Antes de defender las retenciones, hay que definirse por el apoyo al Gobierno sin entrar en otro tema. Antes de definirse sobre si el Gobierno debe usar las retenciones como elemento distributivo y de control sobre los parámetros económicos y el plan de crecimiento estratégico, es necesario defender la supervivencia de un Gobierno que es atacado, y de una democracia que es horadada.
El Gobierno no fue atacado por las retenciones, ni por las móviles. Esto ha sido sin duda el disparador, la gota que rebalsó el vaso. Fueron los odios acumulados por la política de derechos humanos que junto a la distributiva hacen un paquete ideológicamente intolerable al sector que ve llegada la hora de reconocer que no es mediante la democracia plena que se van a proteger sus intereses mezquinos, que ve llegada la hora de imponerlos por la fuerza de la extorsión al Gobierno, o en su defecto, por la franca acción destituyente.
No nos estamos jugando por lo tanto, en este día, el futuro de las retenciones, ni el de las móviles, ni la capacidad del Estado de regular e intervenir en el mercado para redirigir los aspectos distorsivos, sino mucho más.
Estamos jugando la capacidad de un Gobierno futuro de detentar el poder máximo de la Nación, o sentar para siempre el precedente de que deba someterse a la fuerza de un sector sedicioso aunado a una opinión pública manipulada por el mismo sector. ¿Qué será de la democracia argentina si triunfa el poder de las rutas y del desabastecimiento?
En el Senado se está definiendo si el Gobierno será un títere de los pools de siembra y de la SRA.
Dejemos hoy las críticas al Gobierno de lado. No son necesarias el día en que peligra la democracia plena, que puede ser reemplazada por una democracia ficcional, cuyo Gobierno se convierta una mera sucursal del CAMPO.
No es necesario rasgarse las vestiduras declarando toda la lista de desacuerdos. Y tampoco interesan hoy las declamaciones de los aciertos. Hoy hay que decir que sí al Gobierno, sin entrar en detalles.
Porque entrar en detalles ha sido la derrota del debate. Nunca debimos permitir otro debate que el de la sedición. Porque el ofrecimiento de lidiar en el Parlamento la Ley de Retenciones, en lugar de ser recibida por el sector como el modo de terminar con su violencia sediciosa, potenció esa naturaleza. Cuando alguien se somete a un juez, es porque aceptará que el fallo sea a su favor o en su contra.
El sector sedicioso no se sometió al Parlamento, lo acosa, lo amenaza públicamente, desprecia el voto oficialista, llama a la acción de venganza contra quienes voten en su contra, desprecia al Gobierno, desprecia al pueblo que lo apoya.
Su acción se escuda moralmente en la acusaciòn de que el Gobierno hace lo mismo con los congresales. Como si la acción de Gobierno fuera en sí una acción mafiosa, como si formar bloques y alinearse en el Parlamento no fuera un modo natural de desenvolverse en el mundo entero.
Los medios y la opinión pública manipulada avalan la presión y amenazas del CAMPO a los congresales, avalando de hecho la idea de que el Gobierno es una mafia. Sin darse cuenta algunos que estan avalando que todos los Gobiernos posibles serán considerados desde ahora, mafias.
Señores: ni los Diputados ni los Senadores actúan en libertad de sus conciencias. Si se salva milagrosamente la herramienta distributiva, seguramente nos veremos acosados en la Corte Suprema por la "inconstitucionalidad" de la medida. Y no podemos imaginar cuán largo ha de ser todavía el camino que nos espera en esta lucha que parece ser la de los verdaderos actores del histórico enfrentamiento argentino: EL CAMPO CONTRA EL PUEBLO.
Si por el contrario, el CAMPO consigue amedrentando conciencias, ganar a su favor la elección, deberemos llevar nosotros a la Corte Suprema el pedido de anulación de esa votación, dadas las pruebas de las amenazas públicas proferidas por la dirigencia del campo sobre los Diputados y Senadores.
Después de haber vencido a la vocación militar golpista, ahora deberemos dar la batalla contra el destitucionismo de las fuerzas civiles con poder económico. No es nada nuevo. La fuerza subterránea que dió siempre fuego y aliento al golpismo militar, hoy mostrò su oculto rostro. Sin derrotar a la madre de los golpes, no tendremos nunca democracia.
Sí, al Gobierno de Cristina Kirchner. No, a la sedición ex-golpista y ahora con el rostro descubierto que llamamos CAMPO.
