Todos estamos apabullados por los dos nuevos argumentos que amenazan al Gobierno con poder cumplir compromisos de deuda externa sin afectar la deuda interna: Independencia del Banco Central, e ilegitimidad de la deuda externa. Ambos son meros argumentos, excusas para poner palos en la rueda, pero obviémoslo. Lo del Banco Central está clara cuál es la dicotomía. Lo del Banco Central independiente es el claro argumento del enemigo natural de la política distributiva.
Me interesa ahondar en el tema de la ilegitimidad de la deuda. Este es el argumento de personas más afines a la política popular. Y eso es lo peligroso. Aunque en Solanas no creo. Pero sí creo en los que creen de verdad sus argumentos.
Legitimidad de la deuda 1.
Las deudas no se pagan porque sean legítimas. Se pagan por las consecuencias que tiene no pagarlas. Si alguien contrae una deuda y el acreedor no tiene forma de hacer que se la pague, el deudor no paga. Es así de simple. Por eso se firman contratos, se firman cheques, se firman pagarés. Por eso se piden garantías, se exigen intereses por mora, se acuerda someterse a un tribunal designado por el acreedor.
¿Qué pasa cuando una deuda personal es ilegítima? La víctima de una deuda ilegítima tiene derecho a accionar en la justicia demostrando que no ha contraído esa deuda.
¿Qué pasa cuando una deuda de un país es ilegítima? No hay justicia internacional. No existe. El país no tiene tribunal internacional al que acudir para accionar. Y por algo no existe ese tribunal. No existe porque las potencias imperialistas mandan a su arbitrio sobre el mundo y utilizan presiones tales como intromisión en la política interna, bloqueo económico, invasión y guerra, que es el modo que han elegido para imponer su voluntad. Los acreedores son los jueces del globo. Y no se excusan de actuar por ser parte.
Sin decirlo pero forzado a reconocer la falta de tribunal, Olmos saca de la galera una estrategia de presión para pasar por encima de semejante escollo, la cual es tener un modo de extorsión o presión para arrinconar al acreedor. Dice Olmos que la denucia penal contra ciertas personas que actuaron ilegalmente, asustaría al ente acreedor y estaría forzado a aceptar la negociación sobre la auditoría.
Es llamativo y hasta ridículo el arrojo de suponer que entidades como el Banco Mundial o el FMI impersonales, saldrían asustados por esa amenaza a impedir que un país como Ecuador o como la Argentina afecten el honor, inclusive el patrimonio o la libertad de algún funcionario o ex-funcionario propio que hubiera participado en alguna negociación ilegal. No se puede aceptar ese argumento, es francamente idiota.
Que un país como el nuestro, esté dando algún valor a los dichos cacareados por Solanas sobre nuestra capacidad para establecer deuda ilegítima y presionar a los acreedores a que acepten una quita impuesta sobre la ilegitimidad aunque ya haya sido negociada, es muestra de una degradación de la criteriosidad y racionalidad de muchos argentinos que no pueden resistirse al argumento sensible de la ilegitimidad de la deuda. Es la misma vena patética que nucleó a tantos argentinos alrededor de Galtieri por el sensible caso de Malvinas. Ante los casos sensibleros fenecen todos los buenos criterios.
Uno puede imaginar la risa de los acreedores frente a la pretensión. Y uno puede imaginar su decisión de aceptar la negociación sólo porque les interesa negociar una deuda sin saldar e imposible de cobrar, no porque estuvieran asustados.
Ecuador arregló pagar lo que podía pagar, no lo que era legítimo. Si no hubiera podido pagar tampoco lo legítimo, no hubiera podido cerrar el trato. Lo que pasó es que no podía pagar todo lo que se debía, y los acreedores lo sabían perfectamente y se avinieron a una quita para cerrar las cuentas.
Y si se hacen quitas es porque los acreedores saben, y padecen, no sólo la imposibilidad de los deudores de pagar su deuda, sino la sobredimensión del dinero que circula en el mundo, que de alguna manera ellos necesitan hacer desaparecer para salvar al sistema capitalista. Sin ésto último, no hubiera habido la quita que se dió a Ecuador, cuya deuda íntegra es menor que la quita que obtuvo Néstor Kirchner para la deuda argentina, que tampoco la hubiera habido.
Ahora nadie se atreve a contradecir el argumento sensible de la ilegitimidad de la deuda, como si eso tuviera importancia frente a los acreedores. Néstor Kirchner jugó con la verdad y con la fuerza. Y ganó. Y lo más importante es que cambió la relación de deuda con producto, conviertiéndo la deuda en pagable: razón pesada por la cual los acreedores no serán sensibles a ningún otro argumento, mucho menos a la de la legitimidad.
