Libro escrito por Elisa Carrió y Diana Maffia, (dime con quién andas... y te diré si eres feminista)
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Hace muy poco, Cristina presentó en una conferencia de prensa, un plan de cuotas para la compra de cocinas, calefones y lavarropas. Lo hizo en el marco de inyección al mercado interno, como parte de las medidas anti-crisis global, con el concepto keynessiano de reactivación de la economía por el consumo.
Me satisfacen esos planes. Ha sido muy inteligente el haber elegido esos artículos de producción nacional para favorecer a la industria local. El gas no es común en el mundo, y la compra de artefactos a gas, es un mercado que le queda casi por completo libre a la industria nacional, por eso es éste el rubro ideal para favorecer. El gas tiene desarrollo de tecnología nacional, capital nacional, fábricación nacional. Falta solamente impulsar el consumo, y todo un circuito se reactiva.
Hasta aquí medidas económicas.
Pero hubo una presentación del plan con un discurso, en el que Cristina pudo haber obviado la relación que tienen los artefactos para el hogar con "la mujer", pero no lo hizo. Pudo haber usado el concepto "familia" para referirse al usuario de esos artefactos. Pero eligió dirigirse a la mujer, y pidió a las feministas que no se le vengan encima. Ella misma, la Presidenta, se identificó como la que conduce su propio hogar desde siempre, en el que el ex-presidente no opina, incluso cuando el hogar se trasladó a la Residencia Presidencial de Olivos.
Sin ánimo de apoyar efusivamente la idea de Cristina, pienso que es realista, que las cosas siguen siendo efectivamente así para la mujer en general, que es cierto que la mujer gobierna su hogar doméstico en la mayoría de los hogares.
Éste asunto me trajo el recuerdo de unas palabras fatídicas del radical Leopoldo Moreau, que en épocas de elecciones donde triunfaría Menem, después de la Convertibilidad, dijo que las mujeres estaban hipotecando el destino nacional por "un lavarropas automático".
Yo sentí mucha bronca por esa ajenidad de Moreau con la problemática de la mujer, mayoritariamente a cargo de las tareas domésticas, cuya vida efectivamente cambió para siempre desde que existen los lavarropas automáticos.
Los artefactos domésticos, en la época de Menem, tuvieron en la mujer al beneficiario principal de la provisión de artículos importados. Las mujeres pasamos de manejar espantosas máquinas que nos tenían atadas a su lado, que lavaban mal, que había que ir "controlando", algunos sin centrifugado, con el KOHINORR al lado, perdiendo el tiempo lastimosamente. Me estoy refieriendo también a las mujeres pobres, que si tenían lavarropas o no lo tenían, se habían comprado el centrifugador de nombre alemán.
Yo hubiera vendido mi alma al diablo por un lavarropas automático, y odié enormemente los dichos de Moreau, haciéndonos culpa a nosotras del desastre que, tenía razón, fue la consecuencia de esa política. Pero no éramos las mujeres las culpables. No hace falta aclararlo.
Por todo ésto es que me pareció bien que Cristina captara la realidad en lugar de ponderar la oportunidad feminista. Cristina ayuda a muchas mujeres con éste crédito, y eso también es feminista: ayudar a las mujeres que padecen las tareas domésticas.
Pero no faltó una que se sintió llamada a no perder la oportunidad de la crítica, y esa fue Diana Maffia, en un escrito que publicó en Crítica de la Argentina. El artículo El síndrome de Doris Day, dice:
"Las mujeres son las encargadas de las tareas domésticas y cumplen “doble turno” como “profesionales, ejecutivas, funcionarias, dirigentes políticas” y amas de casa al mismo tiempo. Pero dado que esta situación es a todas luces injusta, esperaríamos un anuncio de políticas para cambiarla y no un crédito para sostenerla."
