SI NO RECONOCEN EL JUSTO VALOR DEL PÉSAME DE MIRTHA LEGRAND (video de ML dando el pésame)
Estuvo impecable, digna. Como deberían haber estado todos los demás, pero no estuvieron. Ante tamaña demostración de afecto popular, de enorme dolor, fortaleza y humildad de la Presidenta, los homínidos gorilas mordieron su odio en silencio, huídos por el foro. Lanata, al día siguiente del entierro, se quejó cínicamente de que estuvo mal que al velorio no se invitara a los miembros de la oposición. Como si a los velorios uno fuera con invitación. Cretino.
Mirtha es una opositora tan férrea como los otros, pero sin embargo fue capaz de captar el mensaje dado por las imágenes de dolor del pueblo y de la juventud. Y fue capaz de asumir esa realidad que aunque la golpéo como un cachetazo, la despertó del despropósito constante en el que viven todos los opositores, por lo menos ante la muerte de Néstor. Los otros, emperrados, miran para otro lado, por no ver las señales más inobjetables del afecto que logró sembrar Néstor Kirchner en tanta gente, y que la verdad, nos asombró hasta a nosotros los kirchneristas.
Mirtha fue capaz de señalar la dignidad de la Presidenta durante el velorio y observó hasta ese mínimo detalle del cariño con que las manos de Cristina acariciaban el cajón. Estaba emocionada, y lagrimeaba en serio. Yo le creo, y me pone muy contenta. Su prédica opositora llega a sectores a los que no llega 6,7,8, comparte su audiencia con Susana Gimenez y Tinelli, y es muy bueno que alguna vez estas personas reciban un poco de racionalidad y un poco de humanidad. A diferencia de Susana Gimenez, que cumplió con un texto de compromiso y al instante empezó con sus grititos farandulescos, Mirtha tenía un crespón negro sobre el traje blanco, y dijo que no iba a mostrar ni el vestido ni los zapatos porque no corresponde. Hasta se cuidó de ese detalle frívolo.
¿Qué les pasa a ustedes los que no son capaces de recibir una actitud correcta venga de quien venga? Así no sirve. Hay que detenerse a recibir la mano extendida del enemigo si lo hace con generosidad. Aunque sepamos que al día siguiente nos estaremos matando mutuamente en trincheras opuestas. Nunca me olvido del famoso episodio de la Primera Guerra Mundial en el que los soldados de trincheras opuestas las cruzaron para saludarse por Navidad, ya que todos estaban sin sus familias.
Señora Mirtha Legrand, esta bloguera le agradece sus palabras, y seguramente lo hará la Presidenta, como corresponde a una mujer tan brillante y ubicada como ella.
Estuvo impecable, digna. Como deberían haber estado todos los demás, pero no estuvieron. Ante tamaña demostración de afecto popular, de enorme dolor, fortaleza y humildad de la Presidenta, los homínidos gorilas mordieron su odio en silencio, huídos por el foro. Lanata, al día siguiente del entierro, se quejó cínicamente de que estuvo mal que al velorio no se invitara a los miembros de la oposición. Como si a los velorios uno fuera con invitación. Cretino.
Mirtha es una opositora tan férrea como los otros, pero sin embargo fue capaz de captar el mensaje dado por las imágenes de dolor del pueblo y de la juventud. Y fue capaz de asumir esa realidad que aunque la golpéo como un cachetazo, la despertó del despropósito constante en el que viven todos los opositores, por lo menos ante la muerte de Néstor. Los otros, emperrados, miran para otro lado, por no ver las señales más inobjetables del afecto que logró sembrar Néstor Kirchner en tanta gente, y que la verdad, nos asombró hasta a nosotros los kirchneristas.
Mirtha fue capaz de señalar la dignidad de la Presidenta durante el velorio y observó hasta ese mínimo detalle del cariño con que las manos de Cristina acariciaban el cajón. Estaba emocionada, y lagrimeaba en serio. Yo le creo, y me pone muy contenta. Su prédica opositora llega a sectores a los que no llega 6,7,8, comparte su audiencia con Susana Gimenez y Tinelli, y es muy bueno que alguna vez estas personas reciban un poco de racionalidad y un poco de humanidad. A diferencia de Susana Gimenez, que cumplió con un texto de compromiso y al instante empezó con sus grititos farandulescos, Mirtha tenía un crespón negro sobre el traje blanco, y dijo que no iba a mostrar ni el vestido ni los zapatos porque no corresponde. Hasta se cuidó de ese detalle frívolo.
¿Qué les pasa a ustedes los que no son capaces de recibir una actitud correcta venga de quien venga? Así no sirve. Hay que detenerse a recibir la mano extendida del enemigo si lo hace con generosidad. Aunque sepamos que al día siguiente nos estaremos matando mutuamente en trincheras opuestas. Nunca me olvido del famoso episodio de la Primera Guerra Mundial en el que los soldados de trincheras opuestas las cruzaron para saludarse por Navidad, ya que todos estaban sin sus familias.
Señora Mirtha Legrand, esta bloguera le agradece sus palabras, y seguramente lo hará la Presidenta, como corresponde a una mujer tan brillante y ubicada como ella.