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9 de diciembre de 2011

El elogio de la condolencia

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En su mezquindad, los pechos fríos son incapaces de sentir el dolor ajeno. ¡Hay tanto daño absurdo que podría repararse aquí y ahora! y no se repara por falta de capacidad de dolerse con el otro, de con-dolerse.
El sentimiento de dolor ha caído en desgracia en la cultura. Y eso es muy grave. Lo estamos padeciendo y no nos damos cuenta.

La historia es un péndulo que va de un extremo al otro y ya vimos demasiado que la limosna sólo sirvió para demostrar condolencia teatral, para limpiar la consciencia de los ricos, acallar las críticas a su avaricia, y silenciar las voces que los condenan.

La sociedad desprestigió al dolor hipócrita y pasó a buscar soluciones generales a la pobreza. El resto de los dolores el Gobierno los escucha por categorías y los resuelve otorgando derechos a minorías discriminadas. Pero hay más dolores que los que puede resolver el Gobierno.

No vemos más a un individuo particular que sufre, sino a una masa que aparece en las estadísticas. Somos todos científicos, sociólogos, economistas. No estamos llamados individualmente a reaccionar más que por medio del compromiso político.

La pobreza se termina, con políticas de Gobierno. Algunos creen en la Educación. Otros en terminar con la corrupción. Otros en la distribución de la riqueza. Otros en una Revolución que destruya al sistema, fuente de todos los males. Todos hablan de terminar con la pobreza, de disminuir los índices, pero el dolor humano no aparece como ínidice. La postergación de la solución a la pobreza echándole la culpa al sistema es una forma de lavarse las manos y no comprometerse con la urgencia del dolor.

No es sólo el sistema capitalista el culpable de la pobreza, sino la indiferencia frente al dolor ajeno.

Un individuo sufre por muchas cosas que tienen origen en la indiferencia social devenida de lo cutural, en el trato entre los individuos particulares, con nombre y apellido, donde el Estado no interviene, sino la cultura. Si bien el Estado puede impulsar el cambio cultural, son las personas las que tienen que cambiar dentro de sí mismas en su actitud con el otro. Y cada uno puede empezar ahora mismo.

Los viejos no se quedan viviendo solos su vejez en todas las culturas. Un vecino chino una vez me sorprendió con algunas preguntas. Venido de la China "comunista" del campo chino a Buenos Aires, me preguntaba en época de Cavallo ¿Para qué quiere el argentino la jubilación? ¿A los viejos no los mantienen los hijos? ¿Para qué tienen hijos si no para que los mantengan cuando sean viejos? Yo le iba contestando y él abría los ojos sorprendido. Le dije que los viejos tenían que pagar expensas en los departamentos, servicios, comida. La pregunta fue ¿Cómo, los viejos no viven en casa de los hijos? A esa pregunta vino la mía ¿Todos los chinos viejos viven en casa de sus hijos? ¿La suegra viviendo con la nuera no disputan el mando? Me contestó: manda el más viejo de la casa, la nuera obedece a la suegra.

Cuento esto porque sólo por comparación y diferencias vemos la relatividad de la cultura.

Antes de Freud y la sicología popularizados, no existía otra contención del dolor emocional más que en la de los vecinos, familiares y amigos. Antes de la existencia de los sicólogos la gente se hacía cargo del otro. Antes todos "se metían". Ahora, cada sufriente que quiere hablar de sus penas sólo encuentra a un aprendiz de psicólogo que busca encontrarle las culpas propias de lo que le pasa, o como un frontón devuelve la pelota derivándolo al consultorio de algún facultativo.

En mi pervivencia por cuarenta años en un barrio con la puerta abierta por tener un negocio, fui viendo actitudes cambiantes, cada vez más ajenas a compartir el dolor de otros. Lo primero que observé fue el trato general ante un problema grave que se hace público por chismes, como un divorcio o la muerte de un ser querido. Antes, todo vecino se sentía en la obligación de venir a expresar su "pésame" por un fallecimiento y los deudos recibían una seguidilla de manos estrechadas con la frase "vengo a darle el pésame" de personas que a veces tenían que explicar su relación con el muerto porque el familiar lo desconocía.

Esas fórmulas solemnes hoy quedaron en desuso, y su ausencia dejó huérfana a la gente de modos de expresión y por ende de obligación. Los vecinos muy próximos o las amistades superficiales tomaron el dicho "si necesitás una oreja, llamáme" o "venite cuando quieras o "contá conmigo", que son otras meras fórmulas modernas que esperan que se le diga gracias y nada más, porque si no, te pondrían la oreja ya, te ofrecerían algo concreto ya, te invitarían con fecha para que vayas a su casa, en lugar de ese "cuando quieras" que es "nunca". Una vez una viuda me cuenta que la gente le escapa por la calle, que cuando la ven de lejos se cruzan enfrente, gente que se paraba para charlar antes de quedar viuda.