¡NO AL CAMPO SEDICIOSO CONTRA EL PUEBLO. VIVA LA DEMOCRACIA PLENA!
El Gobierno no fue atacado por las retenciones, ni por las móviles. Esto ha sido sin duda el disparador, la gota que rebalsó el vaso. Fueron los odios acumulados por la política de derechos humanos que junto a la distributiva hacen un paquete ideológicamente intolerable al sector que ve llegada la hora de reconocer que no es mediante la democracia plena que se van a proteger sus intereses mezquinos, que ve llegada la hora de imponerlos por la fuerza de la extorsión al Gobierno, o en su defecto, por la franca acción destituyente.
No nos estamos jugando por lo tanto, en este día, el futuro de las retenciones, ni el de las móviles, ni la capacidad del Estado de regular e intervenir en el mercado para redirigir los aspectos distorsivos, sino mucho más.
Estamos jugando la capacidad de un Gobierno futuro de detentar el poder máximo de la Nación, o sentar para siempre el precedente de que deba someterse a la fuerza de un sector sedicioso aunado a una opinión pública manipulada por el mismo sector. ¿Qué será de la democracia argentina si triunfa el poder de las rutas y del desabastecimiento?
En el Senado se está definiendo si el Gobierno será un títere de los pools de siembra y de la SRA.
Dejemos hoy las críticas al Gobierno de lado. No son necesarias el día en que peligra la democracia plena, que puede ser reemplazada por una democracia ficcional, cuyo Gobierno se convierta una mera sucursal del CAMPO.
No es necesario rasgarse las vestiduras declarando toda la lista de desacuerdos. Y tampoco interesan hoy las declamaciones de los aciertos. Hoy hay que decir que sí al Gobierno, sin entrar en detalles.
Porque entrar en detalles ha sido la derrota del debate. Nunca debimos permitir otro debate que el de la sedición. Porque el ofrecimiento de lidiar en el Parlamento la Ley de Retenciones, en lugar de ser recibida por el sector como el modo de terminar con su violencia sediciosa, potenció esa naturaleza. Cuando alguien se somete a un juez, es porque aceptará que el fallo sea a su favor o en su contra.
El sector sedicioso no se sometió al Parlamento, lo acosa, lo amenaza públicamente, desprecia el voto oficialista, llama a la acción de venganza contra quienes voten en su contra, desprecia al Gobierno, desprecia al pueblo que lo apoya.
Su acción se escuda moralmente en la acusaciòn de que el Gobierno hace lo mismo con los congresales. Como si la acción de Gobierno fuera en sí una acción mafiosa, como si formar bloques y alinearse en el Parlamento no fuera un modo natural de desenvolverse en el mundo entero.
Los medios y la opinión pública manipulada avalan la presión y amenazas del CAMPO a los congresales, avalando de hecho la idea de que el Gobierno es una mafia. Sin darse cuenta algunos que estan avalando que todos los Gobiernos posibles serán considerados desde ahora, mafias.
Señores: ni los Diputados ni los Senadores actúan en libertad de sus conciencias. Si se salva milagrosamente la herramienta distributiva, seguramente nos veremos acosados en la Corte Suprema por la "inconstitucionalidad" de la medida. Y no podemos imaginar cuán largo ha de ser todavía el camino que nos espera en esta lucha que parece ser la de los verdaderos actores del histórico enfrentamiento argentino: EL CAMPO CONTRA EL PUEBLO.
Si por el contrario, el CAMPO consigue amedrentando conciencias, ganar a su favor la elección, deberemos llevar nosotros a la Corte Suprema el pedido de anulación de esa votación, dadas las pruebas de las amenazas públicas proferidas por la dirigencia del campo sobre los Diputados y Senadores.
Después de haber vencido a la vocación militar golpista, ahora deberemos dar la batalla contra el destitucionismo de las fuerzas civiles con poder económico. No es nada nuevo. La fuerza subterránea que dió siempre fuego y aliento al golpismo militar, hoy mostrò su oculto rostro. Sin derrotar a la madre de los golpes, no tendremos nunca democracia.
Sí, al Gobierno de Cristina Kirchner. No, a la sedición ex-golpista y ahora con el rostro descubierto que llamamos CAMPO.
¡NO AL CAMPO SEDICIOSO CONTRA EL PUEBLO. VIVA LA DEMOCRACIA PLENA!