Rossi va a una reunión a una localidad que junta 400 tipos de esa localidad adentro del lugar de renión, y son sólo 40 los que le hacen un escrache contra natura. Dice Rossi, con esa calma que da la intelegencia de las cosas, que los números lo dicen todo. Cuatrocientos contra cuarenta es una proporción que desautoriza la representatividad del escrache c/natura.
Me alegro mucho de haber ido a Rosario. Todas las mejores expectativas del viaje fueron satisfechas. Y las dudas sobre un acercamiento pionero, totalmente aventadas. Teníamos miedo de ir a hacer número, de no participar con identidad, de haber ido por "el chori y la coca". Teníamos. Pero no, nada de eso pasó.
El evento primero, contó con la participación de centenas de estudiantes rosarinos, en un enorme salón donde estaban en la mesa de oradores, nada menos que Laclau junto a Rossi y Juan Carlos Betanin (el segundo en la lista después de Rossi). El orador en cada ocasión aparecía en una enorme pantalla sobre la pared y pudo ser visto y seguido por una verdadera multitud presente. Una multitud de esencia académica y comprometida. Un ambiente de nivel intelectual al que nos integraron, cosa que nos regocija por el significado calificatorio de nuestra evaluación.
Frente a la càlida recepción, al lugar que hemos ocupado en la presentación, en la identificación de nuestro sector y su validación, al lugar que nos dieron en la recepción para poner en una pizarra un cartel que anunciaba nuestro blog colectivo "Blogueros por la libertad de expresión" y juntar firmas de apoyo al blog, a las que se avinieron con interés muchos de los presentes sin que se lo pidiéramos, frente a todo ésto, no hay más que palabras de agradecimiento.
No hay palabras para la atención y dedicación que tuvo Rossi con nuestro traslado, nuestra acogida y nuestro protagonismo. Podemos decir que desde las dos reuniones, el Gobierno nos conoce, nos reconoce y nos apoya. Además, el diputado Rossi, Jefe de la bancada oficialista, es una persona que combina dos elementos cautivantes: argumentación y moderación. Éste es el comienzo, por lo tanto, de un camino auspicioso.
Después del acto en la Universidad de Rosario, fuimos trasladados en el mismo micro que nos trajo de Buenos Aires, a un lugar preparado para un encuentro exclusivo de nosotros con el Diputado Agustín Rossi. Allí nos recibieron con los cochirpanes gloriosos, símbolo de nuestra esencia nacional y popular. Bebidas, café y alfajores toda la tarde. El local fue colmado, todas las sillas ocupadas. Vinieron blogueros de otros lados del país viajando por su cuenta. Como cuenta Rob Rufino, dos queridos blogueros de Los perros del Lanari perdieron el micro y se vinieron a su costa.
Nos recibió el inefable J. C. Betanin, que hasta ahora había sido para mí sólo un personaje de ficción de Lucas Carrasco, y que se hizo corpóreo con un estallido de realidad, que pone dudas sobre el origen "dudoso" con el que ironiza el mismo Lucas, en calificativo de la literatura carrasqueña.
La simpatía y la bonhomía de Betanin nos acogió allí en el primer tramo, en el que Rossi no se había hecho presente por acompañar a Laclau a almorzar y a despedirlo en el aeropuerto. Me sorprendió que Betanin me reconciera y me diera un abrazo de afecto, me hiciera comentarios sobre mi blog, y me manifestara un acuerdo con un post de hace varios meses. No fue ajeno al intercambio de posts que tuvimos Lucas y yo respecto de Betanin. No hay dudas de que los blogs nos intercomunican.
