El 20 de diciembre de 2008 hice un post que se llama "Por qué converso tanto con las personas en la Óptica ". En un párrafo dije: "Prometo hacer un post con “El caso de la nena que no era autista”, no lo van a poder creer." Marcelo me lo reclamó y ahí va.
Una clienta mía, peluquera, mujer simple y de pocas luces, me cuenta que tiene una nena de 7 años "con problemas". Me lo cuenta como con dificultad de contar. Que la nena va a la escuela y no escucha a la maestra. Que la hicieron repetir de grado. Que apenas aprendió las letras. Que no habla con las compañeritas. Que la mandaron a la psicóloga y la trata por "autismo". Pero que a la maestra se le ocurrió que la nena podría además tener problemas de la vista, y sería bueno llevarla al oculista. Que la llevó y a la noche viene con la nena para hacerle los anteojos.
¿Qué te dijo el oculista de la nena? le pregunté. Nada, me dijo la peluquera, le recetó anteojos. Y me extiende la receta. Veo la receta, es simple: una pequeña miopía de -1 dioptrías en ambos ojos. La calmo, le digo que no es tanto. La espero a la noche que venga con la nena.
Llega la mujer con la nena. Como yo reviso todas las recetas que llegan, la siento a la nena a mirar los optotipos con la graduacion recetada por el médico y compruebo que la nena no ve nada. Ni las letras más grandes. La nena sabe las letras, pero me dice claramente: no veo. Me quedé muda. Le dije a la madre que iba a llamar al oculista. Por suerte estaba y contestó al teléfono. Delante de la mamá hablé con el oculista.
Con la presentación de rigor, le digo al oculista que yo soy un tipo de óptico que se niega a hacer un anteojo si no es para mejorar la visión de una persona, que en este caso la nena no veía ni las letras más grandes, que necesitaba saber qué le pasa a la nena y para qué le haría el anteojo.
Me contestó fastidiado lo siguiente: yo le dije a la madre que la nena no ve nada, ella no quiere escuchar. El ojo derecho lo tiene perdido, y con el ojo izquierdo ve un 5 porciento. ¿Entonces para qué le voy a hacer el anteojo? le contesté. ¿No hay alguna forma de hacer algo por la visión de la nena, qué tiene la nena? ¿Por qué no me dá un diagnóstico? Mire, yo le receté lo que pude recetarle, contestó, que no lo haga si no quiere, es lo mismo. Ya le dí el diagnóstico, tiene una miopía de -1 dioptrías. Que le haga estudios para saber qué tiene.
Todo ésto lo hablé con la función del teléfono en "manos libres". La madre escuchó lo que dijo el oculista. Pero seguía sin reaccionar.
Entonces volví a sentar a la nena frente a los optotipos y comencé con mi método a buscar en todos los sentidos posibles una pequeña mejoría. Fuí descartando todos hasta encontrar uno. Encontré el sentido por los lados esfèricos negativos. Descarté los astigmatismos y la hipermetropía. Continúe agregando potencia esférica negativa y para mi sorpresa la nena iba aumentando la visión. La llevé a 7 décimas con 8 dioptrías negativas. Eso significa que la hice pasar de la borrosidad absoluta a la visión casi normal. No lo podía creer.
Claro que hay que hacerlo con paciencia, esperando en cada agregado que el ojo lo acepte y forme los canales neurológicos que hacen al complejo de la percepción, a la sensibilidad, a la conexión necesaria para recibir el estímulo tan largamente mezquinado a esos pobres ojitos.
Y la nena respondía. También la nena respondía a mi afecto. Cosa de la que estaba carenciada, por la mamá y por la sociedad entera. Yo celebrara cada vez que ella veía un poquito más. Le acariciaba la manito que tenía sobre la mesada y le expresaba mi contento, como si hubiera metido un golazo de media cancha. Y la nena se iba poniendo ella contenta. Y parecía que quería satisfacerme a mí, más que poder ver ella. No había sonreido hasta que yo empecé a vivarla porque vió un poquito más. Y empezamos como un juego alegre. Un juego por la vida.
