
Y siempre supimos que eso no era del todo verdad. Que había personas que parecían normales teniendo kilos de más según esa fórmula, y otras que cumpliendo esa fórmula parecían en el límite del exceso. Pero siempre supimos, cualquiera lo sabe, que el peso está en relación a la altura.
En los últimos tiempos, la legislación de protección a las minorías, a los discapacitados, a ciertos enfermos, avanza en otorgar derechos, entre otros a la obesidad.
Es necesario entonces, establecer con rigor qué peso indica obesidad en cada persona. Para eso hace falta un número que salga de una fórmula científica. Hace falta establecer márgenes justos que permitan establecer quién es y quién no es, objeto de derecho en la materia obesidad.
Tomando en cuenta la enormidad de estadísticas con las que cuentan las Academias Médicas, se pudo establecer qué peso, en qué rango de pesos, se encuentra la normalidad para cada altura. Y por supuesto, también establecer las diferencias de tono en cada rango: mayor o menor sobrepeso, mayor o menor delgadez.
Esas estadísticas mostraron que los centímetros que acompañan al metro en la altura, no indican con precisión la realidad del peso normal. Los datos dicen que el peso normal de los más bajos, es proporcionalmente mayor que en los más altos.
Por ejemplo: se considera que una persona que mide 1,50 m tiene peso normal hasta los 56 kilos, en cambio, que una persona que mide 1, 95 comienza a tener sobrepeso desde los 95 kilos. Todo esto según el acuerdo y la consideración de los médicos, en la que entra el concepto de factor de riesgo para la salud.
Debió haber habido un problema político con estas cuestiones. Porque debe haber habido seguramente resistencias, sobre todo en los EEUU al avance de estas legislaciones de protección que afectan intereses privados y del Estado. No nos olvidemos que un enorme porcentaje de los habitantes de ese país padecen obesidad.
Deben haber habido amenazas de recurso de amparo de los empresarios y condena de parte de los ideólogos de que el Estado “achique sus gastos”, recusando la aptitud que alcanzaron los investigadores médicos para establecer científicamente un número o una fórmula que determine con rigor quién es y quién no es obeso.
La necesidad de que haya rigor en la identificación de un sujeto de derecho, para la ley es imprescindible. Por eso apareció el IMC, índice de Masa Corporal, número que sirve para determinar si el sujeto es o no es obeso, mirando en otra tabla que publica la OMS. ¿De dónde salió esa fòrmula?

