Lo primero es ver si se acerca demasiado a los objetos más lejanos. Pero no confundirse, porque los chicos de vista normal ven bien muy cerca, algo que van perdiendo los adultos. Puede ser que el niño sea un detallista y le guste observar las cosas más de cerca. Hay que ver si lo hace todo el tiempo o si lo hace algunas veces, si alguna vez puede quedarse lejos del televisor cuando mira algún programa, o si siempre se acerca.
Antes de proseguir tengo la obligación de llamar la atención a los padres que les dicen a sus hijos que no se acerquen tanto al televisor porque hace mal a la vista. Éste hecho me enfurece. El televisor no le hace nada a la vista, ni cerca ni lejos. Ésto es un mito. Por favor, encima de que no llevan a los chicos a solucionar su problema, los torturan alejándolos de los objetos que desean ver. Los chicos se acercan para ver bien, no les hagan la vida más difícil. Déjenlos acercarse que no pasa nada. No los torturen.
El niño que tiene una miopía importante se levanta del asiento y se acerca para mirar al pizarrón o al televisor. Mira los libros de cuento poniendo la nariz encima del texto. Dibuja con el papel contra su cara. Si es muy pequeño, veremos que se arrodilla en la silla para poner el cuerpo sobre la mesa para dibujar.
La cercanía a los objetos sirve para sospechar una miopía, pero, cuando los chicos no ven bien de cerca, pueden tener hipermetropía. Si un chico se aleja del libro para verlo mejor, entonces es posible que sea hipermétrope.
Signos de posible problema visual.
El chico que se inicia en la escuela y por varios días no escribe nada en su cuaderno.
Parece distraído.
Parece que no atiende.
Parece que no escucha.
Conversa con los compañeros e interrumpe la clase si es un chico alegre.
No tiene comunicación con sus compañeros, se aisla y resulta antipático, y es un chico triste.
Se pone a hacer dibujitos que no tienen nada que ver con la clase.
Si es miope puede resultar un alumno muy bueno, siempre que se siente en la primera fila. Le gusta leer y estudia mucho. Pero no le gusta participar de los deportes, no se hace amigo de los compañeros. Empieza a ser mirado con desconfianza porque siempre obedece a la maestra y nunca participa en ningún lío, ni tiene problemas de conducta.
Es obsesivo con sus pertenencias. Tiene todo ordenado y limpio. No se olvida nada, no pierde ningún objeto. Muchas veces no es solidario, no le gusta prestar sus cosas.
Si es hipermétrope le resulta difícil hacer la tarea, prefiere las actividades deportivas, se relaciona mejor con su cuerpo, le gusta correr y ve perfectamente a la distancia.
TODOS LOS CHICOS TIENEN QUE IR AL OCULISTA TODOS LOS AÑOS, no sólo una vez. En cualquier momento aparece un problema refractivo porque eso está en la genética. Algunos chicos a los seis años tienen una vista perfecta, pero a los ocho años ya tienen miopía. La miopía empieza en cualquier momento de la vida hasta los veinte años, y continúa agregándose hasta los 30.
Pero es importante detectar los problemas refractivos en la niñez temprana, cuando se desarrolla la personalidad. Un miope puede transformarse en un neurótico obsesivo, que por ver solamente lo que está muy cerca, empieza a adaptar su personalidad a esas situaciones. Empieza por preocuparse por dejar sus pantuflas derechitas al lado de su cama y termina por pelearse con sus hermanos porque le patearon los pantuflas.
Hace unos años, cuando la medicina no estaba tan avanzada y los chicos no iban al oculista, los miopes tratados tardíamente no tenían los ojos suficientemente estimulados y no alcanzaban nunca la visión normal. Era común ver al miope asociado a una personalidad obsesiva.
