Este post es la continuación del anterior. Para entenderlo hay que ver el video que está en el anterior y también leer los comentarios.
A Casta Diva,
lo que relatás es francamente un aquelarre, insoportable e insalubre, tanto para los maestros como para los alumnos. Tanto los maestros como los alumnos, son víctimas de una situación educativa problemática y compleja, que las autoridades estatales responsables en materia educativa no han sabido resolver, ni enfrentar con coraje e imaginación, ni siquiera mínimamente responder en algo a su responsabilidad.
El problema de la educación nacional, no es solamente argentino, sino mundial. Hay una falla global en la educación, en la capacidad de las Escuelas de llevar con éxito la tarea educativa. Lo que dice Robinson no es pavada, la escuela aniquila la creatividad, la hace polvo. La Educación tiene que revisar todos sus postulados, todos. No es posible contar con la inmovilidad de seres llenos de brío y hormonas, y esperar que se sienten a escuchar al maestro decir cosas que no les interesa escuchar.
Tampoco hay derecho a condenar a las personas a vivir experiencias como las que relatás, Casta Diva. Ni a condenar a los alumnos, que se rebelan contra la escuela de ese modo que describís, ni a las maestras, que han sido preparadas para tener una clase en silencio y orden, donde todos los alumnos permanezcan sentados y escuchando la clase.
Lo que falla es justamente esa propuesta de orden y quietud, que hoy ya no obedece a una realidad posible, que ayer fue posible gracias a un sistema represivo estilo militarista que tenía la escuela, y gracias también, a la connivencia en la brutalidad, de una familia que comenzaba la tarea represiva en la educación del hogar, sometiendo a los chicos a un regimen despótico, compartido por todos los adultos que lo rodeaban, vecinos, otras familias. Ser un chico, en muchos casos fue un castigo, o un modo de aprender la hipocresía y la mentira a la que nos obligaba el sistema de mano dura paterno, adaptándonos al regimen opresivo para poder sortearlo y llegar a adultos, donde vendría la liberación soñada.
Esa es la historia que hemos vivido los que participamos del orden anterior. Claro, así, todos estudiábamos. Era mejor hacerlo, porque si no, lo que nos esperaba era peor: cachetadas, cinturonazos, rodillas sobre granos de maíz (escuelas de monjas), castigos y humillaciones, el gorro de burro, parados contra la pared, hacer "penitencia", ser nombrados por el apellido y tratados de usted, aunque tuviéramos seis años, quedarse parados cuando suena la campana derechitos sobre la baldosa en la que estábamos jugando, y pasar a formar fila y tomar distancia del compañero de adelante estirando el brazo, y así entrar en fila al aula: éramos conscriptos de un verdadero Ejército.´ Yo hubiera muerto antes de que me mandaran en penitencia contra la pared. Por eso me porté bien, asustada, en pánico permanente, era la alumna perfecta.
La Escuela ha fallado ayer y ahora más que antes, porque sin represión no puede nada. Hoy ya no puede poner en práctica el regimen represivo, porque repugna a los tiempos de libertad que vivimos. Pero la Escuela no ha encontrado la forma de conseguir la colaboración espontánea de los alumnos a una propuesta educativa, y supone que los niños y adolescentes van a prestar su conformidad motu propio, sin que hayan inventado algo para atraerlos. Los niños y los adolescentes no entienden de futuro, ellos viven el hoy. Somos los adultos los que tenemos que lograr su colaboración interesándolos en aprender. Claro que es difícil, pero no hay otra, o si no, lo que queda es asumir el fracaso de la Educación, que me parece que es lo que están haciendo los educadores, tirando la toalla.
