Esta publicidad oficial nueva que aparece en el Canal Público, me inspiró a hacer este post sobre Malvinas. Que no te pase desapercibida. Es de tono optimista. Cambia el tradicional tono belicoso, grave y dramático al que estamos acostumbrados.
Trasunta que hay una decisión oficial al respecto. Y yo me pongo muy pero muy contenta. Porque el tema Malvinas no lo comparto en el modo de pensar general. Y nuevamente tengo que congraciarme con la calidad ideológica de las personas que nos gobiernan. Ojalá "prenda" este cambio y los mejores argentinos adquieran otro modo de ver el asunto Malvinas. A los exaltados nacionalistas no les va a caer muy bien.
Como te decía, por esa publicidad tuve otras ganas de hablar de Malvinas a calzón quitado. Y me fui a leer primero un poco de historia.
Ni me hubiera acordado de la Marcha de las Malvinas, si al leer no hubiera descubierto algo que no sabía: que esa marcha fue compuesta en 1939. Yo pensaba que había sido compuesta para propaganda de la Guerra. Pero aún después de enterarme, cuando fui a Youtube a recordarla, no la pude soportar. No me importa que fue escrita en 1939, para mí tiene un imponderable inconciente, una fobia.
Estoy sorprendida porque no tengo problemas con las marchas militares, porque amo la música y pienso que la música no tiene ideología ni tiene dueño. Pero ésta marcha, se ve que para mí tiene otro significado más recóndito e ingobernable.
Para darte un ejemplo, muchas veces discutí contra los que se oponen a que se toque a Wagner en Israel. Igual que Daniel Baremboim, yo creo que Wagner pudo haber sido el más antisemita, pero su música es bellísima y lo trasciende. Pero acá me topé con mi propio impedimento. No la soporto. Me hiela la sangre. Esa música la escuchábamos como una matraca, constantemente con cada comunicado por televisión. Me hace acordar a un tiempo loco, donde hasta mi mamá compró una bandera argentina y la puso en el balcón. El chauvinismo chorreaba por las paredes.
Me recuerdo a mí misma mirando a mi bebé de apenas un mes , diciéndome que no era cierto lo que estaba pasando, que junto a la mayor alegría de mi vida estuviera viviendo una guerra contra Inglaterra, en un país-manicomio liderado por un borracho de una dictadura asesina, que congregaba en la Plaza de Mayo a multitudes, hasta del Partido Comunista, a uno de cuyos afililados eché a patadas de mi òptica, cuando vino a convocarme para que fuera a la Plaza.
Una historia poco conocida: el desinterés por Malvinas.
¿Quién las vio primero? ¿Quién las habitó?
Dicen los portugueses que fue Américo Vespucio antes que los españoles. También lo dicen los Holandeses.
Los españoles dicen que en 1520 fueron descubiertas por Esteban Gómez, tripulante de la nave San Antonio, uno de los barcos de la expedición de Magallanes.
Eso fue 170 años antes del "avistamiento" británico, en 1690. Según la delimitación de tierras de las bulas papales, las islas pertenecían a España. Entre que las avistaron los ingleses y los españoles, llegaron los franceses y tomaron posesión. Pero fueron echados y se negoció con ellos una indeminización por los gastos, a cambio de la firma del reconocimiento de que pertenecían a España.
En algún momento Inglaterra le reconoció a España su potestad sobre las islas. Pero cuando en 1810 España perdió las colonias, Inglaterra refundó su derecho que hacía valer ante la ausencia del legítimo dueño.
En junio 1829 (en diciembre asume Rosas) el gobierno porteño nombra a Luis Vernet Primer Gobernador de las Islas Malvinas. Vernet se muda a las Malvinas con toda su familia, funda un fuerte y provee a la defensa del territorio insular. Dos centenas de personas habitan la Isla Soledad donde está apostado Vernet. El 2 de enero de 1833, los ingleses invaden las islas, las toman por la fuerza, procediendo a su desalojo. Vernet no volvió a las islas.
En 1833, el año de la invasión, se hacen 5 reclamos a Gran Bretaña. El 17 de junio se hace la primera protesta formal y se pide solidaridad a los gobiernos de Sud América, a lo que sólo Bolivia contesta favorablemente. Se reiteran las protestas oficiales a Gran Bretaña en los años 34, 38, 41, 48, 49, y 84.
