Estuve en La Bloguera, me invitó Gerardo Fernández. Si quieren pueden escuchar el programa en este link. Luego que llegué a casa empecé a recibir unos mails de algunos fervientes admiradores del Gobierno del Estado de Israel, que quieren hacer culo y calzoncillo conmigo porque presenté una víctima de Hitler.
Estoy a tiempo de hacer una aclaración. Me están poniendo incómoda y advierto: no divulgo esta historia para que se saque rédito de ella justificando acciones de gobierno del Estado de Israel. Yo soy argentina. Por suerte tengo un Gobierno para defender: el de Cristina.
Mi objetivo al divulgar una historia tan personal como la de mi hermana, no era hacer caer un mar de lágrimas para dar lástima. Todo lo contrario. Hace muchos años que aborrezco la utilización gananciosa que se hace en algunos casos de las víctimas. Dar lástima trae rédito. Un rédito espúreo. Y ronda además en todo ello el morbo, sentimiento bajo y vulgar, sobre el que se montan todos los operativos de manipulación.
También aborrezco la idealización que se hace de las víctimas, tanto como la demonización del victimario. Porque las víctimas no quedan inoculadas contra la práctica de la victimización del otro. Ni los victimarios son demonios extraterrestres, ni tienen algo especial en los genes, sino que son hombres de carne y hueso como puede ser cualquiera. Parafraseando a Feinman: cualquier pelotudo provoca un genocidio.
Edité el testimonio de mi hermana porque me pareció muy diferente a todos los que conocí.
Les cuento que hace unos doce años yo hacía de productora en un programa de Radio Jai, (una radio judía) y llegaba el aniversario del principio de la Seguda Guerra Mundial. La conductora me dijo que debíamos llamar a una víctima para hacer el programa con su testimonio. Ahí sentí llegada la ocasión para presentar una víctima diferente a "cierta mujer" que acaparó el escenario de la victimización en todos los medios argentinos durante mucho tiempo. Esta mujer, a pesar de tener un testimonio muy impresionante, abusaba de las lágrimas, a diferencia de otra víctima conocida que mantenía siempre una dignidad admirable pero no era tan requerida, por eso mismo. Digo el nombre de éste último: se trata de Jack Fucks, a quien mando mi más sentido homenaje.
Habiendo tantas víctimas de Europa en suelo argentino, llevé a una desconocida que se llama Anita a la radio, quien dio un testimonio diferente. Ella era rumana y no la llevaron a Auschwitz. El relato fue desafectado y sin lágrimas. Los comentarios de los oyentes salían al aire en directo. El programa tuvo un éxito inusitado. Dicho y hecho, la víctima que se roba todos los espacios llamó por teléfono para hablar de sí misma y hasta lloró. La periodista encargada de la sección radio del diario La Nazión, estaba escuchando y al otro día sacó una nota en el diario aplaudiendo el tratamiento dado a la temática.
Todo ésto es para aclarar lo que no había aclarado antes. Pero aún es muy importante que releamos juntos un agudo post de Alejandro, que recoge el testimonio de mi hermana, y los comentarios que agrego, uno mío y otro de Andrés El Viejo. Y ahora sí, el asunto cerrado.
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Varsovia
Whether ’tis nobler in the mind to suffer
The Slings and Arrows of outrageous Fortune
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing, end them.
Hoy hacen ya sesenta y cinco años del levantamiento del gueto de Varsovia. Una buena ocasión para pensar en la pelea por la memoria. En la pelea contra la memoria que pone a la víctima como el sujeto de la historia del siglo XX. Una buena ocasión para preguntarse por qué la museística global de la memoria se preocupó más por ser una caja de resonancia del terror que por reproducir la épica de los guerrilleros polacos.
Para que no haya más genocidios puede que hagan falta museos inmensos y memoriales millonarios. Pero lo que seguro hacen falta son personas con coraje para oponer al poder de los asesinos el poder de los que defienden la vida. Por eso, más importante que recordar la maldad del mal, es recordar a los que se dieron cuenta que podían oponérsele.
Aquí puede leerse el increíble testimonio de la hermana de Eva Row.
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Comentario 5.
Eva Row
Abril 19th, 2008 13:37
Edité el testimonio de mi hermana, porque sale del clásico sujeto víctima, y pone en su lugar al que resistió. Entérense cómo una nena de nueve años enfrenta al poderío nazi con su inteligencia y su decisión de sobrevivir.
Alejandro tiene toda la razón. Que los vencidos sean el sujeto elegido para ser protagonista de la historia no es una estrategia inocente. Es en principio una “utilización de los muertos”. Las atrocidades caídas sobre los muertos no dan derecho a los vivos de operar impunemente en su nombre. Ellos no les han dado permiso para ponerlos a la cabeza de causas diversas.
Sí, el levantamiento del ghetto de Varsovia pone en evidencia la bestialidad del nazismo, con mayor efecto aún que los millones de muertos en la impotencia.
En el ghetto de Varsovia los luchadores enfrentaron al Ejército nazi, pero no para vencer. Eran jóvenes, que deseaban vivir, pero ante la muerte anunciada, le mandaron un mensaje al nazismo de su futura derrota, le comunicaron que la voluntad y el coraje para destruirlos superaba toda potencia militar y situación terminal. El mundo sacó a Hitler del mapa.
Comentario 19.
Andrés el Viejo
Abril 19th, 2008 21:02
Lo que más efecto me hizo del relato de la hermana de Eva es que está despojado de “victimismo”. Lo tremendo de los hechos por los que pasó surge de los mismos hechos y no de un énfasis en “oh, cuánto sufrí”. En ese sentido, y aunque sea la odisea de una niña que no pretendía ni soñaba con ejercer el heroísmo, tiene todo en común con el aniversario que recordamos, el levantamiento del gueto de Varsovia. Golda no se trata a sí misma como víctima, sino como luchadora.