Sería absurdo que los chicos fueran obligados a ir a un recital de un cantante que no les gusta. Pero van con gusto al que ellos eligen, y lo escuchan en silencio, y gritan de emoción y lloran y lo reverencian y lo aplauden. Pero los obligan a ir a la Escuela, a escuchar lo que dice un maestro, que lo aburre, que habla sobre asuntos que no les importan. ¨¿Qué hacer?¿Cómo hacer para que los alumnos vengan corriendo a la clase de matemáticas y escuchen en silencio, devotos, emocionados a la profesora de matemáticas exponiendo el valor de los ángulos opuestos por el vértice, alternos internos, conjugados, que forman dos paralelas cruzadas por una transversal?
Dejo abierta esta pregunta. ¿Cómo hacer? ¿Cómo hacer para que los ángulos que se forman cuando una transversal cruza a dos paralelas, sea un asunto atractivo, para un adolescente o un niño, una mañana cualquiera de invierno en la Escuela primaria o secundaria, en lugar de ser una tortura?
A mí, que soy profesora de matemática sui generis y ad honorem, que preparo alumnos frustrados y matemafóbicos, hijos de amigos que no dan pie con bola, a pedido de ellos como último recurso, a mí siempre se me ocurre algo con lo que atraer al chico a cualquier tema de matemática que le tengo que enseñar. NO me permito enseñar abstractamente a quien no muestra entendimiento natural. Entendí, de una vez y para siempre, que la falta de conexión con lo abstracto matemático, es el problema, y es lo que le pasa a la mayor parte del género humano, siendo una minoría los que no les pasa eso.´
Los chicos que entienden matemáticas por ósmosis, tienen una capacidad propia de conectarse con la abstracción, que no los hace mejores que otros chicos, simplemente se conectan con lo abstracto. No es común esa conexión, como no es común la capacidad de tocar música de oído en un instrumento. Tampoco cualquiera puede aprender el ajedrez. Es un misterio para mí. Aprendo las reglas, pero no le veo la gracia, no entiendo nada. Y sin embargo, me conecté con la matemática aceitadamente como algo simple, llano, y bello.
Al alumno que enseño, primero le muestro una problemática que se puede dar en la vida real. A veces le cuento algun cuento fantástico de la antigüedad para dar lugar al nacimiento de una operación como la trigonometría por ejemplo. Que un tipo estaba recostado en el tronco de un árbol, al lado de una altísima torre, y se preguntaba cuál será la altura de la torre, y pasando el mediodía la sombra de la torre y la del árbol coincidieron superponiéndose, entonces vió dos triángulos imaginarios formados por la torre y su sombra que contenía al triángulo formado por el àrbol y su sombra, y ´se le prendió la lamparita y dijo "si yo puedo medir la altura del árbol y la distancia del árbol a la torre, entonces puedo saber exactamente cuál es la altura de la torre por más alta que sea. Y los chicos muestran en su cara la gratitud, de haber salido de ese universo de cosas incomprensibles al mundo real, donde un ángulo es el ángulo que forma la mirada del marinero del barco con el ancho del río de costa a costa y así sabremos el largo del puente que se cruza sobre el río. Y uno me llegó a decir "què fantásticas las Tablas Trigonométricas", después de haber querido abandonar el secundario.
Si no hay posiblidad de hacer atractiva la enseñanza, entonces no vale la pena enseñar, porque se logra lo contrario de lo que se propone en la enseñanza, domesticar o formar idiotas. Los seres preparados para la libertad, tienen que dar su aprobación para todo lo que van a participar.
La crítica a la familia que hace la Escuela, me parece que no corresponde. La Escuela tiene que tomar el elemento que recibe como es y hacer lo que pueda con él sin quejarse, en lugar de pretender que le cambien el elemento. Un niño tiene que tener la oportunidad en la Escuela que no le dan en la casa. En todo caso, la que tiene que cambiar es la Escuela.