Y como dije la llevé a ver 7 décimas, que es lo que ve el promedio de la población. Pero le pedí a la madre que la llevara a otro oculista. Que necesitaba un diagnóstico serio sobre la evolución de esa miopía, el estado de la retina y controlar la presión ocular para descartar un glaucoma. Yo le recomendé el oculista al que tengo más confianza, con el que puedo hablar, que me respeta como profesional y se digna a intercambiar conmigo sus conocimientos. Se llama Héctor Braver.. Héctor me ayudó a salvar a mucha gente como ésta nena.
La salvamos. Dejó de ser tratada como autista. Era miope. Terminó el año y pasó de grado. Hoy es una mujer que hace su vida normalmente. Tiene 30 años y se operó de la miopía. Ni vestigios tiene de esa miopía que se disfrazó de un problema psíquico de comunicación con el mundo.
Un aparte para hablar de la mamá
Mi experiencia me enseñó que el principal factor en contra de los chicos que tienen problemas visulaes, son los padres. Los padres no quieren saber que sus hijos pequeños tengan un defecto en la visión. Cuando llegan a la óptica con una receta, llegan con disgusto, como si eso los descalificara ante el mundo, como si hubieran fracasado en el aporte de su genética. Empiezan a buscar los culpables. Las mujeres separadas pueden llegar a decir: en mi familia no hay nadie que use anteojos, debe ser el padre, encima eso le dejó al nene.
Vergonzantes y negadores, ponen palos en la rueda. Lo primero que dicen casi todos es: ¡¡¡Ay, yo no me imaginaba que mi hijo iba a tener que usar anteojos!!! Lo dicen adelante del chico, y uno observa al pequeño mirar al padre y ve que en sus ojitos se demuestra la preocupación a su vez, la preocupación por haber decepcionado al padre. El chico empieza a sentir que lo espera una cosa desgraciada.
Es ahí cuando dedico una charla para revertir la situación planteada. No permito que las cosas se dirijan por ese rumbo psicótico. Nos sentamos los tres y empiezo a hablar de lo que es un defecto visual, le empiezo a bajar los decibeles al drama y encaro las cosas desde el lado optimista, primero que nada, para recuperar la voluntad de la criatura y allanarle el camino a superar su defecto refractivo y continuar la vida como si nada pasara.
Por otro lado, los defectos refractivos en su enorme mayoría no son signo de una enfermedad, sino obedecen a las exigencias de la civilización que hace indispensable tener cierta agudeza visual mínima, que no era necesaria en la vida prehistórica. La maravillosa ciencia de la Óptica, interfiere en el camino de los rayos de luz y los desvía para que lleguen a la retina y formen las imágenes nítidas. Lo principal es el estado de la retina, y del nervio óptico. Estos dos factores son óptimos en la mayoría absoluta de las personas con defectos refractivos. No hay por qué hacer un drama de esta situación.
Un aparte para el gran culpable
La culpa del estado de ánimo de los padres, y de casi todos los que descubren un problema refractivo en sí mismos, no es sólo psicología indivudual, también es el mercado. El mercado se ha ocupado y se ocupa de meter miedo en la gente, esa es la mejor manera de hacerlos correr a gastar plata. Créanme, a ningún mercachifle de la Medicina le conviene que se aligere la dramatización de un problema médico. Con cuántas cosa pasará lo mismo aparte de la Óptica. Yo tengo prevención contra eso, me cuido de aceptar los términos dramáticos, me pongo a estudiar cada situación en la que me presentan un panorama único que me lleva sólo a gastar plata en un sentido. Pregunto, averiguo, y muchas veces descubro que hay otras oportunidades que no me fueron planteadas, u otra versión de las mismas cosas.
Un aparte para Héctor Braver.
Héctor, con su respeto por mí, siempre dijo que no le daba bolilla a ningún óptico, que hablaba sólo conmigo, que nunca había concido a un óptico como yo. Y me mandó siempre a todos sus amigos y su familia. Teniendo tantas ópticas en Buenos Aires, sólo Eva para sus hijos, para sus amigos, para su familia. Me confió lo más preciado a mí. ¿No es un orgullo?
