
La psicópata, ayer no más, después del magnífico discurso de Cristina, en una conferencia de prensa inmediatamente posterior, volvió a conjurar en su caldero de bruja a los dioses de la muerte, pronunciando el nombre de Ceaucescu y diciendo que Cristina quería destruir al campo.
Y ante la buena pregunta de un periodista, que parecía estar contento con el discurso de Cristina, sobre cuáles serían las razones por las que Cristina querrìa destruir al campo, ella le contestó: por envidia. Su compañera de mesa, Estenssoro, tenía los ojos puestos en el más allá, fijos al frente, con la cara compungida.
Para explicarse, la psicópata utlizó el Cuento de Blanca Nieves, ya que nunca leyó a Hanna Arendt. Le dijo al periodista que la Bruja Mala pintarrajeada (Cristina) que se miraba al espejo (las encuestas de popularidad), odiaba a Blancanieves (el pueblo) porque le dio la espalda. Esa fue su última ponzoña.

Desde que empezó todo hasta hoy, no hubo un día de respiro en el "conflicto con el campo". Hoy, esta noche, sorpresivamente, las cosas cambiaron de color. Y que cambien de color significa salir del negro. El alivio es demasiado grande para los que vivimos con los músculos contraídos todo este año. Hace justo un año que empezaba este desastre.
De repente, Llambías empezó a hablar en la conferencia de Prensa, y se refería una y otra vez a que el éxito se debe a "la presencia de la Señora Presidenta" con un respeto insospechado. Las opiniones vertidas fueron muy halagüeñas. Sobre todo, que lo que cambió la cosa fuera la presencia de "la señora Presidenta". Yo quería cachetearme para saber si no estaba soñando.
Tenía que ser un periodista el que preguntara si el conflicto del campo se daba por terminado. No estaba conforme con la maravilla que es que no se viviera el clima de agravios, las amenzas de cortes de ruta, y toda la parafernalia de violencia verbal y de acción directa que los mansos "hombres de campo", supieron hacer relucir en estas lides.
¿Qué le iban a contestar? ¿Que sí? Recién acababan de firmar un pacto. Luego vendría la comprobación de si el Gobierno cumple su pacto. Así que, le contestaron que no, ¿qué otra cosa? Pero el azuzador de conflictos con el micrófono como pantalla para avivar fuegos, consiguió amargar un poco el dulzor de la entrevista.
Todos estaban distendidos, cansados, pero contentos, por primera vez en un año. Y decían que fue gracias a la "presencia de la Presidenta", porque ella dio legalidad y poder al pacto. Que siempre trataban con alguien que sabe pero que no tiene poder, o con alguien que tiene poder pero no sabe. De pronto la Presidenta fue algo importante para los ruralistas.
Los parásitos de este conflicto, los de la urbe porteña de Barrio Norte y otros barrios chetos, los nostálgicos del Proceso y la Libertadora, los gorilones con mucama de uniforme, las Pando sin un mango en el bolsillo, se quedaron con el término "conchuda" en la lengua, y ahora se lo van a tener que decir a su madre.
Parece que Cristina hizo un movimiento de pieza de ajedrez, y sorprendió a todos: secretarios, custodios, hasta los miembros de la reunión, oficialistas e invitados. Nadie sabía que ella cruzaría de la Rosada al Ministerio de la Producción. Se mandó sola, sin decir nada a nadie. No esperó el ascensor y subió por la escalera. Los empleados del Ministerio se quedaron con la boca abierta.
Ella llegó, y lo que se había hablado se volvió a hablar con ella. En la mesa, la frugalidad acompañó la extrema franqueza y sencillez de proceder de Cristina: agua mineral, café, y galletitas Melba. Cristina no comió ni una galletita, ni tomó café, sólo agua.

Sobre las retenciones a la soja, Cristina dijo que no se tocan: "no queremos alentar la producción de soja, se incrementa por sí misma." Los ruralistas aceptaron la negativa del Ejecutivo, y pedirán al Congreso que estudie una financiación alternativa a las retenciones, para la caja del Gobierno. "En estos difíciles tiempos, no podemos resignar ingresos, sólo Jesús pudo multiplicar los peces" dijo Cristina.
Sobre los miedos a la agencia de comercialización de granos que corrió como rumor, y que ameritó una solicitada en contra, la Presidenta les dijo que de eso todavía no había nada, pero que si llegara a haber un proyecto, iba a ir al Congreso, y que beneficiaría a los pequeños y medianos productores. Sobre el problema de los ruralistas con deudas a los bancos, prometió que a nadie le iban a rematar los campos. Otra cosa que los calmó, y respiraron.
La Presidenta los invitó a integrar el Consejo Económico y Social, que se formalizará pronto, de manera que el vínculo quedará sellado entre las entidades rurales y el Gobierno, no habiendo más necesidad de llamar a reunión. Eso los dejó también contentos.

Después de la conferencia de Prensa, me quedé esperando para ver a Elisa Carrió, anunciada en el programa de TNenbaum y Zloto. Lo dejé de ver hace pocos menos de un año, no pudiendo soportar el vuelco ideológico que tuvieron los dos periodistas, pasando de ser dos "progres" a favor del pueblo, a manipular al espectador contra el Gobierno en favor de La Rural y de su propia patronal, el oligopolio Clarín. Pero esta noche, lo ví. "Yo no esperaba a nadie y te ví. Te ví. Te ví."
La psicópata estaba en el rol de autocontención. Verla asumir ese papel fue un placer inenarrable. Ahora hacía el papel de Juana de Arco en la Hoguera. No más Ceaucescus. No más Blanca Nieves. Sólo contención. Aguante m´hija, aguante que para eso están hechos los psicópatas. Dominio y teatro. Muerda el polvo. TNenbaum le preguntó (zorrito metedor de dedo en herida abierta) si cree que va a ser presidenta (con "a").
Llegó a decir que lo ùnico que le importa es sostener su proyecto, y que sería capaz de dejar de lado su candidatura. Vuelve al papel de franciscana, desinteresada en todo lo material y mundano, cuando ayer creía que tenía ya el palo del poder para dar garrote vil al primero que se le cruce. ¡Qué placer!

Un regalo de amor
Esta noche compensó la de la noche del No Positivo de Cobos. La platinada se las tomó sin pena ni gloria, sin poder escandalizar a nadie. Y TNenbaum llamó a Biolcatti por teléfono.
TNenbaum, que viró a tratar el nuevo status de la relación con un dejo de regocijo, preguntaba a Biolcatti por la conciliación con el Gobierno, y Biolcatti utilizó una frase que me descolocó tanto pero tanto, que no puedo recordar el contexto en que lo dijo: habló algo del idilio y de que esto era como "un regalo de amor". Créanme, no tomé drogas, lo dijo. Si alguien lo escuchó, cuéntenme porque yo debo haberme desmayado.