Reflexiones que me provoca la reunion bloguera.
Siento una enorme decepción por la poca gana que hay en la blogosfera de salir a pelear la calle. No hablo de violencia, sino de imaginación.
Imaginación para defender nuestra querida Argentina, acosada por fuera y por dentro.
Nadie en la blogosfera quiere que le digan K. Todos quieren defender al gobierno, y al mismo tiempo quieren permanecer en la inmaculada posición crítica. La credibilidad que exigen los ojos que te miran con mirada gorila. Y cuanto más aislados mejor. Cuidando la independencia. Cuidando el kiosquito en Internet.
No vaya a ser que organicemos una movida común y por ejemplo: escrachar a Clarín masivamente: ponernos de acuerdo en sacar todos un post contra el infame artículo de fábrica de hijos que comentan varios blogs como Mundo Perverso de Diego F.
O escrachar a Clarín frente al edificio, o hacer una camiseta y ponérnosla todos, y dar una vuelta por cada barrio juntando seguidores cansados de estar ocultos, que seguramente hay miles. Pero no. Nada es posible en la blogosfera kirchnerista vergonzante(= gorilaje arrepentido).
Apenas se pudo dejar a alguien nombrado para hacer una próxima reunión, con el fin de...vernos las caras nuevamente y morirnos de amor el uno por el otro. ¡Qué lástima!
El rechazo a una mínima organización es casi unánime. Parece que todos temen los ojos del gorila que mira al peronista con un estereotipo. Se han creído realmente que el peronista come choripán con la boca abierta y se mancha con chimichurri la camiseta.
Yo tampoco soy peronista, pero no me molesta que me confundan, todo lo contrario. A pedigree gorila nadie me gana. Y ahora quiero mancharme la camiseta de chimichurri solo para molestar a la vecina de barrio norte.
Yo no nací peronista. Mi viejo se rió cuando se incendió el altar a Eva Perón que pusieron las mujeres peronistas de mi barrio en una plazoleta frente a casa, dejando las velas encendidas que se cayeron por la noche en el mantel y todo amaneció quemado. Esa devoción le pareció una idolatría ridícula y se rió. No soy hija de peronistas. No tengo identidad peronista.
Ni fui peronista nunca, ni montonera en la facultad. Ni me preocupe nunca por entender al peronismo.
Y me casé con un gorila que fue el padre de mi hijo. Y todos los años él comía pastel de papas para celebrar la fecha de la caída de Perón, porque estaba comiendo eso cuando le avisaron que se fue a la cañonera paraguaya. Fue al velorio de Rojas. Iba todos los años a conmemorar la Libertadora al Cristo de Recoleta junto a los que quedaban vivos.
Le hicieron un intento de fusilamiento por defender la Biblioteca del Partido Socialista en la noche de la quema de las Iglesias. Le decía a mi hijo: no quiero que seas cura, ni puto, ni peronista, ni radical, ni hincha de river. Y todos se reían de esa simpática lista que repetía para hacerse el gracioso.
Peor no puede ser mi pedigree. Yo no soy peronista. Ni me merezco serlo. Hoy soy una enamorada del peronismo de la gente que guarda todavía el recuerdo cultural de la dignidad adquirida alguna vez por algún abuelo durante el primer peronismo. Y soy una enamorada de la cultura del compañero Manolo, que es un peronista clásico. Y de la cultura de Omix, otro culto que "no es solo una cara bonita". Y hablando con Anyuletta le envidio que tiene una madre peronista, que le hizo la cabeza para el criterio en politica desde la cuna.
Había que escuchar a Manolo contando la historia de un soldado con uniforme celeste que se metía a pelear entre los de uniforme colorado porque él no cambiaba de color de uniforme pero tiraba para el mismo lado que los colorados. Lo decía Manolo casi apiadado del temor de los blogueros de ser confundidos con peronistas, comidos crudos. El no quería decir que los colorados eran peronistas, sino celestes. Como diciendo, hermanos, acéptenme que yo tiro para el mismo lado. Pero nadie se dio por aludido.
Kirchner me abrió la cabeza. Mi gorilismo que nunca fue fanático, sino color diarrea, o café con leche, no me alcanzó para resistir el cambio de mentalidad. El gobierno de Kirchner me cambió de a poco.
Un dia me paré y dije momentito: ¿cómo era ésto del peronismo? Y empecé a mirar para atrás con otros ojos. Sobre todo, al primer gobierno de Perón y a éste último de Kirchner. A la realidad la miro siempre con los ojos del marxismo. La doctrina peronista nunca me va atrapar. No es la teoría lo que me atrae, son los hechos. Algo hace esa teoría con la gente, que dispara a la acción, a la praxis.
