Me pasé la vida en contra de todos los Gobiernos, soy marxista, y con lo que hemos vivido no pude estar en otro lado del win.Pero un click se me hizo después que cayó De La Rúa y al Gobierno se lo empezaron a disputar entre peronistas que tiraban de la criatura como hicieron los conquistadores con Tupac Amaru. ¿Dónde están los otros? Me preguntaba yo. ¿Dónde está Lilita CArrió, los radicales, los lopezmorfistas, todos los otros?¿Qué pasa que sólo los peronistas están en condiciones de agarrar la bola de fuego, pararla con el pechito y meterla en el arco? “No te ilusiones, en este país sólo los peronistas saben construir poder”, me dijo un amigo que de política sabe un montonazo, y es el marxista más lúcido que hay en estas tierras. “Construir poder” me hubiera parecido en otro momento algo que así en seco no era un gran valor en sí mismo, porque podía servir tanto para la mafia como para el asalto al Palacio de Invierno. Pero en ese momento, significaba el oxígeno, salir del fondo, sacar la cabeza y volver a respirar. Y sucedió, y el “más negado” -Duhalde- fue el que construyó mejor, le cortó la luz a Rodriguez Saá que se escapó con pánico del área, y Duhalde pateó al arco y metió el gol. Ese petizo de cara contrahecha, que me hubiera cortado la mano antes de votar, nos metió la enema de la devaluación que nadie se animó a hacer antes, trajo a Lavagna, que le metió la enema de las retenciones al campo, y calladitos la boca todos seguimos caminando por este mundo, y pudimos seguir llamándonos argentinos. Y no sólo eso; después Duhalde eligió “el sucesor”: Kirchner. Y aquí estamos creyendo ahora que “nosotros” lo elegimos a Kirchner, creyendo que “nosotros” votamos a Cristina, como si hubiéramos tenido oportunidad de hacer otra cosa. Pobres ilusos somos, carne votante regalada. Apiojados, perdidos los ahorros, con las tierras del campo en remate, llegando los yankees a comprar el Banco Nación para hacer de él un Gran Hotel frente a la Casa de Gobierno. “Hijos nuestros” tienen que decir los peronistas del resto de los argentinos, que nos sentamos a esperar que ellos construyan poder para sacarnos a nosotros, los “honestos-republicanos-hombres de bien”, del barro más denso de la historia. Y ahora dicen que ellos, los peronistas, son “malos feos y sucios”, no les da vergüenza. No le da vergüenza a Lilita y los liliputienses montarse en el escenario de madera construído por “los compañeros” y querer desalojarlos. Apropiadores de poder ajeno.No les da vergüenza a los del campo, salvados de esa miseria a los que los arrojó el 1 a 1, venir ahora a querer levantar la nariz contra el tipo que los sacó del abismo. Que “gobierna el matrimonio”, que “qué hacen con mi plata”, que “el federalismo”. A esta hora no quedaba tierra con propietario argentino si no fuera por los peronistas.
No sólo desmemoriados, mentirosos, más bizcos que Kirchner, para mirar la política desde la platea y prenderle fuego al teatro porque sueñan con ser los “actores” de una obra que no les pertenece. Aprendan a construir poder señores, si pueden, porque en este país, como dice mi amigo, por ahora, sólo pueden gobernar los peronistas.
No sólo desmemoriados, mentirosos, más bizcos que Kirchner, para mirar la política desde la platea y prenderle fuego al teatro porque sueñan con ser los “actores” de una obra que no les pertenece. Aprendan a construir poder señores, si pueden, porque en este país, como dice mi amigo, por ahora, sólo pueden gobernar los peronistas.
Eva Row