¿Y qué es la Escuela? Es la institución que representa al Estado en una especie de protectorado o tutelaje de los menores, por encima de la patria potestad de los padres, para educar a los niños de la sociedad nacional, a afrontar tanto los desafíos de la vida individual de los derechos y las obligaciones, como la colectiva, para lo cual se necesitan conocimientos, en materia de lenguaje para la comunicación efectiva en el idioma hablado y escrito, humanísticos para la comprensión de la realidad presente e histórica, científicos de las ciencias duras, desde los elementales hasta los más complejos que estén en condiciones de adquirir según la edad, para que adquieran independencia y responsabillidad sobre su vida y la de los demás.
El Estado debe suplantar a los padres en todos los defectos que tengan, y la Escuela es el lugar, no hay otro. La Escuela debe encontrar el camino para superar estos escollos y no convertir en un infierno la vida de todos. Los maestros no tienen la culpa. La tienen las autoridades que dirigen la Institución a nivel oficial. Ellos son los responsables. A ellos hay que calificarlos mal si los estudiantes no estudian. Ellos no tienen imaginación, no tienen emoción, no sienten el desafío de los tiempos, no les corre la sangre por las venas, no se mueren de amor por los niños y los jóvenes.
Por otro lado: ¿qué hacemos para que el maestro tenga ganas de educar, si el portero del edificio donde vive gana el triple de lo que él gana? Empecemos por ahí. Las políticas de estado, han devaluado al maestro, al profesor. No hay posiblidad en la sociedad actual, que haya individuos llamados al sacerdocio de la enseñanza sin recibir un sueldo que esté de acuerdo con la tarea enorme a realizar. Y no pueden haber clases numerosas como las que describiste Casta Diva. Así, nada es posible.
¿Cuánto saben las autoridades de la Educación Popular? ¿Habrá leído alguno a Sarmiento? ¿Lo habrán superado porque no sirve, o lo han ignorado? Cuando he preguntado a los maestros y maestras que tuvo mi hijo, si habían leído el libro Educación Popular de Sarmiento, nadie me dijo nunca que lo leyó. Es más, cuando yo lo busqué estaba agotado, y lo tenía una librería especialista en las obras de Sarmiento, en Libertad entre Lavalle y Corrientes. Lo compré y me lo devoré. Ahí, aunque no lo crean, están muchas de las soluciones que hoy necesitaríamos. Pero nadie lo lee. Nadie lo conoce.
Nadie sabe que Sarmiento propone como meta ineludible, el captar el interés de los alumnos y propone métodos que asombran el día de hoy. Trae de Francia la figura del Monitor. El Monitor era un alumno destacado que se hace cargo de un grupo de compañeros. En la clase hay varios grupos y monitores. Todos los alumnos pertenecen a algún grupo y tienen su Monitor. Y cada progreso de los miembros del grupo, puede hacer cambiar al Monitor y reemplazarlo por otro que alcanzó más mérito. Se establece una competencia dinámica por el aprendizaje, y eso hace del aprendizaje una cuestión de responsabilidad mutua de los propios alumnos.
Lo que describe Sarmiento de la función del grupo y su Monitor, es de una dinámica magnífica, que incluye movimientos físicos y traslados de asiento, cambio de Monitores entre los grupos, cambios de grupos de algunos que pasan a otro, los Monitores están en colaboración con el maestro en el pizarrón. Todo es movimiento y algarabía, juego y diversión.
Sarmiento significó la Escuela positivista, pero luergo vino el idealismo prorreligioso y místico, y borró de un plumazo la figura del Monitor, y la volvió la antipática figura del "traga" y "chupamedia" que borraba el pizarrón e iba a la bandera. Todavía en mi època, se conservaba el nombre de Monitor, pero solamente para unos cuadernillos de papel para escribir que vendía una papelera.
Sarmiento también explicó el regimen autofinanciado de la Educación Popular, a la cual no debía tener acceso ninguna otra institución del Estado. Aseguraba los ingresos altos de los maestros, y la calidad edilicia. En la Ley 1420 estaba todo eso. Pero al poco tiempo, enseguida el Estado echó mano a los fondos de las Escuelas, y se acabó la independencia y autofinanciación. ¿Por qué escondieron y sepultaron el libro Educación Popular?