En ese pequeño tramo, porque no llegó a ser ni de una hora, los blogueros nos presentamos uno por uno nombrando nuestros blogs, y luego presentamos una exposición especialmente preparada para el evento sobre el conflicto del campo. Diego y Gabriel(ex-anónimo), dos blogueros e ingenieros agrónomos del Inta, habían viajado en su propio auto para llevar el equipo de proyección y el material de exposición. Diego tomó la palabra y el micrófono, y sobre la pantalla detrás de la mesa de oradores, fue presentando una amplia estadística de datos que profunidizan y aclaran muchos puntos osuros sobre el tema. Preguntas de blogueros ameritaron las respuestas doctas de Diego. Betanin se salió de la mesa para ubicarse entre el público bloguero, y no se perdió detalle de la exposición, antes de terminar la cual apareció Rossi, como si todo hubiera sido acordado en prolija cronología.
Las palabras de Rossi y de sus acompañantes ocuparon el tiempo siguiente, en un diálogo generoso con los blogueros. El evento terminó a horario acordado, en que los blogueros se volvieron a subir al cómodo y moderno micro que los trajo, para volver satisfechos a Buenos Aires, no sin antes posar para la foto colectiva acompañada por la Marcha Peronista, que juro que canté hasta que me agarró uno de los calambres en el pie izquierdo gracias a mi inconsciente represor que se resiste a abandonar la categoría "progresista", a pesar de Artemio.
Hasta aquí lo referente a la actividad programada. Lo que sigue es una historia propia. Pero antes, le tengo que pedir perdón a Rob Rufino, a quien torturé hasta la última noche anterior con mis dudas injustas.
Decidimos con Roberto mi marido, quedarnos en Rosario hasta el otro día. Udi y su entrañable compañera, nos acompañaron generosamente con su auto a encontrar hotel, fuimos dando vueltas por Rosario, reconociendo edificios históricos, hasta que nos alojamos. Antes, en la salida del evento, quedamos con los rosarinos presentes y Lucas Carrasco que vino de Paraná, que iríamos a cenar todos juntos a las 21 y elegimos ir a un lugar muy simbólico y significativo de Rosario: el bar El Cairo, el glorioso bar donde estuvo la mesa de galanes del inolvidable e irreemplazable Fontanarrosa.
La expectativa me desbordaba y fue superada en la realidad. Juntos en dos grandes mesas redondas, con la cautivante y académica Cosas Dichas (Leila y Luna), con su acento cordobés y su discurso teórico, con Udi y su pareja, con Sin Dioses de Catenpeist y su también entrañable pareja Silvina, con Rob Rufino de Catenpeist, con otra pareja de bogueros nuevos (al compañero bloguero le arreglé la torcedura de los anteojos) y con el inefable y nunca bien ponderado Lucas Carrasco, fuimos 10 personas que pasamos una noche delirante, pletórica de afecto, de discusión y debate, de emoción y risas.
El signo crucial lo dio Lucas por supuesto, que no perdía ocasión para hacer un brindis, y me festejó cuatro veces el cumpleaños falso, involucrando impunemente a la estafada concurrencia del bar El Cairo que se juntaba al canto de "que los cumplas feliz", tantas veces como a Lucas se lo ocurrió levantar la copa. Me caían las lágrimas de la risa. Lucas me obsequió y sorprendió con la dedicatoria en su libro editado "Esas barricadas que tienen tus ojos". Lucas sabe que mi corazón bloguero está con él.
Llegamos al bar congelados, en una noche lluviosa y de frío hiriente. Y nos acompañaron caminando a la vuelta hasta el hotel Horacio (Sin Dioses) y Silvina que nos invitaron para almorzar juntos el domingo en su cálido departamento situado en un bello Pasaje, cuyo nombre decidieron ignorar los taxistas de Rosario.
Nos levantamos a horario para desayunar copiosamente un desayuno muy bien servido y partir del hotel con la mochila con pocas cosas, para subir a un taxi que contratamos por una hora, para que nos lleve a pasear por Rosario. El increíble taxista no sólo nos mostró el aspecto edilicio, sino que acompañó con reflexiones muy interesantes sobre los efectos edilicios de la política, de la expansión económica del campo, y de la falta de atención del gobierno de Rosario al arreglo de las calles.
