LA BATALLA CULTURAL QUE NO SE GANÓ
permítanme que no me ponga a autovictimizarme preguntando por que´votan a Macri, y llorar sobre el muerto como una viuda sin consuelo. Lo que sigue es largo. Disculpen.
27/04/2015
Los ricos viven mejor sin los pobres. Con ellos no hay nada que hacer. Los que la política del gobierno hizo que dejaran de ser pobres, ahora quieren ser ricos. Y son estos los que nos despiertan la indignación y la pregunta de por qué votan a Macri. Y le damos vuelta al marote en un cuello de botella mental, donde quedamos atrapados, sin salida.
Ningún pobre cree que fue o es pobre por su culpa, y es cierto. Si un pobre tiene la aptitud y la oportunidad, si tiene la voluntad, deja de ser pobre. Cuando un pobre sale, lo hace con sacrificio, casi siempre. Pero no muchos se pueden dar cuenta por sí mismos de que algo le proveyó la aptitud y la oportunidad. No se pueden dar cuenta, porque para eso hace falta una ideologización compleja. Sí, compleja.
Además, todos nosotros, no tenemos demasiado presente lo que recibimos de nuestros padres y de la sociedad. Nadie se levanta todos los días a dar gracias al país por la Revolución de Mayo, por la Ley 1420 de Educación, a dar gracias a los padres que le dieron la vacuna contra la polio y no se enfermó de parálisis infantil. Más bien nos levantamos todos los días a despotricar por los problemas de tener que pagar facturas y nos acordamos siempre de los defectos de nuestros padres más que de sus virtudes y sacrificios.
El que salió de pobre piensa que salió por su voluntad y por su sacrificio. Y piensa que si él pudo salir, el que no sale de pobre, es porque no quiere. La excepción es el tipo ideologizado. Es un tipo con historia de militancia, con cultura política, si no propia, familiar, transmitida de padres a hijos. Hay que entender que este militante no es lo común. Mirá a tu alrededor, y fijáte cuántos militantes te rodean. Con cuántos dedos de la mano podés contar militantes vecinos de tu casa.
La tarea de ideologización la hizo el gobierno todo lo que pudo. Pero tuvo en contra la tarea estratégica, despiadada y minuciosa de los medios, ideologizando hacia la derecha y operando sobre mentes sencillas, fácilmente trastornables y manipulables, con ese sentido común genérico de la especie humana, el mejor distribuído de los sentidos, el más abundante en todo barrio y geografía popular.
Todas las personas que salieron de pobre en la Argentina de la última década, lo hicieron con sacrificio propio, nadie les regaló un sueldo si no trabajaban, y mucho. Obvio que los que pudieron salir de pobres -porque tenían preparación y eran aptos para el trabajo- no cobran planes sociales. Los que cobran planes sociales, algunos no tienen preparación, otros no son aptos para el trabajo, pero hay muchos que trabajan en negro y cobran miseria, sin ninguna cobertura, y otros por cuenta propia hacen changas, con mucho sacrificio.
Los que salieron de pobres, hoy quieren seguir sacrificándose para ser ricos, comprarse una casa más cómoda, o dejar de alquilar, y pagarse una medicina prepaga, y mandar los chicos a una escuela privada, y viajar en avión al exterior. Pero escuchan que Recalde solo habla de ayudar a los pobres, de erradicar las villas, de mejorar los hospitales públicos, la escuela pública. Escuchan que Recalde no les ofrece nada.
A esta gente habría que hablarles de otra manera. Está visto que no pueden entender. En principio, no podés dar un discurso sin ofrecerle nada a un sector importante de la población, porque ya está, ya tienen todo lo que otros no tienen. Que se conformen. E ignorarlos totalmente. Y después romperte la cabeza preguntándote por qué no te votan. Si los ignorás, si los despreciás, no quieras que te voten. Si ignorás cómo les funciona la cabeza, preocupate por aprender. Preocupate por no despreciar sus apetencias, porque ellos también ven que los políticos que les hablan, tienen buenas casas, medicina prepaga, escuela privada para sus hijos y viajan en avión al exterior.
No podés hablarles de ayudar a los pobres como algo que se sobreentiende, como algo que se parece a la piedad de las religiones. Hasta las religiones tienen la picardía de decirles a los fieles, que si ayudan a los pobres, Dios los va a ayudar a ellos.
En todo discurso, SIEMPRE hay que explicar en qué le mejora su vida al hombre común el ayudar a los pobres. Tan sencillo como eso. Hablarles a ellos como lo que son ellos, personas que se sacrificaron y se sacrifican, pero no entienden que ayudar desde el estado a los pobres es ayudarlos a ellos, porque se mejora la economía y todos ganamos. Que no se ayuda a los vagos, sino a los incapaces y desafortunados, que permitiéndoles consumir se pone en funcionamiento el mercado que luego generará trabajo y riqueza, siempre impulsado por políticas de estado. Estas cosas se dicen en 678, pero la gente mira a Tinelli.
Y además, el problema del crédito para la vivienda urbana sigue siendo una deuda enorme para todos los que no somos ricos, con la Ley de Entidades Financieras de Heller, durmiendo el sueño eterno en un cajón del Congreso. No hay crédito ni a treeinta años ni a diez años para todos, para comprarse el techo. No hay. Y debería haber. No hay motivo para que no haya. La gente paga alquileres la vida entera, del valor de cuotas que tira a la basura cada mes. La vivienda propia es la aspiración de todo ser humano.
Yo lo hablé con Filmus de eso y me escuchó. No hay un discurso para los que no son ni ricos ni pobres. En este país parece que solo hubiera ricos y pobres, y en el medio la nada. Y se ignora al pobre infeliz que la yuga, él y la mujer, en dos ambientes alquilados, con tres criaturas, la suegra y el perro. Ese tipo se siente frustrado y vota a Macri, porque además mira TN, tiene miedo de la Inseguridad y ve cómo le dan plata a los vagos, mientras él es un imbécil que labura como un burro sin que nadie le de nada.
Además, para coronarla, están los que tienen conciencia de que el gobierno los sacó de pobres, porque tal vez consiguieron un trabajo en blanco, o en el estado, pero no adquirieron ideología más allá de un peronismo folklórico, que creen que es pura adhesión, emoción, efusión y nada más.
No viejo, la batalla cultural es ideológica, y ser un militante es distribuir conciencia, ideología, cultura, y de la militancia deben salir cuadros, futuros dirigentes políticos. Tipos con discurso como el de Cristina y capaces de acumular poder y sostenerlo. Para eso hay que crecer intelectualmente, estudiar, leer, debatir, fomentar el debate y disputar a la hegemonía mediática las conciencias con argumentos sólidos y discurso llano.
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