GOLPE A LOS CONTRABANDISTAS Y SEÑAL DE ENÉRGICA DEFENSA DE LA INDUSTRIA NACIONAL. INFORMACIÓN EXCLUSIVA PARA LA BLOGOSFERA.
Como sabrán, soy óptica. Hoy a la tarde le entregaba sus anteojos a un empresario del Once, que además es kirchnerista, sí señor. Me dijo que esté alerta, que Cristina salió con uñas y dientes, que "grandes contrabandistas de guante blanco del Once" comentan en los cafés que están desesperados porque las cosas van mal, que no tienen mercadería que vender y que parece que no se va a poder arreglar más con nadie porque Cristina, se dice en la Aduana, que le corta las piernas al empleado que habilite contrabando.
Busco en los diarios y encuentro esta nota en Tiempo Argentino: Gran decomiso textil de la AFIP. Pero junto al rubro textil aparece el decomiso de 400 mil anteojos. En el operativo participan dos fabricantes argentinos asediados delictivamente por la importación de contrabando. Uno del rubro textil, el otro, uno de los pocos fabricantes de anteojos que sobrevivieron a Menem. Ambos presidentes de la Cámara que agrupa su rubro.
El valor total de las telas contrabandeadas supera los 8.7millones de dólares, el equivalente a un mes de trabajo de una fábrica argentina. El valor de los anteojos, en cambio, es inverosímil, sólo de 750 mil dólares. El valor exiguo de los anteojos y el daño que producen a la industria nacional son ambos igualmente categóricos.
Los anteojos se compran en China por peso en kilogramos, en bloques de descartados por fallas de fabricación, o baja de mostrario. Esos 750 mil dólares que le cuestan al importador, y que encima contrabandea, (un tipo con oficina rascándose el higo, que quede claro) se le transforman en diez veces esa suma, es decir 7 millones y medio de dólares, y aún así, valen la mitad del precio al que el fabricante argentino debe vender su producto. Menos de 2 dólares el anteojo y los vende en 20 dólares, cuando el fabricante argentino debe vender por lo menos a 40 dólares la pieza fabricada en el país.
Los anteojos contrabandeados, además tienen prohibido el ingreso desde que Néstor Kirchner hizo valer la ley de Salud Pública a partir del día en que llamó a los industriales de la óptica para preguntarles "qué puedo hacer por ustedes", ante la incredulidad de los fabricantes de lo que escuchaban sus oídos, cuando Néstor recién subió a la presidencia.
Qué puedo hacer por ustedes, les preguntó Kirchner. Los industriales no salían de su asombro por la pregunta, ya que fueron aplastados o ignorados por sucesivos gobiernos desde Martinez de Hoz en adelante. Siempre pidieron lo mismo año tras año en sucesivas decenas de cartas y acciones judiciales: que se persiga al contrabando y se haga valer la Ley de Salud Pública que impide el ingreso de anteojos que dañan la salud visual.
También lo habían hecho con Cavallo cuando el equinoeconomista les dijo que ahora había Desregulación, que no vinieran a reivindicar ningún status de privilegio. Le llamó "status de privilegio" a la ley Ley Nacional de Salud Visual que nos rige a los ópticos, exigiendo normas de calidad para los armazones y prohibiendo la venta de anteojos pregraduados. Ellos le dijeron a Cavallo que si nos quita la fuente de ingresos, no pretenda querer cobrarnos impuestos. A lo que Cavallo contestó: con la ley de desregulación, los supermercados van a poder vender anteojos y los ópticos van a poder vender verdura.
No sé si me entienden por qué soy ultrakirchnerista y a mucha honra. No es sólo por la jubilación que me dio Cristina. Es por la dignidad perdida después de tantos años de abuso y desprecio. Es por la dignidad recuperada después de Néstor Kirchner. Por todo el dolor que hemos pasado en 40 años. Por las fábricas de anteojos que despariecieron para siempre. Por los laboratorios de lentes que se esfumaron. Por los miles de obreros que peridieron sus trabajos.