Nos llama la atención que un taxista tuviera ese nivel de cultura. Nos llevamos la idea de que Rosario ha desarrollado un muy buen nivel educativo de la población. Pasamos obviamente por el Monumento a la Bandera, obra de arte escultórico colosal, digno de una ciudad de envergadura, tanto como de la Roma imperial.
El taxista eligió los puntos importantes del paseo y nos llevó a toda velocidad hasta los confines para ver el imponente puente colgante, al que aportó comentarios sobre su historia. A la vuelta nos llevó a ver la estatua a Alberto Olmedo, cosa que me conmovió, sinceramente. Me conmovió primero porque guardo un cariño sincero por Olmedo, porque hizo ese papel desmitiificador del "manosanta", porque ridiculizó al dictador de la República Bananera con su Yeneral Gonzàlez, porque todo lo hizo con genialidad interpretativa, y porque me regaló muchas risas desde su Piluso y Coquito en adelante con una creatividad única. Olmedo y los amigos que hizo personajes, tanto como Fontanarrosa, son un producto los dos, típicos de Rosario.
Y está la estatua de Olmedo sentada en un banco, en un barrio pobre donde nació, banco en el que se sientan los transeúntes a sacarse fotos y quedan a él abrazados como si fueran amigos que comparten un banco. La estatua es genial, es increíble la calidad del artista que logró la imagen y la expresión del inolvidable Olmedo. Hay que verla.
Fuimos luego a almorzar a casa de Horacio los exquisitos ravioles con tuco que preparó Silvina, con la compañía de la hermosa gata negra que no le teme al agua, que se mete a bañarse en la bañadera, que caminó para atrás cuando la esterilizaron asustando a los papás.
Allí nos despedimos de Rosario para tomar el micro de vuelta en la bella y organizada estación terminal. Viajamos cómodos, dormimos en asientos cama, y llegamos a Buenos Aires como viniendo de un sueño, como del cuento de Cenicienta, que esta vez no romperá el encanto guardado en la memoria de esos dos días pasados para tanto regocijo.
Me alegro mucho de haber ido a Rosario. Todas las mejores expectativas del viaje fueron satisfechas. Y las dudas sobre un acercamiento pionero, totalmente aventadas. Teníamos miedo de ir a hacer número, de no participar con identidad, de haber ido por "el chori y la coca". Teníamos. Pero no, nada de eso pasó.
El evento primero, contó con la participación de centenas de estudiantes rosarinos, en un enorme salón donde estaban en la mesa de oradores, nada menos que Laclau junto a Rossi y Juan Carlos Betanin (el segundo en la lista después de Rossi). El orador en cada ocasión aparecía en una enorme pantalla sobre la pared y pudo ser visto y seguido por una verdadera multitud presente. Una multitud de esencia académica y comprometida. Un ambiente de nivel intelectual al que nos integraron, cosa que nos regocija por el significado calificatorio de nuestra evaluación.
Frente a la càlida recepción, al lugar que hemos ocupado en la presentación, en la identificación de nuestro sector y su validación, al lugar que nos dieron en la recepción para poner en una pizarra un cartel que anunciaba nuestro blog colectivo "Blogueros por la libertad de expresión" y juntar firmas de apoyo al blog, a las que se avinieron con interés muchos de los presentes sin que se lo pidiéramos, frente a todo ésto, no hay más que palabras de agradecimiento.
No hay palabras para la atención y dedicación que tuvo Rossi con nuestro traslado, nuestra acogida y nuestro protagonismo. Podemos decir que desde las dos reuniones, el Gobierno nos conoce, nos reconoce y nos apoya. Además, el diputado Rossi, Jefe de la bancada oficialista, es una persona que combina dos elementos cautivantes: argumentación y moderación. Éste es el comienzo, por lo tanto, de un camino auspicioso.
