La frase "la Presidenta no escucha las urnas" repetida e impuesta como verdad, para soliviantar a la "oposición" y dar circo a un vulgo menospreciado desde las usinas de escoria comunicativa, no es más que eso que acabo de relatar, un mero cliché, un rótulo bastardo muy lejos de la verdad, que no tiene que ver ni con el oído ni con las urnas. Ahora pretenden "reconocer" que la Presidenta escuchó por fin a las urnas y produjo entonces el cambio que se está viendo. Este es un cambio de estrategia en Economía -que refuerce y asegure el rumbo económico- y también un cambio en el modo de conducción política. Aún sin elecciones, este cambio se venía igual, tal cual como se está dando.
Hace falta entender qué cambia y qué no cambia, y por qué.
En Economía cambia la estrategia, no cambia el rumbo sino todo lo contrario. El cambio de estrategia es para reasegurar el rumbo. El modelo se basa en la incentivación del mercado interno -además de otras cosas- pero es este punto básico, el que no se negocia. Este es el punto central, adonde apunta la teoría keynesiana. Esta teoría económica revierte la pirámide neoliberal que supone el derrame del comercio exterior sobre el mercado interno para que aparezcan consumidores internos, y la cambia en el fomento del consumo interno para impulsar la industria. De este modo ubica al consumidor como el eje del mecanismo disparador de la Economía, en lugar de considerarlo como un problema lastre.
No cambia el papel del Estado en las políticas públicas, sino que se redobla la apuesta. Es evidente que la Presidenta consideró que la estrategia anterior tenía el ciclo agotado y puso en funcionamiento otra estrategia política cambiaria, monetaria y crediticia, para lo cual necesitó un recambio de funcionarios que aportaron un nuevo mecanismo para enfrentar los problemas de disminución de las reservas y evolución de los precios.
En cuanto al cambio político que observamos, impacta el estreno de un Jefe de Ministros de papel activo según el rol asignado por la Constitución que creó ese cargo. Esto aparenta una disminución de la concentración de poder de la Presidenta, pero esto es nuevamente discutir conceptos con términos que nacieron de la conciencia opositora. Se trata de una nueva distribución de espacios de responsabilidad que nada cambian el poder presidencial que dirige y vigila celosamente el rumbo del modelo y monitorea los resultados de la estrategia.
Todos estos cambios vienen -de carambola- a dar vuelta los clichés bastardos y les cierran el ciclo de vida útil. Se les gastó la frase "la Presidenta no escucha las urnas" y "el poder está concentrado en una sola persona". Ni antes era así, ni ahora dejó de ser así. Van a tener que inventar una nueva frase detractora, pronto la leeremos en algún título del diario Clarín, y la escucheremos por loros solistas con varios rótulos partidarios que sólo confluyen para cantar en coro, y en la voz de los periodistas que se mantienen independientes de la independencia periodística.
Como siempre, vamos para adelante.
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