Lo más interesante fue cuando me mandó dos recetas de dos amigos que se había hecho en Cuba. En ese tiempo en Cuba no había bifocales. Esos amigos de Cuba necesitaban bifocales y no podían tenerlos. Les dijo que que iba a hacerlos en Buenos Aires y se los iba a enviar a Cuba.
Me mandó las dos recetas y me preguntó si podía hacer los dos bifocales sin ver a las personas. Él sabía que hacer un bifocal es como una dentadura postiza, que sin el paciente para medirle sus particularidades es imposible. Sin embargo, le pedí la descripción de cada uno, el peso, la altura, la descripción del rostro. Por mi experiencia tengo ya una estadística en mi cabeza de valores en relación a los físicos, que no pueden fallar. Salieron bien. Las dos personas saltaban de la alegría cuando les llegaron los anteojos.
Cuando yo le he enviado a alguien a Héctor, sea problemático o no, él siempre tomó el teléfono ni bien había salido el paciente, sin que yo lo llamara, y me pasaba un diagnóstico compelto, a toda velocidad porque tenía el consultorio continuamente lleno. Un diagnóstico serio, que me dejó siempre tranquila de que estamos haciendo las cosas bien.
Algunas veces yo superé recetas de Héctor mismo. Lo he llamado para decirle que había encontrado algo que mejoraba la visión del paciente. Siempre me dió la razón y anotó el cambio en su historia clínica. Algunas veces me mandó él a mí un problema, para que yo le diera mi opinión, inclusive de personas que no iban a hacerse el anteojo en mi óptica, porque lo compraban en la de su Obra Social. Siempre colaboré con él y él conmigo, en una mancomunión donde no hubo jamás el mínimo interés secundario. Una mancomunión que duró cuarenta años. El dolor es demasiado grande hoy para mí, la pérdida de Héctor Braver para mí es una catástrofe. Por fin lo puedo contar. Acaba de fallecer hace dos meses. Y era joven todavía y estaba con todas las luces. Cáncer en el páncreas.
No tengo consuelo. No tengo.
Un aparte para la maestra
¡Qué lección la de la maestra! Su percepción del problema de la nena es admirable. ¿Dónde se estudia esa dedicación, esa preocupación? ¿Es una materia pedagógica? Este cuento debería ser una lección para las maestras. Ver más allá de la superficie. Interrogarse, llamarse al criterio, observar al alumno pequeño. Ella salvó a la nena. Pero no hubiera sido suficiente. La cadena mágica se hubiera cortado en el oculista aquél. Cualquier óptico le hubiera hecho los anteojos según la receta. Tal vez la madre hubiera obligado a la hija a usarlos. Y seguramente la nena no los hubiera usado, porque no tenían ninguna acción sobre su visión. Y quién sabe cuál hubiera sido el destino de la nena. Tal vez ahondarse más en su desconexión con el mundo. Tal vez haberse convertido de verdad en una autista.
Una clienta mía, peluquera, mujer simple y de pocas luces, me cuenta que tiene una nena de 7 años "con problemas". Me lo cuenta como con dificultad de contar. Que la nena va a la escuela y no escucha a la maestra. Que la hicieron repetir de grado. Que apenas aprendió las letras. Que no habla con las compañeritas. Que la mandaron a la psicóloga y la trata por "autismo". Pero que a la maestra se le ocurrió que la nena podría además tener problemas de la vista, y sería bueno llevarla al oculista. Que la llevó y a la noche viene con la nena para hacerle los anteojos.
¿Qué te dijo el oculista de la nena? le pregunté. Nada, me dijo la peluquera, le recetó anteojos. Y me extiende la receta. Veo la receta, es simple: una pequeña miopía de -1 dioptrías en ambos ojos. La calmo, le digo que no es tanto. La espero a la noche que venga con la nena.
Llega la mujer con la nena. Como yo reviso todas las recetas que llegan, la siento a la nena a mirar los optotipos con la graduacion recetada por el médico y compruebo que la nena no ve nada. Ni las letras más grandes. La nena sabe las letras, pero me dice claramente: no veo. Me quedé muda. Le dije a la madre que iba a llamar al oculista. Por suerte estaba y contestó al teléfono. Delante de la mamá hablé con el oculista.
