DON ELÍAS
Era un tipo que tenía Prode enfrente de la óptica. Tenía más de ochenta años y seguia trabajando sin parar. Trabajaba junto a su mujer, una mujer sorda. Él decía que todo el mundo lo envidiaba porque las sordas hablan poco. Don Elías era una especie de bruto filósofo, como ya no hay más. Ahora los brutos son banales. Había sido peluquero toda la vida en Pueyrredón y Corrientes. Y le había cortado el pelo a la mafia prostubilaria de la Zwi Migdal del barrio de Once. Calificaba a la gente con una sola forma: "tiene mafia" o "no tiene mafia". Cuando lo conoció a mi marido me dijo "es un buen muchacho, no tiene mafia". Una vez, de enfrente, vio entrar y salir un tipo que vino a comprarse anteojos. Cuando el tipo se fue, él se cruzó para decirme "ojo, no le tenga confianza, ese tipo tiene mafia". Me acordé de él -y siempre me acuerdo por lo mismo- porque un día me dijo: "es lo mismo vivir poco que vivir mucho, tengo ochenta y tres años y todo me parece ayer". Estaba pensando en todo lo que hemos pasado, en que todo está tan vivo que parece ayer. Y me acordé de Don Elías y su filosofía.
La foto que encontré para saludar a Cristina en su cumpleaños la elegí porque levantaba una copa y tenía el pelo recogido. Y el pelo recogido yo se lo ví solo una vez, cuando fue la recepción en Cancillería la noche en que asumió su primera presidencia. ¡Qué felicidad tenía yo! Era una noche hermosa. Mirando detrás de las rejas de Cancillería, de ese hermoso edificio, ví entrar -entre muchos- a Hugo Chávez y ví entrar a Correa. Éramos muy poquitos. Todavía ella no había conquistado a su pueblo. Hugo Chávez no se dio vuelta para saludar. Pero Correa, cuando escuchó los saludos, se dio vuelta y saludó con el brazo agitándolo, y se vio su sonrisa formidable. No me voy a olvidar nunca de esa noche hermosa. Me parece ayer, por eso me acordé de Don Elías.
Don Elías, a sus ochenta y pico, decidió dejar de trabajar y dedicarse a disfrutar de la vida "con la vieja" y usar toda la plata que había juntado en tantos años de trabajo. Tenía una hija en Bariloche, y se fue a visitarla inaugurando su etapa de vivir de rentas sin laburar. Se tomaron el micro, se sentaron los dos en el primer asiento. El micro chocó. Se mataron los dos.
Si recibís este post por mail y querés comentar, no respondas a este correo. Escribí un comentario en el blog o envía un mail evarow@gmail.com
Era un tipo que tenía Prode enfrente de la óptica. Tenía más de ochenta años y seguia trabajando sin parar. Trabajaba junto a su mujer, una mujer sorda. Él decía que todo el mundo lo envidiaba porque las sordas hablan poco. Don Elías era una especie de bruto filósofo, como ya no hay más. Ahora los brutos son banales. Había sido peluquero toda la vida en Pueyrredón y Corrientes. Y le había cortado el pelo a la mafia prostubilaria de la Zwi Migdal del barrio de Once. Calificaba a la gente con una sola forma: "tiene mafia" o "no tiene mafia". Cuando lo conoció a mi marido me dijo "es un buen muchacho, no tiene mafia". Una vez, de enfrente, vio entrar y salir un tipo que vino a comprarse anteojos. Cuando el tipo se fue, él se cruzó para decirme "ojo, no le tenga confianza, ese tipo tiene mafia". Me acordé de él -y siempre me acuerdo por lo mismo- porque un día me dijo: "es lo mismo vivir poco que vivir mucho, tengo ochenta y tres años y todo me parece ayer". Estaba pensando en todo lo que hemos pasado, en que todo está tan vivo que parece ayer. Y me acordé de Don Elías y su filosofía.
La foto que encontré para saludar a Cristina en su cumpleaños la elegí porque levantaba una copa y tenía el pelo recogido. Y el pelo recogido yo se lo ví solo una vez, cuando fue la recepción en Cancillería la noche en que asumió su primera presidencia. ¡Qué felicidad tenía yo! Era una noche hermosa. Mirando detrás de las rejas de Cancillería, de ese hermoso edificio, ví entrar -entre muchos- a Hugo Chávez y ví entrar a Correa. Éramos muy poquitos. Todavía ella no había conquistado a su pueblo. Hugo Chávez no se dio vuelta para saludar. Pero Correa, cuando escuchó los saludos, se dio vuelta y saludó con el brazo agitándolo, y se vio su sonrisa formidable. No me voy a olvidar nunca de esa noche hermosa. Me parece ayer, por eso me acordé de Don Elías.
Don Elías, a sus ochenta y pico, decidió dejar de trabajar y dedicarse a disfrutar de la vida "con la vieja" y usar toda la plata que había juntado en tantos años de trabajo. Tenía una hija en Bariloche, y se fue a visitarla inaugurando su etapa de vivir de rentas sin laburar. Se tomaron el micro, se sentaron los dos en el primer asiento. El micro chocó. Se mataron los dos.
Si recibís este post por mail y querés comentar, no respondas a este correo. Escribí un comentario en el blog o envía un mail evarow@gmail.com
6 comentarios:
Haber tenido la pesima suerte de 'ver' a 'chavez' participando de un momento de regresion de la historia..., realmente fue la perdida casi total, del sentido de vivir ! Cuanto mal nos ha causado ese imberbe comunismo, por demasiado tiempo ! Ojala que esos personajes, uno a uno, terminen sus dias rapido, para salir de la zona, de una de las mayores suciedades que nos han provocado ! Comunismo, nunca mas ! Horripilante !
Qué pobre tipo éste anónimo (05:20:00 )
si el post tuviera que ver al menos.
Ah.. tiene que ver.. me saltée el párrafo del medio.
=P
Estimada Eva, la vida está llena de momentos que constituyen precisamente éso: la vida. A veces miramos demasiado al incierto futuro y mientras, la vida ... pasa.
Con motivo del cumple de la Morocha Argentina, yo también recordé muchos de los más de 4.300 días en los que volvió a renacer mi esperanza y mi confianza en nuestro país. Los buenos años, al menos desde 1945, SIEMPRE FUERON PERONISTAS.
Creo que al extraño comentarista "ano 20:00" debió sobrevenirle un ACV al momento de emitir su pintoresca y "diestra" opinión.
Saludos
Gracias Eva, un post hermoso!
Yo pienso que muchos pudimos disfrutarlo mientras duró, y no fue poco ese sentimiento de pertenencia, de unidad, de recorrer en tiempo presente el camino que marcaron los padres de la Patria.
Ahora, como es historia en nuestro país, han vuelto los tiempos de vacas flacas, donde lo más sentido, lo más querido, se nos escurre como el agua entre los dedos.
Lástima que todo fue tan rápido, a veces me parece que sólo fue un sueño, un buen sueño.
Pocas veces uno puede leer un texto como éste. Me llevó a otros tiempos... Me dejó una sensación a recuerdo agridulce... Me sedujo. Y sin esperar permisos voy a compartirlo.
Publicar un comentario
No te olvides de tildar la casilla de suscribir a comentarios, si querés seguir este debate.
La autora del post lee TODOS los comentarios.
ANÓNIMO: ¡FIRMÁ CON ALGÚN NOMBRE O UN SEUDÓNIMO! para poder dirigirte una respuesta. Si no lo hacés, es porque no te interesa que te respondan. Por lo tanto borraré el comentario si veo que el anonimato tiene esa intención.