Como sabrán, soy óptica. Hoy a la tarde le entregaba sus anteojos a un empresario del Once, que además es kirchnerista, sí señor. Me dijo que esté alerta, que Cristina salió con uñas y dientes, que "grandes contrabandistas de guante blanco del Once" comentan en los cafés que están desesperados porque las cosas van mal, que no tienen mercadería que vender y que parece que no se va a poder arreglar más con nadie porque Cristina, se dice en la Aduana, que le corta las piernas al empleado que habilite contrabando.
Busco en los diarios y encuentro esta nota en Tiempo Argentino: Gran decomiso textil de la AFIP. Pero junto al rubro textil aparece el decomiso de 400 mil anteojos. En el operativo participan dos fabricantes argentinos asediados delictivamente por la importación de contrabando. Uno del rubro textil, el otro, uno de los pocos fabricantes de anteojos que sobrevivieron a Menem. Ambos presidentes de la Cámara que agrupa su rubro.
El valor total de las telas contrabandeadas supera los 8.7millones de dólares, el equivalente a un mes de trabajo de una fábrica argentina. El valor de los anteojos, en cambio, es inverosímil, sólo de 750 mil dólares. El valor exiguo de los anteojos y el daño que producen a la industria nacional son ambos igualmente categóricos.
Los anteojos se compran en China por peso en kilogramos, en bloques de descartados por fallas de fabricación, o baja de mostrario. Esos 750 mil dólares que le cuestan al importador, y que encima contrabandea, (un tipo con oficina rascándose el higo, que quede claro) se le transforman en diez veces esa suma, es decir 7 millones y medio de dólares, y aún así, valen la mitad del precio al que el fabricante argentino debe vender su producto. Menos de 2 dólares el anteojo y los vende en 20 dólares, cuando el fabricante argentino debe vender por lo menos a 40 dólares la pieza fabricada en el país.
Los anteojos contrabandeados, además tienen prohibido el ingreso desde que Néstor Kirchner hizo valer la ley de Salud Pública a partir del día en que llamó a los industriales de la óptica para preguntarles "qué puedo hacer por ustedes", ante la incredulidad de los fabricantes de lo que escuchaban sus oídos, cuando Néstor recién subió a la presidencia.
Qué puedo hacer por ustedes, les preguntó Kirchner. Los industriales no salían de su asombro por la pregunta, ya que fueron aplastados o ignorados por sucesivos gobiernos desde Martinez de Hoz en adelante. Siempre pidieron lo mismo año tras año en sucesivas decenas de cartas y acciones judiciales: que se persiga al contrabando y se haga valer la Ley de Salud Pública que impide el ingreso de anteojos que dañan la salud visual.
También lo habían hecho con Cavallo cuando el equinoeconomista les dijo que ahora había Desregulación, que no vinieran a reivindicar ningún status de privilegio. Le llamó "status de privilegio" a la ley Ley Nacional de Salud Visual que nos rige a los ópticos, exigiendo normas de calidad para los armazones y prohibiendo la venta de anteojos pregraduados. Ellos le dijeron a Cavallo que si nos quita la fuente de ingresos, no pretenda querer cobrarnos impuestos. A lo que Cavallo contestó: con la ley de desregulación, los supermercados van a poder vender anteojos y los ópticos van a poder vender verdura.
No sé si me entienden por qué soy ultrakirchnerista y a mucha honra. No es sólo por la jubilación que me dio Cristina. Es por la dignidad perdida después de tantos años de abuso y desprecio. Es por la dignidad recuperada después de Néstor Kirchner. Por todo el dolor que hemos pasado en 40 años. Por las fábricas de anteojos que despariecieron para siempre. Por los laboratorios de lentes que se esfumaron. Por los miles de obreros que peridieron sus trabajos.