Con la presentación de rigor, le digo al oculista que yo soy un tipo de óptico que se niega a hacer un anteojo si no es para mejorar la visión de una persona, que en este caso la nena no veía ni las letras más grandes, que necesitaba saber qué le pasa a la nena y para qué le haría el anteojo.
Me contestó fastidiado lo siguiente: yo le dije a la madre que la nena no ve nada, ella no quiere escuchar. El ojo derecho lo tiene perdido, y con el ojo izquierdo ve un 5 porciento. ¿Entonces para qué le voy a hacer el anteojo? le contesté. ¿No hay alguna forma de hacer algo por la visión de la nena, qué tiene la nena? ¿Por qué no me dá un diagnóstico? Mire, yo le receté lo que pude recetarle, contestó, que no lo haga si no quiere, es lo mismo. Ya le dí el diagnóstico, tiene una miopía de -1 dioptrías. Que le haga estudios para saber qué tiene.
Todo ésto lo hablé con la función del teléfono en "manos libres". La madre escuchó lo que dijo el oculista. Pero seguía sin reaccionar.
Entonces volví a sentar a la nena frente a los optotipos y comencé con mi método a buscar en todos los sentidos posibles una pequeña mejoría. Fuí descartando todos hasta encontrar uno. Encontré el sentido por los lados esfèricos negativos. Descarté los astigmatismos y la hipermetropía. Continúe agregando potencia esférica negativa y para mi sorpresa la nena iba aumentando la visión. La llevé a 7 décimas con 8 dioptrías negativas. Eso significa que la hice pasar de la borrosidad absoluta a la visión casi normal. No lo podía creer.
Claro que hay que hacerlo con paciencia, esperando en cada agregado que el ojo lo acepte y forme los canales neurológicos que hacen al complejo de la percepción, a la sensibilidad, a la conexión necesaria para recibir el estímulo tan largamente mezquinado a esos pobres ojitos.
Y la nena respondía. También la nena respondía a mi afecto. Cosa de la que estaba carenciada, por la mamá y por la sociedad entera. Yo celebrara cada vez que ella veía un poquito más. Le acariciaba la manito que tenía sobre la mesada y le expresaba mi contento, como si hubiera metido un golazo de media cancha. Y la nena se iba poniendo ella contenta. Y parecía que quería satisfacerme a mí, más que poder ver ella. No había sonreido hasta que yo empecé a vivarla porque vió un poquito más. Y empezamos como un juego alegre. Un juego por la vida.
Y como dije la llevé a ver 7 décimas, que es lo que ve el promedio de la población. Pero le pedí a la madre que la llevara a otro oculista. Que necesitaba un diagnóstico serio sobre la evolución de esa miopía, el estado de la retina y controlar la presión ocular para descartar un glaucoma. Yo le recomendé el oculista al que tengo más confianza, con el que puedo hablar, que me respeta como profesional y se digna a intercambiar conmigo sus conocimientos. Se llama Héctor Braver.. Héctor me ayudó a salvar a mucha gente como ésta nena.
La salvamos. Dejó de ser tratada como autista. Era miope. Terminó el año y pasó de grado. Hoy es una mujer que hace su vida normalmente. Tiene 30 años y se operó de la miopía. Ni vestigios tiene de esa miopía que se disfrazó de un problema psíquico de comunicación con el mundo.
Un aparte para hablar de la mamá
Mi experiencia me enseñó que el principal factor en contra de los chicos que tienen problemas visulaes, son los padres. Los padres no quieren saber que sus hijos pequeños tengan un defecto en la visión. Cuando llegan a la óptica con una receta, llegan con disgusto, como si eso los descalificara ante el mundo, como si hubieran fracasado en el aporte de su genética. Empiezan a buscar los culpables. Las mujeres separadas pueden llegar a decir: en mi familia no hay nadie que use anteojos, debe ser el padre, encima eso le dejó al nene.
Vergonzantes y negadores, ponen palos en la rueda. Lo primero que dicen casi todos es: ¡¡¡Ay, yo no me imaginaba que mi hijo iba a tener que usar anteojos!!! Lo dicen adelante del chico, y uno observa al pequeño mirar al padre y ve que en sus ojitos se demuestra la preocupación a su vez, la preocupación por haber decepcionado al padre. El chico empieza a sentir que lo espera una cosa desgraciada.
