Yo me acuerdo de estos casos reales que parecen ficción, ¿vos te acordás de alguno parecido?
Se condena a la mujer que quiere abortar, y también a la que no quiere. Atención sobre este aspecto del cual resultan víctimas las mujeres creyentes que están contra el aborto. Es necesario que el Estado ponga al servicio de todas las mujeres un aborto legal para liberar a las que están de acuerdo y a las que no están de acuerdo también, porque las que están en contra, tendrán una opción legal y la oportunidad que hoy no tienen de no estar obligadas a arruinarse la vida.
I) Maby
Ella me escribió cuando hice cinco posts sobre el aborto, diciéndome que la lectura de mis posts le había aligerado la culpa que la carcomía. Ella no leía mi blog, buscó desesperada en Google aliviar su drama teclando la palabra aborto y me encontró. No deja de escribirme cada tanto. Esta es la historia:
Una jovencita ingenua, de familia católica, con novio católico, queda embarazada y se lleva la horrorosa sorpresa de la reacción suscitada en contra de su embarazo en cada uno de los que la rodean.
Primero el novio, el amor de su vida, que le espeta sin miramientos: "te lo tenés que sacar". El chico le había dicho que deseaba casarse y tener una familia con muchos chicos. Decirle "te lo tenés que sacar", era lo mismo que decirle "yo con vos no me voy a casar".
Después correr a hablar con sus padres, que la habían educado contra el aborto, ellos la iban a amparar en la situación de tener un hijo sin estar casada:"si tu novio no lo quiere te lo tenés que sacar, no vas a ser una madre soltera, puta, no vas a tener un hijo guacho, no vas a ensuciar esta casa"
Ella tiene los caminos cerrados.
La convencen de abortar. Tiene que tomar tres pastillas. Se las dan a tragar. Ella traga una pero esconde las otras debajo de la lengua. Dice que lo va a tener igual contra el mundo entero. Le replican que si tomó una pastilla ya el chico va a salir malformado. Con esa manipulación terminan por doblegarla y va otra vez a recbir las pastillas. Aborta y empieza a sentir la culpa de haber asesinado a su hijo, una culpa que no la abandona ni ante los argumentos más esmerados, como una especie de delirio interminable.
2) Marta
Ella vivió en mi barrio de la infancia, Chacarita. Esta es la historia:
Marta tenía quince años, una casa hermosa, unos padres acaudalados y un novio que pasaba a la tarde con el tranvía por enfrente de su casa. Era una relación secreta. El novio era soltero, tenía 35 años y no tenía donde caerse muerto. Alquilaba una pieza en un conventillo. La dejó embarazada.
Todo el barrio se enteró por qué don Francisco tuvo un problema cardíaco. De tanto que le pegó con el cinturón a Marta la tarde que se enteró de su embarazo. Don Francisco y doña Encarnación eran muy católicos.
Don Francisco salió del hospital y hubo silencio hasta que Marta "apareció" casada con el novio, viviendo en una pieza del conventillo, amargada, caminando siempre con la mirada en el piso.
Pasaron diez años, don Francisco murió, Marta se separó. Hijos no nacieron de ese matrimonio. Don Francisco la mandó a abortar y a casarse con ese extraño que la había tomado para el "churrete", como decían en el barrio. Se decía que don Francisco lo fue a obligar a casarse con un revolver en el bolsillo. Marta se dedicó a trabajar y a cuidar a sus sobrinos. No se volvió a casar ni tuvo hijos.
3) Ana María es clienta de la óptica, de una mansedumbre conmovedora.
Ana María tenía 16 años cuando era la más linda de su pueblo en la provincia de Corrientes. Descendiente empobrecida de las Colonias Alemanas, los ojos celestes, el pelo rubio ceniza, un cuerpo curvilíneo, alta, se creyó el juramento de amor del varón más codiciado por las chicas del pueblo. El hijo del comerciante más próspero le juró amor eterno y la embarazó. Cuando ella le contó su embarazo él la rechazó y le indicó un aborto o la amenza de escarnio público. Tanto su familia como la de Ana María eran muy católicas. Ana María no estaba dispuesta a abortar. La panza le iba creciendo y el muchacho hizo correr la voz de que Ana María mentía, que ese hijo no era suyo sino de otro. Ana María se fue del pueblo con su panza. Vino a Buenos Aires, acompañada por su hermana, tan hermosa como ella. Las dos trabajaron sin descanso para criar a ese chico. Ninguna de las dos se casó. Hoy el chico tiene más de treinta años, terminó una carrera universitaria, gana muy bien, se casó y tanto la madre como la tía le cuidan a su bebé recien nacido.
