Antes que nada quiero afirmar ahora más que nunca que la Democracia es sagrada. Aún cuando resulte abusada y se revele impotente frente a los que la burlan con poder económico. El regimen democrático se basa en el voto universal. Pero eso no garantiza que la Democracia ponga en juego todas sus virtudes. No alcanza con el voto universal. Eso no justifica que perdamos la fe en ella. En el juego democrático está incluída la protesta social. Existe el derecho a huelga, y la manifestación pública se regula legalmente. Toda manifestación espontánea, no organizada y no tramitada legalmente corre el riesgo de ser considera desorden público y a la autoridad le asiste el derecho de represión. Y toda manifestación espontánea corre el riesgo de tener inflitrados que la desvirtúen y provoquen desmanes de los cuales harán cargo a todos los manifestantes, hasta los más honestos. Acá en Facebook hay demasiados compañeros que ilusionan una poblada que voltee a Macri como pasó con De La Rúa. Y todo el tiempo se largan consignas de cacerolazos por mensaje privado, de gentes incapaces de entender de qué se trata la cosa, demostrando una ingenuidad rayana en el delirio. Como la política nos tendió una trampa electoral, entonces algunos creen que el único camino es "salir a la calle". Si siguen en ese comportamiento van a terminar por desgastar la herramienta de comunicación inigualable que es la red social, que efectivamente podría convocarnos a una manifestación general si es organizada por referentes capaces de garantizar una concurrencia masiva. Todos conocemos los nombres de las personas que tienen la capacidad de convocar multitudes. Ninguna de ellas lo haría por mensaje privado. Muchos, demasiados, se preguntan cómo es que la gente "no reacciona". No tienen nada en claro qué significa reaccionar. Hay millones de personas impotentes sin ninguna posiblidad de injerencia en la realidad política. De eso se trata la Democracia. Sepan que "el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes". El que no tenga fe en la Democracia ha perdido su único sostén frente a la guerra. El que no tenga paciencia y conducta frente a la adversidad política, pierde su única esperanza real de una realidad favorable. Toda la energía y la indignación debe manifestarse en las redes sociales y nadie que no tenga poder de convocatoria basada en una autoridad merecida, debe intentar movlizar multitudes para fracasar y desalentar aún más a los que sufren. Basta de lo mismo. Basta.
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