La cuestión es sencilla. El acreedor quiere cobrar. Si el deudor no puede pagar. o puede no pagar, hay que arreglar. Pero si el deudor puede pagar y no puede no pagar, entonces amigo, a cobrarle, o a intervenir en la política interna, o lo que sea, pero cobrarle.
Volviendo a poner las coordenadas anteriores, distingamos las siguientes situaciones:
1)El deudor no puede pagar y no quiere pagar.
2)El deudor puede pagar aunque no quiere, pero no puede no pagar.
3)El deudor puede pagar, no quiere pagar, y puede no pagar.
La situación 1) lo que pesa es que no puede. Ningún acreedor puede cobrarle a quien no tiene para pagar, está obligado a negociar una quita hasta hacer la deuda pagable. Eso no quiere decir que haya aceptado legitimidades.
La situación 2) que es la nuestra, impide completamente la operatividad de todo argumento sobre legitimidad frente al acreedor. Mucho menos la presión absurda.
La situación 3) requeriría la decisión mayoritaria en urnas o en fuerza militar revolucionaria, de pasar del sistema capitalista al socialista mediante una revolución comunista. Y aquí no estamos en eso.
Legitimidad de la deuda 2.
Igualmente, aunque el argumento no valga de nada, me obligo a hablar del tema del que se olvidan todos los sensibles. En nuestro país, como en todas las democracias republicanas, hay tres poderes, y uno de ellos es el Poder Judicial y su Suprema Corte de Justicia.
Nos olvidamos, que la Suprema Corte de un poder independiente avaló todos los golpes de Estado desde el año 30, dando legitimidad rigurosa a los Gobiernos militares, por lo cual las deudas contraídas durante sus mandatos son válidos y legítimos, como son válidos y legítimos sus mandatos. Hay mucha gente que cree que la deuda de los militares es ilegítima de hecho. No es así.
Legitimidad de la deuda 3.
El tema de la supensión del pago y la auditoría debió haber surgido como posible argumento de presión durante el tiempo en que Néstor Kirchner había interrumpido los pagos apuntando a la renegociación. Pero en ese tiempo Solanas no tenía la pantalla de TN a su disposición como ahora en que su voz impostada conmueve los cimientos de la sensiblidad popular. Lástima. Lástima que TN no se hubiera sensiblizado como hoy ante el argumento de la ilegitimidad de la deuda. Lástima.
En ese momento cualquier colorido disraz hubiera servido de pretexto para el no pago y la negociación. Hoy, en principio no sirve para el no pago. Nada puede excusar al Gobierno de no pagar los compromisos que firmó. Tampoco la justicia tiene potestad para obligarlo, dado que todos los gobiernos anteriores pudieron ignorar la decisión de un juez que ordenó el no pago y la auditoría. Menos este gobierno que los anteriores podrían suspender el pago.
El argumento de la ilegitimidad de la deuda no sirve tampoco para una nueva negociación por lo que anteriormente expuse, dado que la deuda se ha convertido en pagable y eso es todo lo que "sensibliza " a los acreedores.
Pero digamos que sí, digamos que vamos a conformar a los ilusos que creen que todavía los acreedores se pueden avenir a renegociar una nueva quita. Entonces, debería hacerse esa auditoría sin suspender el pago y presentar los números y las denuncias sobre ilegalidad de acciones que afectan a las personas del país o del exterior, para recién entonces poder evaluar si la parte ilegítima es efectivamente mayor que la quita ya obtenida y de cuánto, para ver si vale el esfuerzo de negarse a pagar sobre un acuerdo reciente. No vaya a ser que después de la auditoría no se pueda probar como deuda ilegítima más que lo que ya se ha obtenido de quita. Porque todo son suposiciones, faltan realidades. Nadie deja de pagar cuando una parte de la deuda es ilegítima. Es obligación del deudor demostrar primero qué parte es ilegítima.
Después de tantos años de insistir en la auditoría, ya deberían tener un cálculo estimativo de esos números. Y además ¿sobre qué decidió el juez que hay deuda ilegítima como para suspender el pago? ¿Sobre qué auditoría lo hizo? ¿Quién dijo que esa sentencia no puede ser recusada con la facilidad de un soplo?
Me gustaría que si alguien puede cambiar mi punto de vista, lo haga por favor.
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