El hijo de Ana María supo siempre la historia del rechazo de su padre biológico que sigue viviendo en el mismo pueblo. Cuando el chico le preguntaba a su madre por su padre, la mamá le decía que no lo debía conocer, que ni debía molestarlo, por orgullo.
El hijo de Ana María sabe perfectamente que existe el ADN y que tiene derechos, pero los rehusa por orgullo, no quiere nada del padre, sólo espera recuperar la dignidad mancillada de su madre. El azar de la genética exterioriza su ADN: es idéntico a su padre, la misma cara, el mismo pelo, el mismo cuerpo, la misma altura, la misma voz. Tanto Marta como la hermana dicen todo el tiempo: es idéntico al padre.
El hijo de Ana María se fue para el pueblo por primera vez. Se bajó de su auto y entró al Café y Bar que está enfrente del negocio de su padre. Al entrar los concurrentes lo miraron con sorpresa. Uno le dijo que era igual al hoy comerciante próspero. El muchacho contestó "soy el hijo de Ana María". Con la boca abierta los del bar habrán recordado la historia. Fue caminando por la calle principal del pueblo bajo la mirada asombrada de los que lo veían. Y entró a ver al comerciante. El hombre lo miró exaltado y le preguntó quién era. El joven le contestó: soy el hijo de Ana María, lo vine a conocer a usted porque me dicen que soy idéntico y tenía curiosidad. Le dio las buenas tardes y se fue.
4) Elena, una vida enloquecida.
Ella era secretaria y amante de un hombre de negocios, casado, con esposa e hijos, que decía que la amaba con locura. Elena era preciosa y alegre como un cascabel. Eran apasionadamente felices hasta que quedó embarazada.
Ella a su vez es hija de una madre soltera que vino escapando de la maledicencia de España. Hija única de una madre soltera que jamás se casó ni tuvo otro hijo, que vivió para mantener a su hija trabajando sin descanso.
La noticia del embarazo no le gustó al hombre, que es padre de un hoy famoso periodista de la televisión. La quiso obligar a abortar. Elena es muy católica, igual que su madre, por eso ninguna de las dos abortó, pero ambas abortaron su vida.
Nació Diego que fue compañero de mi hijo. Yo ví el cuadro de locura de Elena y ví la tragedia de ese hijo. La mamá le hizo un juicio de filiación al padre biológico. El padre biológico le pasó los alimentos requeridos durante toda la infancia sin chistar. Le dio su apellido, un apellido judío.
Elena quiso anotar en un colegio católico a Diego, pero le negaron la inscripción. Ella cree que es por el apellido judío. Yo creo que es porque es soltera.
Elena fue feroz con el padre biológico. Lo odió de tal manera que no he visto a nadie vengarse con esa alevosía. Solicitó al Juez que obligara al hombre a visitar a su hijo. El hombre concurría obligado a la visita casi sin hablar, mostrando siempre que el hijo no le interesaba. Elena atormentó a ese hombre por años y él no se doblegó. También sometió a una tortura a su hijo, teniendo que soportar esas visitas mudas de su padre, cumpliendo meticulosamente el horario estipulado para llegar tanto como para escapar.
Cuando terminó el tiempo del pago de los alimentos, ella llamó por teléfono a la mujer y le contó la historia de que su esposo tenía un hijo extramatrimonial. La esposa le contestó que ya lo sabía, sin inmutarse. No contenta con eso fue a interpelar al periodista a la salida del canal para decirle que tenía un hermano. El periodista le contestó que ya lo sabía, que él no tenía la culpa de las cosas que había hecho su padre. Así fue Elena viviendo para vengarse hasta que su propio hijo la abandonó y hoy no permite ni que lo llame por teléfono. Elena llora el día entero como alma en pena, perdió también a su hijo.
Diego es un chico magnífico pero atormentado. Supo hacer negocios y tuvo éxito. Un día llamó a su padre para verlo. El hombre aceptó con la misma mansedumbre que había concurrido a las citas obligado por la locura de Elena. Lo citó frente a un comercio de su propiedad, sólo para que el padre vea lo que pudo hacer por sí solo. El padre le mostró la misma indiferencia.
