-POR RESPETO AL SUICIDA-
- ALLENDE PRESIDENTE DE CHILE-
-SOLDADOS SOBREVIVIENTES DE MALVINAS-
- ALLENDE PRESIDENTE DE CHILE-
-SOLDADOS SOBREVIVIENTES DE MALVINAS-
Cuando alguien se suicida, unívocamente todo el mundo piensa que estaba deprimido. Todo el mundo piensa que siempre hay una esperanza y que si el suicida no la tuvo, es porque estaba afectado emocionalmente. Todo el mundo piensa que la decisión viene de una cerrazón psíquica. Muchas veces debe ser así. El deprimido que no sale de la depresión se hunde y pude terminar suicidándose. Conocemos muchos casos de esos..
De lo que no nos queremos enterar es de que a veces la vida puede de verdad cerrarnos todos los caminos. Aceptar eso puede dar pánico. Preferimos creer que eso no puede pasar. Que nadie tiene nunca todos los caminos cerrados. Y ponemos en nuestra boca sentencias poéticas que muchas veces atormentan al sufriente con consejos: tenés que luchar por tu vida, siempre hay una luz en el fondo del camino, mientras hay vida hay esperanza. Cuando decimos esas pavadas, se termina por desesperar al que padece de alguna situación que lo encierra, lo hacemos sentir más solo que nunca, lo hacemos sentir un idiota incapaz de pensamientos tan banales.
El fácil trámite de diagnosticar una enfermedad psíquica, nos salva de sentirnos involucrados. Si estaba enfermo, yo no hubiera podido hacer nada, piensa cualquiera. Y además, no pidió ayuda, dirán unos cuantos. Sin saber si eso es cierto. Porque a lo mejor, se cansó de pedir ayuda. Casi siempre que se pide ayuda, se reciben consejos: tenés que aumentar tu "autoestima", te dicen ahora, con ese modo tan antisolidario de devolver la pelota como fórmula de no hacerse cargo nunca del otro.
Si alguna vez queremos realmente ayudar a alguien que sufre, nunca le digamos esas cosas que aprendemos por ósmosis de una cultura cada vez menos solidaria con el otro. Se va a sentir mejor si compartimos su sufrimiento, si penetramos en ese sufrimiento, si nos consustanciamos con esa angustia sobre cosas que lo acorralan. Pero además de dar consejos de autoayuda, hoy se estila recomendar la terapia. Nadie se siente "autorizado" para penetrar en temas que son considerados "apto para profesional".
La verdad es que es terrible haber estado al lado de una persona y no haber notado en absoluto que pronto se iría a quitar la vida. Es una experiencia que te mueve el piso y los cimientos del edificio. Te dice cuán solos podemos estar, aún estando juntos. Pero mejor, es no pensar.
La vida puede a veces cerrarnos todos los caminos, eso es tan cierto que no necesitaría ninguna prueba. En esas situaciones hay algunas personas que se sumergen en la indignidad, que no se suicidan porque no pueden siquiera pensarlo, porque no está en su nivel de conciencia pensar en decidir sobre su vida cuando todavía no cayeron en el abismo del "ya no me importa nada".
Algunas personas se suicidan en pleno dominio de su voluntad y de su lucidez. Ahí lo tenemos a Favaloro. Aunque no nos guste el personaje, el hombre no pudo soportar la quiebra de su Clínica, la demostración fehaciente de que vivió equivocado, de que todo lo que hizo y pensó y habló de valores sanmartinianos que aseguraban el éxito, estaba errado. El hombre se sintió ridículo delante de sí mismo. Para su sistema interno de valores, él no podía seguir viviendo.
A mí los suicidas que no están profundamente deprimidos, me llenan de admiración. Son personas que habiendo perdido el dominio del destino de su vida, deciden arrebatarle su vida al destino, ejerciendo un acto de dignísima potestad.