A Casta Diva,
lo que relatás es francamente un aquelarre, insoportable e insalubre, tanto para los maestros como para los alumnos. Tanto los maestros como los alumnos, son víctimas de una situación educativa problemática y compleja, que las autoridades estatales responsables en materia educativa no han sabido resolver, ni enfrentar con coraje e imaginación, ni siquiera mínimamente responder en algo a su responsabilidad.
El problema de la educación nacional, no es solamente argentino, sino mundial. Hay una falla global en la educación, en la capacidad de las Escuelas de llevar con éxito la tarea educativa. Lo que dice Robinson no es pavada, la escuela aniquila la creatividad, la hace polvo. La Educación tiene que revisar todos sus postulados, todos. No es posible contar con la inmovilidad de seres llenos de brío y hormonas, y esperar que se sienten a escuchar al maestro decir cosas que no les interesa escuchar.
Tampoco hay derecho a condenar a las personas a vivir experiencias como las que relatás, Casta Diva. Ni a condenar a los alumnos, que se rebelan contra la escuela de ese modo que describís, ni a las maestras, que han sido preparadas para tener una clase en silencio y orden, donde todos los alumnos permanezcan sentados y escuchando la clase.
Lo que falla es justamente esa propuesta de orden y quietud, que hoy ya no obedece a una realidad posible, que ayer fue posible gracias a un sistema represivo estilo militarista que tenía la escuela, y gracias también, a la connivencia en la brutalidad, de una familia que comenzaba la tarea represiva en la educación del hogar, sometiendo a los chicos a un regimen despótico, compartido por todos los adultos que lo rodeaban, vecinos, otras familias. Ser un chico, en muchos casos fue un castigo, o un modo de aprender la hipocresía y la mentira a la que nos obligaba el sistema de mano dura paterno, adaptándonos al regimen opresivo para poder sortearlo y llegar a adultos, donde vendría la liberación soñada.
Esa es la historia que hemos vivido los que participamos del orden anterior. Claro, así, todos estudiábamos. Era mejor hacerlo, porque si no, lo que nos esperaba era peor: cachetadas, cinturonazos, rodillas sobre granos de maíz (escuelas de monjas), castigos y humillaciones, el gorro de burro, parados contra la pared, hacer "penitencia", ser nombrados por el apellido y tratados de usted, aunque tuviéramos seis años, quedarse parados cuando suena la campana derechitos sobre la baldosa en la que estábamos jugando, y pasar a formar fila y tomar distancia del compañero de adelante estirando el brazo, y así entrar en fila al aula: éramos conscriptos de un verdadero Ejército.´ Yo hubiera muerto antes de que me mandaran en penitencia contra la pared. Por eso me porté bien, asustada, en pánico permanente, era la alumna perfecta.
La Escuela ha fallado ayer y ahora más que antes, porque sin represión no puede nada. Hoy ya no puede poner en práctica el regimen represivo, porque repugna a los tiempos de libertad que vivimos. Pero la Escuela no ha encontrado la forma de conseguir la colaboración espontánea de los alumnos a una propuesta educativa, y supone que los niños y adolescentes van a prestar su conformidad motu propio, sin que hayan inventado algo para atraerlos. Los niños y los adolescentes no entienden de futuro, ellos viven el hoy. Somos los adultos los que tenemos que lograr su colaboración interesándolos en aprender. Claro que es difícil, pero no hay otra, o si no, lo que queda es asumir el fracaso de la Educación, que me parece que es lo que están haciendo los educadores, tirando la toalla.
