NO FUI A HACER LA DENUNCIA. NO DIGO QUE SOY GENTE DE TRABAJO Y QUE NO HAY SEGURIDAD. NO DIGO QUE ESTO NO DA MÁS. NO DIGO NADA DE ESAS COSAS. MAGNETO CONMIGO PERDIÓ. Y PERDIERON LOS TROLLS QUE SE ESTÁN BABEANDO PENSANDO QUE AHORA VOY A ECHARLE LA CULPA AL GOBIERNO PORQUE ME ROBARON. SUEÑEN TROLLS, ESTA MUJER NO SE DOBLEGA ANTE LA OPERACIÓN BASTARDA DE LA FALTA DE SEGURIDAD
Un tipo sobre una moto se detiene frente al negocio, en la vereda, y se queda sentado en la moto, algunos segundos después entra al negocio raudamente un hombre de unos treinta y cinco años. Está vestido con una remera azul, alto, tiene una silueta musculosa, de piel muy oscura y además encima bronceada por el sol, no tiene marcas en la piel de la cara, no tiene aspecto de villero, ni de vendedor callejero, parece alguien que hace gimnasia. Es argentino por el acento.
Empieza diciendo nervioso "véndame un anteojo para mí". Muy extraño pedido. Normalmente se dice un anteojo para qué, si para sol o recetado, generalmente me extienden una receta si el anteojo que buscan es graduado. Le digo "un anteojo para qué, ¿para sol?" "Sí, para sol" me contesta terminante. Parecía estar apuradísimo. Voy a la vidriera, saco uno y lo rechaza "ese no, ese" me señala rápido, otro de la vidriera, pero muy nervioso, me mira con ojos extraños, yo voy ya pensando en un robo. No tiene la actitud normal de alguien que viene a comprar. ¿Es trucho? me dice despectivo. ¿Por qué trucho? le digo. Es un buen anteojo, Esto es una óptica, no está comprando en la calle. Los ojos pasan de mirarme a mí a mirar a Florencia, que está limpiando la óptica. No me sostiene la mirada, los ojos le vuelan.
El hombre se prueba el anteojo muy rápidamente y yo le digo el precio, "vale ochenta pesos". "Lo compro, póngalo en un estuche" me dice, siempre nervioso. Yo me siento en el escritorio para buscar un estuche que está en un cajón de abajo. El hombre se sienta también frente al escritorio, en el asiento del cliente y cambia su actitud nerviosa aplomándose. Yo estoy metiendo el anteojo en el estuche y lo miro a los ojos, el me mira fijo y me dice en voz bastante baja, con tono intimidatorio, "si yo le digo que esto es un robo usted qué hace". "No le entendí" le contesto, sin conmoverme, como si no hubiera escuchado, con parsimonia. Me repite lo mismo "si yo le digo que esto es un robo usted qué hace". Se confirmó lo que suponía y me empiezo a asustar pero no lo demuestro. Le contesto al toque, en tono manso y tranquila, como quien está hablando de algo que no la intimida ni la desespera: "y ...me asusto", le contesto y sigo guardando el anteojo en el estuche, que no me entra. Vuelve a preguntarme "Le pregunto qué hace, si llama a la Policía" me increpa. "No, de ninguna manera" le digo, siempre tranquila, "no voy a hacer nada, nada de nada, quédese tranquilo" insisto. Entonces se dirige a Florencia y le dice en forma de orden militar, con la voz muy altanera "vos, quieta, ¡no te muevas!" y me mira a mí y me dice: cuidado, que tengo un compañero en la vereda. Ahí miro al de la moto y le veo la cara claramente. Muy blanca la piel y pelos largos como con bucles, mira distraído hacia todos lados, menos para adentro de la óptica.
Quiero aclarar que toda mi contención exterior no tenía correlato en mi interior. Me sentía como si tuviera a un doberman delante mío gruñendo y yo tratando de no dar motivo ni el más mínimo para alterarlo, pero en pánico absoluto.
Florencia vio que el hombre sentado tenía la mano metida en el bolsillo sosteniendo un bulto y ella está segura de que estaba sosteniendo un arma, yo eso no lo ví porque me tapa el escritorio. "Déme el anteojo" me dice, le alcanzo mansamente el anteojo, obedeciendo, sin inmutarme. "Ahora quiero la plata" me dice. Y vuelve a dirigirse a Florencia que la pobre ni se movía, y le grita "Vos, quieta". Vuelve a mí y me dice "para atrás, vayan para atrás", y se pone de pie mientras hace un ademán con las dos manos, como empujándonos en el aire a que nos vayamos para atrás. "Déme el celular" me dice. Agarro el celular con las dos manos y me paro, y le digo con una voz de hacerlo entrar en razones "el celular no vale la pena, el celular no". Quedo pensando en la orden de ir para atrás y que le dé el dinero, cosas que evitaré cumplir, las dos cosas me aterran. En lugar de obedecerlo me voy hacia él diciéndole "mire, le voy a dar esto que le va a servir y mucho porque es oro de verdad" mientras me saco los dos anillos de oro que llevo uno en cada mano. El me extiende sus dos manos y recibe los anillos mientras me mira el cuello donde tengo una cadena con un colgante de oro y me dice: "deme eso". Yo le acepto de buen grado, diciéndole que sí, que eso también es oro. Tengo miedo de no poder abrirme el cierre de la cadena y estoy temblando como una hoja, pero consigo sacarme sin demora la cadena y le muestro el colgante sosteniéndo la cadena para que vea, y vuelvo a decirle que es oro y que le va a servir. El me vuelve a extender las manos abiertas para recibir la cadena. Yo lo miro a los ojos sin mostrarle miedo, como quien quiere complacerlo y lo respeta. Se dirige hacia la salida y se da vuelta para mirarme sosteniendo la puerta. En ese momento parte la moto. Con la mano en la manija de la puerta antes de salir y cerrarla me dice "ustedes no entienden las cosas que nos pasan". Yo le contesto con altivez lo siguiente: "yo entiendo, entiendo perfectamente, soy peronista". Me mira con ojos relajados. En ese momento, le tiré un beso con las dos manos. Hernán, del local de al lado, me dijo después que el tipo que salió de mi negocio se subió a la moto que estuvo un tiempo parada en la vereda, y se fueron juntos.
Sí, le tiré un beso con las dos manos. ¿Por qué?
Porque tuve contacto tangencial pero exitosamente consensuado con ese otro mundo paralelo que convive con el nuestro, con esa cara atroz de la vida donde habitan seres que no han firmado el contrato social. Porque esa cara de la vida existe para hacerse presente en nuestro desconcierto, porque toma contacto con nosotros para dañarnos más que para robarnos, como una venganza contra quienes somos, cosa que ellos no pueden ser por alguna razón que se lo impide. De eso yo tengo consciencia, una consciencia que no me abandona ni en el peor momento, a la que me aferro porque es la única arma que me ayuda a controlar la situación.
