Antes que nada hay que entender qué es el capitalismo, seguime por favor.
Hay que entender que es un sistema económico que rige a toda la humanidad. El sistema que rige nuestro modo de trabajo. Nuestro modo de hacernos con el dinero necesario para vivir.
Se basa en la acumulación de capital. Acumulando capital se pueden hacer grandes proyectos, como hacer una fábrica. Hacer una fábrica cuesta mucho dinero.
Antes del capitalismo también era necesario acumular capital para hacer grandes proyectos. Pero no cualquiera podía acumular capital. En un prinicipio sólo los Reyes. Luego los Reyes y la aristocracia. Más tarde los Reyes, la aristocracia y los burgueses. Luego se cayeron las monarquías y quedó la Burguesía como el sector de la sociedad apto para acumular capital.
Cuando la sociedad alcanzó la mayor extensión en su aptitud para acumular capital, se creó el sistema democrático de gobierno, extendiéndose desde sectores privilegiados aptos para votar hasta la totalidad de los habitantes ciudadanos de un Estado sin exclusiones ni de patrimonio ni de cultura ni de género.
De ese modo, la ley no le niega a nadie la aptitud de acumular capital. Cualquiera puede hacerlo. Pero eso no es más que un derecho. ¿Qué quiere decir "no es más que un derecho? ¿Acaso despereciamos un derecho? ¿Acaso un derecho no es todo lo que se necesita para poder llevar a cabo una acción? En muchos casos es así, pero no en todos. Podemos distinguir tres situaciones.
Una es la de que el derecho es necesario y suficiente para poder realizar una acción. Por ejemplo: está permitido circular libremente por el país. Digamos que podríamos encontrar casos especiales de personas que no tienen recursos y además no tienen piernas ni silla de ruedas. En ese caso tan particular no alcanzaría con el derecho. Pero son casos muy excepcionales, fácilmente corregibles por el Estado. En general, es suficiente con el derecho para poder circular por un país.
La segunda situación es cuando el derecho no es suficiente porque mucha gente no puede acceder a cumplir ese derecho. Tener vivienda propia es un derecho. Pero muchas personas no pueden tener vivienda propia porque no acceden a tener el dinero suficiente. Sin embargo, desde el Estado, se pueden implementar políticas de gobierno que incluyan a la población excluída del trabajo, o políticas de construcción de viviendas, que lleven a toda la población a tener su vivienda propia. Lo que no se alcanza con el derecho puede alcanzarse con la intervención del Estado. Esto es digno de profundizarse, pero lo que nos interesa en este caso es la tercera situación.
La tercera situación es la del impedimento absoluto de poder realizar la acción que concede un derecho. Esa acción es la de acumular capital. No es posible que todos acumulemos capital.
Es sencillo explicarlo. Supongamos que en una sociedad de diez personas hay diez pesos. La situación igualitaria sería que cada una tuviera un peso. En ese caso nadie podría acumular capital. Acá se ve clarísimo que para poder acumular capital es necesario que haya desigualdad. Es decir, que el derecho, que siempre aparece como igualitario, en este caso funda una desigualdad. Ya que es imposible que todos puedan gozar de ese derecho.
La sociedad del capitalismo es una sociedad desigual, que sin embargo ha sido la de mayor éxito en la historia, y la que mayor desarrollo económico, tecnológico y científico le ha proveído a la sociedad humana. Y no sólo eso. Es la sociedad que ha abierto las libertades de todo tipo cada vez a más personas.
Pero la sociedad capitalista también provee al hombre de enormes padecimientos, más que nada a los que están más abajo en el reparto de dinero. Se ha dicho que es más injusta que el esclavismo, porque el esclavo tenía la comida asegurada y en el capitalismo grandes masas humanas pueden morir por desnutrición.