Sería absurdo que los chicos fueran obligados a ir a un recital de un cantante que no les gusta. Pero van con gusto al que ellos eligen, y lo escuchan en silencio, y gritan de emoción y lloran y lo reverencian y lo aplauden. Pero los obligan a ir a la Escuela, a escuchar lo que dice un maestro, que lo aburre, que habla sobre asuntos que no les importan. ¨¿Qué hacer?¿Cómo hacer para que los alumnos vengan corriendo a la clase de matemáticas y escuchen en silencio, devotos, emocionados a la profesora de matemáticas exponiendo el valor de los ángulos opuestos por el vértice, alternos internos, conjugados, que forman dos paralelas cruzadas por una transversal?
Dejo abierta esta pregunta. ¿Cómo hacer? ¿Cómo hacer para que los ángulos que se forman cuando una transversal cruza a dos paralelas, sea un asunto atractivo, para un adolescente o un niño, una mañana cualquiera de invierno en la Escuela primaria o secundaria, en lugar de ser una tortura?
A mí, que soy profesora de matemática sui generis y ad honorem, que preparo alumnos frustrados y matemafóbicos, hijos de amigos que no dan pie con bola, a pedido de ellos como último recurso, a mí siempre se me ocurre algo con lo que atraer al chico a cualquier tema de matemática que le tengo que enseñar. NO me permito enseñar abstractamente a quien no muestra entendimiento natural. Entendí, de una vez y para siempre, que la falta de conexión con lo abstracto matemático, es el problema, y es lo que le pasa a la mayor parte del género humano, siendo una minoría los que no les pasa eso.´
Los chicos que entienden matemáticas por ósmosis, tienen una capacidad propia de conectarse con la abstracción, que no los hace mejores que otros chicos, simplemente se conectan con lo abstracto. No es común esa conexión, como no es común la capacidad de tocar música de oído en un instrumento. Tampoco cualquiera puede aprender el ajedrez. Es un misterio para mí. Aprendo las reglas, pero no le veo la gracia, no entiendo nada. Y sin embargo, me conecté con la matemática aceitadamente como algo simple, llano, y bello.
Al alumno que enseño, primero le muestro una problemática que se puede dar en la vida real. A veces le cuento algun cuento fantástico de la antigüedad para dar lugar al nacimiento de una operación como la trigonometría por ejemplo. Que un tipo estaba recostado en el tronco de un árbol, al lado de una altísima torre, y se preguntaba cuál será la altura de la torre, y pasando el mediodía la sombra de la torre y la del árbol coincidieron superponiéndose, entonces vió dos triángulos imaginarios formados por la torre y su sombra que contenía al triángulo formado por el àrbol y su sombra, y ´se le prendió la lamparita y dijo "si yo puedo medir la altura del árbol y la distancia del árbol a la torre, entonces puedo saber exactamente cuál es la altura de la torre por más alta que sea. Y los chicos muestran en su cara la gratitud, de haber salido de ese universo de cosas incomprensibles al mundo real, donde un ángulo es el ángulo que forma la mirada del marinero del barco con el ancho del río de costa a costa y así sabremos el largo del puente que se cruza sobre el río. Y uno me llegó a decir "què fantásticas las Tablas Trigonométricas", después de haber querido abandonar el secundario.
Si no hay posiblidad de hacer atractiva la enseñanza, entonces no vale la pena enseñar, porque se logra lo contrario de lo que se propone en la enseñanza, domesticar o formar idiotas. Los seres preparados para la libertad, tienen que dar su aprobación para todo lo que van a participar.
La crítica a la familia que hace la Escuela, me parece que no corresponde. La Escuela tiene que tomar el elemento que recibe como es y hacer lo que pueda con él sin quejarse, en lugar de pretender que le cambien el elemento. Un niño tiene que tener la oportunidad en la Escuela que no le dan en la casa. En todo caso, la que tiene que cambiar es la Escuela.
¿Y qué es la Escuela? Es la institución que representa al Estado en una especie de protectorado o tutelaje de los menores, por encima de la patria potestad de los padres, para educar a los niños de la sociedad nacional, a afrontar tanto los desafíos de la vida individual de los derechos y las obligaciones, como la colectiva, para lo cual se necesitan conocimientos, en materia de lenguaje para la comunicación efectiva en el idioma hablado y escrito, humanísticos para la comprensión de la realidad presente e histórica, científicos de las ciencias duras, desde los elementales hasta los más complejos que estén en condiciones de adquirir según la edad, para que adquieran independencia y responsabillidad sobre su vida y la de los demás.