Es ahí cuando dedico una charla para revertir la situación planteada. No permito que las cosas se dirijan por ese rumbo psicótico. Nos sentamos los tres y empiezo a hablar de lo que es un defecto visual, le empiezo a bajar los decibeles al drama y encaro las cosas desde el lado optimista, primero que nada, para recuperar la voluntad de la criatura y allanarle el camino a superar su defecto refractivo y continuar la vida como si nada pasara.
Por otro lado, los defectos refractivos en su enorme mayoría no son signo de una enfermedad, sino obedecen a las exigencias de la civilización que hace indispensable tener cierta agudeza visual mínima, que no era necesaria en la vida prehistórica. La maravillosa ciencia de la Óptica, interfiere en el camino de los rayos de luz y los desvía para que lleguen a la retina y formen las imágenes nítidas. Lo principal es el estado de la retina, y del nervio óptico. Estos dos factores son óptimos en la mayoría absoluta de las personas con defectos refractivos. No hay por qué hacer un drama de esta situación.
Un aparte para el gran culpable
La culpa del estado de ánimo de los padres, y de casi todos los que descubren un problema refractivo en sí mismos, no es sólo psicología indivudual, también es el mercado. El mercado se ha ocupado y se ocupa de meter miedo en la gente, esa es la mejor manera de hacerlos correr a gastar plata. Créanme, a ningún mercachifle de la Medicina le conviene que se aligere la dramatización de un problema médico. Con cuántas cosa pasará lo mismo aparte de la Óptica. Yo tengo prevención contra eso, me cuido de aceptar los términos dramáticos, me pongo a estudiar cada situación en la que me presentan un panorama único que me lleva sólo a gastar plata en un sentido. Pregunto, averiguo, y muchas veces descubro que hay otras oportunidades que no me fueron planteadas, u otra versión de las mismas cosas.
Un aparte para Héctor Braver.
Héctor, con su respeto por mí, siempre dijo que no le daba bolilla a ningún óptico, que hablaba sólo conmigo, que nunca había concido a un óptico como yo. Y me mandó siempre a todos sus amigos y su familia. Teniendo tantas ópticas en Buenos Aires, sólo Eva para sus hijos, para sus amigos, para su familia. Me confió lo más preciado a mí. ¿No es un orgullo?
Lo más interesante fue cuando me mandó dos recetas de dos amigos que se había hecho en Cuba. En ese tiempo en Cuba no había bifocales. Esos amigos de Cuba necesitaban bifocales y no podían tenerlos. Les dijo que que iba a hacerlos en Buenos Aires y se los iba a enviar a Cuba.
Me mandó las dos recetas y me preguntó si podía hacer los dos bifocales sin ver a las personas. Él sabía que hacer un bifocal es como una dentadura postiza, que sin el paciente para medirle sus particularidades es imposible. Sin embargo, le pedí la descripción de cada uno, el peso, la altura, la descripción del rostro. Por mi experiencia tengo ya una estadística en mi cabeza de valores en relación a los físicos, que no pueden fallar. Salieron bien. Las dos personas saltaban de la alegría cuando les llegaron los anteojos.
Cuando yo le he enviado a alguien a Héctor, sea problemático o no, él siempre tomó el teléfono ni bien había salido el paciente, sin que yo lo llamara, y me pasaba un diagnóstico compelto, a toda velocidad porque tenía el consultorio continuamente lleno. Un diagnóstico serio, que me dejó siempre tranquila de que estamos haciendo las cosas bien.
Algunas veces yo superé recetas de Héctor mismo. Lo he llamado para decirle que había encontrado algo que mejoraba la visión del paciente. Siempre me dió la razón y anotó el cambio en su historia clínica. Algunas veces me mandó él a mí un problema, para que yo le diera mi opinión, inclusive de personas que no iban a hacerse el anteojo en mi óptica, porque lo compraban en la de su Obra Social. Siempre colaboré con él y él conmigo, en una mancomunión donde no hubo jamás el mínimo interés secundario. Una mancomunión que duró cuarenta años. El dolor es demasiado grande hoy para mí, la pérdida de Héctor Braver para mí es una catástrofe. Por fin lo puedo contar. Acaba de fallecer hace dos meses. Y era joven todavía y estaba con todas las luces. Cáncer en el páncreas.