A pesar de los reclamos, la cuestión era tomada como de importancia relativa. El país estaba atado a las relaciones formales con Inglaterra, sobre todo por la necesidad del crédito de la Baring Brothers. Por esa importancia secundaria que se daba a las Malvinas frente al problema de la deuda externa acumulada por Rivadavia, Rosas propone por dos veces a los ingleses el canje del territorio de Malvinas por la deuda (año 41 y 42). Pero los ingleses no aceptaron, porque igual ya las tenían, y querían cobrarse el crédito a toda costa.
Cien años después, venían ellos a pedir a Perón que les compraran los ferrocarriles por la deuda que tenían con la Argentina, a raíz de la comida que le mandamos durante la Segunda Guerra. Lástima que Perón no aprovechó para exigirles la devolución de las Malvinas y la entrega de los ferrocarriles, que total ya los teníamos.
Sigamos con la historia más vieja. Dijimos que el tema Malvinas en el siglo XIX era secundario. En 1869 José Hernández comenzó una pequeña campaña aislada en los diarios, con artículos periodísticos, reclamando por el olvido de los políticos respecto de ese territorio nacional. Pero no tuvo mucho eco. En realidad nadie le daba demasiada importancia a un poco más o menos de tierra.
Sé que me voy a jugar fiero con lo que voy a citar ahora para aportar una prueba más de lo poco que interesaba el tema Malvinas en el Siglo XIX. En 1881, Sarmiento decía unas palabras en su conferencia en homenaje a Darwin, palabras que para mí son ¡ gloriosas !, que resumen exactamente mi pensamiento:
"Pudiera decir, señores, que me era familiar el nombre de Darwin desde hace cuarenta años, cuando embarcado en la Beagle que mandaba Fitz Roy, visitó el extremo Sur del Continente, pues conocí el buque y su tripulación y desde luego el Viaje de un Naturalista que hube de citar no pocas veces hablando del Estrecho. Recordaréis que nunca me mostré muy celoso de nuestras posesiones australes, porque no las creía dignas de quemar un barril de pólvora en su defensa, reprobando se montase con fantásticas descripciones la imaginación de estos pueblos que esperan todavía hallar el Dorado, por nuestros padres buscado en vano en esas mismas regiones, a fin de no tener una guerra en rescate de aquel Santo Sepulcro de las tradicionales ilusiones."
No fue hasta el siglo XX en que ocurrió una especie de milagro en el asunto completamente olvidado. "Olvidado" más que nada por interés de la oligarquía cuyos negocios de la carne estaban íntimamente ligados a la Gran Bretaña. Precisamente en el año del Centenario (1910) el afán estudioso de un inmigrante francés llamado Paul Groussac, que a la sazón era Director de la Biblioteca Nacional, lo lanzó a recopilar y sistematizar la documentación y publicaciones que tuvieran que ver con la fundamentación de los derechos argentinos en las Islas Malvinas.
"Grousac en sus investigaciones históricas a través de los documentos, señaló que nuestra diplomacia se había olvidado del principal argumento que justificaba nuestra soberanía sobre las islas, el geográfico, porque las islas eran una continuidad geográfica del territorio patagónico, por lo tanto nuestro título de soberanía sobre las islas derivaba de nuestra soberanía sobre el continente... Paradójicamente la obra de Groussac estaba escrita en francés, solamente la dedicatoria estaba escrita en castellano, indudablemente la publicación estaba destinada a la élite gobernante de la época."
A principios del siglo XX seguía la ignorancia sobre el tema Malvinas en las instancias más altas, como lo demuestra un incidente ocurrido en 1919. Debido a una queja del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio del Interior reprendió a la Policía de la Capital Federal por haber entregado una cédula de identidad a una persona nacida en las Islas Malvinas. En 1927 un habitante de las Islas Malvinas, Juan Walker, solicitó su enrolamiento militar en San Julián provincia de Santa Cruz. Las autoridades locales no supieron resolver el caso, pidieron instrucciones a las autoridades nacionales. quienes aceptaron otorgar a Walker la ciudadanía argentina.
En conocimiento de estos "incidentes" en 1934, Alfredo Palacios fue quien decidió tomar cartas en el asunto. Presentó un proyecto de ley que fue aprobado, por el cual se traduciría la obra de Groussac, se la editaría completa y además en una síntesis, para repartirse en las Bibliotecas Populares y en las aulas de enseñanza de Derecho.
