para mí "pobrecitas", pero sé que ellas piensan lo mismo de mí, y que la ciencia hoy considera que no hay culturas superiores a otras. Pero yo no puedo pensar así, aunque daría mi vida por defender que cada uno pueda vivir a su modo. Tal vez eso sea el modo más democrático de pensar al otro, en lugar de un igual, en pensarlo diferente, y a pesar de eso, respetar su derecho a vivir como quiere.
Mañana continúa este mismo post, con el final de la cronología.
Un artículo de Schlomo en Clarín:
http://www.clarin.com/diario/2008/09/18/um/m-01762077.htm
Para escuchar una entrevista en Caracas a Shlomo se pude abrir este archivo:
http://venezuelanoticia.com/wwwvenezuelanoticia/2009/nbocaranda/Shlomo-Slutzky-nelson040609.MP3
El tercero en camino, de Schlomo Slutzky