De alguna manera el hombre superó el robo cuando me quiso explicar que algo le pasa para robar. De alguna manera desistió de querer llevarse la plata y mandarme para atrás. De alguna manera quiso aceptar mi propuesta de llevarse mis anillos de oro. Tal vez lo asombró mi entrega voluntaria y comprensiva. Estoy segura de que entre el ladrón y yo hubo un consenso. Hubo un acuerdo, un punto mínimo tangencial de acuerdo donde el ladrón se doblegó un poco viendo doblegarse a quien pensaba dañar por resentimiento social.
Le tiré un beso como expresión de mi dignidad y de la suya. Como expresión de gratitud por no haberme lastimado o vejado o humillado. Fuimos dos seres que compartieron una experiencia límite, riesgosa, donde ambos nos estábamos jugando la vida. El ladrón la suya cada vez que roba, y la víctima de robo cuando cae en manos del resentimiento del ladrón.
Esta no es la primera vez que me pasa. La primera vez también zafé, y con un revolver en dirección a mi frente. Era un chico acompañado por una banda que tapó la entrada del negocio. Era de noche ya. El chico avanzó hacia mí, entre una madre y una hija que estaban sentadas en el escritorio. Lo miré, le sonreí, y le guiñé un ojo preguntándole ¿es de juguete, no? El chico bajó el arma y me preguntó ¿Cómo te diste cuenta? Le contesté sonriendo que yo también tenía un hijo y entendía que los chicos podían hacer chistes como este. El pibe miró a la banda y les dijo: Vamos. Y se fue. Andrea Zeitune se llama la señora que es testigo junto a la hija, de lo que pasó. Si fuera necesario ella da su testimonio. Y Florencia, la muchacha que limpia mi casa y el negocio, es testigo de lo que pasó el viernes. Mi esposo no me dejaría mentir. También zafé de dos tipos que subieron al balcón de mi departamento porque llamé a la Policía a tiempo sin que ellos se dieran cuenta.
El haberme sentido en una cornisa al borde de un precipicio me levantó una taquicardia atroz. Cuando vino mi marido todavía temblaba y temblé por largo tiempo. Ayer sábado estuve como narcotizada, dormí muchas horas, toda la tarde hasta la noche. Quedé extenuada del esfuerzo por controlarme.
¿De qué se trata mi actitud? La de no entrar en pánico en consonancia con el trabajo de mortificación y manipulación social que hicieron los medios contra el gobierno para asegurar los planes de dominación de Magneto. Y no es que sea indiferente a los cuentos atroces que han hechos las víctimas ante la cámara morbosa de TN. Todo lo contrario. Me influyen los cuentos de tiros dados hasta a quienes entregaron todo sin resistirse.
Se trata de que no acepto ser la oveja de una manada preparada para sostener a la Rural en el gobierno. Se trata de que he leído muchas novelas clásicas donde grandes intelectuales de la literatura se preguntan por la escencia humana y encuentran las claves en la marginalidad del delito. Desde Dostoievsky ahondando en el crimen y el castigo de una consciencia, pasando por el Hamlet de Shakespeare ante la atrocidad del asesinato de su padre en complicidad de la madre preguntándose ante una calavera si la vida vale la pena. No, los libros no me pasaron por las manos sin dejar sus huellas como abiertas heridas sangrantes. La vida vale la pena, por eso las heridas me sangran.
Un tipo sobre una moto se detiene frente al negocio, en la vereda, y se queda sentado en la moto, algunos segundos después entra al negocio raudamente un hombre de unos treinta y cinco años. Está vestido con una remera azul, alto, tiene una silueta musculosa, de piel muy oscura y además encima bronceada por el sol, no tiene marcas en la piel de la cara, no tiene aspecto de villero, ni de vendedor callejero, parece alguien que hace gimnasia. Es argentino por el acento.
Empieza diciendo nervioso "véndame un anteojo para mí". Muy extraño pedido. Normalmente se dice un anteojo para qué, si para sol o recetado, generalmente me extienden una receta si el anteojo que buscan es graduado. Le digo "un anteojo para qué, ¿para sol?" "Sí, para sol" me contesta terminante. Parecía estar apuradísimo. Voy a la vidriera, saco uno y lo rechaza "ese no, ese" me señala rápido, otro de la vidriera, pero muy nervioso, me mira con ojos extraños, yo voy ya pensando en un robo. No tiene la actitud normal de alguien que viene a comprar. ¿Es trucho? me dice despectivo. ¿Por qué trucho? le digo. Es un buen anteojo, Esto es una óptica, no está comprando en la calle. Los ojos pasan de mirarme a mí a mirar a Florencia, que está limpiando la óptica. No me sostiene la mirada, los ojos le vuelan.
El hombre se prueba el anteojo muy rápidamente y yo le digo el precio, "vale ochenta pesos". "Lo compro, póngalo en un estuche" me dice, siempre nervioso. Yo me siento en el escritorio para buscar un estuche que está en un cajón de abajo. El hombre se sienta también frente al escritorio, en el asiento del cliente y cambia su actitud nerviosa aplomándose. Yo estoy metiendo el anteojo en el estuche y lo miro a los ojos, el me mira fijo y me dice en voz bastante baja, con tono intimidatorio, "si yo le digo que esto es un robo usted qué hace". "No le entendí" le contesto, sin conmoverme, como si no hubiera escuchado, con parsimonia. Me repite lo mismo "si yo le digo que esto es un robo usted qué hace". Se confirmó lo que suponía y me empiezo a asustar pero no lo demuestro. Le contesto al toque, en tono manso y tranquila, como quien está hablando de algo que no la intimida ni la desespera: "y ...me asusto", le contesto y sigo guardando el anteojo en el estuche, que no me entra. Vuelve a preguntarme "Le pregunto qué hace, si llama a la Policía" me increpa. "No, de ninguna manera" le digo, siempre tranquila, "no voy a hacer nada, nada de nada, quédese tranquilo" insisto. Entonces se dirige a Florencia y le dice en forma de orden militar, con la voz muy altanera "vos, quieta, ¡no te muevas!" y me mira a mí y me dice: cuidado, que tengo un compañero en la vereda. Ahí miro al de la moto y le veo la cara claramente. Muy blanca la piel y pelos largos como con bucles, mira distraído hacia todos lados, menos para adentro de la óptica.
Quiero aclarar que toda mi contención exterior no tenía correlato en mi interior. Me sentía como si tuviera a un doberman delante mío gruñendo y yo tratando de no dar motivo ni el más mínimo para alterarlo, pero en pánico absoluto.