No tengo consuelo. No tengo.
Un aparte para la maestra
¡Qué lección la de la maestra! Su percepción del problema de la nena es admirable. ¿Dónde se estudia esa dedicación, esa preocupación? ¿Es una materia pedagógica? Este cuento debería ser una lección para las maestras. Ver más allá de la superficie. Interrogarse, llamarse al criterio, observar al alumno pequeño. Ella salvó a la nena. Pero no hubiera sido suficiente. La cadena mágica se hubiera cortado en el oculista aquél. Cualquier óptico le hubiera hecho los anteojos según la receta. Tal vez la madre hubiera obligado a la hija a usarlos. Y seguramente la nena no los hubiera usado, porque no tenían ninguna acción sobre su visión. Y quién sabe cuál hubiera sido el destino de la nena. Tal vez ahondarse más en su desconexión con el mundo. Tal vez haberse convertido de verdad en una autista.
25 comentarios:
no estoy seguro de si son cuentos, o anecdotas.
pero son lindas.
Bueno, son historias de mi vida contadas en modo de relato. Son absolutamente ciertas.
Muy emocionante y un recuerdo a la memoria del Dr.
Se necesitan muchos como él y como vos Eva!
Un saludo,
Es lo más parecido a mi definición particular de la palabra "milagro": "También la nena respondía a mi afecto", ahí vive el secreto que le cambió el final al relato.
Gracias, Eva! Te sigo leyendo.
Jóvenes Cacharienses, gracias.
Marcelo, gracias.
¡Eva!! Si te hubiera conocido hace 5 años!!! a mi me pasó al revés, nadie me daba bola !!!, mis nenas llegaron por vía adoptiva, Irina tenía 2 añitos, no hablabla, era tímida y muy chinchuda,(también tenía estrabismo) el pediatra insistía en que era porque en casa cuna no estimulan a los niños,( en el jardín maternal idem),tené paciencia, dale tiempo, eran las únicas respuestas que encontraba, y del estrabismo decía que tenía tiempo, que no la agobiara con médicos, igualmente la llevé al oculista: Diagnóstico: Estrabismo+Hipermetropía ( usa +2 y +4).En la óptica cuando le pusieron los anteojitos, en el mejor castellano dijo "igual que los de mami y papi", a partir de ese momento no dejo de hablar!! se transformó en una dulzura de nena,charlatana, sociable, alegre y está recuperando visión. Este año empezó su primer grado y ya hace 2 meses que lee solita .La falta de visión la hacía insegura, con todo lo negativo que eso trae aparejado.Si hubiera sido por ese pediatra, hoy estaría teniendo problemas en la escuela y no sería el cascabel que es.
Eva, te felicito por tu dedicación y tu profesionalismo, te aseguro que son difíciles de encontrar en ésta medicina de hoy.
Cariños
Patricia de Quilmes.
Patricia de Quilmes,
No se puede creer que un Pediatra te haya dicho que no vayas al oculista teniendo estrabismo la nena. No entiendo qué aprendió ese médico de la materia pediatría. Si no ibas al oculista, el estrabismo termina por hacer un ojo ciego. Eso es lo que le pasa a Kirchner, eso le pasó porque sus padres no se ocuparon de llevarlo al oculista, parece mentira pero es así. Los dos años son la fecha clave, ahí hay que ponerles anteojos. Todavía el ojo que se tuerce tiene toda la visión. Se corrige con aumento positivo. Cuando la nena usa los anteojos los ojitos se ponen derechos. Cuando se saca los anteojos se vuelven a torcer. Algunas veces quedan curados sólo con los anteojos. Otras veces se procede a la pequeña corrección quirúrgica con la que se endereza el ojito y se deja de ser estrábico. Si no se ponen anteojitos a los chicos estráicos, le quedará un ojo torcido, sin visión, y luego empieza a caerse el párpado. Es una suerte la de tu nena de tener una mamá como vos. Eso se llama ser mamá.
