Leé este texto-anzuelo. http://chn.ge/19hy7dghttp://chn.ge/19hy7dg y después de leerlo, volvé acá y seguí leyendo esto:
¿Qué te pasó? ¿Te dieron ganas de firmar la carta? Esperá un poco. Ahora te recomiendo considerar este texto como ejercicio intelectual, de lógica, de análisis y crítica del discurso, en abstracción de la temática que trata.
Fijáte cómo se fragua un texto con alevosía, para lograr un objetivo opuesto al que se declama, tal como el estafador arma el escenario en que el crédulo le prestará la colaboración para concretar la estafa. En este caso, la víctima es el lector. Curiosamente, doña María José Lubertino, exdirectora del Inadi, cayó en las redes y con un tuit, llama a firmar semejante operativo. Espero que mi reacción tuitera inmediata la haya llamado a la reflexión.
Este es el operativo de un machista que se disfraza de ecuánime, regulador de las demandas excesivas de las mujeres. Y les aconseja moderación. Su coartada es salir a criticar una publicidad realmente execrable que ridiculiza la lucha de la mujer por sus derechos simulando apoyo, pero mostrándola impiadosa y violenta y sobre todo, señalándola simétrica a la violencia machista. Dar por habilitada la veracidad de que el feminismo es violencia simétrica al machismo, es lo mismo que descalificar la lucha completamente. Y he aquí el objetivo final del operativo de esta carta, descalificar la lucha de la mujer.
La carta de este personaje que llama a firmarla, encuentra en la desprevenida Lubertino el primer pez que muerde el anzuelo. Pero...
Pero no terminé todavía de elaborar teorías. Podría ser que el que escribe la carta, lo único que busca es hacer que la publicidad de Irsa sea más efectiva. Y para eso también le sirve descalificar la lucha de la mujer.
Fijate que la publicidad llama a vengarse del varón y volverse más linda, gastando plata en todos los locales de ese shopping. De feminista no tiene nada la mujer que odia al macho que la dejó pero como única reacción se pone más linda para enganchar a otro macho. Esto es una provocación bastante denigratoria de la mujer, pero muy certera respecto de la mujer que esperan estos machos tener en casa, o que efectivamente tienen en casa: una boba tan boba que después de que la tiran vuelve a insistir en buscarse otro macho. Y sobre todo, que compre mucho en ese shopping para ponerse linda linda linda y boba boba boba.
Las feministas no queremos machos, queremos varones. Ya sea como pareja, como padre, como hermano, como hijo, como compañero de trabajo. Que el varón que nos toque en suerte tener cerca no sea un machista que nos arruine la vida. Eso queremos. Ni queremos tener madres machistas que nos enseñen a lavar los platos y vestirnos de rosa rococó con voladitos.
Si recibís este post por mail y querés comentar, no respondas a este correo. Escribí a evarow@gmail.com
¿Qué te pasó? ¿Te dieron ganas de firmar la carta? Esperá un poco. Ahora te recomiendo considerar este texto como ejercicio intelectual, de lógica, de análisis y crítica del discurso, en abstracción de la temática que trata.
Fijáte cómo se fragua un texto con alevosía, para lograr un objetivo opuesto al que se declama, tal como el estafador arma el escenario en que el crédulo le prestará la colaboración para concretar la estafa. En este caso, la víctima es el lector. Curiosamente, doña María José Lubertino, exdirectora del Inadi, cayó en las redes y con un tuit, llama a firmar semejante operativo. Espero que mi reacción tuitera inmediata la haya llamado a la reflexión.
Este es el operativo de un machista que se disfraza de ecuánime, regulador de las demandas excesivas de las mujeres. Y les aconseja moderación. Su coartada es salir a criticar una publicidad realmente execrable que ridiculiza la lucha de la mujer por sus derechos simulando apoyo, pero mostrándola impiadosa y violenta y sobre todo, señalándola simétrica a la violencia machista. Dar por habilitada la veracidad de que el feminismo es violencia simétrica al machismo, es lo mismo que descalificar la lucha completamente. Y he aquí el objetivo final del operativo de esta carta, descalificar la lucha de la mujer.
La carta de este personaje que llama a firmarla, encuentra en la desprevenida Lubertino el primer pez que muerde el anzuelo. Pero...
Pero no terminé todavía de elaborar teorías. Podría ser que el que escribe la carta, lo único que busca es hacer que la publicidad de Irsa sea más efectiva. Y para eso también le sirve descalificar la lucha de la mujer.
Fijate que la publicidad llama a vengarse del varón y volverse más linda, gastando plata en todos los locales de ese shopping. De feminista no tiene nada la mujer que odia al macho que la dejó pero como única reacción se pone más linda para enganchar a otro macho. Esto es una provocación bastante denigratoria de la mujer, pero muy certera respecto de la mujer que esperan estos machos tener en casa, o que efectivamente tienen en casa: una boba tan boba que después de que la tiran vuelve a insistir en buscarse otro macho. Y sobre todo, que compre mucho en ese shopping para ponerse linda linda linda y boba boba boba.
Las feministas no queremos machos, queremos varones. Ya sea como pareja, como padre, como hermano, como hijo, como compañero de trabajo. Que el varón que nos toque en suerte tener cerca no sea un machista que nos arruine la vida. Eso queremos. Ni queremos tener madres machistas que nos enseñen a lavar los platos y vestirnos de rosa rococó con voladitos.
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