Florencia vio que el hombre sentado tenía la mano metida en el bolsillo sosteniendo un bulto y ella está segura de que estaba sosteniendo un arma, yo eso no lo ví porque me tapa el escritorio. "Déme el anteojo" me dice, le alcanzo mansamente el anteojo, obedeciendo, sin inmutarme. "Ahora quiero la plata" me dice. Y vuelve a dirigirse a Florencia que la pobre ni se movía, y le grita "Vos, quieta". Vuelve a mí y me dice "para atrás, vayan para atrás", y se pone de pie mientras hace un ademán con las dos manos, como empujándonos en el aire a que nos vayamos para atrás. "Déme el celular" me dice. Agarro el celular con las dos manos y me paro, y le digo con una voz de hacerlo entrar en razones "el celular no vale la pena, el celular no". Quedo pensando en la orden de ir para atrás y que le dé el dinero, cosas que evitaré cumplir, las dos cosas me aterran. En lugar de obedecerlo me voy hacia él diciéndole "mire, le voy a dar esto que le va a servir y mucho porque es oro de verdad" mientras me saco los dos anillos de oro que llevo uno en cada mano. El me extiende sus dos manos y recibe los anillos mientras me mira el cuello donde tengo una cadena con un colgante de oro y me dice: "deme eso". Yo le acepto de buen grado, diciéndole que sí, que eso también es oro. Tengo miedo de no poder abrirme el cierre de la cadena y estoy temblando como una hoja, pero consigo sacarme sin demora la cadena y le muestro el colgante sosteniéndo la cadena para que vea, y vuelvo a decirle que es oro y que le va a servir. El me vuelve a extender las manos abiertas para recibir la cadena. Yo lo miro a los ojos sin mostrarle miedo, como quien quiere complacerlo y lo respeta. Se dirige hacia la salida y se da vuelta para mirarme sosteniendo la puerta. En ese momento parte la moto. Con la mano en la manija de la puerta antes de salir y cerrarla me dice "ustedes no entienden las cosas que nos pasan". Yo le contesto con altivez lo siguiente: "yo entiendo, entiendo perfectamente, soy peronista". Me mira con ojos relajados. En ese momento, le tiré un beso con las dos manos. Hernán, del local de al lado, me dijo después que el tipo que salió de mi negocio se subió a la moto que estuvo un tiempo parada en la vereda, y se fueron juntos.
Sí, le tiré un beso con las dos manos. ¿Por qué?
Porque tuve contacto tangencial pero exitosamente consensuado con ese otro mundo paralelo que convive con el nuestro, con esa cara atroz de la vida donde habitan seres que no han firmado el contrato social. Porque esa cara de la vida existe para hacerse presente en nuestro desconcierto, porque toma contacto con nosotros para dañarnos más que para robarnos, como una venganza contra quienes somos, cosa que ellos no pueden ser por alguna razón que se lo impide. De eso yo tengo consciencia, una consciencia que no me abandona ni en el peor momento, a la que me aferro porque es la única arma que me ayuda a controlar la situación.
De alguna manera el hombre superó el robo cuando me quiso explicar que algo le pasa para robar. De alguna manera desistió de querer llevarse la plata y mandarme para atrás. De alguna manera quiso aceptar mi propuesta de llevarse mis anillos de oro. Tal vez lo asombró mi entrega voluntaria y comprensiva. Estoy segura de que entre el ladrón y yo hubo un consenso. Hubo un acuerdo, un punto mínimo tangencial de acuerdo donde el ladrón se doblegó un poco viendo doblegarse a quien pensaba dañar por resentimiento social.
Le tiré un beso como expresión de mi dignidad y de la suya. Como expresión de gratitud por no haberme lastimado o vejado o humillado. Fuimos dos seres que compartieron una experiencia límite, riesgosa, donde ambos nos estábamos jugando la vida. El ladrón la suya cada vez que roba, y la víctima de robo cuando cae en manos del resentimiento del ladrón.
Esta no es la primera vez que me pasa. La primera vez también zafé, y con un revolver en dirección a mi frente. Era un chico acompañado por una banda que tapó la entrada del negocio. Era de noche ya. El chico avanzó hacia mí, entre una madre y una hija que estaban sentadas en el escritorio. Lo miré, le sonreí, y le guiñé un ojo preguntándole ¿es de juguete, no? El chico bajó el arma y me preguntó ¿Cómo te diste cuenta? Le contesté sonriendo que yo también tenía un hijo y entendía que los chicos podían hacer chistes como este. El pibe miró a la banda y les dijo: Vamos. Y se fue. Andrea Zeitune se llama la señora que es testigo junto a la hija, de lo que pasó. Si fuera necesario ella da su testimonio. Y Florencia, la muchacha que limpia mi casa y el negocio, es testigo de lo que pasó el viernes. Mi esposo no me dejaría mentir. También zafé de dos tipos que subieron al balcón de mi departamento porque llamé a la Policía a tiempo sin que ellos se dieran cuenta.
El haberme sentido en una cornisa al borde de un precipicio me levantó una taquicardia atroz. Cuando vino mi marido todavía temblaba y temblé por largo tiempo. Ayer sábado estuve como narcotizada, dormí muchas horas, toda la tarde hasta la noche. Quedé extenuada del esfuerzo por controlarme.
¿De qué se trata mi actitud? La de no entrar en pánico en consonancia con el trabajo de mortificación y manipulación social que hicieron los medios contra el gobierno para asegurar los planes de dominación de Magneto. Y no es que sea indiferente a los cuentos atroces que han hechos las víctimas ante la cámara morbosa de TN. Todo lo contrario. Me influyen los cuentos de tiros dados hasta a quienes entregaron todo sin resistirse.
Se trata de que no acepto ser la oveja de una manada preparada para sostener a la Rural en el gobierno. Se trata de que he leído muchas novelas clásicas donde grandes intelectuales de la literatura se preguntan por la escencia humana y encuentran las claves en la marginalidad del delito. Desde Dostoievsky ahondando en el crimen y el castigo de una consciencia, pasando por el Hamlet de Shakespeare ante la atrocidad del asesinato de su padre en complicidad de la madre preguntándose ante una calavera si la vida vale la pena. No, los libros no me pasaron por las manos sin dejar sus huellas como abiertas heridas sangrantes. La vida vale la pena, por eso las heridas me sangran.
56 comentarios:
Estimada Eva: el otro día compartí tus pensamientos en el post sobre los probófobos desde mi blog. Debo decirte que no sé cómo me comportaría yo en una situación como la que te tocó vivir. Pero estoy completamente de acuerdo en cuanto al mensaje que pretendés explicar. La "gente" se deja estafar amorosamente por los poderosos de saco y corbata (por ejemplo, vos escuchaste quejarse a algún aportante de AFJP del malísimo negocio que hicieron con las acciones de Clarín? NO)sin embargo les encanta estigmatizar al más débil, al pobre, si es negrito y joven, mejor.
Yo no me lo tomaría así: para mí ese tipo es un agresor que victimiza a los más débiles.
El coso de al lado
cuando escribiste tu comentario yo después modifiqué el texto haciendo agregados. Si podés volvé a leer. Gracias por tu participación.
Ay ay ay! saludos Eva, un abrazote!
Uf!.Te imagino Eva.Es duro.
Hace muuuuuuchos años me pasó algo similar pero caminando por una calle de mi barrio.Era verano y casi de noche.Caminamos 4 cuadras mientras me robaba.Tranquilos.Los vecinos no sospecharon.El caño no estaba a la vista.Así que pensaron que era algún compañero que me acompañaba y a quien yo le mostraba y le daba "papelitos".Cuando terminó el robo,el flaco se despide con un -Te puedo dar la mano?-.Se la extendí y me dijo -Flaca,ojalá todos fueran como vos-.Obvio cuando llegué a mi casa se me doblaron las rodillas y temblé durante una semana.Tampoco hice la denuncia.Pero aún hoy cuando me acuerdo creo que el flaco me estaba agradeciendo haberle dado la oportunidad de no usar el arma.
