CONTINÚA EL DIÁLOGO CON MARTÍN CAMPOS DEL BLOG "EL BALDÍO"
Querida amiga:
Bien, puestos de acuerdo con respecto del tema del método y sus alcances, juntos damos nuestro rotundo NO al diálogo sin método y un SÍ al debate.
Continuando esto del tema del “instinto”, es cierto que nuestras formulaciones al respecto no difieren sustancialmente. Pienso definitivamente que es desde el desarrollo del psiquismo y de la supremacía y colonización de éste mecanismo sobre el instinto que el ser humano comienza a producir cultura, sean éstos artefactos reales o virtuales, materiales o ideales, pero por cierto ya nunca más “naturales”. Por lo menos éste sería el marco desde el que me resulta más cómodo discurrir.
Rousseau postulaba que la diferencia entre el hombre y el animal no estaba en la razón sino en la voluntad de hacer uso de la razón (elegir) para regular los actos de la propia conducta en algún sentido.
Solo para ir marcando los límites del debate, y aportando a lo que llamaríamos el marco conceptual, me gustaría decir que en el origen, la sexualidad en tanto conducta, se construye desde lo social colonizando a la genitalidad, apropiándose de ella y dándole un significado simbólico a través de los mecanismos que provee el discurso determinado por la cultura.
De este modo la sexualidad sería, en cada momento histórico, el conjunto de conductas que el pensamiento hegemónico considera verdaderas y normales sobre las conductas que involucren la genitalidad. Ahora bien, creo que la genitalidad como “cosa” precultural sobrevive pero es retenida prisionera de la cultura a los efectos de que pueda ser resignificada, simbolizada y mostrada como la animalidad civilizada por el paradigma hegemónico imperante. Algo así como eran considerados aquellos miembros de pueblos originarios los “especímenes primitivos” que en el siglo XIX eran llevados desde las colonias a las metrópolis europeas para ser estudiados y admirados. Habían sido transformados en esos “especímenes”, o sea en símbolos de la dominación y la quintaesencia de la responsabilidad civilizatoria de las potencias pero al mismo tiempo nunca dejaron de tener existencia real como seres humanos verdaderos.
Entonces Eva, si bien coincidimos en general yo no quiero olvidar que la genitalidad o por lo menos algo de ella está allí sumergida en la sopa de las cultura y pretende alcanzar la superficie de a ratos.
Por otra parte debo decir que mis conocimientos de psicología son escasos, de modo que no pienso meterme demasiado por esos andariveles donde tal vez tenga más para aprender que para aportar. Respecto de las teorías de la constitución del Yo y lo que las rodea, toco de oído. En su lugar prefiero pensar que sería interesante salirse por un momento de ése ámbito, en tanto miradas del individuo desde y hacia su propia interioridad y reflexionar sobre este tema de la sexualidad de cara a lo social, hacia las relaciones entre los individuos y grupos sociales, sus modos de constitución y su dinámica.
Aquí dividiría en dos el análisis.
En un sentido me inclino a considerar a la sexualidad como algo definitivamente “no natural” sino más bien un artefacto cultural del tipo del “hecho social” durkhemniano, es decir una construcción colectiva superestructural (no tanto en el sentido marxista) y anterior al individuo, coercitivo, simultáneamente mutable e immutable como la lengua.
Es decir que por allí coincidiríamos en cuanto a que la elección sexual es algo tan imposible como lo sería la posibilidad de elegir nuestra lengua materna a los 30 años, ya fue.
Por otra parte la dominación que se ejerce a través del pensamiento hegemónico que conforma a los hechos sociales nunca significa el sometimiento total y absoluto de cada individuo todo el tiempo como para dejarnos en el lugar de aquellos “idiotas estructurales” de los que hablé en mi primer comentario. Las formas de dominación ponen límites y muchas veces muy estrictos y represivos pero aún en los peores casos, aún en los más extremos, dentro de aquellos límites siempre aparecen fisuras, lugares, oportunidades de confrontar, de disputar, de lograr lo que desde arriba serán concesiones pero desde abajo son victorias del que resulta sometido por sobre lo que aparece como sometedor.