Cuando lo escucho a Perón me someto a una prueba de peligro, de riesgo, no puedo dejar de sentir la seducción de sus palabras. Sé que está mintiendo en muchas cosas. Sé que está diciendo solamente lo que conviene decir en el momento y que encuentra las palabras para justificar lo que él quiere justificar. Quiero decir: el discurso de Perón es siempre una estrategia. La doctrina no es más que una cuestión estratégica: hay que tener una doctrina.
El peronismo no es más que una representación. La verdad no existe, la realidad es lo que hay. Los actos se justifican dentro de una teoría no muy compleja para no tener problemas teòricos La cosa es producir, alcanzar, pelear, estar, subir y servir arriba ,tanto como bajar y resistir abajo. Amparar, negociar, ganar, repartir, perder, resistir.
Cristina es peor que una maestra de escuela. Habla con palabras difíciles, no sabe hablarle al pueblo como Kirchner, y menos como Perón. Cuando va a una escuela las mujeres que la escuchan se quedan con los ojos en el infinito, no le hace correr la sangre a nadie. La verdad yo le cortaria el pelo y le lavaria la cara. Seria hermosa igual, con esa silueta que tiene y esa altura, y esa inteligencia y esa cultura.
Ella también parece obsesionada por no parecer peronista, como si estuviera pendiente del dictamen gorila. No sabe que la odian por lo bueno que hace, que no la odian menos por hablar como una universitaria. Termina hablando como una maestra ciruela citándose a sí misma, diciendo "como digo yo". El otro día desde Inglaterra utilizó la frase "corsi e ricorsi", el colmo de la sofisticación culterana para una Presidenta peronista. Pero yo la amo igual, por las cosas que hace, no por las que dice ni por lo que parece.
Porque aprendí a pensar las cosas de la politica como las piensa un peronista, con criterio utilitario, y a abandonar el estilo "no me toques porque me hacés daño", estilo amariconado de la urbe plagada de damas con asignaturas sexuales pendientes, a las que Marx llama pequeño-burguesas. No va más para mí la mariconada, ahora quiero lo bueno si es bueno aunque sea poco. Me cansé de esperar lo perfecto, y empecé a soñar con lo posible. En ésto me abrió la cabeza Kirchner.
¿No habrá nadie que me acompañe a formar una blogosfera K sin sentir que te manchás con chimichurri? ¿ O nos vamos a pasar la vida entera hablando contra Clarín y Elisa Corrió?
Siento una enorme decepción por la poca gana que hay en la blogosfera de salir a pelear la calle. No hablo de violencia, sino de imaginación.
Imaginación para defender nuestra querida Argentina, acosada por fuera y por dentro.
Nadie en la blogosfera quiere que le digan K. Todos quieren defender al gobierno, y al mismo tiempo quieren permanecer en la inmaculada posición crítica. La credibilidad que exigen los ojos que te miran con mirada gorila. Y cuanto más aislados mejor. Cuidando la independencia. Cuidando el kiosquito en Internet.
No vaya a ser que organicemos una movida común y por ejemplo: escrachar a Clarín masivamente: ponernos de acuerdo en sacar todos un post contra el infame artículo de fábrica de hijos que comentan varios blogs como Mundo Perverso de Diego F.
O escrachar a Clarín frente al edificio, o hacer una camiseta y ponérnosla todos, y dar una vuelta por cada barrio juntando seguidores cansados de estar ocultos, que seguramente hay miles. Pero no. Nada es posible en la blogosfera kirchnerista vergonzante(= gorilaje arrepentido).
Apenas se pudo dejar a alguien nombrado para hacer una próxima reunión, con el fin de...vernos las caras nuevamente y morirnos de amor el uno por el otro. ¡Qué lástima!
El rechazo a una mínima organización es casi unánime. Parece que todos temen los ojos del gorila que mira al peronista con un estereotipo. Se han creído realmente que el peronista come choripán con la boca abierta y se mancha con chimichurri la camiseta.
Yo tampoco soy peronista, pero no me molesta que me confundan, todo lo contrario. A pedigree gorila nadie me gana. Y ahora quiero mancharme la camiseta de chimichurri solo para molestar a la vecina de barrio norte.
Yo no nací peronista. Mi viejo se rió cuando se incendió el altar a Eva Perón que pusieron las mujeres peronistas de mi barrio en una plazoleta frente a casa, dejando las velas encendidas que se cayeron por la noche en el mantel y todo amaneció quemado. Esa devoción le pareció una idolatría ridícula y se rió. No soy hija de peronistas. No tengo identidad peronista.
Ni fui peronista nunca, ni montonera en la facultad. Ni me preocupe nunca por entender al peronismo.