Una vez charlando con mi amigo Marco Denevi que se fue hace mucho, me dijo que él siempre le compraba a un chico que vendía por la calle, por más que hubiera un adulto explotándolo. Primero porque el chico podía ser castigado si no vendía, segundo porque sentiría que hay adultos capaces de un buen gesto y tercero porque la venta era una salida para ganarse la vida que en este caso era educativa y había que mostrarle que es un buen camino.

Si un "matrimonio" se pelea a los gritos, hay que meterse. No ser comedido pero delicadamente advertir al matrimonio que se los está escuchando pelear. Si alguien está en problemas económicos, vale hacer una colecta, vale hacerse cargo de algo que necesite. Desde 2001 y hasta que Cristina le otorgó la jubilación, en mi edificio le dimos por pagadas las expensas a Mercedes, una anciana que vive con su única hija esquizofrénica. Hubo que pelear contra los que querían rematarle el departamento. Por suerte les ganamos, y cuando Mercedes y la hija cobraron una asignación, ellas mismas dijeron que iban a empezar a pagar.

Cada vez más tendemos a reclamarle al Estado lo que el falta al otro, como los pichones esperan que su madre les embuche en el pico la comida deglutida.

He aquí un caso que no fue debatido en los medios, porque fue intención de los medios poner en pánico a la población por motivos políticos. El pánico termina por cortar todos los lazos solidarios y cada uno mira su propio ombligo. “Ni yo mismo entiendo por qué no lo ayudé a Matías”



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Pino Solanas, su política buitre y la resolución de Ballesteros

EN QUÉ CONSISTE LA POLÍTICA "BUITRE" DE SOLANAS 9/01/2010
Buitre, porque para conseguir el poder se alía estratégicamente con la derecha como un comensal, y la alienta al proceso de destruir al Gobierno creyendo poder así alzarse con el poder al fin de la destrucción, porque confía en que su discurso más verborrágico e incendiario que el de la misma derecha, va a poder eclipsarlo y finalmente va a poder liderar el último tramo de la destrucción y alzarse con el poder.
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RESUELVO: 1) SOBRESEER DEFINITIVAMENTE en la presente causa N° 14467(expte 7723/98) en la que no existen procesados (art. 434 inc. 2° del Código de Procedimientos en Materia Penal) 2) REMITIR copia de la presente resolución (mediante disco) y poner las actuaciones a disposición de las HONORABLES CAMARAS DE SENADORES Y DIPUTADOS DEL CONGRESO DE LA NACION para su consulta o extracción de copias de las piezas procesales que se indiquen a los efectos que estimen conducentes. TEXTO DEL FALLO Leer comentarios