El margen de operación siempre será muy estrecho por cierto, como vos decís, pero eso, creo, es solo circunstancia, nada más y nada menos que historia y somos sujetos históricos. No debiera significar condena eterna, espero no sea un determinismo tal que terminara colocándonos en el umbral de alguna una nueva religión dogmática.
El punto sería poder averiguar cómo, cuándo y de que modos, cada individuo podrá construir su propia consciencia individual/social acerca de las posibilidades y oportunidades que se tiene de re-apropiarse de la libertad de elección perdida, de recuperar esa autonomía intelectual para proceder a usarla en beneficio propio y/o del grupo de pertenencia.
A esta altura la tensión entre la coerción ordenatoria (represión) y la voluntad de rebelatoria (expresión) podrían verse como fuerzas sociales en permanente dinámica explosiva/implosiva que parecieran ser el verdadero motor de la historia del hombre.
En conclusión, pienso que no hay tal cosa como una orientación sexual “natural” o “cultural” oculta a ser asumida o reprimida. Creo sí que existe en el individuo la posibilidad de una elección sexual aunque a partir de una impuesta coercitivamente al principio y que tendrá que ser corrida de su lugar de privilegio tal como se puede incorporar una nueva lengua por encima de la materna.
Esto sería el resultado de aplicar la voluntad por sobre el instinto (deseo) y de esa forma transformar un objeto de deseo impuesto en otro elegido.
Abrazo militante y solidario
Martín Campos
Querido Martín:
No puedo evitar hacer una digresión a nuestro tema, y festejar tu hilarante ingenio en la comparación de la genitalidad con esos pobres individuos oriundos de las Colonias que eran llevados a mostrar a la metrópoli como curiosidad y a la vez trofeo. No pude evitar recordar que la reina Victoria cuando cumplió 80 años era la dueña del mundo, y en el festejo desfilaron por las calles de Londres todos los distintos tipos de trofeos humanos, así como las distintas especies animales como el elefante de la India. Y me imaginé los genitales marchando en fila en esa procesión de excentricidades. Hecha la digresión, vuelvo al tema.
Todo tu texto me resulta apasionante. Hemos llegado a una síntesis entre vos y yo en muchas cosas y se nota el acuerdo.
Me movilizó profundamente tu propuesta de averiguar cómo cada individuo podrá construir su propia consciencia individual/social. Y decís "recuperar esa autonomía intelectual para proceder a usarla en beneficio propio y/o del grupo de pertenencia". En principio me llamó la atención la palabra "recuperar". Estás casi inventando un mito: el dios Election que perdió la autonomía, y vive atrapado en las cavernas de la diosa Hegemonía. Está bueno.
En cuanto a la consciencia social, creo que las consciencias no pueden despertar cada una por las suyas al unísono, sino que alguien arenga a las consciencias a despertarse, alguien que pone el discurso con las palabras que disparan la adhesión. Creo en los liderazgos que interpretan la necesidad de muchos.
Y llegamos de nuevo al punto de partida, y estamos igual que como empezamos:
claro que sí, el objeto de deseo no sólo puede cambiar, sino que definitivamente cambia siempre en el transcurso de la vida de una persona, el objeto impuesto al principio puede desplazarse acompañando otros cambios. La persona puede decidir sobre muchos tipos de cambios en su vida que como consecuencia pueden trasmutar el objeto de deseo sexual, complejizarlo, simplificarlo, mutarlo. Pero siempre los cambios voluntarios son aledaños, el objeto de deseo sexual se modifica como consecuencia de esos cambios aledaños.
El ser humano es conducido hacia el objeto de deseo sexual, NO lo conduce. Es conducido por la cultura, desde el principio y en transmutación durante la vida. No existe la decisión, no existe la elección sexual.
NADIE PUEDE DESEAR ALGO POR VOLUNTAD. EL DESEO ES AUTÁRQUICO, CAPRICHOSO, INCONVENIENTE, INDESCIFRABLE.