Eva,te estoy llamando antes de irme.
Besote.
Marcela, somos del mismo palo, ya lo sabía.
No sé, pero me imagino, lo que es que a uno lo asalten.
Mi experiencia es entrar en una casa en construcción y encontrar que me afanaron toda la instalación eléctrica, puertas, sanitarios, ventanas y etc.
Prácticamente lo único que quedó fueron las puertas de calle y las paredes peladas. La sensación es horrible, de impotencia y también, de ganas de agarrar al autor y reventarlo, literal y placenteramente. No creo exagerar si pienso que la mayoría disfrutaría ese "hacer justicia".
Luego la perspectiva cambia, uno puede entender algunas cosas, intelectualmente comienzan a jugar las cosas en las que uno cree (y reventar a otra persona ya no se hace tan grato) y como las cosas materiales tienen repuesto, se empieza de nuevo.
No sé qué haría con el chorro en vivo y en directo; sí me alegro de que haya podido manejar la situación hasta hacerla casi "barata".
Ese manejo no es lo que se quiere alentar - sino todo lo contrario, que prevalezca el instinto más primario y que el chorro mate a la víctima o la víctima al chorro. Obviamente, que sea para negocio y beneficio de quienes usan a ambos, a chorros y víctimas.
Negocio en el que no solamente juegan los medios, sino todos los demás que viven de la "inseguridad" ajena (o sea, de la paranoia, el cagazo, las precauciones lógicas y no tan lógicas y, por supuesto, los que "traducen" políticamente los choreos).
Me alegro que todo haya terminado, casi, bien para usted.
Hace poco tuve una experiencia semejante Eva, pero si fuí a hacer la denucia creyendo que las cámaras de vigilancia de la cuadra estaban para eso, pero no.
Pero ete aqui que cuando recapacito, creo recordar que al contratar una cuenta bancaria, había contratado un seguro, resultado; la pérdida se atenuó muchisimo y eso gracias a la denuncia casi inmediata.
Otra si digo, esto me hace recordar el problemon de los billetes, digo, los que retiran billetes tienen tarjeta de débito, y la gran mayoría de crédito, entonces el problema es que evidentemente se vive y se acepta vivir en negro, o sea básicamente en delito permanente, pero para los periodistas y público, la falta es del otro lado?
No estamos afanando al fisco al operar en negro, y si es así, porque protestamos por la falta de billetes cuando existen otros medios legales de pagos?
Abrazos Kumpas
Eva, soy uno de tus anonimos- doy fé que no soy el unico que firma así- y aunque discrepo con todo lo que pensás politicamente y creo sinceramente que el tema enorme y complejo llamado "seguridad" no es patrimonio de lo que el modo binaro de análisis K define como "de derecha", y creo también, que el modo en que el gobierno evita la reflexión verdadera sobre el tema, que sin duda es una de las aristas incómodas de la realidad, sirve unicamente para la estigmatización de sus oponentes, sin encontrar un verdadero camino global conjunto de abordaje inteligente que procure atenuar los sucesos que tal fenómeno sociocultural produce.
La expresión de esto, es reducirlo a una simple idea mediática de "sensación".
A pesar de todo esto, me solidarizo con vos porque el suceso de violencia, por mínimo que sea, no es deseable para ningún habitante de la misma sociedad en la que se vive, ya que ese pequeño acto se agrega a la energía sumatoria geeneral de miedos colectivos, densificando para mal de todos el futuro.
Ojalá que lo superes pronto y nunca vuelva a pasarte, ni a pasarle a alguien, siquiera a pasar, aunque sea utopía.
Eva
Un gran abrazo.
Muy bueno lo de "soy peronista", por eso entendés y te llevás tan bien con los ladrones.
Re Grosso!
Siempre me sacudís el alma Eva. Desde pequeña tuve esta forma tuya de entender al pequeño ladrón. Una tarde hora siesta en un pasaje solitario en provincia, un veinteañero quizo robarme una cadenita que para mi tenía un valor sentimental, y muy tranquilamente le ofrecí darle en su lugar la plata de la cartera. Los dos quedamos conformes y nos fuimos saludándonos. Las piernas me empezaron a temblar después. La cadena años después me la terminaron arrebatando en Once, pero siempre soy agradecida de que no me ha faltado techo, comida ni padres responsables. Sí encambio me cuesta perdonar a los que me mintieron y me privaron de mis derechos durante tantos años...ese odio a veces me carcome y otras me da fuerza para seguir! Cariños
Troll Hippie Cool
Obviamente el gobierno no tenía de entrada la solución del problema de la seguridad, porque la solución no sólo no es fácil, de hecho no hay seguridad en ningún lado del globo, sino porque ideológicamente la solución al problema desde la derecha es la represión, la mayor dureza de las leyes, la reducción de la edad de imputabilidad, todas cosas con las que el gobierno no acuerda, y por supuesto yo tampoco. No sólo no creo que la solución pase por ahí, sino que esta es la forma de habilitar el delito y hacerlo permanente. La Policía y la Justicia, con mayor poder, sólo aumentan el delito siendo cómplices. Muchísimos hechos delictivos son realizados con intervención de policías, lo sabemos todos, miremos si no los secuestros. ¿Alguien cree que las salideras bancarias no tienen cómplices en la Policía? ¿Cómo es eso de que la Policía no descubrió que el Banco Provincia estaba siendo robado cuando sonó la alarma dentro de la Comisaría? ¿¿Avisaron a los directores del Banco de la alarma que sonó?
El asunto es que el problema de la seguridad lo utilizó la derecha para querer voltear al gobierno insuflando en la población desde los medios el aumento de la sensación de inseguridad. Cuando desde el gobierno se contesta que la inseguridad es una sensación, al que la sufre le cae mal, y creo que ha sido una frase infeliz, pero mal que te pese es verdadera. Hay un problema delictivo, el tema de la inseguridad es cuestión de sensación. La inseguridad es una sensación. Esa sensación puede sin embargo ser legítima, y además amplificada demencialmente por los medios. El que sufre el problema se queda con la sensación de inseguridad. Pero el que no la sufrió, que debe ser la mayoría de la población, tiene la sensación impuesta por los medios que se encargan de hacerla intolerable.
Lo peor es que de ese modo la derecha y los medios que forman parte de ella, le echan la culpa al gobierno del delito, justamente por no compartir la idea de represión, esa que nunca sirvió para nada bueno. El gobierno no tiene la culpa de los delitos, ni siquiera porque no tenga la solución a la seguridad. Pero es señalado como culpable, cosa absolutamente injusta y mentirosa.
Y agrego que estoy convencida de que la crueldad de algunos casos, por serle tan funcional a la derecha en su campaña contra el gobierno, puede sospecharse que sea parte de la tarea sucia para asustar bien a la población.