Sin embargo, este error del sistema puede compensarse desde el Estado. No corregirse, porque la desigualdad está en el sistema. Sino compensarse, para que los efectos de la desigualdad no sean tan extremos. Y es más. Desde el Estado, cuando hay suficiente capital en la sociedad, se puede hacer que la vida de todos los hombres pueda ser mínimamente digna.
Luego, hay muchos derechos que el Estado puede sancionar para compensar los desequilibrios. La forma de eludir la falta de capital individual que aqueja a la mayoría de la población por el sistema, es la asociación de las personas. Diez personas con un peso forman un capital de diez pesos.
Gremios, Sindicatos, Mutuales, Consorcio de Copropietarios, Clubes, Asociaciones Profesionales, Medicina Prepaga, y sobre todo, cooperativismo. La Cooperativa es un modo extraordinario de burlar las desigualdades del capitalismo. Fomentar las cooperativas es hacerle una cuña al sistema.
Para asociarse hay que tener voluntad, compromiso, y pensar que un sistema que funda desigualdad no puede dejarse correr así no más, sin evitar las catástrofes que afectan por su causa a tantas personas.
Lo que tenemos que hacer en un mundo capitalista es lo mismo que hicimos con la naturaleza. La vida natural es muy hermosa. Pero no la de la selva donde están las fieras. Vamos a visitar con confianza y placer solamente los lugares donde no hay fieras salvajes que puedan devorarnos. Vivimos en ciudades donde circula el agua por cañerías. Transitamos por veredas planas, viajamos en vehículos por calles adoquinadas que tienen desagües para que no haya inundaciones por lluvia. Nos vacunamos contra las enfermedades que nos traen los virus y tomamos antibióticos contra las bacterias.
Hemos construído una vida humana regulando los efectos de la naturaleza pura. Así la naturaleza nos sirve a nosotros, no nosotros a ella formando parte de un círculo de muerte donde todo animal devora a otro. Así tenemos que regular al capitalismo. Haciendo que le sirva al género humano, regulando las desigualdades que produce.
Si al capitalismo lo dejamos solo, se porta como una fiera salvaje que mata tanto o más de lo que construye.
El liberalismo económico pretende que lo dejemos actuar solo al capitalismo, que cuando crece el capital, se derrama en forma automática. Pero no es cierto. Los capitalistas están preparados para acaparar también el derrame, y los de abajo quedan siempre abajo. La carne humana se reproduce, y el precio del trabajo queda abajo cuando se multiplican los brazos que necesitan trabajar.
La política de Néstor y Cristina ha sido y será la de ocuparse de corregir los desequilibrios del capitalismo.
Nadie en la historia argentina además de Néstor y Cristina, salvo los dos primeros gobiernos de Perón, se ha ocupado de que el derrame del capitalismo argentino no sea acaparado por los capitalistas y sea distribuído entre los que no tienen capital.
Es la mayor justicia. Tenemos que seguir en este senda. Tenemos que estar convencidos de que este es el único camino posible. Hay que ponerle límites al capital, sin destruirlo. Hay que fomentar el derrame. Hay que "apoderarse" del derrame capitalista para distribuirlo creando vida digna entre todos los hombres, mujeres y niños de nuestra patria.
Por este camino, un día futuro lejano, van a ser sólo cooperativas las empresas de la sociedad. Una sociedad con mercado, con producción cooperativa, será la sociedad igualitaria que soñaron los socialistas vanamente, creyendo que destruyendo al capitalismo y al mercado podían imponer la igualdad por la fuerza. Sólo se generaron monstruosos engendros donde la libertad humana fue tan ahogada como en el capitalismo.
No más engendros ni utopías mesiánicas desesperadas. No hay que destruir el capitalismo, sino domesticarlo hasta que su fiereza se termine diluyendo en un mundo cada vez más igualitario. Gracias a un Estado que intervenga, como lo hace Cristina.
Esto es lo que vamos a votar a fin de año. No te equivoques. No es fácil, pero Cristina es el camino. Si hay otro mejor, decime.