Las observaciones que hice a través de cuatro décadas, me permiten decir que la miopía tenía mucho que ver con la personalidad. Me refiero a miopes de mucha graduación. La mayoría estaba lleno de resentimiento hacia sus padres y hacia el mundo, todos los habían defraudado, no habían tenido suerte, eran monotemáticos y detallistas, fanáticos en cuestiones sin importancia. Conocí muchas personas que aburrían a su familia con su permanente reclamo de atención.
En cambio los fuertemente hipermétropes eran todo lo contrario. Escuchaban todas las críticas. Apenas si se miraban al espejo. Se hacían cargo de los demás. Soportaban todo tipo de agresiones, siempre conciliadores, bonachones. Un poco desprolijos, solían no saber dónde dejaron sus cosas, vivían olvidándose la lapicera o perdiendo los documentos.
Hablo en tiempo pasado porque hoy mejoraron mucho las cosas. Hay mucha difusión de la psicología y los padres que pueden se ocupan mucho de sus hijos. Los anteojos de hoy son más efectivos, y para los casos de mayor graduación hay lentes de contacto que le permiten sentirse como si no tuvieran problemas refractivos.
Pero igualmente subsiste el tema de los chicos que no son detectados en la infancia con los problemas visuales.
Como ilustración voy a copiar el comentario 4 que hizo el amigo Carpe Diem en el post "Por qué ..."
Eva:
Cuando empecé el secundario descubrí de golpe que no veía con claridad lo que escribían en el pizarrón. Como ser "un cuatro ojos" me horrorizaba (y me condenaba la la exclusión futbolera) no le dije nada a nadie. Pase de ser abanderado en la primaria a cuatro de copas en la secundaria, donde me defendía con las materias de libros (historia, idioma, etc.), pero capoté definitivamente con las exactas, que se dirimían en el pizarrón. Tuve un secundario desastroso sin que nadie se diera cuenta de que era miope. Y cada vez veía peor. Ya en la universidad y cuando gane mi primer dinero me compré lentes de contacto, y acepté tener como suplentes unos anteojos. Pero el mal estaba hecho. No sabes lo que me jodió en términos de estudio, de relación con los demás y en la vida diaria no ver un joraca (6 dioptrías tenía que usar). Todavía no entiendo como mis viejos no se dieron cuenta.
Antes de proseguir tengo la obligación de llamar la atención a los padres que les dicen a sus hijos que no se acerquen tanto al televisor porque hace mal a la vista. Éste hecho me enfurece. El televisor no le hace nada a la vista, ni cerca ni lejos. Ésto es un mito. Por favor, encima de que no llevan a los chicos a solucionar su problema, los torturan alejándolos de los objetos que desean ver. Los chicos se acercan para ver bien, no les hagan la vida más difícil. Déjenlos acercarse que no pasa nada. No los torturen.
El niño que tiene una miopía importante se levanta del asiento y se acerca para mirar al pizarrón o al televisor. Mira los libros de cuento poniendo la nariz encima del texto. Dibuja con el papel contra su cara. Si es muy pequeño, veremos que se arrodilla en la silla para poner el cuerpo sobre la mesa para dibujar.
La cercanía a los objetos sirve para sospechar una miopía, pero, cuando los chicos no ven bien de cerca, pueden tener hipermetropía. Si un chico se aleja del libro para verlo mejor, entonces es posible que sea hipermétrope.
Signos de posible problema visual.
El chico que se inicia en la escuela y por varios días no escribe nada en su cuaderno.
Parece distraído.
Parece que no atiende.
Parece que no escucha.
Conversa con los compañeros e interrumpe la clase si es un chico alegre.
No tiene comunicación con sus compañeros, se aisla y resulta antipático, y es un chico triste.
Se pone a hacer dibujitos que no tienen nada que ver con la clase.
Si es miope puede resultar un alumno muy bueno, siempre que se siente en la primera fila. Le gusta leer y estudia mucho. Pero no le gusta participar de los deportes, no se hace amigo de los compañeros. Empieza a ser mirado con desconfianza porque siempre obedece a la maestra y nunca participa en ningún lío, ni tiene problemas de conducta.