Después del acto en la Universidad de Rosario, fuimos trasladados en el mismo micro que nos trajo de Buenos Aires, a un lugar preparado para un encuentro exclusivo de nosotros con el Diputado Agustín Rossi. Allí nos recibieron con los cochirpanes gloriosos, símbolo de nuestra esencia nacional y popular. Bebidas, café y alfajores toda la tarde. El local fue colmado, todas las sillas ocupadas. Vinieron blogueros de otros lados del país viajando por su cuenta. Como cuenta Rob Rufino, dos queridos blogueros de Los perros del Lanari perdieron el micro y se vinieron a su costa.
Nos recibió el inefable J. C. Betanin, que hasta ahora había sido para mí sólo un personaje de ficción de Lucas Carrasco, y que se hizo corpóreo con un estallido de realidad, que pone dudas sobre el origen "dudoso" con el que ironiza el mismo Lucas, en calificativo de la literatura carrasqueña.
La simpatía y la bonhomía de Betanin nos acogió allí en el primer tramo, en el que Rossi no se había hecho presente por acompañar a Laclau a almorzar y a despedirlo en el aeropuerto. Me sorprendió que Betanin me reconciera y me diera un abrazo de afecto, me hiciera comentarios sobre mi blog, y me manifestara un acuerdo con un post de hace varios meses. No fue ajeno al intercambio de posts que tuvimos Lucas y yo respecto de Betanin. No hay dudas de que los blogs nos intercomunican.
En ese pequeño tramo, porque no llegó a ser ni de una hora, los blogueros nos presentamos uno por uno nombrando nuestros blogs, y luego presentamos una exposición especialmente preparada para el evento sobre el conflicto del campo. Diego y Gabriel(ex-anónimo), dos blogueros e ingenieros agrónomos del Inta, habían viajado en su propio auto para llevar el equipo de proyección y el material de exposición. Diego tomó la palabra y el micrófono, y sobre la pantalla detrás de la mesa de oradores, fue presentando una amplia estadística de datos que profunidizan y aclaran muchos puntos osuros sobre el tema. Preguntas de blogueros ameritaron las respuestas doctas de Diego. Betanin se salió de la mesa para ubicarse entre el público bloguero, y no se perdió detalle de la exposición, antes de terminar la cual apareció Rossi, como si todo hubiera sido acordado en prolija cronología.
Las palabras de Rossi y de sus acompañantes ocuparon el tiempo siguiente, en un diálogo generoso con los blogueros. El evento terminó a horario acordado, en que los blogueros se volvieron a subir al cómodo y moderno micro que los trajo, para volver satisfechos a Buenos Aires, no sin antes posar para la foto colectiva acompañada por la Marcha Peronista, que juro que canté hasta que me agarró uno de los calambres en el pie izquierdo gracias a mi inconsciente represor que se resiste a abandonar la categoría "progresista", a pesar de Artemio.
Hasta aquí lo referente a la actividad programada. Lo que sigue es una historia propia. Pero antes, le tengo que pedir perdón a Rob Rufino, a quien torturé hasta la última noche anterior con mis dudas injustas.
Decidimos con Roberto mi marido, quedarnos en Rosario hasta el otro día. Udi y su entrañable compañera, nos acompañaron generosamente con su auto a encontrar hotel, fuimos dando vueltas por Rosario, reconociendo edificios históricos, hasta que nos alojamos. Antes, en la salida del evento, quedamos con los rosarinos presentes y Lucas Carrasco que vino de Paraná, que iríamos a cenar todos juntos a las 21 y elegimos ir a un lugar muy simbólico y significativo de Rosario: el bar El Cairo, el glorioso bar donde estuvo la mesa de galanes del inolvidable e irreemplazable Fontanarrosa.
