Si yo fuera director de La Nación, echaría ya mismo al estratega que inventó el escenario de un enfrentamiento del gobierno contra Moyano, porque es el escenario que en su efecto colateral a querer destruir la unión de Moyano con Cristina, aumenta valor al gobierno frente a los ojos de los lectores de La Nación.
Que Cristina estuviera detrás de la campaña contra Moyano pone los ojos bizcos a la votante de Barrio Norte que salió en 2001 con la cacerola y la sirvienta vestida de uniforme en la casa "Leonor". Tal vez ahora empiece a mirar con buenos ojos a Cristina.
Lamento "avivar a los giles" de La Nación, porque como decía Gardel: "no hay que avivar a los giles porque se te hacen contra". Pero ya son contra y ya metieron la pata en esto, cosa que no tiene retroceso.
Se nota que están desesperados y dan manotazos de ahogado en un mar de confusión.
Mareados por el triunfo del Frente para La Victoria en Catamarca, no saben cómo hacer para impedir que Cristina siga acumulando triunfos. Lo que menos necesitan los lectores de La Nación, es que Cristina se ponga en contra del monstruo más temido por los oligarcones: el movimiento obrero organizado, dirigido por un hombre de rasgos que no son suizos, precisamente.
Claro que la intención del estratega es abrir una cuña entre Moyano y el gobierno, tratando de que los obreros le quiten el respaldo a Cristina, haciendo creer que la huelga convocada para el lunes es una huelga contra el gobierno, a pesar de que La Nación misma no puede evitar decir "más allá de que Moyano niegue que con ese acto busque mostrar un encono con la Presidenta."
Desde este lado, los kirchneristas no abrimos juicio contra Moyano por suizariolas sospechas de deshonestidad personal, ya que es el líder del movimiento obrero elegido democráticamente, y a menos de que sus afiliados lo destituyan o la Justicia lo inhabilite para la función, seguirá en aptitud para tratar con exclusividad los asuntos de los afiliados a la CGT. Y a menos que suceda lo dicho, las autoridades del país le darán el trato respetuoso y hasta afectuoso, acorde a la importancia de lo que el individuo respresenta, y acorde al apoyo que ha hecho a la gestión oficial, en esmerada exclusión de los elementos que intentan degradar su calidad representativa sin la prueba concluyente, sólo por un pedido de informes en una investigación la cual no tiene aclarado siquiera el motivo de las sospechas.
Exhaustivos esfuerzos periodísticos hace La Nación para demostrar a sus lectores el disgusto de Cristina por este asunto, apelando a los consabidos espías que junto con Clarín poseen ambos diarios en todos los ministerios y pasillos, en Balcarce 50, y hasta en el dormitorio de Cristina, desde el que el esfuerzo periodístico incluye imaginar un diálogo íntimo de la Presidenta con Néstor en el Bicentenario.
Así se relatan como en novela del siglo XIX, en detalle barroco, tanto los diálogos en tiempo real y a puerta cerrada, como la íntima emoción de los Ministros, las "interpretaciones " de la Casa Rosada, las fantasías y sospechas de Moyano, y hasta la impresión que el anuncio de la huelga le causó a la Presidenta, no faltando la voz "en off" del relator que insufla preguntas con suspenso y responde alentando la intriga, como la siguiente construcción literaria: ¿Puede haber ruptura entre el Gobierno y Moyano? (cha,chán; cha-chán) En Balcarce 50 flotaba esa hipótesis. Falta la música de las películas de Hitchkok, o de las historias de la vieja serie de televisión :"Naked City".
HAY OCHO MILLONES DE HISTORIAS EN LA CIUDAD DESNUDA. ESTA HA SIDO SÓLO UNA DE ELLAS.
"...fue la peor noticia para Cristina Kirchner. Pocos minutos después de que el gremio de Hugo Moyano anunciara esa medida, entre molesta y preocupada, la Presidenta le ordenó al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, que disuadiera al jefe de la CGT de avanzar en una medida de fuerza que fue interpretada en la Casa Rosada como un abierto desafío a la autoridad presidencial. "Arreglame esto ya", fue la orden de Cristina Kirchner a su ministro, a media tarde, según trascendió en el entorno presidencial, donde se respiró un clima enrarecido. El ministro sólo atinó a contestarle que estaban agotadas las vías de diálogo con el jefe de Camioneros y titular de la CGT. ¿Puede haber ruptura entre el Gobierno y Moyano? En Balcarce 50 flotaba esa hipótesis. El ministro de Planificación, Julio De Vido, no intervino ayer en la conversación con Moyano. Por el buen diálogo que cultivan ambos, quizá De Vido tome cartas en el asunto sólo hoy. El Gobierno teme por el accionar del líder camionero. "Está lleno de fantasmas en la cabeza", aseguran en relación con Moyano. Creen que éste sospecharía que la Casa Rosada dejó al menos que la Cancillería habilitara el exhorto de Suiza"
Que Cristina estuviera detrás de la campaña contra Moyano pone los ojos bizcos a la votante de Barrio Norte que salió en 2001 con la cacerola y la sirvienta vestida de uniforme en la casa "Leonor". Tal vez ahora empiece a mirar con buenos ojos a Cristina.