Es interesante tener en cuenta el contexto histórico en que se sanciona la ley. El año anterior se había firmado el Tratado Roca–Runciman, por el cual el gobierno de nuestro país a cambio de mantener el nivel del comercio de carnes con Inglaterra, realiza una serie de concesiones a los intereses económicos británicos lesivos de nuestra soberanía. Por ejemplo el 85 % del comercio de la carne debía estar a cargo de frigoríficos ingleses, las divisas que se obtenían de la venta de carne debían destinarse a comprar productos ingleses, reducción de derechos de importación para mercaderías inglesas etc. En el largo alegato de fundamentación del proyecto, Palacios hace alguna referencia al tema. Palacios auguraba que los imperios pronto caerían, que las nuevas naciones como Argentina crecerían, y que la conciencia popular sobre la justicia del reclamo de soberania permitiria llegado el momento efectuar un reclamo ajustado a derecho.
Contemporánemente se edita un libro de los hermanos entrerrianos Irazusta, de origen ideológico nacionalista de derecha antiimperialista, profundamente antibritánico, antioligárquico, Rosista, que también provoca revuelo en las conciencias en debate y crea este nuevo polo de entendimiento de la soberanía, tan opuesto al de la izquierda del Partido Socialista Intenacionalista.
En 1939 se forma la Junta de Recuperación de las Islas presidida por ALFREDO PALACIOS que realiza una gran difusión publica sobre el tema y convoca un concurso para elegir una marcha sobre Malvinas siendo elegida la actual marcha de Malvinas cuya letra le corresponde a Carlos Obligado y su música a José Tieri.
En 1941 Malvinas se incorpora como tema obligatorio a la reforma de los planes de estudio escolares.
Vemos entonces como el tema Malvinas hace confluir peligrosamente a la derecha más recalcitrante con la izquierda liberadora. De ahí la extraña unión del Partido Comunista con el llamado de Galtieri a la Plaza.
Por eso me pongo eufórica al saber que la Presidenta lanza una nueva mirada sobre el conflicto con Inglaterra, que obedece más bien a la línea impulsada por Alfredo Palacios, no a la militarista, no a la línea violenta, sino a la de ir insistiendo en conocer profundamente los derechos y aguardar alcanzar un nivel de valor internacional como para ser escuchados en los foros internacionales, o eventualmente para poder presionar sobre Gran Bretaña, llegado el momento del crecimiento de país, como lo veía Alfredo Palacios.
Basta de muertes absurdas en la Argentina. Basta de mística militarista que se cobra las vidas de nuestros hijos inocentes. No permitamos que otro borracho ni místico enganche a los jóvenes a la guerra por un pedazo de tierra. Sigamos reclamando pacíficamente, mientras crecemos en valor internacional.
Trasunta que hay una decisión oficial al respecto. Y yo me pongo muy pero muy contenta. Porque el tema Malvinas no lo comparto en el modo de pensar general. Y nuevamente tengo que congraciarme con la calidad ideológica de las personas que nos gobiernan. Ojalá "prenda" este cambio y los mejores argentinos adquieran otro modo de ver el asunto Malvinas. A los exaltados nacionalistas no les va a caer muy bien.
Como te decía, por esa publicidad tuve otras ganas de hablar de Malvinas a calzón quitado. Y me fui a leer primero un poco de historia.
Ni me hubiera acordado de la Marcha de las Malvinas, si al leer no hubiera descubierto algo que no sabía: que esa marcha fue compuesta en 1939. Yo pensaba que había sido compuesta para propaganda de la Guerra. Pero aún después de enterarme, cuando fui a Youtube a recordarla, no la pude soportar. No me importa que fue escrita en 1939, para mí tiene un imponderable inconciente, una fobia.
Estoy sorprendida porque no tengo problemas con las marchas militares, porque amo la música y pienso que la música no tiene ideología ni tiene dueño. Pero ésta marcha, se ve que para mí tiene otro significado más recóndito e ingobernable.
Para darte un ejemplo, muchas veces discutí contra los que se oponen a que se toque a Wagner en Israel. Igual que Daniel Baremboim, yo creo que Wagner pudo haber sido el más antisemita, pero su música es bellísima y lo trasciende. Pero acá me topé con mi propio impedimento. No la soporto. Me hiela la sangre. Esa música la escuchábamos como una matraca, constantemente con cada comunicado por televisión. Me hace acordar a un tiempo loco, donde hasta mi mamá compró una bandera argentina y la puso en el balcón. El chauvinismo chorreaba por las paredes.
Me recuerdo a mí misma mirando a mi bebé de apenas un mes , diciéndome que no era cierto lo que estaba pasando, que junto a la mayor alegría de mi vida estuviera viviendo una guerra contra Inglaterra, en un país-manicomio liderado por un borracho de una dictadura asesina, que congregaba en la Plaza de Mayo a multitudes, hasta del Partido Comunista, a uno de cuyos afililados eché a patadas de mi òptica, cuando vino a convocarme para que fuera a la Plaza.
