Abajo: video de 6,7,8 de Morgado en TN
Cuando se hablaba de vocaciones, al final del secundario, para saber qué carrera iba a seguir, yo no sabía qué decir. En esa época me tragaba todo lo que se decía. Se decía que había una vocación. Una. Y yo no la tenía.Y me sentía discapacitada por no tener vocación. Para colmo nos hicieron un test vocacional, y salí apta para todas las carreras. Lo que no me ayudó nada.
Por fin mi profesor de Astronomía, el Dr Lavagnino, me dijo que yo tenía que estudiar Astronomía. Su palabra para mí era santa. Si él lo decía, era así. La verdad es que a mí la Astronomía no me resultaba de ningún atractivo especial, pero si él decía que era lo que yo tenía que estudiar, yo lo acepté.
Me llevó a concurrir a Amigos de la Astronomía todos los sábados a la tarde, donde él daba unos cursos de Astronomía y miraba por el telescopio. Le conté a mis padres lo que dijo mi profesor, y mi padre puso mala cara. Le conté que iba a ir a Amigos de la Astronomía, y le dio la orden a mi mamá de que me acompañara a la ida y me fuera a buscar a la salida. Ahí mi mamá se enteró de los planes del profesor, quien le contó que tenía muchas esperanzas en mí, que él iba a ayudarme en la carrera, y que tenía que viajar a La Plata.
Cuando llegamos a casa de vuelta, el profesor me estaba llamando por teléfono para saber cómo habíamos llegado. Mi padre se puso furioso por el atrevimiento. Me prohibió volver a ir a Amigos de la Astronomía. Me prohibió recibir llamados del profesor por teléfono. Y me prohibió estudiar Astronomía en La Plata.
El lunes siguiente en el colegio le conté al Dr Lavagnino lo que dijo mi padre. Entonces estudie Física, me dijo, a los dos años se pasa a La Plata para estudiar Astronomía, ya va a tener edad suficiente para hacer lo que quiera sin que preguntarle a su papá. Así hice. Me anoté en Ciencias Exactas para hacer el curso de ingreso que duraba un año, justo en el año fatídico de la Noche de los Bastones Largos.
Como se verá yo estaba haciendo lo que me decía el profesor. Pero la verdad es que sentía pasión por el Magisterio. Yo quise estudiar de Maestra en el secundario, pero mi padre no me dejó. Dijo que sus hijos iban a ir a la Universidad, y que la única forma de que no se interrumpiera ese camino era que estudiara Bachillerato. Así que ya estaba acostumbrada a que otros decidan por mí. No tenía vocación porque no tenía atrevimiento de sentirla, mi pulsión estaba reprimida.
La verdad es que mirando las cosas desde ahora para atrás, puedo decir que sí tenía una vocación que era la enseñanza. Eso me dio fuerte cuando tenía que elegir secundario. Luego, para ir a la Universidad, sólo puedo decir lo que no me gustaba: Medicina, Derecho, Arquitectura, no me interesaban. Y sí me gustaba la Física, pero más todavía, la Matemática.
Y otra cosa que puedo decir que no nací para ello, es la política. Me gusta la política, pero para la militancia constructiva sin zancadillas internas ni grandes enfrentamientos con el enemigo bestializado. Hasta ahí no más, porque mi militancia tiene siempre un límite que tiene que ver con la dignidad. Hay ciertas cosas que no me las banco.
No me banco la crueldad de la pelea. No me banco la lucha contra los elementos externos que utlizan cualquier herramienta para destruir al adversario. Elementos crueles, chicanas, calumnias, estrategias. No me banco la lucha interna de los sectores apropiadores de espacios. Pero sé que la política es así. Y apoyo efusivamente al que tiene logros, al que puede, al que sabe llegar al objetivo. Pero yo no me banco sobre mi persona ese tipo de lucha.
Acabo de ver en TN la pelea que se está dando desde el nido de la serpiente contra la Ley de Medios. Acabo de ver a los dos de A dos voces, argumentar chicanas, usar argumentos imbéciles como el de que en la Argentina no hay monopolios mediáticos, ya que nadie obliga al que va a comprar un diario a comprar Clarín, y además hay muchos canales para ver. El flaco que tiene una papa en la boca y le salen las palabras gangosas, y dice estupideces malintencionadas, es el que peor me pone, es un caradura irreparable.