Lamento "avivar a los giles" de La Nación, porque como decía Gardel: "no hay que avivar a los giles porque se te hacen contra". Pero ya son contra y ya metieron la pata en esto, cosa que no tiene retroceso.
Se nota que están desesperados y dan manotazos de ahogado en un mar de confusión.
Mareados por el triunfo del Frente para La Victoria en Catamarca, no saben cómo hacer para impedir que Cristina siga acumulando triunfos. Lo que menos necesitan los lectores de La Nación, es que Cristina se ponga en contra del monstruo más temido por los oligarcones: el movimiento obrero organizado, dirigido por un hombre de rasgos que no son suizos, precisamente.
Claro que la intención del estratega es abrir una cuña entre Moyano y el gobierno, tratando de que los obreros le quiten el respaldo a Cristina, haciendo creer que la huelga convocada para el lunes es una huelga contra el gobierno, a pesar de que La Nación misma no puede evitar decir "más allá de que Moyano niegue que con ese acto busque mostrar un encono con la Presidenta."
Desde este lado, los kirchneristas no abrimos juicio contra Moyano por suizariolas sospechas de deshonestidad personal, ya que es el líder del movimiento obrero elegido democráticamente, y a menos de que sus afiliados lo destituyan o la Justicia lo inhabilite para la función, seguirá en aptitud para tratar con exclusividad los asuntos de los afiliados a la CGT. Y a menos que suceda lo dicho, las autoridades del país le darán el trato respetuoso y hasta afectuoso, acorde a la importancia de lo que el individuo respresenta, y acorde al apoyo que ha hecho a la gestión oficial, en esmerada exclusión de los elementos que intentan degradar su calidad representativa sin la prueba concluyente, sólo por un pedido de informes en una investigación la cual no tiene aclarado siquiera el motivo de las sospechas.
Exhaustivos esfuerzos periodísticos hace La Nación para demostrar a sus lectores el disgusto de Cristina por este asunto, apelando a los consabidos espías que junto con Clarín poseen ambos diarios en todos los ministerios y pasillos, en Balcarce 50, y hasta en el dormitorio de Cristina, desde el que el esfuerzo periodístico incluye imaginar un diálogo íntimo de la Presidenta con Néstor en el Bicentenario.
Así se relatan como en novela del siglo XIX, en detalle barroco, tanto los diálogos en tiempo real y a puerta cerrada, como la íntima emoción de los Ministros, las "interpretaciones " de la Casa Rosada, las fantasías y sospechas de Moyano, y hasta la impresión que el anuncio de la huelga le causó a la Presidenta, no faltando la voz "en off" del relator que insufla preguntas con suspenso y responde alentando la intriga, como la siguiente construcción literaria: ¿Puede haber ruptura entre el Gobierno y Moyano? (cha,chán; cha-chán) En Balcarce 50 flotaba esa hipótesis. Falta la música de las películas de Hitchkok, o de las historias de la vieja serie de televisión :"Naked City".
HAY OCHO MILLONES DE HISTORIAS EN LA CIUDAD DESNUDA. ESTA HA SIDO SÓLO UNA DE ELLAS.
"...fue la peor noticia para Cristina Kirchner. Pocos minutos después de que el gremio de Hugo Moyano anunciara esa medida, entre molesta y preocupada, la Presidenta le ordenó al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, que disuadiera al jefe de la CGT de avanzar en una medida de fuerza que fue interpretada en la Casa Rosada como un abierto desafío a la autoridad presidencial. "Arreglame esto ya", fue la orden de Cristina Kirchner a su ministro, a media tarde, según trascendió en el entorno presidencial, donde se respiró un clima enrarecido. El ministro sólo atinó a contestarle que estaban agotadas las vías de diálogo con el jefe de Camioneros y titular de la CGT. ¿Puede haber ruptura entre el Gobierno y Moyano? En Balcarce 50 flotaba esa hipótesis. El ministro de Planificación, Julio De Vido, no intervino ayer en la conversación con Moyano. Por el buen diálogo que cultivan ambos, quizá De Vido tome cartas en el asunto sólo hoy. El Gobierno teme por el accionar del líder camionero. "Está lleno de fantasmas en la cabeza", aseguran en relación con Moyano. Creen que éste sospecharía que la Casa Rosada dejó al menos que la Cancillería habilitara el exhorto de Suiza"