Gracias por participar en esta polémica
Eva Row
Querida amiga:
Bien, puestos de acuerdo con respecto del tema del método y sus alcances, juntos damos nuestro rotundo NO al diálogo sin método y un SÍ al debate.
Continuando esto del tema del “instinto”, es cierto que nuestras formulaciones al respecto no difieren sustancialmente. Pienso definitivamente que es desde el desarrollo del psiquismo y de la supremacía y colonización de éste mecanismo sobre el instinto que el ser humano comienza a producir cultura, sean éstos artefactos reales o virtuales, materiales o ideales, pero por cierto ya nunca más “naturales”. Por lo menos éste sería el marco desde el que me resulta más cómodo discurrir.
Rousseau postulaba que la diferencia entre el hombre y el animal no estaba en la razón sino en la voluntad de hacer uso de la razón (elegir) para regular los actos de la propia conducta en algún sentido.
Solo para ir marcando los límites del debate, y aportando a lo que llamaríamos el marco conceptual, me gustaría decir que en el origen, la sexualidad en tanto conducta, se construye desde lo social colonizando a la genitalidad, apropiándose de ella y dándole un significado simbólico a través de los mecanismos que provee el discurso determinado por la cultura.
De este modo la sexualidad sería, en cada momento histórico, el conjunto de conductas que el pensamiento hegemónico considera verdaderas y normales sobre las conductas que involucren la genitalidad. Ahora bien, creo que la genitalidad como “cosa” precultural sobrevive pero es retenida prisionera de la cultura a los efectos de que pueda ser resignificada, simbolizada y mostrada como la animalidad civilizada por el paradigma hegemónico imperante. Algo así como eran considerados aquellos miembros de pueblos originarios los “especímenes primitivos” que en el siglo XIX eran llevados desde las colonias a las metrópolis europeas para ser estudiados y admirados. Habían sido transformados en esos “especímenes”, o sea en símbolos de la dominación y la quintaesencia de la responsabilidad civilizatoria de las potencias pero al mismo tiempo nunca dejaron de tener existencia real como seres humanos verdaderos.
Entonces Eva, si bien coincidimos en general yo no quiero olvidar que la genitalidad o por lo menos algo de ella está allí sumergida en la sopa de las cultura y pretende alcanzar la superficie de a ratos.
Por otra parte debo decir que mis conocimientos de psicología son escasos, de modo que no pienso meterme demasiado por esos andariveles donde tal vez tenga más para aprender que para aportar. Respecto de las teorías de la constitución del Yo y lo que las rodea, toco de oído. En su lugar prefiero pensar que sería interesante salirse por un momento de ése ámbito, en tanto miradas del individuo desde y hacia su propia interioridad y reflexionar sobre este tema de la sexualidad de cara a lo social, hacia las relaciones entre los individuos y grupos sociales, sus modos de constitución y su dinámica.
Aquí dividiría en dos el análisis.
En un sentido me inclino a considerar a la sexualidad como algo definitivamente “no natural” sino más bien un artefacto cultural del tipo del “hecho social” durkhemniano, es decir una construcción colectiva superestructural (no tanto en el sentido marxista) y anterior al individuo, coercitivo, simultáneamente mutable e immutable como la lengua.
Es decir que por allí coincidiríamos en cuanto a que la elección sexual es algo tan imposible como lo sería la posibilidad de elegir nuestra lengua materna a los 30 años, ya fue.
Por otra parte la dominación que se ejerce a través del pensamiento hegemónico que conforma a los hechos sociales nunca significa el sometimiento total y absoluto de cada individuo todo el tiempo como para dejarnos en el lugar de aquellos “idiotas estructurales” de los que hablé en mi primer comentario. Las formas de dominación ponen límites y muchas veces muy estrictos y represivos pero aún en los peores casos, aún en los más extremos, dentro de aquellos límites siempre aparecen fisuras, lugares, oportunidades de confrontar, de disputar, de lograr lo que desde arriba serán concesiones pero desde abajo son victorias del que resulta sometido por sobre lo que aparece como sometedor.