Y me pregunto cómo se aprende ese arte de esgrima sucio e hipócrita. Yo no puedo así. No podría. No podría tampoco soportar esas afrentas a la intelegencia. Por eso cuando Néstor Kirchner se pone furioso porque un mandadero de Clarín le hace preguntas sobre su patrimonio, yo estoy con él. Yo estoy con Kirchner en ponerse furioso. No sé si se equivoca, pero siento lo mismo que él, me indigna y no puedo evitar el deseo de que le responda lo que se merece ese imberbe a sueldo enviado a preguntar lo que preguntó.
Sin embargo cuando lo veo a Rossi, siempre calmado, resisitir como Nicolino Loche en el ring de box, saltando hábilmente sobre sus pies, sorteando las trompadas sin ponerse nervioso, me alegra que sea así, y pienso que así tiene que ser un políitco. Rossi es el que negocia en la Cámara de Diputados, y es él el que saca para adelante las cosas.
Pero yo no sirvo. Yo me pongo nerviosa. Me pongo loca. Quisiera romper el televisor. La verdad es que para mí todo lo que tiene que ver con política, donde se suceden las peleas con la derecha, todo es obsceno y quisiera escapar, ir a vivir a un limbo sin TN ni Clarín, sin De Angeli, ni Mirta Legrand, ni Patricia Bullrich, ni Carrió por supuesto (la psicópata), sin succiona miembros viriles como las diputadas de la oposición que se presentan a defender los intereses de Clarín tan abiertamente. Siento vergüenza. Y me da vértigo la clase de enemigos que tenemos que soportar. Qué asco. Qué lástima que la vida sea tan complicada.
¿Cuánto falta para que se termine lo de la Ley de Medios?¿Y después qué viene?¿Se viene otra y otra y otra? Y sí, va a ser así. Por suerte no son todos como yo.
Cuando se hablaba de vocaciones, al final del secundario, para saber qué carrera iba a seguir, yo no sabía qué decir. En esa época me tragaba todo lo que se decía. Se decía que había una vocación. Una. Y yo no la tenía.Y me sentía discapacitada por no tener vocación. Para colmo nos hicieron un test vocacional, y salí apta para todas las carreras. Lo que no me ayudó nada.
Por fin mi profesor de Astronomía, el Dr Lavagnino, me dijo que yo tenía que estudiar Astronomía. Su palabra para mí era santa. Si él lo decía, era así. La verdad es que a mí la Astronomía no me resultaba de ningún atractivo especial, pero si él decía que era lo que yo tenía que estudiar, yo lo acepté.
Me llevó a concurrir a Amigos de la Astronomía todos los sábados a la tarde, donde él daba unos cursos de Astronomía y miraba por el telescopio. Le conté a mis padres lo que dijo mi profesor, y mi padre puso mala cara. Le conté que iba a ir a Amigos de la Astronomía, y le dio la orden a mi mamá de que me acompañara a la ida y me fuera a buscar a la salida. Ahí mi mamá se enteró de los planes del profesor, quien le contó que tenía muchas esperanzas en mí, que él iba a ayudarme en la carrera, y que tenía que viajar a La Plata.
Cuando llegamos a casa de vuelta, el profesor me estaba llamando por teléfono para saber cómo habíamos llegado. Mi padre se puso furioso por el atrevimiento. Me prohibió volver a ir a Amigos de la Astronomía. Me prohibió recibir llamados del profesor por teléfono. Y me prohibió estudiar Astronomía en La Plata.
El lunes siguiente en el colegio le conté al Dr Lavagnino lo que dijo mi padre. Entonces estudie Física, me dijo, a los dos años se pasa a La Plata para estudiar Astronomía, ya va a tener edad suficiente para hacer lo que quiera sin que preguntarle a su papá. Así hice. Me anoté en Ciencias Exactas para hacer el curso de ingreso que duraba un año, justo en el año fatídico de la Noche de los Bastones Largos.
