Los hipócritas nos han robado las mejores palabras, los actos más sentidos. Frente a la muerte, hemos visto tanta hipocresía, que sentimos pudor por expresar nuestros sinceros sentimientos de duelo.
Los militares y sus secuaces nos han robado la palabra "Patria" y a la Patria le decimos "País". Los que le robaron al pueblo mintiéndole nos han robado la palabra "Pueblo" y al pueblo le decimos "la gente". Las nuevas generaciones ha recuperado la palabra "novio-novia", la que habíamos perdido los de nuestra generación (de los 60-70), por el uso conservador e hipócrita que se daba en esos tiempos al término. En lugar de decir "está de novia con...", decíamos "anda con", o "se metió con". Tampoco queríamos usar la palabra "esposa" y le decíamos "mi mujer" o "mi compañera", y la palabra "marido" fatalmente la reemplazábamos por "mi compañero".
Las generaciones de hipócritas han sellado miserablemente con discursos mentirosos la vida de grandes hombres, dichos frente a la tumba. El gran Discépolo explicó con sus versos como nadie que "se prueban la ropa que vas a dejar". Hace poco fuimos testigos de la gran hipocresía que se demostró frente a la tumba nueva de Alfonsín, y el rédito político que se sacó de su muerte, lanzando a su hijo, mera caricatura del padre, a lograr alguna confusión en el votante y votar por su padre como por una candidatura testimonial de pura cepa, igual que hace la hija de Rucci con su padre.
Nosotros sentimos de verdad la muerte de Mario Benedetti.
Transcribo el comentario que le hice al homenaje de Gerardo Fernández en su post de hoy de Tirando al Medio:
Los hipócritas no nos roben los homenajes sinceros!!!
Cada vez que ocurre una muerte significativa, procuramos tomar distancia de los modos hipócritas y buscamos encontrar la fórmula para expresar nuestros sentimientos sin parecernos a ellos. Hagámoslo, con orgullo.
"Un montículo de tierra sobre los restos mortales de un hombre, fue el primer monumento humano" El ser humano se constituyó por la conciencia, y la conciencia empezó por reconocer la finitud de la vida. Decir con tristeza adiós al que se va, es un acto que nos constituye en humanos.
"La vida, en los estrechos límites que la naturaleza ha asignado al hombre, es pasajera. Pero la especie humana se perpetúa hace mil siglos, dejando tras sí, entre el humo de las generaciones que se disipan en el espacio, una corriente de chispas que brillan un momento, y pueden, según su intensidad y duración, convertirse en luminares, en llama viva, en rayos perpetuos de luz, que pasen de una a otra generación, y se irradien de un pueblo a otro, de un siglo a otro siglo" "Hay, pues, una inmortalidad humana que se adquiere por el genio."
No somos ajenos a un fenómeno tan extrordinario como la inmortalidad del genio. El día en que el genio abandona la vida física, le hacemos homenaje a su vida que se ha cerrado para inmortalizarse, y por extensión para dar sentido a todas las vidas que no tenemos ese mismo genio.
El dia en que muere un genio, contemplamos absortos cómo la vida se alza sobre la muerte, cómo la sepultura no sepulta la trascendencia humana.
(las citas con comillas, son del discurso de Sarmiento en la inauguración de la estatua de Belgrano que está en la Plaza de Mayo)