Eva: estas anecdotas se pueden contar cuando uno puede poner en su ocupacion el interes por el ser humano. Es tu caso , es el del doctor. Saber que en cada decision que tomamos podemos modificarle la vida para bien a otro deberia ser un principio en la vida de cada persona.
un abrazo para vos y un recuerdo para el doctor y para la mami de quilmes un muy bien 10
Silvia Ca, gracias por escribir.
Eva,qué lindo decís......Valió la pena esperar este relato.Qué distinto sería si todos los profesionales de la salud fueran como vos y el Dr. Braver.Y un bravo por la maestra.Ojalá me hubiera tocado una así!.
Estando en primero inferior (hoy tengo 50) como era alta me sentaban al fondo del aula y fué mi vieja (también docente)la que se avivó de que no era de vaga que yo llevaba el cuaderno en blanco todos los días.De no creer..
Patooo!!!.Qué alegría encontrarte por aquí.Un beso a las nenas.
Besos,abrazos y gracias Eva.
Gracias Eva y Silvia Ca, las que llegamos a la maternidad de grandes nos ponemos muy obsesivas, a veces como en éste caso es beneficioso, en otros ya me juzgarán mis hijas...
Marcela !!! que alegría!!!, seguro que en un blog de la Carrió no nos ibamos a encontrar!!!!!! besos.
Patricia de Quilmes
Muy lindo relato, Eva.
Es fundamental estudiar y tener los conocimientos, pero ¿quien enseña a amar lo que uno hace?
Historias como las que contas lo hacen.
Gracias.
muy lindo Eva....!!! ...es como dice Silvio.... El problema señor... sigue siendo sembrar amor...
Gracias a todos por participar en ésto tan lindo de compartir.
Muy buen post, Eva, se lo leí a una amiga y lo estuvimos comentando. Voy a enviárselo por mail a mis colegas docentes para que tengan en cuenta este tipo de cosas.
Comentario aparte:
Algunos "anónimos" se quedaron con ganas de dar un golpe y parece que están haciendo catársis en los blogs.
¡Qué te garúe finito, Anónimo de las 9:52, 9:55 y 10:01!
Para que no te traumes te di un poquito de bola...
Casta Diva, gracias por tus palabras. Estuve pensando que debería escribir un post que se llamara "qué debe observar la maestra en el alumno para darse cuenta de que no vé bien".
brava Eva!
cuando éramos chicas, pensaban que una de mis hermanas menores era medio tonta porque se chocaba contra los muebles. hasta que a mamá se le ocurrió llevarla al oculista... tal cual! abrazo!
Que distinto sería el mundo si todos fuésemos lo que elijamos ser de vocación. Conozco la angustia, impotencia y consecuencias que conllevan no dar con un buen profesional médico, y encima la "ayuda" de docentes mediocres.
Eva, cada vez que te leo me caés mejor.
Un abrazo
Analía
Crisana, la óptica es parte de mi vocación, pero no lo fue nunca el comercio. Si leés los primeros cuentos de la óptica lo vas a entender, allí lo explico.
A pesar de que dicen que soy buena vendedora, yo no sirvo para "vender" lo que a mí no me gusta, lo que no sirve, lo que no signifique un beneficio para el otro.
Soy buena vendedora cuando tengo algo bueno que ofrecer a alguien y le explico las verdaderas bondades de lo que vendo. Un buen vendedor vende cualquier cosa, le "vende" a la gente una mentira, lo que va contra sus intereses, lo que va a perjudicarlo.
Muy parecido a lo que hace TN que le vende al público las maldades del kirchnerismo. Y el público lo compra, y se lo come, sin saber que su destino está en manos de los mercachifles más siniestros.
Eva:
Yo tuve una historia similar: me mandaban a la psicológa de chica porque supuestamente era "retraida" o "timida" cuando en realidad lo que me pasaba era que tenía una miopía no tratada! Y me volvió a pasar hace unos años: me mandaron al psicologo para tratar el "stress" que supuestamente me causaba un problema psicosomatico... hasta que me un simple analisis del endocrinologo descubrió un problema de tiroides que al poco tiempo de ser tratado resolvió todos los sintomas que supuestamente eran "psicosomáticos"! En conclusión: la industria psi es la repuesta mas facil ante los problemas de salud en una sociedad donde estos psicochantas todavia tienen credibilidad.