Se condena a la mujer que quiere abortar, y también a la que no quiere. Atención sobre este aspecto del cual resultan víctimas las mujeres creyentes que están contra el aborto. Es necesario que el Estado ponga al servicio de todas las mujeres un aborto legal para liberar a las que están de acuerdo y a las que no están de acuerdo también, porque las que están en contra, tendrán una opción legal y la oportunidad que hoy no tienen de no estar obligadas a arruinarse la vida.
I) Maby
Ella me escribió cuando hice cinco posts sobre el aborto, diciéndome que la lectura de mis posts le había aligerado la culpa que la carcomía. Ella no leía mi blog, buscó desesperada en Google aliviar su drama teclando la palabra aborto y me encontró. No deja de escribirme cada tanto. Esta es la historia:
Una jovencita ingenua, de familia católica, con novio católico, queda embarazada y se lleva la horrorosa sorpresa de la reacción suscitada en contra de su embarazo en cada uno de los que la rodean.
Primero el novio, el amor de su vida, que le espeta sin miramientos: "te lo tenés que sacar". El chico le había dicho que deseaba casarse y tener una familia con muchos chicos. Decirle "te lo tenés que sacar", era lo mismo que decirle "yo con vos no me voy a casar".
Después correr a hablar con sus padres, que la habían educado contra el aborto, ellos la iban a amparar en la situación de tener un hijo sin estar casada:"si tu novio no lo quiere te lo tenés que sacar, no vas a ser una madre soltera, puta, no vas a tener un hijo guacho, no vas a ensuciar esta casa"
Ella tiene los caminos cerrados.
La convencen de abortar. Tiene que tomar tres pastillas. Se las dan a tragar. Ella traga una pero esconde las otras debajo de la lengua. Dice que lo va a tener igual contra el mundo entero. Le replican que si tomó una pastilla ya el chico va a salir malformado. Con esa manipulación terminan por doblegarla y va otra vez a recbir las pastillas. Aborta y empieza a sentir la culpa de haber asesinado a su hijo, una culpa que no la abandona ni ante los argumentos más esmerados, como una especie de delirio interminable.
2) Marta
Ella vivió en mi barrio de la infancia, Chacarita. Esta es la historia:
Marta tenía quince años, una casa hermosa, unos padres acaudalados y un novio que pasaba a la tarde con el tranvía por enfrente de su casa. Era una relación secreta. El novio era soltero, tenía 35 años y no tenía donde caerse muerto. Alquilaba una pieza en un conventillo. La dejó embarazada.
Todo el barrio se enteró por qué don Francisco tuvo un problema cardíaco. De tanto que le pegó con el cinturón a Marta la tarde que se enteró de su embarazo. Don Francisco y doña Encarnación eran muy católicos.
Don Francisco salió del hospital y hubo silencio hasta que Marta "apareció" casada con el novio, viviendo en una pieza del conventillo, amargada, caminando siempre con la mirada en el piso.
Pasaron diez años, don Francisco murió, Marta se separó. Hijos no nacieron de ese matrimonio. Don Francisco la mandó a abortar y a casarse con ese extraño que la había tomado para el "churrete", como decían en el barrio. Se decía que don Francisco lo fue a obligar a casarse con un revolver en el bolsillo. Marta se dedicó a trabajar y a cuidar a sus sobrinos. No se volvió a casar ni tuvo hijos.
3) Ana María es clienta de la óptica, de una mansedumbre conmovedora.
Ana María tenía 16 años cuando era la más linda de su pueblo en la provincia de Corrientes. Descendiente empobrecida de las Colonias Alemanas, los ojos celestes, el pelo rubio ceniza, un cuerpo curvilíneo, alta, se creyó el juramento de amor del varón más codiciado por las chicas del pueblo. El hijo del comerciante más próspero le juró amor eterno y la embarazó. Cuando ella le contó su embarazo él la rechazó y le indicó un aborto o la amenza de escarnio público. Tanto su familia como la de Ana María eran muy católicas. Ana María no estaba dispuesta a abortar. La panza le iba creciendo y el muchacho hizo correr la voz de que Ana María mentía, que ese hijo no era suyo sino de otro. Ana María se fue del pueblo con su panza. Vino a Buenos Aires, acompañada por su hermana, tan hermosa como ella. Las dos trabajaron sin descanso para criar a ese chico. Ninguna de las dos se casó. Hoy el chico tiene más de treinta años, terminó una carrera universitaria, gana muy bien, se casó y tanto la madre como la tía le cuidan a su bebé recien nacido.