Querida Eva, me pasó algo parecido en un pueblo pequeño, 35 mil habitantes. Pequeño respecto a la ciudad de Bs As que es un mole, una metropoli, que es Babilonia, podríamos decir. Acá, en realidad es menos tensa la relación entre "los dos mundos" de los que hablás, entre el "nuestro" y el de la marginalidad; íbamos con unos amigos a comer a la casa de otro amigo (que no tiene tel.) que vive en un barrio marginal. Un barrio "pesadito" pero como no pudimos avisarle la hora a la que llegaríamos, no nos esperó. Un pibe que estaba con dos pibas jugando a las cartas en un pasillo nos vió venir con vino, cervezas y demás. Nos dijo que se pagaba "peaje" para pasar por allí. Estaba medio escabio: 5 pesos se pagaba. Seguimos caminando y le dijimos que ibamos a lo de un amigo que vivia en el barrio. Volvió a decirnos lo mismo en tono más milico y discutimos entre nosotros que hacer. Uno de mis amigos quería volver y bardear. Pero él no era de esta ciudad y no sabe que en el barrio hay mucha violencia y balas. Y cuchillos. Mucha violencia familiar. Casi todo se arregla a golpes. Le dije que dejara, que le iba a dar los 5 pesos. Que estaba escabio. Yo tenia más dinero (200 pesos) y 5 pesos no eran nada. Me acerqué al pibe. Lo miré a los ojos y le dije: "hola soy xxx y voy a la casa de xxx. tomá los 5 pesos. como es tu nombre?" "Soy xxx", contestó y me fui a seguir deliberando con mis amigos si estaba bien o mal lo que habia hecho.
Una de las pibas que estaba con el cobrador de peajes me conoció y sentí que le dijo: devolvé la plata. Es más: el pibe me gritó, cuando vuelvas te lo devuelvo.
Igual que vos, hicimos un pacto. No hubo más violencia que esa, que es violencia porque casi se nos va de las manos, había alcohol, dinero... en fin, vidas en juego.
Nos hicieron pasar un mal rato, quisieron mostrarnos a nosotros que ellos tienen poder, que el barrio es de ellos, que viven mal y se relacionan así. Que sepamos donde nos metemos. Que nuestra policía los trata mal. Que nuestras escuelas los excluyen. Que nosotros, este mundo, es un mundo ajeno a ellos. Yo apliqué la teoría del consenso victima-victimario que vos también aplicaste: te miro a los ojos, te nombro, me nombro, para que sepamos también que esos dos mundos son abstracciones que pueden ser individualizadas, que hay puntos de contacto. Que no todos los buenos estan de un lado y los malos del otro.
Eva, tu relato me conmovió e hizo que pueda escribir esta peripecia que me dejó bastante incómodo y dolido. Porque en última instancia fue un robo.
Me cuenta mi amigo que vive en el barrio que ese mismo día al cobrador de peajes lo "mataron" a palos en una pelea un rato mas tarde.
Seguramente lo encontraré a este pibe porque vamos a trabajar en el barrio haciendo recreación y apoyo escolar con niños de la esc. primaria.
Cuando leí en 1999, Infierno y Resurrección de Sergio Schocklender pude entender un poco más el mundo paralelo, un mundo que existe y se muestra cuando menos lo esperamos.
Da bronca la manipulación mediática de las corporaciones porque nos mete en un callejón sin salida donde la única salida es la violencia del estado o la justicia por mano propia.
Este tipo de relatos de "víctimas" ayuda a reflexionar entre tanto fachista suelto.
Un abrazo!
Eva, cuando leí el libro Infierno y Resurrección de Sergio Schocklender pude entender más el mundo marginal, ese otro mundo que convive con el "nuestro" y que aparece de sorpresa cotidianamente.
Me ha pasado 2 veces lo que te sucedió y he aplicado la misma teoría del "consenso" víctima-victimario. Hasta ahora ha funcionado.
Me da bronca y angustia que las corporaciones mediáticas manipulen tanto y presenten una única salida, la represion estatal o la justicia por mano propia. se crea la ficción de que los buenos están en un lado y los malos en el otro provocando una ruptura horrible, una fisura a veces irreconciliable.
Un abrazo desde Entre Ríos!
"Muy bueno lo de "soy peronista", por eso entendés y te llevás tan bien con los ladrones.
Re Grosso!"
De acuerdo. Los que defendemos realmente a los trabajadores no podemos entendernos bien con los chorros de ningun nivel (ni los de arriba que gobiernan ni los "de abajo" que afanan en moto armados y van al gym). Si les interesara realmente los laburantes no serían tan condescendientes con los chorros.
Te quiero Eva!!!!
Cristina te paga y Argentina te pega.
Mi solidaridad, Eva y muy inteligente de tu parte.
Abrazo, Eva, genio y figura. Tambièn como a tantos, me pasò algo parecido. Aplomo por fuera y volcàn por dentro.Cuatro tipos armados con toda la familia adentro. Voz calma, negociaciòn. Y la ùltima recomendaciòn al màs jòven que temblaba mientras robaba, "salì trnquilo, hay alarmas en el vecindario y la patrulla pasa a cada rato" "bueno ya me voy", me dio la espalda y yo sentì que lo ùnico que querìa era que cerrara la puerta y que el episodio no terminara en una toma de rehenes. Despuès la sensaciòn de haber alzado una heladera comercial en brazos e insolitamente un ataque de risa colectivo por las caras, los diàlogos, por mirar la hora y no tener relojes, por querer prender la tele que no existìa. Tardamos tres años en reponer lo rabado. Y sabès?fue bueno, la familia se juntaba a charlar alrededor de la mesa esperando almorzar o cenar, dialogo familiar a pleno, no habìa radio, tele, audios, cd. No se que huebiera pasado si lastimaban a alguien, pero no pasò. Fue en el menemismo donde las cifras de homicidios superaron en toda la dècada el 7.9 cada cien mil personas, Hoy es 5,4, igaul que USA y cercana al "paraiso uruguayo" que nos venden los diarios, las cifras màs bajas en Latinoamerica.
En fin, Eva, las cosas van y vienen. Y los ladrones son personas. Còmo dijo una vez a los diez años una hija mìa, con respecto al vengador Ingeniero Santos presentado como hèroe por la tele, "Mamà, dos vidas por un pasacaset?Ese tipo està loco".
Eva, en córdoba y uruguay a las 16.30 aprox. en un parate del tránsito, obvio a esa hora, me rodearon 3 pibes limpiavidrios y me arrancaron la cadena con dijes que llevaba, mi primer sentimiento fue de pena, mucha pena, por ellos,
bronca por mi, por boluda, no debía llevar la ventanilla medio abierta y menos dijes que eran muy queridos para mi, pero sabes entiendo perfectamente lo que decis. no tengo tan claro el tema inseguridad, pero se que estos pibes vienen de la marginalidad, el tema es, podemos estar a merced
de la brutalidad de ellos, yo creo que no, a vos te fue relativamente bien no te lastimo, a mi tamb, pero cuantas personas terminan muy lastimadas o directamente muertas.
Estos pibes son dobles victimas, de la vida en 1er. y del que los mandan son rehenes. lamentable, pero en esto nosotros tamb.somos como rehenes de este juego perverso.
Detesto a los magnetos igual que vos, detesto a los que especulan con el hambre y la marginalidad de las personas, detesto a los que la propician, hay que buscarle la vuelta y solucionar el tema.
Es prioridad.