Consiguieron hacerle creer a todos que la determinación de quién es obeso, no depende ni de un acuerdo ni de una calificación de los médicos, sino de una fórmula científica que se aplica con rigor y sin dudas para cada caso.
Tomaron las estadísticas y encontraron la manera de que una fórmula con apariencia de fruto de arduas investigaciones médicas, las reflejara. Apareció de pronto la fórmula del IMC, índice de masa corporal.
A los empresarios, políticos y legisladores, los impresiona ese nombre contundente, esa nueva entidad que refleja sin lugar a dudas un concepto novedoso en Medicina de Investigación.
La fòrmula del IMC tiene todas las propiedades de la de Einstein, sobre todo, porque tiene una elevación al cuadrado de una de sus variables. Pero aparece más compleja que la de Einstein, en la que el cuadrado se aplica a una constante que opera como factor (la velocidad de la luz). En la fórmula del IMC, el cuadrado se complica siendo una variable que aparece en el divisor, cosa que hace las cuentas más complicadas.
Para los que entendemos qué es una fórmula matemática, está claro que ésta fórmula establece una relación directa entre peso y altura, tan directa pero tan tonta, que ni siquiera puede incluir las pequeñas diferencias que la observación médica incluyó en sus conclusiones de las estadísticas. Y para establecer esas diferencias, se debe hacer desde afuera, con una indicación de acotamiento de los resultados. Si fuera una fórmula médica, el resultado diría directamente qué peso debería tener uno según su altura, y decirlo exactamente.
Se obtiene un número como resultado que no dice nada, por eso le pusieron un nombre rimbombante, para impresionar a los giles, como se dice en buen porteño. No dice nada más de lo que cualquiera sabe, hasta un chico. Que a mayor altura hay mayor peso. Que el peso depende de la altura.
Para los neófitos, esta fórmula del "IMC", con su nombre grandilocuente, les parecerá un hallazgo de la "Ciencia". Para los neófitos en matemáticas y en Medicina, esta fórmula les parecerá un hallazgo de la Medicina en la Rama de la Nutrición. Pero no. No es tal cosa. Los médicos lo saben.
En el artículo de Wikipedia que habla del IMC, se dice que el apellido del autor de la fórmula le ha puesto su nombre al índice, y como referencia al autor, se dice que es un "estadístico" y no aclara para nada que sea médico. Si lo fuera lo aclararía, creo yo. Es alguien que sabe hacer cuentas con números. Y no necesita saber nada de Medicina ni de Nutrición para hacer lo que hizo.
Y claro, la fórmula simple de Peso /Altura no sirve a los efectos gráficos y significativos para lo intuitivo, porque entre los distintos resultados las diferencias no son importantes.
Como lo que sirve para graficar es una sucesión de números que se expandan en el espectro de la numeración para cumplir una función elocuente, en lugar de concentrarse en un intervalo pequeño, hubo que elevar al cuadrado al denominador, cosa que no afecta la verdad de la relación, la cual sigue siendo que el peso depende de la altura. Es un mero artificio insignificante, técnico matemático, tan poco trascendente, que lo conoce cualquiera que sepa matemáticas.

Pero la cosa ha tenido consecuencias de otra índole. “Hay que establecer cuál es tu Indice de Masa Corporal”, dice ahora el médico nutricionista gravemente. No te pongas contento, ni creas que te van a aplicar la fórmula de la relatividad. Van a mirar la clasificación que hicieron los médicos observando casos, donde consta què peso tiene que tener cada quién, por experiencia médica.
Digamos que lo criterioso tuvo que encontrar su fetiche para poder imponerse legalmente. Que lo meramente criterioso ya no tiene cartel en la sociedad. Es necesario presentarle un fetiche que oculte con sus luces de colores el verdadero saber, que es el de la experiencia.
Digamos claro, el Indice de Masa Corporal es un número que sirve para poner en el ruedo la experiencia de los médicos, sin que se note esa operatoria.
La autora de este blog se preguntó por qué no podía encontrar una tabla de pesos y alturas, como hubo siempre, por qué todas las tablas fueron reemplazadas por el convite a realizar confusas operaciones de elevación al cuadrado y fracciones con denominadores que semejan a la fórmula de Einstein, con el cuadrado de la velocidad de la luz.
"Es para vosotros que sóis las ovejas de un rebaño, que guiamos nosotros los pastores, llevando a guisa de cayado el título universitario", se burlan ahora de nosotros.
Como la autora de este blog escapa siempre que puede a todo cayado, decidió hacer esa tabla, gracias al programa Excell, que hace las cuentas en un santiamén. Elevó al cuadrado todas las alturas desde 1,50 m hasta 2 m, luego encontró qué rango de peso correspondía a las numeraciones de IMC, y listo, ahí estaban los pesos de cada rango. Como son relaciones directas, no es necesario estar aplicando cada vez la fórmula, basta con una tabla.
Si IMC = peso /altura², → peso= IMC x altura²
Si tenemos los números del IMC que dice la OMS que son peso normal, sobrepeso, y peso deficiente, entonces sólo tenemos que poner los resultados en una tabla y darla a publicidad para que la gente sepa qué peso corresponde a su altura, sin necesidad ni de nombrar al IMC.
Y si vas al nutricionista, decile que ya sabés tu peso ideal por una tabla, que no necesita hacer ninguna cuenta, que no te quiera seducir con peces de colores.

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