El hijo de Ana María supo siempre la historia del rechazo de su padre biológico que sigue viviendo en el mismo pueblo. Cuando el chico le preguntaba a su madre por su padre, la mamá le decía que no lo debía conocer, que ni debía molestarlo, por orgullo.
El hijo de Ana María sabe perfectamente que existe el ADN y que tiene derechos, pero los rehusa por orgullo, no quiere nada del padre, sólo espera recuperar la dignidad mancillada de su madre. El azar de la genética exterioriza su ADN: es idéntico a su padre, la misma cara, el mismo pelo, el mismo cuerpo, la misma altura, la misma voz. Tanto Marta como la hermana dicen todo el tiempo: es idéntico al padre.
El hijo de Ana María se fue para el pueblo por primera vez. Se bajó de su auto y entró al Café y Bar que está enfrente del negocio de su padre. Al entrar los concurrentes lo miraron con sorpresa. Uno le dijo que era igual al hoy comerciante próspero. El muchacho contestó "soy el hijo de Ana María". Con la boca abierta los del bar habrán recordado la historia. Fue caminando por la calle principal del pueblo bajo la mirada asombrada de los que lo veían. Y entró a ver al comerciante. El hombre lo miró exaltado y le preguntó quién era. El joven le contestó: soy el hijo de Ana María, lo vine a conocer a usted porque me dicen que soy idéntico y tenía curiosidad. Le dio las buenas tardes y se fue.
4) Elena, una vida enloquecida.
Ella era secretaria y amante de un hombre de negocios, casado, con esposa e hijos, que decía que la amaba con locura. Elena era preciosa y alegre como un cascabel. Eran apasionadamente felices hasta que quedó embarazada.
Ella a su vez es hija de una madre soltera que vino escapando de la maledicencia de España. Hija única de una madre soltera que jamás se casó ni tuvo otro hijo, que vivió para mantener a su hija trabajando sin descanso.
La noticia del embarazo no le gustó al hombre, que es padre de un hoy famoso periodista de la televisión. La quiso obligar a abortar. Elena es muy católica, igual que su madre, por eso ninguna de las dos abortó, pero ambas abortaron su vida.
Nació Diego que fue compañero de mi hijo. Yo ví el cuadro de locura de Elena y ví la tragedia de ese hijo. La mamá le hizo un juicio de filiación al padre biológico. El padre biológico le pasó los alimentos requeridos durante toda la infancia sin chistar. Le dio su apellido, un apellido judío.
Elena quiso anotar en un colegio católico a Diego, pero le negaron la inscripción. Ella cree que es por el apellido judío. Yo creo que es porque es soltera.
Elena fue feroz con el padre biológico. Lo odió de tal manera que no he visto a nadie vengarse con esa alevosía. Solicitó al Juez que obligara al hombre a visitar a su hijo. El hombre concurría obligado a la visita casi sin hablar, mostrando siempre que el hijo no le interesaba. Elena atormentó a ese hombre por años y él no se doblegó. También sometió a una tortura a su hijo, teniendo que soportar esas visitas mudas de su padre, cumpliendo meticulosamente el horario estipulado para llegar tanto como para escapar.
Cuando terminó el tiempo del pago de los alimentos, ella llamó por teléfono a la mujer y le contó la historia de que su esposo tenía un hijo extramatrimonial. La esposa le contestó que ya lo sabía, sin inmutarse. No contenta con eso fue a interpelar al periodista a la salida del canal para decirle que tenía un hermano. El periodista le contestó que ya lo sabía, que él no tenía la culpa de las cosas que había hecho su padre. Así fue Elena viviendo para vengarse hasta que su propio hijo la abandonó y hoy no permite ni que lo llame por teléfono. Elena llora el día entero como alma en pena, perdió también a su hijo.
Diego es un chico magnífico pero atormentado. Supo hacer negocios y tuvo éxito. Un día llamó a su padre para verlo. El hombre aceptó con la misma mansedumbre que había concurrido a las citas obligado por la locura de Elena. Lo citó frente a un comercio de su propiedad, sólo para que el padre vea lo que pudo hacer por sí solo. El padre le mostró la misma indiferencia.
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PARA TODAS LAS MUJERES
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