Un gran saludo.
Sil.
Estimada Eva:
Se que no gozo de tu estima, pues me lo dijiste en la cara, aunque no sé por que.
De todos modos te cuento mi experiencia:
Corría el año 1998; acababa de sacar el auto y -mientras cerraba el garaje- se me acercó un tipo de cuarenta y tantos años.
Sacó un revólver de la cintura y dijo en tono intimidante:
- ¡Dame 60 pesos!
- Tranquilo, -musité- y entregué la billetera.
- ¡Te dije 60 pesos, carajo, dame 60 pesos!
Separé el importe de la billetera y se lo quise entregar junto con el resto.
- ¡60 te dije, boludo, 60!
Los agarró y antes de irse dijo:
- Es lo que preciso para los remedios de mi mujer...
Tardé media hora en subir al auto.
Respuesta al Anónimo (16) 09/01/2011 13:40:00
Para entender a los ladrones, es necesario coincidir con Biolcatti, Magneto, el Grupo Clarín y otros.
No es el caso.
Respuesta al Anónimo (18) 09/01/2011 14:17:00
¿Sos boludo de nacimiento, lo llevás en los genes o hiciste un curso de perfeccionamiento?
Cuando el tipo dijo esto es un robo fue porque le querias cobrar un par de anteojos 80 mangos. Valen 15$ en cualquier quiosco.
Lo demas se le ocurrio en el momento.
Jaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
QUIJOTE SOS OTRO NABO PAGO.
Estamos tan poco acostumbrados a la gente que no es panqueque, que cuando alguien es consecuente con lo que piensa, comprende la extensión, la profundidad y el impacto de la sociedad toda... nos quedamos atónitos ante relatos como el de EVA.
Un abrazo
Muy bien!!!
Hemos reemplazado el "yo tengo un amigo negro, judío u homosexual" por "yo conozco un ladrón"
El progresismo K es re grosso, ché!
Paradójicamente, los gobiernos progresistas son los que más guita destinan al tema seguridad en su presupuesto.
Cuando suceden a un gobierno conservador, se encuentran con ésta realidad presupuestaria además de constatar que el aumento de la delincuencia es una consecuencia de las políticas que aquellos aplicaron.
Es decir; la derecha siembra miseria, después se cosecha delincuencia y todavía hay que aguantar que hagan alaraca.
Ni hablemos de las complicidades político-policiales-judiciales y la cabida que le dan a sus subalternos (jueces, comisarios, intendentes que les responden) en los "negocios".
Entre ellos, las zonas liberadas.
Nunca le van a robar a una óptica en Las Cañitas pero si liberaron zona a diez cuadras.
También tenés que aguantar en medio de tu desgracia a un pelotudo ignorante como el anónimo de aquí arriba.
Compañera Eva: lamento lo que le ha sucedido y el mal momento pasado. Agradezcamos que no fueron maltratadas físicamente.
Lamentablemente hay cosas que no coincido con Ud., y espero que por esto no me considere troll, o que estoy en contra de Cristina y su gobierno, o que apoyo las operaciones ideadas por Magnetto, Duhalde, Macri, y toda la sarta de innombrables que todos conocemos.
Yo no creo que no haciendo la denuncia se colabore en algo. Me pregunto qué hubiera pasado si Ud. o su empleada hubieran sido lastimadas. No creo que Ud., ni tampoco el mismo ladrón, sean más o menos dignos con su actitud. Todos sabemos de las operaciones periodísticas con el tema de la seguridad, pero eso no implica que si somos víctimas de un hecho de ese tipo debamos callarnos. Podemos denunciarlo sin tener por qué ir a poner la cara frente a una cámara de TV. Si alguien delinque debe pagar ante la sociedad, y eso no significa pedir mano dura. Todos sabemos que el problema de la inseguridad se debe en gran parte a las políticas neoliberales que durante años se aplicaron, dejando millones de excluídos. Entonces será misión de este gobierno -y yo creo que lo está haciendo- eliminar esas causas a través de los distintos programas que ha implementado, y nosotros colaborar para que este proyecto siga adelante y se profundice pese a todas las piedras que se le están poniendo. Pero eso no significa que quien delinque deba ser impune, deberá ser tratado de acuerdo a lo que la ley estipula y con pleno respeto de sus derechos fundamentales. Y ojalá que esto algún día también ocurra con los llamados "de guante blanco", seguramente más culpables que esos a los que Ud. les tuvo que entregar sus anillos.
Por último, hay una expresión suya que sinceramente me parece por lo menos desafortunada: cuando se refiere a que no tenían "...aspecto de villeros", no se puede juzgar a las personas por su vestimenta o si es más o menos morocho. No le parece que no es coherente con su otra actitud, la de "respetar su dignidad". de la incoherencia a la discriminación en este caso puede haber solo un paso.
Lamento no coincidir en estos puntos con Usted. JUAN CARLOS de LA PLATA
al de arriba: me parece que eva no cree que todos los villeros roban, dice eso para atacar el discurso que dice que solo los pobres roban.
ah, y un saludo a eva, que aunque sea peronista y entienda a los ladrones (no porque los peronistas sean todos ladrones), no quiere decir que no haya pasado un mal momento, y no deseemos todos con un pais en el que nadie tenga que robar.
pero no me bardees al encuentro!
que andes bien, eva.
A Eva le robaron chucherías.
La inteligencia se la habian robado en los setenta.
Querida Eva: felicitaciones x tu manejo de la situación. Sangre fría a pesar de la hipertensión. El tema de la delincuencia da para largo, no creamos los argentinos k tenemos el mayor índice. A menos k los ladrones argentinos estén veraneando en Punta del Este o Brasil, o pregúntenles al equipo de Las Leonas xk no podían salir a la calle después de las 5 de la tarde. Las semillas del capitalismo dan iguales frutos en todos lados. Sí creo k n/televisión brinda, desde hace años, unos excelentes cursos de cómo delinquir. Y k la repetición hasta el hartazgo del mismo hecho (k lo multiplica en el imaginario colectivo) brinda una suerte de permisividad, además al repetir k todo está mal, k no hay salida, k todo empeora, etc, etc, etc. Fuerte abrazo de otra "mierda oficialista",
Eva, antes que nada, un fuerte abrazo. Entiendo mucho mucho ese temblor, el corazón queriendo salir. Espero que estés más tranquila.
Hace unos años salía de la facultad, de noche, para esperar el colectivo. No había nadie en la calle, solo un chico que iba y venía, miraba para todos lados, volvía, se iba. La situación era rara, intuía lo que podía a pasar, pero me quedé ahí, esperando que apareciera el colectivo y no me fui, pensando que a lo mejor me estaba equivocando, que qué mal se sentiría ese pibe si yo lo veía, y empezaba a correr. Me quedé. En un momento pasó por atrás mío y me tironeó la mochila. No atiné a nada, no entendía nada. El tiraba con más fuerza, yo no podía soltar la mochila. El pibe no me decía nada, yo no podía articular palabra. De la oscuridad apareció un patrullero. El pibe corrió. A unos metros de mí, empezó un tiroteo. Yo no me podía mover. Alguien me sacó de un brazo de ahí. Corrí y me subí a un colectivo que justo venía. Al día de hoy, de lo único que me puedo acordar es de todo ese miedo. Todavía me pregunto cuánto sentido tenía que la policía empezara a disparar conmigo en el medio. Nunca supe quién me ayudó. Nunca supe si hubieran sido distintas las cosas si me iba cuando sentí que algo era 'raro'. Lloré mucho, (honestamente) putée mucho. Pero nunca se me ocurrió pensar que la mano dura ni las políticas bloomberianas fueran una solución.
