Es un hecho que la muerte de Néstor Kirchner tuvo sobre mí un efecto terminal. No quería decir esto, pero veo que la cosa se me hace imparable.
Yo me enganché con Néstor, cuando le dirigió una reprimenda al Sr Coto. Me parece oírlo ¡Señor Coto! Esa frase de advertencia dicha con el tono de un maestro a un alumno, insólita para el uso nostro de presidentes hablando a empresarios en modo genuflexo, me dio vuelta la cabeza, Y reconocí en Néstor Kirchner al tipo que había que seguir, fuera cual fuera la aventura que propusiera.
Néstor se murió, y a mí se me cayeron todos los sostenes. Lloré los primeros días. El segundo día me desperte´confundida y luego me puse contenta creyendo que había sido un sueño su muerte. Cuando me dí cuenta de que era verdad, me puse a golpear el colchón con el puño, diciendo "no puede ser ".
Y así, pasaron los días, casi una semana. Y yo me fui dando cuenta de que con su falta tengo un agujero insalvable.
En el blog hice hace un tiempo una encuesta, que cerré antes de finalizar por razones obvias, donde ponía a consideración distintas fórmulas combinadas entre Néstor y Cristina cambiando de presidente a vice, y también integrando fórmula con "otro". Yo voté la fórmula Néstor Presidente-Cristina Vice. Quería tenerlo de vuelta ahí a él. No es que no me gustara Cristina, todo lo contrario, la amo, pero él, para mí era un San Martín. En la encuesta Néstor perdió abrumadoramente contra Cristina. Increíble dato.
No estoy triste ni deprimida. Pienso que Cristina va seguir como iba y tiene toda la capacidad de llevar adelante el proyecto. Pero él ya no está, y yo siento que se me perdió algo irrecuperable, no en él sino en mí, algo que me falta tan enorme que me va desenganchando el carro. Para mí Néstor fue como un Robin Hood, como un personaje rescatado de la fantasía literaria o de los cuentos.
Quiero descansar del blog un poco. Quiero retomar el interés por tantas cosas que dejé a un costado para dedicarme a este blog desde fines del 2007. No sé cuánto me va a durar el descanso, pero desde que empecé supe que algún día iba a tener que parar un poco. Se me juntan en la óptica las fichas de los clientes para pasar a la computadora. Tengo que ordenar papeles que se me acumularon. Tengo que ocuparme de mi salud, ir al médico, que hace mucho no voy, casi un año, por estar dedicada al blog. Y la verdad me siento aliviada de ver que la vida que Néstor me dejó, marcha.
No quiero ser una viuda de Néstor. El se fue y no voy a seguir viendo a la gente llorar por él, me hace mal. Lo que sufrí viendo a Cristina en el velorio, lo que lloré viendo pasar a la gente y hacer demostraciones de cariño fue suficiente para llenarme el alma por el resto de mi vida. Es demasiado dolor todo. Para mí es demasiado, no sé qué hacer con tanto dolor. Por eso quiero mirar un poco para otro lado.
Siento un puñal en el estómago viendo a la Presidenta con las lágrimas cortándole la garganta. Y no quisiera ver que los miembros de la oposición la dañaran. Nos hemos enterado en estos días de la terrible sensibilidad de Cristina. Ojalá ella pudiera tomarse un descanso. La vida le jugó una emboscada terrible. Le dio todo, belleza, inteligencia, amor, la elevó al cargo máximo que podía aspirar y allí, desde la cima misma se le derrumbó la montaña en la que estaba parada. Sé que ella va a seguir, pero no quisiera estar bajo su piel. La injusticia es tan enorme que no lo puedo soportar en el pensamiento. Me gustaría poder estar al lado de ella y cuidarla, y ayudarla como a una hermana del alma. Qué daría por poder hacerlo. Daría todo por estar a su lado y compartir con ella su dolor. Pero estar acá ya no me sirve a mí como antes.
Necesito cambiar de aire y volver la mirada hacia mi vida doméstica, sin estar corriendo porque el blog me llama. Tengo mucho para hacer, afortunadamente. De cualquier manera mi marido se encargará de tenerme al tanto de lo que pase en la blogosfera. En cualquier momento aparezco de nuevo.
Esto no es una despedida. Es una simple explicación por si el que entra a mi blog se extraña de que los posteos no son frecuentes como eran.
¡Hasta la victoria, Néstor!