El margen de operación siempre será muy estrecho por cierto, como vos decís, pero eso, creo, es solo circunstancia, nada más y nada menos que historia y somos sujetos históricos. No debiera significar condena eterna, espero no sea un determinismo tal que terminara colocándonos en el umbral de alguna una nueva religión dogmática.
El punto sería poder averiguar cómo, cuándo y de que modos, cada individuo podrá construir su propia consciencia individual/social acerca de las posibilidades y oportunidades que se tiene de re-apropiarse de la libertad de elección perdida, de recuperar esa autonomía intelectual para proceder a usarla en beneficio propio y/o del grupo de pertenencia.
A esta altura la tensión entre la coerción ordenatoria (represión) y la voluntad de rebelatoria (expresión) podrían verse como fuerzas sociales en permanente dinámica explosiva/implosiva que parecieran ser el verdadero motor de la historia del hombre.
En conclusión, pienso que no hay tal cosa como una orientación sexual “natural” o “cultural” oculta a ser asumida o reprimida. Creo sí que existe en el individuo la posibilidad de una elección sexual aunque a partir de una impuesta coercitivamente al principio y que tendrá que ser corrida de su lugar de privilegio tal como se puede incorporar una nueva lengua por encima de la materna.
Esto sería el resultado de aplicar la voluntad por sobre el instinto (deseo) y de esa forma transformar un objeto de deseo impuesto en otro elegido.
Abrazo militante y solidario
Martín Campos
Querido Martín:
No puedo evitar hacer una digresión a nuestro tema, y festejar tu hilarante ingenio en la comparación de la genitalidad con esos pobres individuos oriundos de las Colonias que eran llevados a mostrar a la metrópoli como curiosidad y a la vez trofeo. No pude evitar recordar que la reina Victoria cuando cumplió 80 años era la dueña del mundo, y en el festejo desfilaron por las calles de Londres todos los distintos tipos de trofeos humanos, así como las distintas especies animales como el elefante de la India. Y me imaginé los genitales marchando en fila en esa procesión de excentricidades. Hecha la digresión, vuelvo al tema.
Todo tu texto me resulta apasionante. Hemos llegado a una síntesis entre vos y yo en muchas cosas y se nota el acuerdo.
Me movilizó profundamente tu propuesta de averiguar cómo cada individuo podrá construir su propia consciencia individual/social. Y decís "recuperar esa autonomía intelectual para proceder a usarla en beneficio propio y/o del grupo de pertenencia". En principio me llamó la atención la palabra "recuperar". Estás casi inventando un mito: el dios Election que perdió la autonomía, y vive atrapado en las cavernas de la diosa Hegemonía. Está bueno.
En cuanto a la consciencia social, creo que las consciencias no pueden despertar cada una por las suyas al unísono, sino que alguien arenga a las consciencias a despertarse, alguien que pone el discurso con las palabras que disparan la adhesión. Creo en los liderazgos que interpretan la necesidad de muchos.
Y llegamos de nuevo al punto de partida, y estamos igual que como empezamos:
claro que sí, el objeto de deseo no sólo puede cambiar, sino que definitivamente cambia siempre en el transcurso de la vida de una persona, el objeto impuesto al principio puede desplazarse acompañando otros cambios. La persona puede decidir sobre muchos tipos de cambios en su vida que como consecuencia pueden trasmutar el objeto de deseo sexual, complejizarlo, simplificarlo, mutarlo. Pero siempre los cambios voluntarios son aledaños, el objeto de deseo sexual se modifica como consecuencia de esos cambios aledaños.
El ser humano es conducido hacia el objeto de deseo sexual, NO lo conduce. Es conducido por la cultura, desde el principio y en transmutación durante la vida. No existe la decisión, no existe la elección sexual.
NADIE PUEDE DESEAR ALGO POR VOLUNTAD. EL DESEO ES AUTÁRQUICO, CAPRICHOSO, INCONVENIENTE, INDESCIFRABLE.
Gracias por participar en esta polémica
Eva Row