Aprovecho para preguntarte, ya que veo que sos una optica de vocación y corazon dos cosas:
1.Podemos hacernos hacer lentes por miopia sin pasar por el oftalmologo, llendo directamente a una buena optica como la tuya?
2. Son confiables las operaciones laser contra la miopia? Fui a un especialista y me habló maravillas de la operación, pero claro, el vive de hacerlas y yo tengo mucho miedo!
Saludos!
Angelica
PD: Podrías pasanos la direccion de tu optica, por favor... para muchos la de la vista es la salud que mas nos interesa.
Gracias por tu comentario.
Te contesto a las preguntas:
1)No te podés hacer lentes sin pasar por el oftalmólogo. La óptica puede ser muy buena, pero el oftalmólogo tiene que revisarte. La gente no entiende que la graduación de un anteojo no es una cosa que se obtiene fácilmente. Porque vos ves que el oculita te pregunta si ves o mejor o ves peor, te creés que cualquiera lo puede hacer, que es fácil. Pero no es así. Es muy complejo. Eso no lo sabe hacer cualquiera. El oculista te miró miles de cosas que no sabés, que no te das cuenta, desde el color de la esclerótica hasta el tamaño de la pupila, el tamaño del globo, la presión ocular, te mira dentro del ojo para ver la retina y el cristalino, y te hace la refracción a veces muy rápidamente porque ya tiene un arte acelerada por la experiencia. Es como la paloma de Picasso, son apenas unas líneas que uno cree que hasta un chico las puede hacer. Pero solamente la hizo Picasso.
Lo que yo hago es cerciorarme de la receta esté bien. Porque hay de todo entre los oculistas, también hay algunos que se pueden haber equivocado por falta de tiempo, por superexplotación en las obras sociales. Yo garantizo que todo está bien, que no hay errores. Cuatro ojos ven más que dos. Y a veces encuentro errores, muchas veces, y evito que se gaste dinero, que se tire la plata y que se haga un anteojo mal hecho. Y también le evito un dolor de cabeza al oculista. Yo lo llamo por teléfono y le cuento el error. El oculista me da su aprobación. A veces se produce un error de cálculo en las inversiones de los ángulos, es cuestión de hacer una cuenta en la que se puede fallar en 90 grados.
2)sobre las operaciones no te puedo decir más que lo que veo: hay personas que están maravilladas de como quedaron. No sé si con laser o no. De eso no entiendo. Pero seguramente hay lugares muy confiables que tienen servicios oftalmológicos muy calificados. Yo iría a un hospital como el italiano, de ahì tengo varias personas que se han tratado y se ve que el servicio de oftalmología es de primera. Pero no lo tomes como una recomendación, no me hago responsable de nada, sólo te cuento lo que escucho.
3)No te puedo dar la dirección de mi óptica, el blog es sin fines de lucro.
Hola Eva!
Muchas gracias por las respuestas! La verdad es que no me imaginaba que recetar lentes era tan complejo.
Saludos
Angélica
hola muy interesante la nota. Totalmente creible. Uso anteojos desde q tengo 12 años, )tengo 60) y nunca me voy a olvidar las palabras de uno de mis abuelos cuando me vio usando anteojos, diciendo q me los sacara q yo no necesita usa eso. Efectivamente creo q a nadie le gusta q sus hijos usen anteojos, ya a esta altura de mi vida lo tengo superado, no puedo operarme , por ahora,no esta desarrollada la tecnologia para el problema q tengo tuve q dejar de usar las lentes de contacto porq de tanto uso me provoq queratitia cronica
El tema q a esta altura se sabe de la predisposicion genetica
Fui compañero de estudios de Héctor Braver en un humilde colegio nacional de Liniers hace más de medio siglo. Ya de adolescente era un tipo sensacional. Lamento mucho su muerte, de la que me enteré recién ahora por la nota de Eva.
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