El Estado debe suplantar a los padres en todos los defectos que tengan, y la Escuela es el lugar, no hay otro. La Escuela debe encontrar el camino para superar estos escollos y no convertir en un infierno la vida de todos. Los maestros no tienen la culpa. La tienen las autoridades que dirigen la Institución a nivel oficial. Ellos son los responsables. A ellos hay que calificarlos mal si los estudiantes no estudian. Ellos no tienen imaginación, no tienen emoción, no sienten el desafío de los tiempos, no les corre la sangre por las venas, no se mueren de amor por los niños y los jóvenes.
Por otro lado: ¿qué hacemos para que el maestro tenga ganas de educar, si el portero del edificio donde vive gana el triple de lo que él gana? Empecemos por ahí. Las políticas de estado, han devaluado al maestro, al profesor. No hay posiblidad en la sociedad actual, que haya individuos llamados al sacerdocio de la enseñanza sin recibir un sueldo que esté de acuerdo con la tarea enorme a realizar. Y no pueden haber clases numerosas como las que describiste Casta Diva. Así, nada es posible.
¿Cuánto saben las autoridades de la Educación Popular? ¿Habrá leído alguno a Sarmiento? ¿Lo habrán superado porque no sirve, o lo han ignorado? Cuando he preguntado a los maestros y maestras que tuvo mi hijo, si habían leído el libro Educación Popular de Sarmiento, nadie me dijo nunca que lo leyó. Es más, cuando yo lo busqué estaba agotado, y lo tenía una librería especialista en las obras de Sarmiento, en Libertad entre Lavalle y Corrientes. Lo compré y me lo devoré. Ahí, aunque no lo crean, están muchas de las soluciones que hoy necesitaríamos. Pero nadie lo lee. Nadie lo conoce.
Nadie sabe que Sarmiento propone como meta ineludible, el captar el interés de los alumnos y propone métodos que asombran el día de hoy. Trae de Francia la figura del Monitor. El Monitor era un alumno destacado que se hace cargo de un grupo de compañeros. En la clase hay varios grupos y monitores. Todos los alumnos pertenecen a algún grupo y tienen su Monitor. Y cada progreso de los miembros del grupo, puede hacer cambiar al Monitor y reemplazarlo por otro que alcanzó más mérito. Se establece una competencia dinámica por el aprendizaje, y eso hace del aprendizaje una cuestión de responsabilidad mutua de los propios alumnos.
Lo que describe Sarmiento de la función del grupo y su Monitor, es de una dinámica magnífica, que incluye movimientos físicos y traslados de asiento, cambio de Monitores entre los grupos, cambios de grupos de algunos que pasan a otro, los Monitores están en colaboración con el maestro en el pizarrón. Todo es movimiento y algarabía, juego y diversión.
Sarmiento significó la Escuela positivista, pero luergo vino el idealismo prorreligioso y místico, y borró de un plumazo la figura del Monitor, y la volvió la antipática figura del "traga" y "chupamedia" que borraba el pizarrón e iba a la bandera. Todavía en mi època, se conservaba el nombre de Monitor, pero solamente para unos cuadernillos de papel para escribir que vendía una papelera.
Sarmiento también explicó el regimen autofinanciado de la Educación Popular, a la cual no debía tener acceso ninguna otra institución del Estado. Aseguraba los ingresos altos de los maestros, y la calidad edilicia. En la Ley 1420 estaba todo eso. Pero al poco tiempo, enseguida el Estado echó mano a los fondos de las Escuelas, y se acabó la independencia y autofinanciación. ¿Por qué escondieron y sepultaron el libro Educación Popular?