Y es aquí donde Diana Maffia mete la pata hasta la rodilla, debería haber dicho: esperaríamos una anuncio de políticas para cambiarla, ADEMÁS de un crédito para hacerla menos pesada. Pero no le dió la cabeza para tanto, llegó hasta ahí su consustanciación con la realidad. Parece que la relación con su jefa política le tiene el seso aislado de la realidad, alienado.
Luego de la frase que la catapulta al mismo estrado incompetente que Moreau, Diana Maffia sigue con la lista de deudas que tiene Cristina con la política de la mujer, que son ciertas, y son una deuda dolorosa.
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En la lista verdadera, no en la de Maffia, el primer lugar de las deudas de Cristina, es el derecho al aborto. El mayor de los flagelos de las mujeres argentinas es el tener que soportar el control de sus cuerpos que hace el Estado, en un avance sobre la libertad humana individual y la libertad de conciencia, imperdonable para el siglo XXI, influído por la Iglesia Católica, haciendo estragos en la vida de todas las mujeres de este país, comenzando por la humillación a las que nos somete ese control, terminando por la muerte a la que somete a tantas víctimas de abortos clandestinos, y pasando por la obligación de hacer nacer hijos que no fueron deseados.
Pero en la lista de Diana Maffia, el derecho al aborto se escurre entre las palabras y aparece solpado en la frase “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, pero no dicha por ella, sino puesta en boca de otras mujeres, así Diana Maffia no se mete a contradecir a su jefa, que avisó claramente en el ARI, que las mujeres pueden pensar lo que quieran del aborto, pero que si ella es presidenta, si se vota en el Congreso la Ley del Aborto, avisa que VA A VETAR LA LEY DEL ABORTO.
Hasta ahora Cristina sólo dijo que"estaba en contra", cosa que nos resulta incomprensible y dolorosa al extremo para las que la apoyamos en su gestión nacional y popular. Pero Carrió avisó que la VETARÍA. Y Diana Maffía la sigue a la que la vetaría, y se atreve a hablar de feminismo: es una oportunista, que con tal de oponerse a Cristina, hace piruetas para sostener su feminismo alienado de la realidad y de la verdad, en un ejercicio permanente de oposición destructiva, envidiosa y envenenada, por todos los logros de la época kirchnerista.
Me satisfacen esos planes. Ha sido muy inteligente el haber elegido esos artículos de producción nacional para favorecer a la industria local. El gas no es común en el mundo, y la compra de artefactos a gas, es un mercado que le queda casi por completo libre a la industria nacional, por eso es éste el rubro ideal para favorecer. El gas tiene desarrollo de tecnología nacional, capital nacional, fábricación nacional. Falta solamente impulsar el consumo, y todo un circuito se reactiva.
Hasta aquí medidas económicas.
Pero hubo una presentación del plan con un discurso, en el que Cristina pudo haber obviado la relación que tienen los artefactos para el hogar con "la mujer", pero no lo hizo. Pudo haber usado el concepto "familia" para referirse al usuario de esos artefactos. Pero eligió dirigirse a la mujer, y pidió a las feministas que no se le vengan encima. Ella misma, la Presidenta, se identificó como la que conduce su propio hogar desde siempre, en el que el ex-presidente no opina, incluso cuando el hogar se trasladó a la Residencia Presidencial de Olivos.
Sin ánimo de apoyar efusivamente la idea de Cristina, pienso que es realista, que las cosas siguen siendo efectivamente así para la mujer en general, que es cierto que la mujer gobierna su hogar doméstico en la mayoría de los hogares.
Éste asunto me trajo el recuerdo de unas palabras fatídicas del radical Leopoldo Moreau, que en épocas de elecciones donde triunfaría Menem, después de la Convertibilidad, dijo que las mujeres estaban hipotecando el destino nacional por "un lavarropas automático".
Yo sentí mucha bronca por esa ajenidad de Moreau con la problemática de la mujer, mayoritariamente a cargo de las tareas domésticas, cuya vida efectivamente cambió para siempre desde que existen los lavarropas automáticos.