Una historia poco conocida: el desinterés por Malvinas.
¿Quién las vio primero? ¿Quién las habitó?
Dicen los portugueses que fue Américo Vespucio antes que los españoles. También lo dicen los Holandeses.
Los españoles dicen que en 1520 fueron descubiertas por Esteban Gómez, tripulante de la nave San Antonio, uno de los barcos de la expedición de Magallanes.
Eso fue 170 años antes del "avistamiento" británico, en 1690. Según la delimitación de tierras de las bulas papales, las islas pertenecían a España. Entre que las avistaron los ingleses y los españoles, llegaron los franceses y tomaron posesión. Pero fueron echados y se negoció con ellos una indeminización por los gastos, a cambio de la firma del reconocimiento de que pertenecían a España.
En algún momento Inglaterra le reconoció a España su potestad sobre las islas. Pero cuando en 1810 España perdió las colonias, Inglaterra refundó su derecho que hacía valer ante la ausencia del legítimo dueño.
En junio 1829 (en diciembre asume Rosas) el gobierno porteño nombra a Luis Vernet Primer Gobernador de las Islas Malvinas. Vernet se muda a las Malvinas con toda su familia, funda un fuerte y provee a la defensa del territorio insular. Dos centenas de personas habitan la Isla Soledad donde está apostado Vernet. El 2 de enero de 1833, los ingleses invaden las islas, las toman por la fuerza, procediendo a su desalojo. Vernet no volvió a las islas.
En 1833, el año de la invasión, se hacen 5 reclamos a Gran Bretaña. El 17 de junio se hace la primera protesta formal y se pide solidaridad a los gobiernos de Sud América, a lo que sólo Bolivia contesta favorablemente. Se reiteran las protestas oficiales a Gran Bretaña en los años 34, 38, 41, 48, 49, y 84.
A pesar de los reclamos, la cuestión era tomada como de importancia relativa. El país estaba atado a las relaciones formales con Inglaterra, sobre todo por la necesidad del crédito de la Baring Brothers. Por esa importancia secundaria que se daba a las Malvinas frente al problema de la deuda externa acumulada por Rivadavia, Rosas propone por dos veces a los ingleses el canje del territorio de Malvinas por la deuda (año 41 y 42). Pero los ingleses no aceptaron, porque igual ya las tenían, y querían cobrarse el crédito a toda costa.
Cien años después, venían ellos a pedir a Perón que les compraran los ferrocarriles por la deuda que tenían con la Argentina, a raíz de la comida que le mandamos durante la Segunda Guerra. Lástima que Perón no aprovechó para exigirles la devolución de las Malvinas y la entrega de los ferrocarriles, que total ya los teníamos.
Sigamos con la historia más vieja. Dijimos que el tema Malvinas en el siglo XIX era secundario. En 1869 José Hernández comenzó una pequeña campaña aislada en los diarios, con artículos periodísticos, reclamando por el olvido de los políticos respecto de ese territorio nacional. Pero no tuvo mucho eco. En realidad nadie le daba demasiada importancia a un poco más o menos de tierra.
Sé que me voy a jugar fiero con lo que voy a citar ahora para aportar una prueba más de lo poco que interesaba el tema Malvinas en el Siglo XIX. En 1881, Sarmiento decía unas palabras en su conferencia en homenaje a Darwin, palabras que para mí son ¡ gloriosas !, que resumen exactamente mi pensamiento:
"Pudiera decir, señores, que me era familiar el nombre de Darwin desde hace cuarenta años, cuando embarcado en la Beagle que mandaba Fitz Roy, visitó el extremo Sur del Continente, pues conocí el buque y su tripulación y desde luego el Viaje de un Naturalista que hube de citar no pocas veces hablando del Estrecho. Recordaréis que nunca me mostré muy celoso de nuestras posesiones australes, porque no las creía dignas de quemar un barril de pólvora en su defensa, reprobando se montase con fantásticas descripciones la imaginación de estos pueblos que esperan todavía hallar el Dorado, por nuestros padres buscado en vano en esas mismas regiones, a fin de no tener una guerra en rescate de aquel Santo Sepulcro de las tradicionales ilusiones."