Es obsesivo con sus pertenencias. Tiene todo ordenado y limpio. No se olvida nada, no pierde ningún objeto. Muchas veces no es solidario, no le gusta prestar sus cosas.
Si es hipermétrope le resulta difícil hacer la tarea, prefiere las actividades deportivas, se relaciona mejor con su cuerpo, le gusta correr y ve perfectamente a la distancia.
TODOS LOS CHICOS TIENEN QUE IR AL OCULISTA TODOS LOS AÑOS, no sólo una vez. En cualquier momento aparece un problema refractivo porque eso está en la genética. Algunos chicos a los seis años tienen una vista perfecta, pero a los ocho años ya tienen miopía. La miopía empieza en cualquier momento de la vida hasta los veinte años, y continúa agregándose hasta los 30.
Pero es importante detectar los problemas refractivos en la niñez temprana, cuando se desarrolla la personalidad. Un miope puede transformarse en un neurótico obsesivo, que por ver solamente lo que está muy cerca, empieza a adaptar su personalidad a esas situaciones. Empieza por preocuparse por dejar sus pantuflas derechitas al lado de su cama y termina por pelearse con sus hermanos porque le patearon los pantuflas.
Hace unos años, cuando la medicina no estaba tan avanzada y los chicos no iban al oculista, los miopes tratados tardíamente no tenían los ojos suficientemente estimulados y no alcanzaban nunca la visión normal. Era común ver al miope asociado a una personalidad obsesiva.
Las observaciones que hice a través de cuatro décadas, me permiten decir que la miopía tenía mucho que ver con la personalidad. Me refiero a miopes de mucha graduación. La mayoría estaba lleno de resentimiento hacia sus padres y hacia el mundo, todos los habían defraudado, no habían tenido suerte, eran monotemáticos y detallistas, fanáticos en cuestiones sin importancia. Conocí muchas personas que aburrían a su familia con su permanente reclamo de atención.
En cambio los fuertemente hipermétropes eran todo lo contrario. Escuchaban todas las críticas. Apenas si se miraban al espejo. Se hacían cargo de los demás. Soportaban todo tipo de agresiones, siempre conciliadores, bonachones. Un poco desprolijos, solían no saber dónde dejaron sus cosas, vivían olvidándose la lapicera o perdiendo los documentos.
Hablo en tiempo pasado porque hoy mejoraron mucho las cosas. Hay mucha difusión de la psicología y los padres que pueden se ocupan mucho de sus hijos. Los anteojos de hoy son más efectivos, y para los casos de mayor graduación hay lentes de contacto que le permiten sentirse como si no tuvieran problemas refractivos.
Pero igualmente subsiste el tema de los chicos que no son detectados en la infancia con los problemas visuales.
Como ilustración voy a copiar el comentario 4 que hizo el amigo Carpe Diem en el post "Por qué ..."
Eva:
Cuando empecé el secundario descubrí de golpe que no veía con claridad lo que escribían en el pizarrón. Como ser "un cuatro ojos" me horrorizaba (y me condenaba la la exclusión futbolera) no le dije nada a nadie. Pase de ser abanderado en la primaria a cuatro de copas en la secundaria, donde me defendía con las materias de libros (historia, idioma, etc.), pero capoté definitivamente con las exactas, que se dirimían en el pizarrón. Tuve un secundario desastroso sin que nadie se diera cuenta de que era miope. Y cada vez veía peor. Ya en la universidad y cuando gane mi primer dinero me compré lentes de contacto, y acepté tener como suplentes unos anteojos. Pero el mal estaba hecho. No sabes lo que me jodió en términos de estudio, de relación con los demás y en la vida diaria no ver un joraca (6 dioptrías tenía que usar). Todavía no entiendo como mis viejos no se dieron cuenta.