Durante mis primeros años de cursado, me tocó ver a muchísimas madres con sus hijos, nenes, nenas, revolver los volquetes de las cosas que desechábamos 'nosotros'. Cómo no ponerme un rato en el lugar de esos pibes, cómo no entender...
En los últimos años, no los vi más. Lo que sí vi son casa nuevas en el barrio, un taller de oficios, frentes pintados, vi canchas de fútbol, una plaza.
Te mando un beso grande, mi admiración y otro abrazo.
Eva, antes que nada, un fuerte abrazo. Entiendo mucho mucho ese temblor, el corazón queriendo salir. Espero que estés más tranquila. Hace unos años salía de la facultad, de noche, para esperar el colectivo. No había nadie en la calle, solo un chico que iba y venía, miraba para todos lados, volvía, se iba. Yo sabía lo que iba a pasar, pero me quedé ahí, esperando que apareciera el colectivo y no me fui, pensando que a lo mejor me estaba equivocando, que qué mal se sentiría ese pibe si yo lo veía, y empezaba a correr. Me quedé. En un momento pasó por atrás mío y me tironeó la mochila. No atiné a nada, no entendía nada. El tiraba con más fuerza, yo no podía soltar la mochila. El pibe no me decía nada, yo no podía articular palabra. De la oscuridad apareció un patrullero. El pibe corrió. A unos metros de mí, empezó un tiroteo. Yo no me podía mover. Alguien me sacó de un brazo de ahí. Corrí y me subí a un colectivo que justo venía. Al día de hoy, de lo único que me puedo acordar es de todo ese miedo. Todavía me pregunto cuánto sentido tenía que la policía empezara a disparar conmigo en el medio. Nunca supe quién me ayudó. Nunca supe si hubieran sido distintas las cosas si me iba cuando sentí que algo era 'raro'. Lloré mucho, (honestamente) putée mucho. Pero nunca se me ocurrió pensar que la mano dura ni las políticas bloomberianas fueran una solución. Durante mis primeros años de cursado, me tocó ver a muchísimas madres con sus hijos, nenes, nenas, revolver los volquetes de las cosas que desechábamos 'nosotros'. Cómo no ponerme un rato en el lugar de esos pibes, cómo no entender...
En los últimos años, no los vi más. Lo que sí vi son casa nuevas en el barrio, un taller de oficios, frentes pintados, vi canchas de fútbol, una plaza.
Te mando un beso grande, mi admiración y otro abrazo.
pd. o tengo problemas con blogger o van a aparecer muchos comentarios iguales porque se publican sin que los vea. Mis disculpas si es así.
La comosaría de Zárate cierra de noche sus puerta por miedo a la inseguridad.
ARGENTINA POTENCIA!!!
Sos especial, Eva. Beso grande de los Hermanos Dios.
Querida Eva:
Como siempre, una vez mas te agradezco que estes de este lado de la calle y se lo hagas saber con tanta claridad a los "anti K" que andan por ahí.
Toda mi admiracion y un fuerte abrazo.
Martin
Eva te felicito por la sangre fría y por haber manejado la situación sin haberte resistido, siempre es más valiosa la vida que cualquier posesión material.
Pero no estoy de acuerdo con la forma en la que justificás al ladrón, me parece que si uno nació en una situación desventajosa tiene otras maneras y no necesariamente salir a robar es el único camino. Creo que en algún punto el hecho de que le hayas tirado un beso al ladrón fue una especie de fugaz síndrome de Estocolmo. Que en algún punto estás negando que viviste una situación de violencia y de sometimiento mientras el chorro estuvo en tu negocio y tu respuesta fue un mecanismo de defensa que fue por el camino de la empatía en vez de la confrontación.
Tampoco coincido con decirle a un ladrón "te entiendo, soy peronista" porque no es lo mismo comprender las necesidades de la gente humilde y comprender que a nivel estadístico la mayor pobreza genera mayor delincuencia con justificar todos los casos de delincuencia, "hay pobrecito seguro que es pobre, por eso roba", no me parece un razonamiento correcto, creo que el peronista también tiene que entender que el que comete un delito tiene que pagar las consecuencias de sus actos, lo que no quita que a largo plazo se tomen las medidas para que haya más igualdad social lo que redundará en una disminución de la delincuencia, aunque seguramente no su eliminación. Creo también que deberías haber hecho la denuncia, ese tipo abusó de tu persona en el período breve en el que estuvo en tu negocio y sería bueno que no lo haga más con vos ni con nadie, merece su castigo. Además las denuncias sirven para que la policía se anoticie de que hay delito y debe patrullar.
Un comentario dice que "La comisaría de Zárate cierra de noche sus puerta por la inseguridad."
Habría que ver si está cerrada por dentro o por fuera.
Facundo Cabral dijo: "En mi pueblo había un solo ladrón y un solo policía. Cada vez que nos faltaba algo ya sabíamos quienes podían haber sido..."
Te admiro Eva...Gracias a Dios nunca me robaron nada, pero ojala poder reaccionar así el día qe esté en tu lugar.
Si la sociedad no discriminara tanto, esas personas(ladrones) no tuviesen la necesidad de hacer las cosas que hacen, por eso pienso que en parte nosotros somos culpables de que ellos hagan estas cosas. Una cosa lleva a la otra, y hay que empezar por uno mismo para cambiarlo.
Un beso grande.
Hola. Muy lindo relato para una novela. Si es verdad; la diferencia entre sensación de inseguridad y la inseguridad es QUE LO PODES CONTAR. Opino exactamente igual que tu relato, solo que yo pido ACCIÓN SOCIAL YA¡¡¡¡¡¡¡ en vias de pagar casi u$s 20.000.000.000.- millones de dólares por esta administración y con los años de bonanza. Tus argumentos entran en una contradicción muy grande. Igualmente GRACIAS (lo publico como anónimo porque no se como hacer con mi cuenta de google)
Hola. Muy lindo relato para una novela. Si es verdad; la diferencia entre sensación de inseguridad y la inseguridad es QUE LO PODES CONTAR. Opino exactamente igual que tu relato, solo que yo pido ACCIÓN SOCIAL YA¡¡¡¡¡¡¡ en vias de pagar casi u$s 20.000.000.000.- millones de dólares por esta administración y con los años de bonanza. Tus argumentos entran en una contradicción muy grande. Igualmente GRACIAS (lo publico como anónimo porque no se como hacer con mi cuenta de google)
Eva esta a salvo del acoso sexual. Si hubiera sido un piba de 20 años, lo menos que se ligaba era una tocada de tetas. Lo que pasa es que tambien los morochos tienen que tener derecho a tocar tetas blancas.