No fue hasta el siglo XX en que ocurrió una especie de milagro en el asunto completamente olvidado. "Olvidado" más que nada por interés de la oligarquía cuyos negocios de la carne estaban íntimamente ligados a la Gran Bretaña. Precisamente en el año del Centenario (1910) el afán estudioso de un inmigrante francés llamado Paul Groussac, que a la sazón era Director de la Biblioteca Nacional, lo lanzó a recopilar y sistematizar la documentación y publicaciones que tuvieran que ver con la fundamentación de los derechos argentinos en las Islas Malvinas.
"Grousac en sus investigaciones históricas a través de los documentos, señaló que nuestra diplomacia se había olvidado del principal argumento que justificaba nuestra soberanía sobre las islas, el geográfico, porque las islas eran una continuidad geográfica del territorio patagónico, por lo tanto nuestro título de soberanía sobre las islas derivaba de nuestra soberanía sobre el continente... Paradójicamente la obra de Groussac estaba escrita en francés, solamente la dedicatoria estaba escrita en castellano, indudablemente la publicación estaba destinada a la élite gobernante de la época."
A principios del siglo XX seguía la ignorancia sobre el tema Malvinas en las instancias más altas, como lo demuestra un incidente ocurrido en 1919. Debido a una queja del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio del Interior reprendió a la Policía de la Capital Federal por haber entregado una cédula de identidad a una persona nacida en las Islas Malvinas. En 1927 un habitante de las Islas Malvinas, Juan Walker, solicitó su enrolamiento militar en San Julián provincia de Santa Cruz. Las autoridades locales no supieron resolver el caso, pidieron instrucciones a las autoridades nacionales. quienes aceptaron otorgar a Walker la ciudadanía argentina.
En conocimiento de estos "incidentes" en 1934, Alfredo Palacios fue quien decidió tomar cartas en el asunto. Presentó un proyecto de ley que fue aprobado, por el cual se traduciría la obra de Groussac, se la editaría completa y además en una síntesis, para repartirse en las Bibliotecas Populares y en las aulas de enseñanza de Derecho.
Es interesante tener en cuenta el contexto histórico en que se sanciona la ley. El año anterior se había firmado el Tratado Roca–Runciman, por el cual el gobierno de nuestro país a cambio de mantener el nivel del comercio de carnes con Inglaterra, realiza una serie de concesiones a los intereses económicos británicos lesivos de nuestra soberanía. Por ejemplo el 85 % del comercio de la carne debía estar a cargo de frigoríficos ingleses, las divisas que se obtenían de la venta de carne debían destinarse a comprar productos ingleses, reducción de derechos de importación para mercaderías inglesas etc. En el largo alegato de fundamentación del proyecto, Palacios hace alguna referencia al tema. Palacios auguraba que los imperios pronto caerían, que las nuevas naciones como Argentina crecerían, y que la conciencia popular sobre la justicia del reclamo de soberania permitiria llegado el momento efectuar un reclamo ajustado a derecho.
Contemporánemente se edita un libro de los hermanos entrerrianos Irazusta, de origen ideológico nacionalista de derecha antiimperialista, profundamente antibritánico, antioligárquico, Rosista, que también provoca revuelo en las conciencias en debate y crea este nuevo polo de entendimiento de la soberanía, tan opuesto al de la izquierda del Partido Socialista Intenacionalista.
En 1939 se forma la Junta de Recuperación de las Islas presidida por ALFREDO PALACIOS que realiza una gran difusión publica sobre el tema y convoca un concurso para elegir una marcha sobre Malvinas siendo elegida la actual marcha de Malvinas cuya letra le corresponde a Carlos Obligado y su música a José Tieri.
En 1941 Malvinas se incorpora como tema obligatorio a la reforma de los planes de estudio escolares.
Vemos entonces como el tema Malvinas hace confluir peligrosamente a la derecha más recalcitrante con la izquierda liberadora. De ahí la extraña unión del Partido Comunista con el llamado de Galtieri a la Plaza.
Por eso me pongo eufórica al saber que la Presidenta lanza una nueva mirada sobre el conflicto con Inglaterra, que obedece más bien a la línea impulsada por Alfredo Palacios, no a la militarista, no a la línea violenta, sino a la de ir insistiendo en conocer profundamente los derechos y aguardar alcanzar un nivel de valor internacional como para ser escuchados en los foros internacionales, o eventualmente para poder presionar sobre Gran Bretaña, llegado el momento del crecimiento de país, como lo veía Alfredo Palacios.
Basta de muertes absurdas en la Argentina. Basta de mística militarista que se cobra las vidas de nuestros hijos inocentes. No permitamos que otro borracho ni místico enganche a los jóvenes a la guerra por un pedazo de tierra. Sigamos reclamando pacíficamente, mientras crecemos en valor internacional.