La expectativa me desbordaba y fue superada en la realidad. Juntos en dos grandes mesas redondas, con la cautivante y académica Cosas Dichas (Leila y Luna), con su acento cordobés y su discurso teórico, con Udi y su pareja, con Sin Dioses de Catenpeist y su también entrañable pareja Silvina, con Rob Rufino de Catenpeist, con otra pareja de bogueros nuevos (al compañero bloguero le arreglé la torcedura de los anteojos) y con el inefable y nunca bien ponderado Lucas Carrasco, fuimos 10 personas que pasamos una noche delirante, pletórica de afecto, de discusión y debate, de emoción y risas.
El signo crucial lo dio Lucas por supuesto, que no perdía ocasión para hacer un brindis, y me festejó cuatro veces el cumpleaños falso, involucrando impunemente a la estafada concurrencia del bar El Cairo que se juntaba al canto de "que los cumplas feliz", tantas veces como a Lucas se lo ocurrió levantar la copa. Me caían las lágrimas de la risa. Lucas me obsequió y sorprendió con la dedicatoria en su libro editado "Esas barricadas que tienen tus ojos". Lucas sabe que mi corazón bloguero está con él.
Llegamos al bar congelados, en una noche lluviosa y de frío hiriente. Y nos acompañaron caminando a la vuelta hasta el hotel Horacio (Sin Dioses) y Silvina que nos invitaron para almorzar juntos el domingo en su cálido departamento situado en un bello Pasaje, cuyo nombre decidieron ignorar los taxistas de Rosario.
Nos levantamos a horario para desayunar copiosamente un desayuno muy bien servido y partir del hotel con la mochila con pocas cosas, para subir a un taxi que contratamos por una hora, para que nos lleve a pasear por Rosario. El increíble taxista no sólo nos mostró el aspecto edilicio, sino que acompañó con reflexiones muy interesantes sobre los efectos edilicios de la política, de la expansión económica del campo, y de la falta de atención del gobierno de Rosario al arreglo de las calles.
Nos llama la atención que un taxista tuviera ese nivel de cultura. Nos llevamos la idea de que Rosario ha desarrollado un muy buen nivel educativo de la población. Pasamos obviamente por el Monumento a la Bandera, obra de arte escultórico colosal, digno de una ciudad de envergadura, tanto como de la Roma imperial.
El taxista eligió los puntos importantes del paseo y nos llevó a toda velocidad hasta los confines para ver el imponente puente colgante, al que aportó comentarios sobre su historia. A la vuelta nos llevó a ver la estatua a Alberto Olmedo, cosa que me conmovió, sinceramente. Me conmovió primero porque guardo un cariño sincero por Olmedo, porque hizo ese papel desmitiificador del "manosanta", porque ridiculizó al dictador de la República Bananera con su Yeneral Gonzàlez, porque todo lo hizo con genialidad interpretativa, y porque me regaló muchas risas desde su Piluso y Coquito en adelante con una creatividad única. Olmedo y los amigos que hizo personajes, tanto como Fontanarrosa, son un producto los dos, típicos de Rosario.
Y está la estatua de Olmedo sentada en un banco, en un barrio pobre donde nació, banco en el que se sientan los transeúntes a sacarse fotos y quedan a él abrazados como si fueran amigos que comparten un banco. La estatua es genial, es increíble la calidad del artista que logró la imagen y la expresión del inolvidable Olmedo. Hay que verla.
Fuimos luego a almorzar a casa de Horacio los exquisitos ravioles con tuco que preparó Silvina, con la compañía de la hermosa gata negra que no le teme al agua, que se mete a bañarse en la bañadera, que caminó para atrás cuando la esterilizaron asustando a los papás.
Allí nos despedimos de Rosario para tomar el micro de vuelta en la bella y organizada estación terminal. Viajamos cómodos, dormimos en asientos cama, y llegamos a Buenos Aires como viniendo de un sueño, como del cuento de Cenicienta, que esta vez no romperá el encanto guardado en la memoria de esos dos días pasados para tanto regocijo.