Y me casé con un gorila que fue el padre de mi hijo. Y todos los años él comía pastel de papas para celebrar la fecha de la caída de Perón, porque estaba comiendo eso cuando le avisaron que se fue a la cañonera paraguaya. Fue al velorio de Rojas. Iba todos los años a conmemorar la Libertadora al Cristo de Recoleta junto a los que quedaban vivos.
Le hicieron un intento de fusilamiento por defender la Biblioteca del Partido Socialista en la noche de la quema de las Iglesias. Le decía a mi hijo: no quiero que seas cura, ni puto, ni peronista, ni radical, ni hincha de river. Y todos se reían de esa simpática lista que repetía para hacerse el gracioso.
Peor no puede ser mi pedigree. Yo no soy peronista. Ni me merezco serlo. Hoy soy una enamorada del peronismo de la gente que guarda todavía el recuerdo cultural de la dignidad adquirida alguna vez por algún abuelo durante el primer peronismo. Y soy una enamorada de la cultura del compañero Manolo, que es un peronista clásico. Y de la cultura de Omix, otro culto que "no es solo una cara bonita". Y hablando con Anyuletta le envidio que tiene una madre peronista, que le hizo la cabeza para el criterio en politica desde la cuna.
Había que escuchar a Manolo contando la historia de un soldado con uniforme celeste que se metía a pelear entre los de uniforme colorado porque él no cambiaba de color de uniforme pero tiraba para el mismo lado que los colorados. Lo decía Manolo casi apiadado del temor de los blogueros de ser confundidos con peronistas, comidos crudos. El no quería decir que los colorados eran peronistas, sino celestes. Como diciendo, hermanos, acéptenme que yo tiro para el mismo lado. Pero nadie se dio por aludido.
Kirchner me abrió la cabeza. Mi gorilismo que nunca fue fanático, sino color diarrea, o café con leche, no me alcanzó para resistir el cambio de mentalidad. El gobierno de Kirchner me cambió de a poco.
Un dia me paré y dije momentito: ¿cómo era ésto del peronismo? Y empecé a mirar para atrás con otros ojos. Sobre todo, al primer gobierno de Perón y a éste último de Kirchner. A la realidad la miro siempre con los ojos del marxismo. La doctrina peronista nunca me va atrapar. No es la teoría lo que me atrae, son los hechos. Algo hace esa teoría con la gente, que dispara a la acción, a la praxis.
Cuando lo escucho a Perón me someto a una prueba de peligro, de riesgo, no puedo dejar de sentir la seducción de sus palabras. Sé que está mintiendo en muchas cosas. Sé que está diciendo solamente lo que conviene decir en el momento y que encuentra las palabras para justificar lo que él quiere justificar. Quiero decir: el discurso de Perón es siempre una estrategia. La doctrina no es más que una cuestión estratégica: hay que tener una doctrina.
El peronismo no es más que una representación. La verdad no existe, la realidad es lo que hay. Los actos se justifican dentro de una teoría no muy compleja para no tener problemas teòricos La cosa es producir, alcanzar, pelear, estar, subir y servir arriba ,tanto como bajar y resistir abajo. Amparar, negociar, ganar, repartir, perder, resistir.
Cristina es peor que una maestra de escuela. Habla con palabras difíciles, no sabe hablarle al pueblo como Kirchner, y menos como Perón. Cuando va a una escuela las mujeres que la escuchan se quedan con los ojos en el infinito, no le hace correr la sangre a nadie. La verdad yo le cortaria el pelo y le lavaria la cara. Seria hermosa igual, con esa silueta que tiene y esa altura, y esa inteligencia y esa cultura.
Ella también parece obsesionada por no parecer peronista, como si estuviera pendiente del dictamen gorila. No sabe que la odian por lo bueno que hace, que no la odian menos por hablar como una universitaria. Termina hablando como una maestra ciruela citándose a sí misma, diciendo "como digo yo". El otro día desde Inglaterra utilizó la frase "corsi e ricorsi", el colmo de la sofisticación culterana para una Presidenta peronista. Pero yo la amo igual, por las cosas que hace, no por las que dice ni por lo que parece.
Porque aprendí a pensar las cosas de la politica como las piensa un peronista, con criterio utilitario, y a abandonar el estilo "no me toques porque me hacés daño", estilo amariconado de la urbe plagada de damas con asignaturas sexuales pendientes, a las que Marx llama pequeño-burguesas. No va más para mí la mariconada, ahora quiero lo bueno si es bueno aunque sea poco. Me cansé de esperar lo perfecto, y empecé a soñar con lo posible. En ésto me abrió la cabeza Kirchner.
¿No habrá nadie que me acompañe a formar una blogosfera K sin sentir que te manchás con chimichurri? ¿ O nos vamos a pasar la vida entera hablando contra Clarín y Elisa Corrió?