Hay que entender que es un sistema económico que rige a toda la humanidad. El sistema que rige nuestro modo de trabajo. Nuestro modo de hacernos con el dinero necesario para vivir.
Se basa en la acumulación de capital. Acumulando capital se pueden hacer grandes proyectos, como hacer una fábrica. Hacer una fábrica cuesta mucho dinero.
Antes del capitalismo también era necesario acumular capital para hacer grandes proyectos. Pero no cualquiera podía acumular capital. En un prinicipio sólo los Reyes. Luego los Reyes y la aristocracia. Más tarde los Reyes, la aristocracia y los burgueses. Luego se cayeron las monarquías y quedó la Burguesía como el sector de la sociedad apto para acumular capital.
Cuando la sociedad alcanzó la mayor extensión en su aptitud para acumular capital, se creó el sistema democrático de gobierno, extendiéndose desde sectores privilegiados aptos para votar hasta la totalidad de los habitantes ciudadanos de un Estado sin exclusiones ni de patrimonio ni de cultura ni de género.
De ese modo, la ley no le niega a nadie la aptitud de acumular capital. Cualquiera puede hacerlo. Pero eso no es más que un derecho. ¿Qué quiere decir "no es más que un derecho? ¿Acaso despereciamos un derecho? ¿Acaso un derecho no es todo lo que se necesita para poder llevar a cabo una acción? En muchos casos es así, pero no en todos. Podemos distinguir tres situaciones.
Una es la de que el derecho es necesario y suficiente para poder realizar una acción. Por ejemplo: está permitido circular libremente por el país. Digamos que podríamos encontrar casos especiales de personas que no tienen recursos y además no tienen piernas ni silla de ruedas. En ese caso tan particular no alcanzaría con el derecho. Pero son casos muy excepcionales, fácilmente corregibles por el Estado. En general, es suficiente con el derecho para poder circular por un país.
La segunda situación es cuando el derecho no es suficiente porque mucha gente no puede acceder a cumplir ese derecho. Tener vivienda propia es un derecho. Pero muchas personas no pueden tener vivienda propia porque no acceden a tener el dinero suficiente. Sin embargo, desde el Estado, se pueden implementar políticas de gobierno que incluyan a la población excluída del trabajo, o políticas de construcción de viviendas, que lleven a toda la población a tener su vivienda propia. Lo que no se alcanza con el derecho puede alcanzarse con la intervención del Estado. Esto es digno de profundizarse, pero lo que nos interesa en este caso es la tercera situación.
La tercera situación es la del impedimento absoluto de poder realizar la acción que concede un derecho. Esa acción es la de acumular capital. No es posible que todos acumulemos capital.
Es sencillo explicarlo. Supongamos que en una sociedad de diez personas hay diez pesos. La situación igualitaria sería que cada una tuviera un peso. En ese caso nadie podría acumular capital. Acá se ve clarísimo que para poder acumular capital es necesario que haya desigualdad. Es decir, que el derecho, que siempre aparece como igualitario, en este caso funda una desigualdad. Ya que es imposible que todos puedan gozar de ese derecho.
La sociedad del capitalismo es una sociedad desigual, que sin embargo ha sido la de mayor éxito en la historia, y la que mayor desarrollo económico, tecnológico y científico le ha proveído a la sociedad humana. Y no sólo eso. Es la sociedad que ha abierto las libertades de todo tipo cada vez a más personas.
Pero la sociedad capitalista también provee al hombre de enormes padecimientos, más que nada a los que están más abajo en el reparto de dinero. Se ha dicho que es más injusta que el esclavismo, porque el esclavo tenía la comida asegurada y en el capitalismo grandes masas humanas pueden morir por desnutrición.