Javier, de 00.34:
Si el de arriba soy yo y efectivamente lo dice para atacar el discurso de que solo los pobres roban, te voy a aclarar que yo también creo que no son sólo los pobres los que roban, y de eso tenemos sobradas muestras con algunos personajes, sean o no politicos. Y si es así, y está dicho con una ironía que yo no he llegado a percibir, me callo la boca y pido a Eva que borre todo lo que he dicho.
Esto es fundamentalmente porque di una opinion, pero de ninguna manera voy a quedar pegado con un monton de h de p que se meten en el blog para atacar todo lo que tenga relación con el proyecto que se inició con Néstor y hoy continua Cristina. Aparte lo aclaré de entrada: no soy troll y apoyo con todas mis fuerzas el gobierno de Cristina y su continuidad por cuatro años más, para lo cual vamos a reventar de votos las urnas. JUAN CARLOS de LA PLATA
En una de esas, le puede tocar a tu hija, hermana,amiga, pedazo de hijo de puta.COBARDE.
Eva:
Es la primera vez que escribo, aunque desde que te conocí en 678 leo tu blog. Terminaste con una referencia literaria, y mientras iba leyendo me acordaba de Resurrección, de Tolstoi. Ese libro me dio vuelta la cabeza en relación con la responsabilidad social ante el delito. La sociedad entera es responsable de que existan delincuentes, por la marginación, la falta de igualdad de oportunidades, la venta de espejitos de colores. Vos lo resumiste en el "yo soy peronista", que puede traducirse en yo tengo sensibilidad social, yo sé por lo que vos tenés que pasar. Allá por el 92/93, cuando se cristalizaba el proyecto empezado en el 76 (o en el 55), yo trabajaba en José L. Suárez, y tenía una compañera de esas que van siempre sin un pelo fuera de lugar. Empezaba a funcionar el tren blanco, con el furgón donde iban todos los cartoneros, industria incipiente en esa época. Mi compañera salió un día un rato antes, y los del tren blanco la escupieron. Vino indignada contra "esos negros de m...". Yo traté de explicarle que la sola apariencia de ella era como un insulto para ellos. Poniéndose en el lugar del otro, se entienden ese tipo de actitudes. Pero el miedo y la intolerancia nos llevan a ese tipo de reacciones. El miedo a quedar en esa situación, diría yo, el miedo clasemediero agarrado de un status social con la punta de las uñas. Yo no sé qué hubiera hecho en tu lugar, pero entiendo perfectamente tu reacción, y la saludo. Presenta una coherencia, aún en situaciones límites. Ojalá yo pudiera reaccionar de la misma forma.
Te mando un abrazo.
Valentina de Caseros
Recien acabo de abrir y veo lo que escribio oscarfquinteros y como no se a quien va dirigido es que me gustaria saberlo, porque el que habia escrito antes era yo. Si es asi le diria que en ningun momento he quitado importancia a lo que desgraciadamente le paso a Eva, al contrario, he dicho que yo lo hubiera denunciado, y eso es justamente porque si le hubiera pasado a una hermana o amiga mía no me gustaría que quedara impune. Eso bajo ningun punto de vista abre un juicio de valor sobre la actitud de Eva, aún más, desconozco cómo actuaría yo en esa situación. De lo que estoy seguro es que yo no tendría la capacidad de Eva para actuar de la manera en que lo hizo. Entonces si Quinteros se refirió a mí con lo de h de p, espero que se de cuenta de que se equivocó. JUAN CARLOS de LA PLATA
Juan Carlos de la Plata.
Si no te hubieras apresurado, o hubieras revisado todos los comentantarios, te hubieras dado cuenta que me referí a Anonimo de 10/o1/2011- 14.58 hrs.
Recomiendo siempre leer todos los post, para poder emitir una opinion.
Estas disculpado.
oscarfquinteros: agradezco la aclaración. También la recomendación. Solo una cosa: yo no pedi disculpas por nada. Igual está todo bien. JUAN CARLOS de LA PLATA
distinto pero muy parecido.
19 hs. mes de noviembre de 2010, camino por la vereda del Burguer King de Santa Fe al 2500.
veo una mujer de unos 25 años, flaca, sucia sentada en el piso de la entrada del negocio.
lloraba y tenía fuertes contracciónes que tensaban su panza de enmbarazo a término, abrazaba a un nenito de unos tres años que lloraba con ella.
a su lado una mujer de no más de 40años (parecía de 60)sostenía otro nene de año y medio. también muy flaca y en mal estado gral. e higiénico.
dos policías y unas 20 personas las rodeaban y los miraban sin gesto alguno.
pensé que estaban esperando al Same
para atender a la mujer pero como nadie decía nada decidí acercarme a la mujer mayor. me arrodillé junto a ellas.
"esta no aprende, no aprende la señora le estaba dando unas monedas y ella igual le manoteó el celular...no hay caso, estabamos pidiendo..."
vi entonces en el piso el bien más preciado de ese lugar, un viejo celular.
le hablé a ambas todo lo que pude y viendo que se la policía estaba ajustando los detalles para llevarlas se me ocurrió darle a la mayor 20 pesos para que cuando vuelvan a sus casas tengan algo para los pibitos.
la reacción fue unánime primero un aplauso de las 20 personas que me gritaban "sacapresos...por gente como vos el país está como está...
¿qué tenés en la cabeza...le das guita a los chorros? boludo...hijo de puta" y otras lindeces como "habría que esterilizar a toda esta gente...madres hijos y nietos chorros".
por un momento pensé que me linchaban.
de poco valió que les diga que no soy abogado buscando clientes, que los nenes pobres también tienen sed y hambre...
y eso que no era Mac Donalds.
Diego,
Florencia, la mujer que limpia en mi negocio, ayer volvió a venir, a limpiar mi casa. Empezó a hablar de lo que pasamos en el robo y me preguntó lo siguiente: perdone que le pregunte Eva pero por qué le tiró un beso, eso la verdad que no lo entiendo, yo lo hubiera matado.
¿Cómo explicárselo? Le dije que yo estaba muy alterada y mi racción fue darle las gracias por no haberme hecho nada más que lo que hizo. Igual Florencia me dijo que no entiende, que habría que matarlo.
y bueno, el discurso "tn" ha calado muy hondo. es esperable que aquel ingeniero santos pensara a sangre fría que los dos ladrones que le robaron el pasacassettes debían morir y así los mató. ahora que un pobre asuma el discurso o accionar del ingeniero santos es menos esperable.
(este comentario apareció en el pos siguiente con mi nombre en minúsculas (?))
Te felicito por tu templanza, Eva. Y por comprender tambièn que el ladròn es una vìctima, y que castigàndolo nada se logra. En esa línea, la clase media que tantos beneficios se llevó, se desespera porque (con que frecuencia puede ser?) una vez por año los pobres reclaman lo que es suyo. Los que se quejan de la inseguridad que vayan con Duhalde y Macri.
"SUEÑEN TROLLS, ESTA MUJER NO SE DOBLEGA ANTE LA OPERACIÓN BASTARDA DE LA FALTA DE SEGURIDAD.."
Definitivamente, no hay peor ciego que el que no quiere ver...
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