Como se verá yo estaba haciendo lo que me decía el profesor. Pero la verdad es que sentía pasión por el Magisterio. Yo quise estudiar de Maestra en el secundario, pero mi padre no me dejó. Dijo que sus hijos iban a ir a la Universidad, y que la única forma de que no se interrumpiera ese camino era que estudiara Bachillerato. Así que ya estaba acostumbrada a que otros decidan por mí. No tenía vocación porque no tenía atrevimiento de sentirla, mi pulsión estaba reprimida.
La verdad es que mirando las cosas desde ahora para atrás, puedo decir que sí tenía una vocación que era la enseñanza. Eso me dio fuerte cuando tenía que elegir secundario. Luego, para ir a la Universidad, sólo puedo decir lo que no me gustaba: Medicina, Derecho, Arquitectura, no me interesaban. Y sí me gustaba la Física, pero más todavía, la Matemática.
Y otra cosa que puedo decir que no nací para ello, es la política. Me gusta la política, pero para la militancia constructiva sin zancadillas internas ni grandes enfrentamientos con el enemigo bestializado. Hasta ahí no más, porque mi militancia tiene siempre un límite que tiene que ver con la dignidad. Hay ciertas cosas que no me las banco.
No me banco la crueldad de la pelea. No me banco la lucha contra los elementos externos que utlizan cualquier herramienta para destruir al adversario. Elementos crueles, chicanas, calumnias, estrategias. No me banco la lucha interna de los sectores apropiadores de espacios. Pero sé que la política es así. Y apoyo efusivamente al que tiene logros, al que puede, al que sabe llegar al objetivo. Pero yo no me banco sobre mi persona ese tipo de lucha.
Acabo de ver en TN la pelea que se está dando desde el nido de la serpiente contra la Ley de Medios. Acabo de ver a los dos de A dos voces, argumentar chicanas, usar argumentos imbéciles como el de que en la Argentina no hay monopolios mediáticos, ya que nadie obliga al que va a comprar un diario a comprar Clarín, y además hay muchos canales para ver. El flaco que tiene una papa en la boca y le salen las palabras gangosas, y dice estupideces malintencionadas, es el que peor me pone, es un caradura irreparable.
Y me pregunto cómo se aprende ese arte de esgrima sucio e hipócrita. Yo no puedo así. No podría. No podría tampoco soportar esas afrentas a la intelegencia. Por eso cuando Néstor Kirchner se pone furioso porque un mandadero de Clarín le hace preguntas sobre su patrimonio, yo estoy con él. Yo estoy con Kirchner en ponerse furioso. No sé si se equivoca, pero siento lo mismo que él, me indigna y no puedo evitar el deseo de que le responda lo que se merece ese imberbe a sueldo enviado a preguntar lo que preguntó.
Sin embargo cuando lo veo a Rossi, siempre calmado, resisitir como Nicolino Loche en el ring de box, saltando hábilmente sobre sus pies, sorteando las trompadas sin ponerse nervioso, me alegra que sea así, y pienso que así tiene que ser un políitco. Rossi es el que negocia en la Cámara de Diputados, y es él el que saca para adelante las cosas.
Pero yo no sirvo. Yo me pongo nerviosa. Me pongo loca. Quisiera romper el televisor. La verdad es que para mí todo lo que tiene que ver con política, donde se suceden las peleas con la derecha, todo es obsceno y quisiera escapar, ir a vivir a un limbo sin TN ni Clarín, sin De Angeli, ni Mirta Legrand, ni Patricia Bullrich, ni Carrió por supuesto (la psicópata), sin succiona miembros viriles como las diputadas de la oposición que se presentan a defender los intereses de Clarín tan abiertamente. Siento vergüenza. Y me da vértigo la clase de enemigos que tenemos que soportar. Qué asco. Qué lástima que la vida sea tan complicada.
¿Cuánto falta para que se termine lo de la Ley de Medios?¿Y después qué viene?¿Se viene otra y otra y otra? Y sí, va a ser así. Por suerte no son todos como yo.