Sin embargo, este error del sistema puede compensarse desde el Estado. No corregirse, porque la desigualdad está en el sistema. Sino compensarse, para que los efectos de la desigualdad no sean tan extremos. Y es más. Desde el Estado, cuando hay suficiente capital en la sociedad, se puede hacer que la vida de todos los hombres pueda ser mínimamente digna.
Luego, hay muchos derechos que el Estado puede sancionar para compensar los desequilibrios. La forma de eludir la falta de capital individual que aqueja a la mayoría de la población por el sistema, es la asociación de las personas. Diez personas con un peso forman un capital de diez pesos.
Gremios, Sindicatos, Mutuales, Consorcio de Copropietarios, Clubes, Asociaciones Profesionales, Medicina Prepaga, y sobre todo, cooperativismo. La Cooperativa es un modo extraordinario de burlar las desigualdades del capitalismo. Fomentar las cooperativas es hacerle una cuña al sistema.
Para asociarse hay que tener voluntad, compromiso, y pensar que un sistema que funda desigualdad no puede dejarse correr así no más, sin evitar las catástrofes que afectan por su causa a tantas personas.
Lo que tenemos que hacer en un mundo capitalista es lo mismo que hicimos con la naturaleza. La vida natural es muy hermosa. Pero no la de la selva donde están las fieras. Vamos a visitar con confianza y placer solamente los lugares donde no hay fieras salvajes que puedan devorarnos. Vivimos en ciudades donde circula el agua por cañerías. Transitamos por veredas planas, viajamos en vehículos por calles adoquinadas que tienen desagües para que no haya inundaciones por lluvia. Nos vacunamos contra las enfermedades que nos traen los virus y tomamos antibióticos contra las bacterias.
Hemos construído una vida humana regulando los efectos de la naturaleza pura. Así la naturaleza nos sirve a nosotros, no nosotros a ella formando parte de un círculo de muerte donde todo animal devora a otro. Así tenemos que regular al capitalismo. Haciendo que le sirva al género humano, regulando las desigualdades que produce.
Si al capitalismo lo dejamos solo, se porta como una fiera salvaje que mata tanto o más de lo que construye.
El liberalismo económico pretende que lo dejemos actuar solo al capitalismo, que cuando crece el capital, se derrama en forma automática. Pero no es cierto. Los capitalistas están preparados para acaparar también el derrame, y los de abajo quedan siempre abajo. La carne humana se reproduce, y el precio del trabajo queda abajo cuando se multiplican los brazos que necesitan trabajar.
La política de Néstor y Cristina ha sido y será la de ocuparse de corregir los desequilibrios del capitalismo.
Nadie en la historia argentina además de Néstor y Cristina, salvo los dos primeros gobiernos de Perón, se ha ocupado de que el derrame del capitalismo argentino no sea acaparado por los capitalistas y sea distribuído entre los que no tienen capital.
Es la mayor justicia. Tenemos que seguir en este senda. Tenemos que estar convencidos de que este es el único camino posible. Hay que ponerle límites al capital, sin destruirlo. Hay que fomentar el derrame. Hay que "apoderarse" del derrame capitalista para distribuirlo creando vida digna entre todos los hombres, mujeres y niños de nuestra patria.
Por este camino, un día futuro lejano, van a ser sólo cooperativas las empresas de la sociedad. Una sociedad con mercado, con producción cooperativa, será la sociedad igualitaria que soñaron los socialistas vanamente, creyendo que destruyendo al capitalismo y al mercado podían imponer la igualdad por la fuerza. Sólo se generaron monstruosos engendros donde la libertad humana fue tan ahogada como en el capitalismo.
No más engendros ni utopías mesiánicas desesperadas. No hay que destruir el capitalismo, sino domesticarlo hasta que su fiereza se termine diluyendo en un mundo cada vez más igualitario. Gracias a un Estado que intervenga, como lo hace Cristina.
Esto es lo que vamos a votar a fin de año. No te equivoques. No es fácil, pero Cristina es el camino. Si hay otro mejor, decime.