Cuentos de vida

12/02/2008 EL HOMBRE DEL PODRIDO TORNILLO(cuento)
Voy caminando sin mucho apuro para abrir mi óptica. Desde lejos veo que alguien que no conozco está frente a la puerta. El hombre consulta el reloj en su muñeca. Cruza los brazos sobre el pecho. Levanta la cabeza hacia el cielo. Baja luego la cabeza y mira sus zapatos. Descruza los brazos y mete las manos en los bolsillos. Termina la secuencia espasmódica descansando su esqueleto sobre un auto estacionado, mirando la puerta cerrada de la óptica. Vuelve a mirar el reloj. Sigue...
22/02/2010 - UN ÁNGEL EN COLECTIVO (relato)
Yo estaba tan embarazada, que había pasado la fecha de parto y mi familia me cargaba con la siguiente pregunta ¿y cuándo vas a parir? Y yo me reía, esperando que la naturaleza se ocupara en cualquier momento de que llegara mi bebé.
Lady D también estaba embarazada de su primer hijo. El papá de mi hijo decía que nuestro bebé tenía mejor ajuar que el hijo del Príncipe Carlos. Eran épocas de todo importado, y yo, eufórica por mi maternidad, había comprado el mejor cochecito de Harrod's y las ropas y utensilios para bebé, de lo más hermosos que encontré. Leer completo...
06/03/2008 - LOS GLADIOLEROS (cuento)
En el baño empezó a gotear la ducha. Hace de esto cinco años. Llamé a uno de esos brujos de la humanidad que atesoran saberes aquilatados y añejados en paneles de roble, uno de esos que miramos las mujeres agachando la cabeza, reconociendo nuestra inferioridad por efecto de la prueba contundente.
El plomero, que aparece con su bonete inmenso sobre el cual tiene una estrella, trae consigo herramientas que como la varita mágica, sólo obedecen a su secreto conjuro. La casa es un poco vieja, me dijo al irse, la próxima vez no le va a poder cambiar el cuerito a la canilla, va a tener que cambiar los caños. La sentencia estaba echada.
Cinco años después, es decir, ahora, se volvió a romper el cuerito y volvió a gotear la ducha. Leer más...
9/10/2008 - LOS JUDÍOS Y LOS REYES MAGOS (cuento)
Era la mañana del 6 de enero de 1954. Verano. En ese año yo iría al colegio por primera vez. Era la hija mayor de un matrimonio de judíos polacos inmigrantes. Teníamos un local de comercio seguido de vivienda, como había entonces. En el local, estaba mi papá. En la cocina de la vivienda, estaba mi mamá haciéndome el desayuno. Mis dos hermanitos, de 3 y 4 años, estaban aún en las cunas. Yo desayuné, y como hacía todos los días, salí a la calle a jugar con mis amiguitas. Serían las 10 de la mañana. Salgo a la calle y lo primero que veo es que todas mis amiguitas están juntas, y tienen algún juguete en la mano. Me extrañó muchísimo.
La Susi, mi mejor amiguita, tenía una enorme muñeca de trapo que yo no conocía, y la abrazaba y la ponía en el suelo a caminar, y la muñeca blanduzca se bamboleaba sacudiendo las trenzas rubias de hilos de lana de tejer.Leer Más...
16/09/2008 - MI LIBRO DE LECTURA DEL 55 (cuento)
El 16 de septiembre de 1955 yo tenía siete años, y estaba en "primero superior" (hoy segundo grado) de la escuela primaria.
La Revolución Libertadora trajo un cambio a la Escuela. Desaparecieron los carteles que cubrían las paredes en su parte superior tocando el techo de mi aula. De letras inmensas, decían "Segundo Plan Quinquenal-Perón cumple-Evita dignifica". La palabra "quinquenal" me encandilaba con sus sonidos juguetones, y no entendía bien qué quería decir "dignifica".
La presencia de Perón y Evita se trocó por paredes ascépticas, vacías, que me impresionaron cuando volví a la Escuela, después de unos días de asueto. El retrato de San Martín lucía ahora solitario y único símbolo del aula, como frío testimonio en blanco y negro de una historia lejana, sin la companía de aquellos carteles de colores alegres, de fondo amarillo y letras rojas, que representaban cosas del presente. Leer más...
13/11/2008 - GUEFILTE FISH (cuento)
Como yo soy la intelectual de la familia, mi cuñada Rivke me tiene envidia. ¿Qué creías? Te voy a contar lo que pasó. Era Rosh Hashaná y mamá invitó a hacer fiesta en su casa. Yo no le dije que no, ¿qué, acaso quiero cocinar para diez personas? Si a ella le gusta, que lo haga ella. El día que no esté mamá, va a ser otra cosa. Ahí voy a tener que cocinar yo, porque no voy a esperar que mi cuñada aprenda a cocinar, ni voy a comer esas porquerías que hace que no tienen gusto a nada.
Bueno, te estaba diciendo. Resulta que me puse a leer la historia del guefilte fish, en un libro antiguo de cultura idish. Vos sabés que a mí me gustan los libros, no voy a dejar de leer libros sólo para que mi cuñada no se sienta mal. Entonces leí que el guefilte fish estaba formado por tres distintas clases de pescado por una razón. Yo siempre me pregunté cuál serìa la razón de que fuera necesario hacerlo de distintos pescados. Leer más...
24/12/2008 - UN CUENTO DE NAVIDAD (cuento)
A pesar de ser judía, celebré Navidad mientras duró el matrimonio con el padre de mi hijo, que murió en el año 1994. Era gallego, socialista y agnóstico, pero le encantaba la Navidad, una costumbre que su madre engalanaba con una enorme Empanada a la Gallega que quedó en la memoria de sus cinco hijos. La Empanada a la Gallega de Doña Encarnación, a quien no tuve el gusto de conocer porque llegué tarde a la vida de esa familia, se repetía cada Navidad, con el consiguiente comentario obligado, “nada que ver con la que hacía la vieja”.

Mi nene era muy chiquito, recién ese año se había dado cuenta del personaje de Papá Noel. Su papá se disfrazaba y hacía las delicias de todos los chicos. Le habíamos dicho que iba a venir Papá Noel, con una bolsa de regalos. Leer más...
04/05/2008 - BUNGE ME SALVÓ LA VIDA (relato)
Bunge me salvó la vida con el mismo extraño mecanismo con el que mi hermanito descubrió la palmeta. Primero cuento la historia de mi hermanito. Después retomo con Bunge.
Capítulo 1. El extraño caso de mi hermanito y la palmeta
Un día apareció Raid.
Un aviso novedoso decía por televisión: ¡con la palmeta NO! ¡Llegó Raid! y aparecía en un dibujo animado, una palmeta estrellando insectos en la pared enchastrada de moscas aplastadas, y luego una señorita disparando el Raid por el ambiente. Mi hermanito y yo estábamos mirando televisión, y ambos nos asombramos. Leer más...