El sábado fui a la hermosa convocatoria de Expresión Militante del grupo 6,7,8 Abasto en la esquina de Agüero y Corrientes, en Capital Federal.
Es un grupo hermoso, no cabe otra palabra. De la escenografía expresiva del grupo se puede inferir una carga de intenciones refinadas en el criterio de la expresión militante que ha tomado este grupo de creación espontánea, extrapartidario, inclusivo, inspirado en la masiva autoconvocatoria a través de Facebook, de la audiencia del programa 6,7,8, que ya va a cumplir un año.
Los más jóvenes y resistentes, portan las pancartas enormes y con sus cuerpos escondidos detrás, las extienden sobre la senda peatonal cuando el tránsito se detiene por un semáforo. Cuando el semáforo se pone verde, cambian de calle y van a la perpendicular, otra vez extendiendo las pancartas. Y así, sin desmayar, de una calle a la otra, en un movimiento rítmico, ordenado, respetuoso, que no interfiere en el camino de nadie. Mientras ellos muestran los carteles, las compañeras y compañeros reparten volantes a los peatones que circulan. Todos con una enorme sonrisa. Todo con una enorme alegría. Mientras los menos jóvenes toman mate y comen galletitas o facturas, acompañando la demostración con su presencia.
Los carteles no tienen consignas políticas ni duras ni blandas, sólo frases como "el futuro lo hacés vos", o "quiero + Cristina", donde el nombre Cristina está adornado por flores a los costados y un símbolo del Bicentenario en el medio. Todo hecho a mano, a pulmón. Y los volantes, tampoco aluden a sesudas elucubraciones. Tienen la imagen de Cristina solarizada, en composición con el perfil de Néstor en forma de trazo de caricatura que a la vez compone el número 2011. Eso es todo. Nada más, y nada menos.
Los movimientos de los carteles de una calle a otra se suceden sin solución de continuidad, igual que la entrega de volantes en mano. Algunos los aceptan, otros lo rechazan.
De pronto alguien escupe a la compañera que le extiende un volante. De pronto una mujer comienza a vociferar sobre que somos pagos y dice barbaridades. Una provocadora hecha y derecha. Y yo pienso en qué tipo de oposición política enfrentamos nosotros. Y enfrenta Cristina. Y pienso en la diferencia de nuestra actitud como opositores de la oposición.
El asunto es que da para asustarse cuando se mira al tipo de bestias que pueden estar en contra nuestro y las cosas que serían capaces de hacer, de tener la oportunidad.
No, no somos equivalentes. Y eso es dramático. Ojalá tuviéramos del otro lado gente con la que poder discutir. Pero no, no discuten, escupen, denostan, odian, aborrecen.
Si nos odian porque estamos a favor de los derechos humanos y de la justicia, es que en contra nuestro están los que mancillan los derechos humanos y excecran los juicios a los represores porque los reivindican.
Es muy duro ir por justicia y encontrarse con asesinos. Es un camino duro enfrentarse a los argentinos que están en contra nuestro. ¿Cuál es el daño tan enorme que le hizo Cristina a un tipo que circula por el barrio del Abasto? No necesitamos poner la lista de cosas buenas que hizo Cristina por todos, y Néstor, por supuesto. Parece que ellos no lo ven. Aún así, sabemos que vamos a ganar. Lo saben ellos también.
Pero qué terrible sería si haciendo una hipótesis absurda, Cristina perdiera. No quiero imaginarme el destino de todas las cosas que se fundaron en estos siete años. No quiero pensar en el destino de los fondos del Banco Central. No quiero pensar en la venganza de los enemigos. Porque ellos no son como nosotros, ellos se vengarían, pero no con la ley en la mano.
No quiero pensar en los indultos que darían inmediatamente a los encarcelados por robo de bebés. Ni pensar en cómo serían archivadas para siempre las causas abiertas y sin definición todavía, como el tema de Papel Prensa y los hijos de Ernestina. No quiero pensar en cómo se trataría de anular la Ley de Medios y cómo se pasaría inmediatamente a dar de baja las retenciones a los sojeros, para luego hacer un ajuste colosal sobre los hombros de los trabajadores, acusando una quiebra del Estado que ellos mismos fabricarían desde el momento en que anularan las retenciones. Y si la seguimos, dejarían de pagar los compromisos de la deuda con dinero del Banco Central, y tomarían crédito de nuevo, porque en defintiva no son más que los personeros de la Banca internacional.
La perversión de esta gente no tiene límite. Quedó a la vista cuando ni siquera partidos de izquierda pudieron salvarse de mostrar su cruel ambición de poder y ponerse en contra de todas las consignas más populares y democráticas que se llevan adelante desde hace siete años.
Todos ellos, desde el más negado hasta el más insospechado, han querido destruir a este gobierno, destruir a Néstor, destruir a Cristina. Destruir. Sólo han querido destruir. Y si no lo consiguieron fue porque son inacapaces hasta extremos lamentables. Sólo capaces de usar el poder en forma abusiva, estando en el gobierno. Sólo así puden destruir. Lo han hecho siempre, y lo desean seguir haciendo.
Estos pensamientos me los generó el tipo que escupió, en asociación con algo que se me puso frente a los ojos hace un rato por televisión: el cuento personal de un cuidadano paraguayo docente que Ströessner secuestró y torturó. Contó el hombre, muy culto y humanista, que fue torturado durante los primeros diez días de su secuestro, y que cuando él gritaba de dolor, tenían a la esposa al otro lado del teléfono para que ella escuchara. Después de esos diez días, la llamaron para decirle que su esposo había fallecido. La señora, agotada de tanta tortura telefónica, sufrió un infarto y murió en ese momento. Esto fue en el año 1974. Al docente lo encarcelaron por un libro de lectura de autor comunista que hizo leer a sus alumnos, cuyo texto no tiene referencias ideológicas.
Es muy fácil mirar a las fieras en el zoológico, barrotes de por medio, que es como la civilización ha permitido a los seres humanos ponerse cara a cara con las fieras. Pero ¿qué pasaría si se les abriera la jaula?