Los artefactos domésticos, en la época de Menem, tuvieron en la mujer al beneficiario principal de la provisión de artículos importados. Las mujeres pasamos de manejar espantosas máquinas que nos tenían atadas a su lado, que lavaban mal, que había que ir "controlando", algunos sin centrifugado, con el KOHINORR al lado, perdiendo el tiempo lastimosamente. Me estoy refieriendo también a las mujeres pobres, que si tenían lavarropas o no lo tenían, se habían comprado el centrifugador de nombre alemán.
Yo hubiera vendido mi alma al diablo por un lavarropas automático, y odié enormemente los dichos de Moreau, haciéndonos culpa a nosotras del desastre que, tenía razón, fue la consecuencia de esa política. Pero no éramos las mujeres las culpables. No hace falta aclararlo.
Por todo ésto es que me pareció bien que Cristina captara la realidad en lugar de ponderar la oportunidad feminista. Cristina ayuda a muchas mujeres con éste crédito, y eso también es feminista: ayudar a las mujeres que padecen las tareas domésticas.
Pero no faltó una que se sintió llamada a no perder la oportunidad de la crítica, y esa fue Diana Maffia, en un escrito que publicó en Crítica de la Argentina. El artículo El síndrome de Doris Day, dice:
"Las mujeres son las encargadas de las tareas domésticas y cumplen “doble turno” como “profesionales, ejecutivas, funcionarias, dirigentes políticas” y amas de casa al mismo tiempo. Pero dado que esta situación es a todas luces injusta, esperaríamos un anuncio de políticas para cambiarla y no un crédito para sostenerla."
Y es aquí donde Diana Maffia mete la pata hasta la rodilla, debería haber dicho: esperaríamos una anuncio de políticas para cambiarla, ADEMÁS de un crédito para hacerla menos pesada. Pero no le dió la cabeza para tanto, llegó hasta ahí su consustanciación con la realidad. Parece que la relación con su jefa política le tiene el seso aislado de la realidad, alienado.
Luego de la frase que la catapulta al mismo estrado incompetente que Moreau, Diana Maffia sigue con la lista de deudas que tiene Cristina con la política de la mujer, que son ciertas, y son una deuda dolorosa.
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En la lista verdadera, no en la de Maffia, el primer lugar de las deudas de Cristina, es el derecho al aborto. El mayor de los flagelos de las mujeres argentinas es el tener que soportar el control de sus cuerpos que hace el Estado, en un avance sobre la libertad humana individual y la libertad de conciencia, imperdonable para el siglo XXI, influído por la Iglesia Católica, haciendo estragos en la vida de todas las mujeres de este país, comenzando por la humillación a las que nos somete ese control, terminando por la muerte a la que somete a tantas víctimas de abortos clandestinos, y pasando por la obligación de hacer nacer hijos que no fueron deseados.
Pero en la lista de Diana Maffia, el derecho al aborto se escurre entre las palabras y aparece solpado en la frase “educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, pero no dicha por ella, sino puesta en boca de otras mujeres, así Diana Maffia no se mete a contradecir a su jefa, que avisó claramente en el ARI, que las mujeres pueden pensar lo que quieran del aborto, pero que si ella es presidenta, si se vota en el Congreso la Ley del Aborto, avisa que VA A VETAR LA LEY DEL ABORTO.
Hasta ahora Cristina sólo dijo que"estaba en contra", cosa que nos resulta incomprensible y dolorosa al extremo para las que la apoyamos en su gestión nacional y popular. Pero Carrió avisó que la VETARÍA. Y Diana Maffía la sigue a la que la vetaría, y se atreve a hablar de feminismo: es una oportunista, que con tal de oponerse a Cristina, hace piruetas para sostener su feminismo alienado de la realidad y de la verdad, en un ejercicio permanente de oposición destructiva, envidiosa y envenenada, por todos los logros de la época kirchnerista.